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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Los problemas de un petróleo barato

La bajada en los precios del petróleo puede parecer una buena noticia para todos aquellos que sufren la crisis económica. Pero dañará nuestros intereses a largo plazo.



Ten cuidado con los deseos que pides. Esa es una lección que debe ser aparente cuando el precio del petróleo sigue cayendo.

Ciertamente es verdad que la bajada en el precio del petróleo es una de las pocas noticias positivas en lo que parece será una dura recesión en los EEUU. Sería mucho más sencillo para los consumidores en los EEUU y en todos los lugares capear una recesión económica con el barril de petróleo a 60$ que a 145$. Pero algunos analistas sugieren que el petróleo puede seguir bajando hasta los 50$ por baril, e incluso más bajo, y permanecer en ese nivel durante meses e incluso años. Tal periodo con esos precios puede dañar los intereses a largo plazo de los EEUU y de Europa.

En primer lugar, el petróleo barato actuaría como un cortocircuito para el empuje de las energías renovables, aumentaría las emisiones de gases de efecto invernadero y ralentizaría una mayor eficiencia de los combustibles. Ya hemos pasado por eso anteriormente. El aumento en el precio del petróleo que ocurrió tras el embargo de 1973 no duró mucho. Al suavizarse los precios, decreció el interés en energía solar, eólica y otras tecnologías. La mayor esperanza para el sector de las renovables es un precio alto sostenido para todos los combustibles fósiles, desde el carbón al gas natural.

En lo que se refiere al cambio climático, podemos estar discutiendo todo el día el nivel global adecuado de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero si los que toman las decisiones realmente quieren reducir las emisiones, un petróleo barato es lo ultimo que desearían, ya que un combustible barato permitirá a los EEUU y a los países en desarrollo como China e India seguir pisando el acelerador. En China, cada día hay unos 25.000 coches nuevos. Para 2013, la Agencia Internacional de la Energía pronostica que la cantidad de coches aumentará en unos 1.200 millones. Cuanto más barato sea el combustible, más kilómetros harán los vehículos y por consiguiente, esto se traducirá en más emisiones.

Un petróleo barato detendrá el impulso para una mayor eficiencia en los automóviles. Los conductores responden cuando se les toca el bolsillo. En los dos últimos años, con el aumento en el precio de los combustibles, la venta de coches más eficientes aumento dramáticamente. Si el precio del petróleo (y por consiguiente la gasolina) sigue bajando, los conductores en los EEUU seguirán conduciendo con toda probabilidad sus coches grandes.

Un derrumbe en los precios del petróleo también golpeará los sectores domésticos de los EEUU del petróleo y el gas. También lo hemos visto antes. A principio de los 80, se convenció a la gente inteligente en el negocio de la energía que los precios altos se mantendrían. Esa fantasía terminó con el colapso del precio en 1986, lo que llevo a la venta como chatarra de los equipos utilizados en los pozos petrolíferos. Los trabajadores cualificados dejaron la industria para siempre. Hoy, el sector global de la energía sigue padeciendo de la falta de trabajadores cualificados en casi todos los segmentos de la industria, desde ingenieros a soldadores. Una caída en el precio del petróleo nos traerá una repetición de los años 80 cuando los trabajadores cualificados dejaron las industrias del petróleo y el gas y nunca regresaron.

Un colapso en los precios también aumentará la dependencia de los EEUU en el petróleo extranjero. Otra vez, ya lo hemos visto también. Volviendo a 1985, cuando los precios globales eran bastante altos y la industria estadounidense era muy saludable, las importaciones de crudo bajaron a 3,2 millones de barriles diarios, su nivel más bajo desde principios de los 70. En 1993, donde los precios estaban al 50% de 1985, las importaciones alcanzaron los 6,8 millones de barriles diarios. De ellos los países de la OPEP aumentaron su cuota del 41% al 54%. (En 2007 la cuota de la OPEP fue del 53%).

Si ahora tenemos un precio barato prolongado, la industria estadounidense volverá, otra vez a experimentar unos tiempos difíciles. Eso significará con toda seguridad que los productores extranjeros, que normalmente tienen unos cosos menores de producción, aumentarán su cuota en el mercado estadounidense y lo harán a costa de los productores locales.

Los bajos precios aumentarán la ya de por si peligrosa situación económica de México y puede que aumente la migración de mexicanos hacia el norte. Dado que la emigración es un asunto delicado en los EEUU, este asunto puede tomar aun mayor relevancia. Pero los hechos son claros. El gobierno Mexicano depende en gran medida de los ingresos del petróleo. En 2006, el gobierno obtuvo el 73% de sus ingresos del dinero generado por la compañía petrolera estatal Pemex. Un largo periodo con bajos precios seria devastador para Pemex, una compañía ineficiente a la que le ha costado mantener la producción en su campo petrolífero más importante: Cantarell. Es el segundo más grande del mundo (sólo detrás de Ghawar en Arabia Saudita) y su producción ha ido cayendo un 8% anualmente. Sin grandes ingresos del petróleo, el débil gobierno mexicano cada vez lo será aun más. Si las condiciones en México se deterioran, el país tendrá una población más pobre lo que producirá que más trabajadores emigren hacia el norte en la búsqueda de mejores oportunidades.

Para terminar, el petróleo barato condiciona la industria estadounidense del etanol. Sin importar tu opinión sobre los subsidios y mandatos sobre la industria del etanol, un petróleo barato hace que el etanol- hecho de maíz y otras sustancias- mucho más complicado. Y con tantas compañías de etanol declarándose en bancarrota en los últimos meses, el problema seguirá aumentando. Ya corren rumores que esta industria pedirá el rescate por parte del Congreso. Si el precio barato del petróleo se mantiene, el potencial para un rescate será cada vez más probable.

Por lo tanto queda claro que un petróleo barato puede que sea beneficioso a corto plazo, pero las consecuencias a largo plazo serán muy dolorosas.

El último libreo de Robert Bryece es Bombeador de mentiras: Los peligrosos engaños de la "independencia energética". Vive en Austin, Texas.

AUTOR : Robert Bryce
FUENTE : THE GUARDIAN

La “plata afuera” de los peruanos

Hace dos días el premier Yehude Simon dijo que se estaba contemplando dar estímulos tributarios para que los peruanos traigan la plata que tienen en el extranjero. Agregó: “nadie sabe exactamente cuánto puede ser, pero aspiramos a recibir entre US$ 2,000 a 5,000 millones de repatriación” (Gestión, 15/12/08).

Esta cifra se asemeja bastante a la del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), con sede en Basilea, conocido como “el Banco Central de los Bancos Centrales”. En el Informe Trimestral de Diciembre, el BPI dice que el dinero de peruanos depositado fuera del país es US$ 4,970 millones a junio del 2008.

Cuando se analizan estos depósitos desde el 2001 se puede ver una clara correlación entre estos y el ciclo económico y el ciclo político. En diciembre de 1999, los depósitos en el exterior eran US$ 2,316 millones y subieron a US$ 4,016 millones en marzo del 2001, lo que coincide con la caída de la dictadura fujimorista. Desde ese momento hasta setiembre del 2002 dichos depósitos bajan a US$ 2,334 millones, lo que podría indicar una repatriación de capitales debido a una mayor confianza.

De allí en adelante, los depósitos aumentan de manera constante, al mismo ritmo que el crecimiento económico, llegando a US$ 3,728 millones en marzo del 2005. Durante la campaña presidencial del 2006, la incertidumbre política provoca una fuerte salida de capitales, que llega a US$ 4,854 millones en junio del 2006. La salida continúa durante estos últimos meses de crecimiento económico, alcanzando la cifra histórica de US$ 5,703 millones en diciembre del 2007.

Es importante tener en cuenta que la data del BPI es altamente confiable, pues proviene de las 40 plazas financieras más importantes del mundo, entre ellas, EEUU, Gran Bretaña, Japón, Alemania y Suiza. También están los paraísos fiscales, comenzando por el Gran Caimán, seguido de Singapur, Isla de Man, Panamá y Hong Kong.

Otro tema: la categoría “Bancos” del Informe del BPI no solo incluye a la banca comercial, sino también a las asociaciones de ahorro y préstamos. Agrega el BPI que, en muchos casos, también se incluye a los fondos de inversión, los fondos mutuos y los “Money markets”. Un punto clave es que los depósitos mencionados aquí son de la categoría “no perteneciente a bancos”, o sea que se trata de depósitos de personas o de empresas. Normalmente, la mayoría de los depósitos son a título individual.

Sin embargo, hay dineros que no figuran en la data del BPI: los bonos gubernamentales (sobre todo los del Tesoro de EEUU), las propiedades inmobiliarias y las inversiones en los mercados de “commodities”. Tampoco están los fondos de inversión y fondos mutuos que no reportan al BPI, además de los fondos de cobertura (hedge funds). Ese podría ser el caso de la inversión de un millón de dólares del BCP en el Fondo “bamba” de Bernard Madoff.

Hasta aquí la información de la plata de peruanos fuera del país. La segunda parte concierne a los “estímulos tributarios” del Premier. Hasta donde sabemos, no hay impuesto al capital que entra, pero sí existen dispositivos de la SBS que exigen al “repatriador” la justificación del origen del dinero, lo que debe mantenerse a toda costa. Claro, porque podría tratarse de dinero proveniente de fraudes contables, subvaluación de exportaciones y/u otros actos ilegales y dolosos, como el lavado de dinero que no pueden quedar impunes.

De su lado, los empresarios piden bajar el impuesto a la renta “para poder reinvertir” y otras medidas parecidas (pagar impuestos con obras), que disminuirían la recaudación tributaria, pero que el gobierno “está estudiando”. Increíble. Sobre todo cuando se constata que en los años de vacas gordas no solo hubo “chorreo” sino un verdadero diluvio para los que más tienen. Lo que no sucedió con la gran mayoría de la población peruana, que no fue invitada a la fiesta que ya terminó.

AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO
FUENTE: CRISTAL DE MIRA