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lunes, 16 de junio de 2008

BONANZA CON ESPINAS

Simple y atractivo; engañoso. Según el discurso oficial la integración de la economía al mercado mundial está generando una bonanza exportadora que reduce considerablemente la pobreza. Los banqueros y mineros (que dominan la economía desde 1990), y los apristas (en el gobierno desde el 2006, influenciados por los primeros), prometen que llegaremos a ser un país rico y desarrollado. Solo hay que dejar libres a las fuerzas del mercado, no molestarlas. Existen problemas, sí, pero son políticos (el ruido de la protesta, la burocracia), o remanentes del pasado (los "sobrecostos laborales", y la mentalidad de perro del hortelano que no deja invertir).

El mensaje emana de Palacio y hace eco en los principales medios de comunicación. Lo refuerzan declaraciones de ministros y se complementan con entrevistas a la CONFIEP. Lo dicen los expertos del Banco Mundial, y hasta el ex presidente Aznar. Ergo, debe ser cierto.

Estamos frente a un ídolo de autoridad: creer en algo si alguien importante lo dice. Para alejarnos del ídolo, preferimos ver otros indicadores y mejores métodos. Contra lo que afirma el discurso oficial, descubrimos que la bonanza oculta serios problemas del propio modelo económico y los refuerza.

Cierto, hay mérito. La bonanza ocurre desde 1990, cuando se liberalizó la economía apoyando al sector privado para que se expandiera sobre la propiedad estatal y comunal, desatándose una acumulación de capital acelerada. También porque desde 1994 se invirtió en el sector extractivo-exportador luego de una virtual parálisis de inversión desde 1968, lo que explica su impresionante velocidad. Por último, a partir del 2002 aumentó sostenidamente el precio y la demanda internacional de commodities. Cuando llegó el boom, estábamos listos, y como siguió, continuamos invirtiendo. De allí el "milagro peruano".

Obviamente, así como llegó, la bonanza también puede irse. Son cíclicas. Trae además altos precios de petróleo y alimentos, y el dólar anda devaluado. Pero ¿para qué ser "derrotistas"?, sigamos "pensando en grande", y creámosle al MEF, que proyecta crecer a una tasa promedio del 7% anual varios años más. Aun así, hay problemas.

Un análisis realista debe empezar entendiendo que el modelo neoliberal criollo centra el crecimiento en oligopolios y oligopsomios en su mayoría extranjeros que concentran y concentran el poder económico. Persistir en el modelo es reforzar estos rasgos, impidiendo el verdadero crecimiento con bienestar y bloqueando las oportunidades para todos. Los monopolios, y sus defensores, que los consideran intocables, impiden el desarrollo empresarial nacional acelerado de las pequeñas y medianas empresas y una más efectiva y permanente reducción de la pobreza.

Para ver mejor esta dura realidad cambiemos el método palaciego y empresarial del jardín (mirar solo los casos de éxito, las flores) por otro panorámico (que también mire a la hierba mala). El análisis de la cúpula del poder económico y ciertos indicadores nos habla de bonanza con asimetrías y problemas. Tatsuya Shimizu (Instituto de Desarrollo Económico de Tokio) comprueba que entre 1987 y el 2001 las multinacionales del Perú pasaron de 25 empresas a 41 de las top 100 y que su porcentaje de ventas subió de 20.6% a 48.5%. Igual tendencia se observa en América Latina según informes de la CEPAL, indicando una fuerte extranjerización económica entre las empresas top. En el Perú es más extrema, hay menos éxito nacional y más posibilidades de nacionalismo económico.

Esta tendencia se puede estimar viendo el desempeño de los mayores Grupos de Poder Económico peruanos. Como se aprecia en el cuadro, el resultado no es bueno. De los 28 grupos más grandes, 11 han quebrado, los han comprado o se han debilitado profundamente desde 1990. También 6 han perdido posiciones, pasando a escalones más bajos del ranking. Solo 6 están creciendo y en el sitial más alto encontramos 3 viejos y 2 nuevos más. No olvidemos que aún entre ellos una parte de las acciones de varios buques bandera están en manos transnacionales o vía las AFPs (42% de Credicorp y 34% de Alicorp del grupo Romero, 50% del Banco Continental de Brescia, 55% de Yanacocha y 13% de Buenaventura de Benavides, 6% de Graña y Montero).

MULTINACIONALIZACIÓN Y OLIGOPOLIZACIóN

Existen dos problemas interrelacionados, la multinacionalización de la cúpula económica y la oligopolización, y generan graves consecuencias que la bonanza refuerza. Ejemplos:

Al exigir altos intereses y excesivas garantías la banca impide crear un mercado de capitales para la pequeña y mediana empresa. El crédito de consumo también es depredador.

• Las leyes y el Estado apoyan la estrategia de las corporaciones de empleo precario y bajos ingresos.

• Los monopolios suelen abusar de los usuarios y aprovecharse de un Estado capturado (ataques especulativos cambiarios, elevado costo de llamadas, innecesaria renta básica telefónica; recargos bancarios y pérdidas por manejo cambiario en los bancos; bloqueo a la libre desafiliación de pensionistas; exoneraciones tributarias a grandes empresas; oposición a los impuestos a la sobreganancia minera; altas tarifas de energía, uso portuario, carga aérea y peajes).

• Tal situación, aunada a un sistema de impuestos punitivo (19% de IGV), penaliza a los pequeños empresarios y favorece la informalidad.

• La transnacionalización induce al Estado a adoptar una mentalidad convoy y sin estrategia. Más que clase dirigente tenemos clase dirigida. El principal grupo de interés no entiende al país por ser extranjero pero influye.

• El Estado infiltrado bloquea reformas para desogolipolizar la economía y profesionalizar la burocracia porque dejaría de usarla.

Terminamos con una nota optimista. Contamos con los recursos humanos suficientes para generar una Estrategia de Desarrollo Nacional, y capacidades empresariales nacionales para el desarrollo de todos. El problema económico se resuelve políticamente. El 2011 es la oportunidad de cambiar, y para evitar que los empresarios secuestren al presidente o que uno nuevo quiera secuestrar a los empresarios.

(*) Profesor de Política Latinoamericana en la Universidad de Texas, Los Angeles, EEUU.


UN CAPITULO ECONOMICO INFAME

Cualquier persona que use el buscador “Google” podrá rápidamente acceder a las Constituciones de los países vecinos, entre ellos Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México. Al revisar el capítulo económico se puede constatar que en ninguna existe un artículo que diga que la actividad empresarial del Estado es subsidiaria (o sea que solo se puede realizar si el sector privado no puede o no quiere intervenir), como en el Perú lo establece el Art. 60 de la Constitución Fujijmori-Yoshiyama de 1993 (C-1993).

En Chile, por ejemplo, el Art. 21 de la Constitución de 1980 de Pinochet dice: “El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum calificado los autoriza”. Lógico, la estatal Codelco es la primera empresa de cobre del mundo (provee divisas e ingresos tributarios al Estado y más de US$ 1,000 millones anuales a sus FFAA), mientras que la estatal petrolera ENAP es dueña de las dos únicas refinerías y, en el Perú, es dueña junto con el Grupo Romero de las estaciones de servicio Primax.

Tampoco se otorga al capital extranjero igual trato que al nacional, como lo establece el Art. 63 de la C-1993: “La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones”. En Brasil, el Art. 171 de la Constitución de 1988 dice: “La ley podrá, en relación a la empresa brasileña de capital nacional: conceder protección y beneficios especiales temporales para desenvolver actividades consideradas estratégicas para la defensa nacional o imprescindibles para el desarrollo del País”. Además, “el poder público dará tratamiento preferencial, en la adquisición de bienes y servicios, en los términos de la ley, a la empresa brasileña de capital nacional”.

Esto rige a nivel mundial y es la base de las negociaciones comerciales entre países. Hasta hoy, en la OMC, el tratamiento al capital extranjero es potestad soberana de cada país y no existe tratamiento común porque se considera, precisamente, que la empresa nacional es un factor clave del desarrollo económico.

Pero en el Perú se ha ido más lejos, pues se le ha dado trato preferencial al capital extranjero, por encima del capital nacional. Eso hace el Art 62 de la C-1993: “Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente”.

Así, los contratos de estabilidad jurídica, firmados en su gran mayoría con empresas extranjeras, no se pueden modificar ni en una coma, salvo acuerdo entre las partes (lo que aquí quiere decir cuando la empresa, por su interés, lo quiera renegociar). Hasta el FMI es contrario a estos contratos “porque discriminan a las empresas nacionales”.

En los países mencionados también existen contratos de estabilidad jurídica, pero no tienen blindaje constitucional. Si el Congreso considera pertinente la renegociación de un contrato petrolero o minero (porque los precios han subido 500% ó 1,000%, como ha sucedido estos últimos años), entonces lo hace ejerciendo un derecho soberano, ya que los recursos naturales –y las ganancias extraordinarias- son de la Nación.

La modificación de estos artículos del capítulo económico no “traería abajo la estabilidad económica ni ahuyentaría la inversión”. Lo que sí haría es modificar un “contrato social” indigno de ese nombre pues su objetivo fue blindar los intereses de determinados sectores económicos, dejando fuera a la mayoría de la población.

Cualquier reforma constitucional debe comenzar poniendo el péndulo económico al medio, propiciando un equilibrio entre mercado y Estado para superar las desigualdades, agudizadas por ese capítulo económico. Pero la derecha económica y política defensora de la Constitución de 1993 quiere que todo permanezca igual. De su lado, la cúpula del partido aprista tampoco quiere darse cuenta, porque tiene otros intereses, que en Indoamérica ninguna Constitución consagra esos postulados neoliberales. Al ritmo del “perro del hortelano” se ha “olvidado” que en las elecciones del 2006 prometió todo lo contrario.



AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO
CRISTAL DE MIRA,6/13/2008