Mostrando las entradas con la etiqueta APUNTES DE ECONOMIA : CRISIS FINANCIERA. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta APUNTES DE ECONOMIA : CRISIS FINANCIERA. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de octubre de 2013

La naturaleza del Mundo en decadencia

  




Por Carlos Fermin
Ecoportal.net



Cada día nuestros ancestros se preguntan el porqué de la devastación ambiental que padecemos a diario. Tan sólo debes abrir los ojos y observar el panorama de violencia en el que vivimos, para esclarecer la verdad que llevamos a cuestas. La historia del Mundo se sigue escribiendo en letras de sangre, que castigaron con ahínco el nacimiento de la Humanidad. Entre el olvido de los peces, la fuerza de los simios, el polvo de las estrellas y la sagrada creación celestial, todos se dedicaron a confundir la razón de una gran onomatopeya llamada planeta Tierra. Con el paso del implacable tiempo, la vida evolucionó en los tristes sonidos de la guerra, del odio y de la revancha que habita en el funesto corazón de la Sociedad Moderna.
Tras escuchar su feroz latido, ya sabemos que los secretos del Universo jamás serán revelados por el Homo Sapiens. No obstante, es posible presagiar cuál será el destino de la infranqueable civilización que yace en la actualidad. Las voces del gran ecocidio que salpica al siglo XXI, son audibles en el lejano zumbido de las abejas que huyeron de la miel transgénica, en las ruidosas grietas provocadas por la colosal fractura hidráulica, y en el extinto llanto del rinoceronte negro occidental. Por desgracia, el placer del silencio es cosa del pasado, ahora la tétrica música de la Naturaleza, nos aturde al compás de la impunidad ecológica que cotejamos por doquier. Pero, dicen que todo se resuelve dejando que la paz nocturna del esperado Día de Acción de Gracias, se confabule con el instinto caníbal de las bombas, que alimentan el resplandor genocida en Oriente Medio 
Lo más triste, es que el dolor de la Pachamama y su eterna agonía a nivel global, no se cura ni se alivia en 140 caracteres de frivolidad tecnológica. A ella no le importa que te suscribas, votes y comentes todas las atrocidades ambientales que son fructificadas por la abismal maldad del Hombre. Tampoco le interesa que abras un nuevo perfil en las redes sociales, y te comuniques con desconocidos que jamás vas a conocer. Si te gustan estas laicas palabras, puedes compartirlas con tus seguidores, para que sigan presos en una tendencia llena de egoísmo, antivalores y transculturación. En caso que el pulgar apunte hacia abajo, podrías incrementar tu popularidad grabando un video en el que prendas una motosierra y cortes muchísimos árboles de tu localidad, encendiendo 20 electrodomésticos en menos de un minuto, o matando miles de crustáceos que se asfixian en alta definición.
Precisamente, la vida marina siempre ha sido la principal víctima de los ecocidios provistos por el libertinaje de las empresas, la indiferencia de la gente y la complicidad de los organismos públicos, en auspiciar el lucrativo negocio de la contaminación ambiental del Mundo. Sin duda, que el 2013 fue una verdadera pesadilla para las especies acuáticas que habitan los ríos, mares y océanos del planeta. Desde los 50 peces muertos hallados en las aguas del Humedal Angachilla en territorio chileno, pasando por el cuerpo de las 250 mantarrayas que perecieron en las playas de Chachalacas en suelo mexicano, y hasta los 300 cadáveres que flotan en las riberas del caño Bugre en Colombia; parece que la gran huella de tierra fosilizada por el Hombre, no está dispuesta a quedarse con tan pocas escamas, en la inmensidad del anzuelo que se hunde al amanecer.

domingo, 6 de octubre de 2013

Calma antes de la tormenta en la zona del euro

  




Por Nouriel Roubini
Project Syndicate


Hace poco más de un año, en el verano de 2012, la zona del euro –frente a los crecientes temores por la salida de Grecia y los insostenibles elevados costos de endeudamiento para Italia y España– parecía estar al borde del colapso. Hoy, el riesgo de que la unión monetaria pueda desintegrarse ha disminuido significativamente, pero los factores que lo impulsaron continúan en gran medida desatendidos.
Varios avances ayudaron a recuperar la calma. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se comprometió a hacer «todo lo necesario» para salvar al euro, e institucionalizó rápidamente esa promesa a través del establecimiento del programa de «transacciones monetarias directas» del BCE para la compra de bonos soberanos de los miembros en problemas de la zona del euro. Se creó el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), con €500 mil millones a su disposición para rescatar a los bancos de la zona del euro y a los gobiernos de sus países. Se han logrado algunos progresos para una unión bancaria europea. Y Alemania ha comprendido que la zona del euro es tanto un proyecto político como económico.
Además, ha finalizado la recesión en la zona del euro (si bien cinco economías de su periferia continúan retrocediendo y la recuperación es aún muy frágil). Se ha implementado una cierta reforma estructural y han tenido lugar muchos ajustes fiscales. La devaluación interna (una reducción del costo unitario de la mano de obra para recuperar la competitividad) ha tenido lugar en cierta medida (en España, Portugal, Grecia e Irlanda, pero no en Italia y Francia). Eso ayudó a mejorar los balances externos. Y aunque Alemania y otros países del núcleo de la zona del euro desearían que esos ajustes ocurran más rápidamente, siguen mostrándose dispuestos a proporcionar financiamiento y los gobiernos comprometidos con los ajustes aún se mantienen en el poder.
Pero, por debajo de la calma superficie de los menores diferenciales y riesgos de eventos excepcionales, los problemas fundamentales de la zona del euro continúan sin solución. Para comenzar, el crecimiento potencial aún es demasiado bajo en la mayor parte de la periferia, considerando las poblaciones envejecidas y el bajo crecimiento de la productividad, mientras que el crecimiento –incluso cuando la periferia salga de la recesión en 2014– seguirá por debajo del 1 % durante los próximos años, lo que implica que las tasas de desempleo se mantendrán en niveles muy altos.

viernes, 21 de noviembre de 2008

¿Adonde va la crisis?

Frente al seísmo actual y al delirio de los mercados, un poco de perspectiva es necesaria para comprender las raíces sociales de la crisis. Es tanto más necesaria si se tiene en cuenta que las consecuencias sociales de la recesión que viene son considerables.

Una crisis con varios niveles

La crisis actual no es sólo una crisis financiera. Combina diferentes elementos que hay que tomar en su totalidad para comprender su profundidad. Para ir a lo esencial, es una crisis que afecta a los fundamentos mismos del capitalismo. Todo comienza con el gran giro de los años 1980, marcado en el interior de cada gran país capitalista por una degradación de la correlación de fuerzas entre capital y trabajo en detrimento de los asalariados. Se pone en pie un nuevo modo de reparto, apoyado en la baja tendencial de la parte de las riquezas producidas que van a los asalariados /1. La tasa de ganancia se restablece pero no conduce a un aumento comparable a la tasa de acumulación /2. Dicho de otra forma, la parte de la ganancia no invertida aumenta y engendra un flujo permanente de “capitales libres” que toman la forma de activos financieros a la búsqueda de una rentabilidad máxima.

La mundialización ha reforzado este proceso: la libertad de circulación de los capitales, la desreglamentación bancaria, el recurso a las deslocalizaciones, han permitido agravar la presión sobre los salarios. Reivindicando una hiperrentabilidad máxima, los mercados financieros imponen sus criterios y reducen los proyectos de inversión considerados como suficientemente rentables.

Una primera interpretación consiste en distinguir el “buen” capitalismo productivo del “mal” capitalismo financiero. Los mercados financieros son entonces presentados como un parásito, una excrecencia, que bastaría con eliminar o “regular” para volver a un funcionamiento “normal” del capitalismo. Pensamos, al contrario, que el capitalismo contemporáneo es un “puro capitalismo” en el sentido de que los mercados financieros no son una distorsión sino, al contrario, el medio para que funcione plenamente según sus propios criterios: la esencia del capitalismo sigue siendo la búsqueda de un beneficio máximo que pasa por la explotación de los trabajadores y ha tenido siempre como vocación extenderse al conjunto del mundo. Pero el rey está desnudo: el capitalismo prefiere no responder a las necesidades sociales insuficientemente rentables más que arriesgarse a la bajada dfe la tasa de ganancia.

La crisis financiera resulta en el fondo de una reivindicación imposible del capital: obtener para el conjunto de los capitales invertidos una rentabilidad en línea con los rendimientos que los activos financieros procuran en ciertos segmentos. Pero la ley del valor interviene periódicamente para recordar que el volumen de las riquezas producidas está limitado por la extracción de plusvalía, en definitiva, que no se pueden distribuir más riquezas que las que se producen. Los activos financieros no son en el fondo más que derechos de giro sobre la plusvalía. Su valor nominal es en cierto sentido virtual pues solo cuenta la prueba de su conversión en bienes reales, lo que parafraseando a Marx, se podría llamar el gran salto mortal del mundo del capital ficticio al de la mercancía.

Todo esto no tiene nada de abstracto y corresponde a la experiencia que han conocido ya y pueden conocer de nuevo los asalariados cuyas jubilaciones dependen del destino de los fondos de pensiones. Para ellos, el salto mortal se produce cuando hacen valer sus derechos a la jubilación y descubren que su nivel real depende de las cotizaciones en Bolsa del día. Un análisis reciente nos enseña así que durante los últimos quince meses, la crisis financiera ha ocasionado en los Estados Unidos una pérdida de 2.000 millardos de dólares para los fondos de pensiones /3.

Políticas neoliberales y “técnicas” financieras

Para que la burbuja pueda tomar su auge, los capitales disponibles no bastan; es preciso también que la reglamentación no constituya un obstáculo. Sin embargo, ha sido burlada por decisiones de orden político y por la puesta en marcha de sofisticadas innovaciones financieras y de prácticas cada vez más opacas. Se puede citar el "apalancamiento" que permite multiplicar la suma de la que dispone una institución financiera inicialmente. Los productos derivados permiten operaciones complicadas de compra y de venta a medio plazo. Los bancos pueden desprenderse de sus créditos dudosos colocándolos con otros en una especie de estuche-sorpresa que puede luego ser vendido bajo la forma de título (de ahí el término de titulización). El riesgo ligado a los diferentes créditos se pone a circular y no forma ya parte del balance, escapando así a las reglas prudenciales que imponen una cierta proporción de fondos propios.

La crisis de las subprimas ha estallado en un segmento relativamente estrecho, el de los préstamos concedidos a familias pobres y garantizados por la casa que compraban. Estos contratos eran verdaderas estafas puesto que los bancos sabían pertinentemente que no serían devueltos. Pero la titulización permitía librarse de ellos. El cambio de signo del mercado inmobiliario ha coincidido con las primeras quiebras de familias: la venta de las casas hipotecadas con esos créditos podridos no era ya posible, de ahí un precio que no cubría ya el crédito inicial. La crisis inmobiliaria ha desencadenado a continuación una reacción en cadena: los bancos han descubierto sus pérdidas una tras otra, se han visto progresivamente incapaces de obtener nuevas fuentes de financiación para cubrir estas pérdidas. Para frenar una serie de quiebras en cascada, los Bancos centrales y los gobiernos han inyectado dinero o “nacionalizado” una parte de los bancos.

Una crisis mundial

Desreglamentación, mundialización y financiarización van parejas. Lo que hay de nuevo en la fase actual de la mundialización, es que concierne a la producción que se hace a caballo de varios países o continentes y que pone directamente en competencia a los asalariados del mundo entero. Esto supone una libertad total de circulación de los capitales uno de cuyos aspectos es la desreglamentación que les permite efectivamente ir y volver a su antojo. La financiarización multiplica los efectos clásicos de la competencia permitiendo a los capitales “libres” hacer presión para alcanzar la rentabilidad máxima.

Esta crisis es la primera que reviste un carácter mundial. Sin embargo, ha nacido en el seno de la economía más poderosa y se puede afirmar que marca el fin de un modelo. En efecto, desde al menos hace quince años, el crecimiento de los Estados Unidos estaba fundado en una tendencia al sobreconsumo financiada por el resto del mundo. En el interior, la tasa de ahorro de las familias baja constantemente desde hace un decenio y es hoy casi nulo. Este dinamismo del consumo estaba además reforzado por el endeudamiento. De esta configuración resulta el déficit comercial que se ha abierto en proporción con este sobreconsumo. El modelo no podía mantenerse más que con la condición de que el déficit fuera financiado por entradas de capitales provenientes de los países con excedentes (países emergentes y/o productores de petróleo) /4.

Se constata que el modelo estadounidense se base en una doble imbricación de los mercados financieros y de la economía real. En el interior, son el crédito hipotecario y el enriquecimiento patrimonial los que han tirado del consumo; en el exterior, son los capitales quienes lo han financiado. Este modelo no era sostenible, como lo mostraban en los estados Unidos mismos economistas simplemente lúcidos. No ha podido mantenerse tanto tiempo más que por una verdadera huida hacia delante que explica la amplitud de la crisis actual. La precedente fue el estallido de la “burbuja internet” en 2000. Choque considerable que fue amortiguado por un conjunto de medidas, las principales de las cuales fueron el aumento de los gastos militares y la bajada del dólar. De una cierta forma, los factores de dominación política y militar de los Estados Unidos venían a sustituir a un dominio estrictamente económico en declive.

Este modelo no puede ya funcionar, y no hay en el horizonte previsible modelo de recambio. Una de las líneas de fuerza del período abierto por la crisis es entonces la siguiente: a falta de poder reequilibrar su modelo de crecimiento, los Estados Unidos van a intentar rebotar sobre el resto del mundo los costes de una incierta transición. Es sobre el curso del dólar donde van a cristalizarse las previsibles tensiones, porque su bajada puede influir sobre la actividad económica en Europa y desanimar el aflujo de capitales que sigue siendo necesario. Es difícil precisar mejor los contornos de este “ajuste” pero es seguro que la evolución económica mundial será en gran parte determinada por las medidas tomadas en Estados Unidos para imponer al resto del mundo los costes de la salvaguardia de su dominación.

La trayectoria de la crisis

El en el momento en que se escriben estas líneas (11 de octubre), la situación es verdaderamente desastrosa, puesto que la caída de las cotizaciones bursátiles no ha podido ser frenada por una amplia serie de medidas y de tomas de posición sin precedentes: el plan Paulson ha sido votado, se han inyectado sumas considerables, se han llevado a cabo nacionalizaciones parciales, y los principales bancos centrales han bajado su tasa de interés de forma coordinada medio punto. Que todo esto se haya hecho no es fácil de explicar. Asistimos sin duda a un pulso entre las autoridades y un cierto número de intervinientes que quieren aún más bajo la forma de dinero fresco o la compra de sus activos podridos. Algunos bancos apuestan probablemente por la posibilidad de comprar otros a un precio aún más de saldo.

Pero el panorama general es el de un verdadero pánico que gana a los dirigentes. Que Jean –Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, haya podido dirigirse a los mercados diciéndoles “calmaos” dice mucho sobre este estado de desconcierto que no es fingido. Pero hay algo de racional en este pánico, es la intuición de que tras la crisis financiera se dibuja una verdadera crisis económica. Es probablemente el hecho de que la recesión ha tomado ya el relevo al crash bursátil el que obstaculiza una salida de la crisis financiera que se podía razonablemente esperar teniendo en cuenta la amplitud de los diferentes planes de rescate.

El espectro de 1929 está reapareciendo. Hasta ahora, muchos observadores podían con razón subrayar la diferencia con 1929: los gobiernos y las autoridades financieras habían tomado esta vez la medida de la crisis y su intervención impediría que se produjera el mismo escenario que en 1929. No era falso, pero la incapacidad de estas intervenciones para morder en la situación y para recuperar las Bolsas conduce a cambiar de perspectiva.

Lo que está en adelante al orden del día, es la recesión económica sin más. El FMI acaba de revisar a la baja sus previsiones /5: en 2009, el crecimiento sería poco más o menos nulo (0,5%) en los países desarrollados tras una fuerte ralentización en 2008 (1,5%). El crecimiento mundial, sostenido por los países emergentes y en desarrollo se ralentizaría al 3%. Para el FMI, “la recuperación no está todavía a la vista” y no podrá ser sino “gradual cuando llegue”. Un tal escenario es cualitativamente el único que se puede adelantar. Llegará un momento en que las Bolsas toquen fondo y comiencen a subir, sin que se pueda decir hoy qué grado de intervención pública será necesario. Pero la salida de la crisis financiera será, y ya es, extremadamente costosa y la recesión tomará inmediatamente el relevo. Es el credit crunch (nadie quiere ya prestar a nadie) el que asegura el interfaz entre las dos crisis. Las restricciones de crédito a las familias se añaden a la bajada del poder de compra, la actividad de las empresas está bloqueada por la falta de crédito, y este fenómeno afecta en este momento a gigantes industriales como Ford o General Motors, ya amenazadas por la caída de sus ventas.

Contrariamente a otros episodios similares pero de menor amplitud, la vuelta a la normalidad tomará un tiempo proporcional a las sumas engullidas, y lo más probable es un escenario a la japonesa. La crisis bancaria e inmobiliaria del comienzo de los años 1990 había desembocado en un decenio de crecimiento casi nulo de la economía japonesa. Con una diferencia sin embargo: se habían podido invocar en el caso japonés errores de política económica, mientras que el factor principal de bloqueo será la dificultad de definir una configuración coherente de la economía mundial. La crisis es en efecto una crisis estructural que hace imposible la vuelta a los modelos de crecimiento seguidos por los Estados Unidos y la Unión Europea e incluso, en un horizonte más incierto, por China.

Las repercusiones sociales

Una gran incertidumbre pesa pues sobre la trayectoria de la economía mundial. Pero una cosa es segura: las clases dominantes van a hacer todo lo posible para echar los efectos de la crisis sobre los asalariados y sobre la mayoría de la población. La factura de la crisis financiera y la recesión van a combinarse para pesar sobre el empleo, el poder de compra y sobre los presupuestos sociales. Para impedir a los capitalistas restablecer sus ganancias en detrimento del bienestar social, existen entonces dos principales ejes de respuesta.

El primero es la nacionalización integral de los bancos y los seguros. No se trata aquí de hacer demagogia sino de aportar una respuesta simplemente coherente a la crisis financiera. El dinero público de los diferentes planes de rescate puede no servir más que para comprar los títulos “tóxicos” que han desencadenado la crisis. Sería demasiado fácil que los bancos y otras instituciones financieras vean sus pérdidas cubiertas por fondos públicos a la vez que conservan sus ganancias. Sin embargo, es ésta claramente la función, por ejemplo, del plan Paulson en los Estados Unidos, como lo muestra un economista del banco francés poco sospechoso de anticapitalismo /6.

Solo una nacionalización que no fuera parcial y no se limitara a tomas de participación provisionales permitiría verdaderamente “abrir los libros de cuentas”, consolidar los créditos cruzados, salvar a las víctimas de las estafas subprimas más que preservar los beneficios bancarios. Los reconvertidos abogados de las finanzas no tienen más que una palabra en la boca, la de regulación. Pero las regulaciones que existían han sido todas burladas por innovaciones financieras cada vez más sofisticadas y no existe autoridad para hacerlas aplicar a nivel mundial. Hay evidentemente que sostener medidas como la prohibición de paraísos fiscales pero no se puede otorgar confianza a las autoridades monetarias para regular de forma duradera las finanzas.

Además del control que permite, esta nacionalización debería desembocar en la creación de un polo financiero público, reconociendo así que el crédito y los seguros tienen que ver con un servicio público. La crisis actual ha demostrado que la finanza privada conduce a la catástrofe social. Queda en suma que rehabilitar la idea de un crédito duraderamente nacionalizado, lo que no es posible más que si se pone en pie una gestión democrática que ponga al crédito al servicio de las prioridades sociales.

El segundo eje trata sobre el reparto de las riquezas y se basa en una idea simple. Si hay recesión, sería intolerable que los asalariados sufrieran una nueva degradación de su situación, únicamente para que las empresas pudieran continuar pagando dividendos. El medio mas claro de afirmar esta exigencia es proponer un plan de transferencia de los dividendos hacia un fondo para el empleo y los salarios, gestionado también bajo control de los trabajadores. Al mismo tiempo, y se trata de una medida de urgencia mínima, el mínimo del poder de compra debería ser garantizado por la escala móvil de salarios, dicho de otra forma por su indexación con los precios.

En los dos casos, debe ser defendido un principio esencial, el del control democrático. Corresponde a la idea perfectamente legítima según la cual los asalariados no tienen que pagar los gastos del salvamento del capitalismo y deben tener un derecho de fiscalización sobre las medidas tomadas y el reparto de las riquezas. La crisis del capitalismo no implica mecánicamente una mejor correlación de fuerzas a favor de los trabajadores; tiene al contrario muchas posibilidades de ser el pretexto para nuevos retrocesos sociales. Pero la ruina del sistema abre al mismo tiempo un espacio nuevo a las luchas sociales que serán tanto más victoriosas y portadoras de futuro en la medida en que tomen una dimensión anticapitalista clara.

Traducción: Alberto Nadal para VIENTO SUR

Este artículo se publicará en Les cahiers du socialisme (Québec).

hussonet.free.fr/lacrise.htm#CMH

NOTAS:

1/ Michel Husson, « La hausse tendancielle du taux d’exploitation », Inprecor n° 534-535, enero-febrero 2008.

2/ Michel Husson, « Le taux d’accumulation ne suit plus le taux de profit », notehussonet n°2, 25 septiembre 2008.

3/ Peter Orszag, « Effects of financial market turmoil on pensions », 7 octubre 2008.

4/ Michel Husson, « Etats-Unis : la fin d’un modèle », La Brèche n°3, 2008.

5/ FMI, World Economic Outlook, Octubre 2008.

6/ Patrick Artus, « Le but ultime du plan de sauvetage des banques aux Etats-Unis s’il est mis en place : redonner de la rentabilité aux banques », Natixis, Special report n°97, 26 septiembre 2008.
AUTOR: MICHEL HUSSON
FUENTE: REBELION.ORG


FUTURO.ORG:CRITICA,ANALISIS,PROYECTO,ALTERNATIVAS


http://sites.google.com/site/futuroorg/


GRUPOS GOOGLE:QUINTO SUYO


http://www.groups.google.com

sábado, 18 de octubre de 2008

Es una estafa que sólo beneficia a los accionistas y acreedores de los bancos

En cualquier crisis sistémica bancaria, existe la necesidad de recapitalizar el sistema financiero bancario para evitar una contracción excesiva y destructiva del crédito. Pero comprar activos no líquidos / tóxicos del sistema financiero no es la forma más efectiva y eficiente para hacerlo. Tal recapitalización –vía el uso de recursos públicos– puede ocurrir en otras formas alternativas: La compra de malos activos /préstamos; La inyección de gobierno a acciones preferidas; La inyección del gobierno a acciones comunes; La compra del gobierno de deuda subordinada; La emisión de bonos del gobierno a ser colocados en los balances de los bancos; La inyección del gobierno con dinero en efectivo; Líneas de crédito del gobierno extendidas a los bancos; La presunción del gobierno de adeudos del gobierno; etc.

Un estudio reciente del FMI (Fondo Monetario Internacional) de 42 crisis sistémicas bancarias a través del mundo, dan evidencias de cómo diferentes crisis fueron resueltas. Ante todo, sólo en 32 de los 42 casos hubo intervención financiera del gobierno de algún tipo; En 10 casos se resolvió sin la intervención financiera el gobierno. De los 32 casos donde el gobierno recapitalizó el sistema bancario, sólo siete incluyeron un programa de compra de malos activos /préstamos (como el propuesto por el Secretario del Tesoro estadounidense). En 25 otros casos no hubo compra del gobierno de tales activos tóxicos. En 6 casos el gobierno compró acciones preferenciales; En 4 casos el gobierno compró acciones comunes; En 11 casos el gobierno compró deuda subordinada; En 12 casos el gobierno inyectó dinero en efectivo a los bancos; En 2 casos se extendió crédito a los bancos; Y en 3 casos el gobierno asumió las deudas bancarias. Aun en los casos dónde los malos activos fueron comprados –como en Chile– los dividendos fueron suspendidos y todas las ganancias y recuperaciones fueron usados para volver a comprar los malos activos. Por supuesto, en la mayoría de los casos el gobierno uso múltiples formas de recapitalización bncaria.

Pero la compra de gobierno de malos activos fue la excepción en vez de la regla. Esto fue usado sólo en México, Japón, Bolivia, República Checa, Jamaica, Malasia, y Paraguay. Incluso en seis de estos siete casos, donde la recapitalización de bancos ocurrió vía la compra de malos activos por parte del gobierno, la recapitalización fue una combinación de compra de malos activos junto con otras formas de recapitalización (como la compra de acciones preferidas o deuda subordinada).

En el caso de la crisis de la banca escandinava (Suecia, Noruega, Finlandia) que son un modelo de cómo debería resolverse una crisis bancaria, no hubo compra del gobierno de malos activos; La mayor parte de la recapitalización ocurrió a través de diversas inyecciones directas de capital público en el sistema bancario. En lugar de eso, la compra de activos tóxicos –en los casos que ocurrió– hizo que el costo fiscal de la crisis fuera mucho más alta y costosa (como en Japón y México).

Así, el reclamo que hacen la Reserva Federal y el Tesoro, de que gastar $700 mil millones del dinero público es la mejor forma para recapitalizar bancos, no tiene justificación o base objetiva. Esta forma de recapitalizar las instituciones financieras es un timo total que, en su mayor parte, beneficiará –con un gasto enorme para el contribuyente estadounidense– a los accionistas comunes y preferenciales, e incluso a los acreedores no asegurados de los bancos. Incluso, la última garantía de que el gobierno pondrá a cambio una inyección masiva de dinero público, es sólo una hoja de parra cosmética de dudoso valor, dado que la forma y el tamaño de tales garantías son completamente ambiguas y borrosas.

Así, este plan de rescate es una enorme y masiva fianza para salvar a los accionistas y los acreedores no asegurados de las firmas financieras (no solo de los bancos sino también de las instituciones financieras no bancarias); Con $700 mil millones, del dinero de los contribuyentes, los banqueros imprudentes y los inversionistas se harán más gordos, bajo el falso argumento de que pagar la fianza de Wall Street es necesario para rescatar a los pequeños empresarios y a la población de una severa recesión. En lugar de eso, la restauración de la salud financiera de las angustiadas firmas financieras pudo lograrse con un uso más barato y eficiente del dinero público.

Ciertamente, el plan tampoco se ocupa de la necesidad de recapitalizar a las instituciones financieras que están severamente infracapitalizadas: Esto pudo haberse logrado usando una parte de los $700 mil millones, para inyectar fondos públicos en otras formas más efectivas que comprar activos tóxicos: Con inyecciones públicas a las acciones preferidas de estas firmas; Con inyecciones de capital que exijan a los actuales accionistas asumir las pérdidas de primera fila ante la recapitalización pública; Vía suspensión de pagos de dividendos; O por la conversión de una parte de la deuda no asegurada en patrimonios netos (un trueque de la deuda por patrimonios).

Todas estas acciones habrían implicado un costo fiscal muy inferior para el gobierno, a la vez que hubiera obligado a los accionistas y los acreedores de los bancos a contribuir a la recapitalización de los bancos. Así, menos de $700 mil millones del dinero público se pudo haber gastado si los accionistas privados y los acreedores se hubieran visto forzados a contribuir a la recapitalización; Y sea cual fuere el tamaño de la contribución pública a ser distribuida entre las compras de malos activos y formas más eficientes de recapitalización (acciones preferenciales, acciones comunes, sub deudas), hubiera sido diferente.

Por ejemplo, si el sector privado hubiera cumplido con su parte sólo se hubiera usado $350 mil millones del dinero público; Y de esa suma la mitad pudo haberse usado en la compra de malos activos y la otra mitad a través de una inyección de capital público en estas instituciones financieras. Así, en lugar de adquirir –probablemente a un precio excesivo– $700 mil millones de activos tóxicos, el gobierno pudo haber logrado el mismo resultado –o uno mejor recapitalizando los bancos– gastando $175 mil millones en la compra directa de activos tóxicos.

Y aun después de que el gobierno derroche $700 mil millones activos tóxicos, muchos bancos que aún no han hecho provisiones para perdidas/retiros estarán aún más infracapitalizados. De modo que este plan ni siquiera logra el objetivo básico: recapitalizar bancos infracapitalizados. El plan del Tesoro tampoco incluye explícitamente un programa estilo-HOLC (Home Owners' Loan Corporation) para reducir la carga de la deuda al sector angustiado de las viviendas; Sin tal componente la deuda de los propietarios de viviendas continuará deprimiendo el consumo y exacerbará la contracción económica actual.

Así, el plan del Secretario del Tesoro es una desgracia: Un rescate de banqueros imprudentes, prestamistas e inversionistas, que provee poco alivio a los grupos familiares agobiados financieramente por las deudas hipotecarias y se convertirá en un costo muy alto para el contribuyente estadounidense. Y el plan tampoco hace nada para resolver la severa depresión en los mercados de valores, y los mercados inter-bancarios que ahora están próximos a un colapso sistémico. Es patético que el Congreso no haya consultado con cualquier de los muchos economistas profesionales que han presentado –como muchos los han hecho en el foro del blog RGE Monitor Financian– planes alternativos que hubieran sido más justos, eficientes y menos costos para resolver esta crisis. Otra vez, éste es un caso de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas; Un rescate y un socialismo para los ricos, los bien relacionados y Wall Street. E incluso es un escándalo de que el Congreso Demócrata haya caído en esta estafa del Tesoro Público, que hace poco por resolver la deuda de millones de afligidos dueños de casas.
AUTOR:Nouriel Roubini
FUENTE:Global EconoMonitor,

OTROS PUNTOS DE VISTA


http://mirandopuntosdevista.blogspot.com


GRUPOS GOOGLE:QUINTO SUYO

http://www.groups.google.com

lunes, 13 de octubre de 2008

La decadencia del Imperio Americano

Los recientes eventos económicos, financieros y geopolíticos sugieren que la decadencia del Imperio Americano ha empezado. Después del colapso de la Unión Soviética hubo un breve período donde el mundo cambió de un bipolar balance de dos superpoderes a un mundo unipolar con un superpoder económico, financiero, geoestratégico, o mejor dicho, un híper poder: ni más ni menos que los Estados Unidos. Pero por ahora tres factores sugieren que a los Estados Unidos se les ha desgastado su momento unipolar y que la decadencia del Imperio Americano ha empezado (porque los Estados Unidos son en efecto un imperio global). Déjennos explicar por qué…

En primer lugar, a los Estados Unidos se les desgastó su poder por confiar excesivamente en su fuerte potencia militar en las guerras de Irak y Afganistán y en su unilateral política exterior, incluyendo asuntos económicos como el calentamiento global, en vez de emplear más su fino poder diplomático y sus enfoques multilaterales entorno a asuntos de política mundial.

En segundo lugar, sin tomar en cuenta las erradas políticas estadounidenses, el fortalecimiento de otros poderes económicos y financieros, el fortalecimiento de China, el reciente resurgimiento de Rusia, el proceso de la integración económica y política en la Unión Europea, la aparición de la India, y el fortalecimiento de otros poderes regionales como Brasil, Sudáfrica e Irán, implican que el relativo poder económico, financiero y geopolítico de los Estados Unidos se reducirá con el tiempo. Sin duda, estamos pasando lentamente hacia un mundo bipolar donde existirá un balance de los Grandes Poderes más que en la hegemonía de un solo híper poder. Mientras que, en términos militares, los Estados Unidos siguen siendo todavía el único superpoder a pesar de que su poder militar está siendo limitado por el gran despliegue imperial y porque sus fuerzas armadas se han estancado en Irak y Afganistán. De la misma manera, Rusia ha sido capaz de estirar sus músculos en su patio de Asia Central y ha logrado humillar a los Estados Unidos, no solo a Georgia, en el último conflicto en Osetia del Sur. Para la administración Bush el hecho de haber apoyado a Georgia tan solo a través de palabras y mostrar su ineptitud, o indisposición, para apoyar a un aliado, a pesar de las presiones de la administración para que Georgia se uniera a la OTAN, muestra los límites del poder estadounidense. Los Estados Unidos son los culpables de dejar que Georgia empezara un imprudente ataque contra Osetia del Sur. Rusia tiene aterradoras y peligrosas metas neoimperialistas profundamente viciadas por la política exterior de los Estados Unidos lo cual acorraló a una paranoica Rusia y permitió que las peores tendencias nacionalistas rusas reaparecieran.

En tercer lugar, y más importante aún, a los Estados Unidos se les ha desgastado su poder económico y financiero por implementar políticas económicas irresponsables, especialmente el déficit de los gemelos fiscales y el déficit de cuenta corriente. La última vez, el déficit de cuenta corriente empezó entrar en zona negativa en 1991 después de un breve superávit durante la recesión en el período 1990–1991. En los noventas, el creciente déficit estadounidense de cuenta corriente fue llevado a una explosión de la inversión privada, la revolución tecnológica de Internet, y consecuentemente la acumulación de pasivos extranjeros estadounidenses se vio impulsada por la inversión extranjera directa y la actividad de fusiones y adquisiciones. Es decir, Estados Unidos ha acumulado pasivos extranjeros en forma de capital en lugar de la deuda.

Pero desde el 2001, el mayor empeoramiento del déficit de cuenta corriente fue dirigido más bien por los crecientes déficits fiscales, especialmente en el período 2001–2004, causado por los recortes insostenibles de impuestos y el aumento del gasto en las guerras en el extranjero y en seguridad doméstica, y además, desde el 2002 por el colapso de los ahorros de la vivienda y la explosión de la inversión en el improductivo mercado del capital de la vivienda inducido por la burbuja de la vivienda.

Y mientras el débil dólar está provocando un modesto mejoramiento del déficit externo amenazando un duro aumento en los déficits fiscales, que la actual recesión y crisis financiera están provocando, esto causará un regreso al déficit de los gemelos en los años venideros. Por ahora Estados Unidos es el mayor prestatario en el mundo, sus déficits fiscales se encuentran en el rango de $700 billones, y es el mayor deudor neto en el mundo con pasivos externos que rondan más de $2,5 trillones.

El problema con el déficit de los gemelos tiene muchos aspectos. Primero, los superpoderes y los imperios, como el británico en su cúspide, tienden a ser prestamistas netos (es decir, ejecutan superávits de cuenta corriente– acreedores y no son deudores netos). La decadencia del Imperio Británico empezó en la Segunda Guerra Mundial cuando el déficit fiscal británico en la guerra y el déficit de cuenta corriente hicieron que el imperio se convirtiera en prestatario neto y deudor neto tanto en su deuda interna como en la externa. Este cambio financiero hacia una posición de deudor externo y prestatario fue también la razón del final de la libra como principal moneda de reserva. Y el déficit de los gemelos británico fue financiado por un creciente poder económico y financiero que era prestamista neto y acreedor neto, Estados Unidos.

Segundo, la última vez que Estados Unidos experimentó el déficit de los gemelos en los ochentas, los primeros financistas de este déficit fueron los amigos y aliados de los Estados Unidos, es decir, Japón, Alemania y Europa debido a que el déficit externo estadounidense atentaba contra sus economías.

Hoy en lugar de que sean los poderes económicos quienes financien el déficit de los gemelos, son los rivales estratégicos de los Estados Unidos (China y Rusia, y los inestables estados petroleros, es decir, Arabia Saudita, los Estados del Golfo y otros estados petroleros). Este sistema de proveer financiamiento, con los acreedores estadounidenses importando productos y al mismo tiempo financiando tales déficits, ha producido un balance de terror financiero: si estos acreedores cortaran el financiamiento del déficit de los gemelos, el dólar se derrumbaría y las tasas de interés estadounidenses llegarían a las nubes.

Tercero, mientras que es poco probable que China, Rusia y otros poderes abandonen repentinamente a Estados Unidos, debido a que tal acción produciría una delicada apreciación de la moneda y afectaría negativamente su modelo de crecimiento de exportaciones, el hecho de confiar excesivamente en la bondad de los extraños (especialmente la bondad de los rivales estratégicos) es extremadamente peligroso. Desde que casi el 100% de todo el déficit fiscal estadounidense desde el 2001 ha sido financiado por los no residentes, debido a que los accionistas netos del Tesoro estadounidense se han visto abatidos a nivel económico desde el 2001, por ahora el total de acciones del Tesoro financiadas por los no residentes es cercano al 60%. Y el financiamiento extranjero del déficit de cuenta corriente de los Estados Unidos también se ha vuelto más riesgoso: menos inversión extranjera directa y acciones, más deuda, más deuda a corto plazo, más deuda promovida por los actores políticos oficiales (bancos centrales y fondos soberanos de riqueza), menos deuda manejada por fondos privados de inversión, y más deuda manejada por los rivales políticos en lugar de los aliados de los Estados Unidos. Este cambio hace a Estados Unidos más vulnerable que sus rivales que utilizan armas de terror financiero en situaciones de tensión geoestratégica (retención de los activos estadounidenses y/o reducción del financiamiento del déficit de los gemelos).

Supongamos que Rusia estire su músculo en su patio trasero, bajo la mampara de la protección de defender a las minorías rusas abusadas en Ucrania, el Báltico y otros países exmiembros de la Unión Soviética o la Cortina de Hierro. Luego Rusia podría utilizar este poder financiero (la habilidad de retener cientos de billones de dólares en activos) para ejercer tanto su influencia financiera como militar. De igual forma y con algún tiempo, China podría causar problemas en Taiwán mientras que otros territorios asiáticos podrían causar serios inconvenientes geopolíticos. Rusia y China están ganando la nueva guerra por el control de los productos básicos (commodities) y los recursos a través de sus inversiones en África y Latinoamérica (en el caso de China) y a través del control interno y en el extranjero de energía y sus tuberías en Asia Central en el caso de Rusia. Efectivamente China y Rusia están ganando la nueva Carrera por los Recursos.

Cuarto, los acreedores extranjeros de los Estados Unidos se están cansando de financiarlos en la forma de bajo rendimiento de la Hacienda estadounidense. Así el cambio de dichos partícipes de la reserva a SWF que están planeando hacer grandes inversiones en acciones posiblemente controladas por firmas corporativas e instituciones financieras que están desesperadas por obtener capital para recapitalizarse a ellas mismas. Pero este deseo de nuestros acreedores de obtener inversiones (las gemas del mundo corporativo en Estados Unidos) más que en instrumentos de deuda de bajo rendimiento está golpeando la reacción política del proteccionismo financiero como en el caso de los gigantes del crudo UNOCAL y la Corporación Nacional de Petróleo Submarino de China, los casos de los Puertos de Dubai y la reforma proteccionista del proceso del Comité de Inversiones Extranjeras (CIFIUS, con sus siglas en inglés) para aprobar la Inversión Extranjera Directa bajo la petición de Estados Unidos. Pero un país que necesita pedir prestado entre $700 billones y $800 billones al extranjero al año para financiar su deuda externa no puede ser muy selectivo en las formas (acciones ordinarias más que en débito) en las que sus prestamistas y acreedores quieran financiar estos déficits. La primera regla de buenos modales si uno es invitado es no escupir en el plato en el cual el anfitrión le da a uno de comer. Pero bajo este corrompido proteccionismo financiero, Estados Unidos cree que va a ordenar a otros países la manera y los términos cómo estos deben financiar su déficit de los gemelos. Esta actitud no será permitida por los acreedores por mucho tiempo más.

El consiguiente final del dólar estadounidense como principal moneda de reserva tomará tiempo y no ocurrirá de la noche a la mañana, pero es irrevocable dado la relativa caída en el poder económico, financiero y geopolítico de Estados Unidos. Por el momento Rusia está estirando su músculo y presiona para un papel internacional del rublo; el euro está escalando como una importante moneda de reserva; los bancos centrales y el SWF están empezando lento pero definitivamente a diversificarse de los activos del dólar especialmente de los del régimen de Bretton Woods 2 para desvincularse; y el yen podría convertirse en la moneda dominante en Asia en la próxima década mientras los controles del capital son removidos en China. Tardará poco tiempo (si el final material del valor del dólar continúa) para que el petróleo y otros productos básicos sean cotizados en otras monedas que no sean el dólar o en una variedad de monedas.

Todos estos cambios en el relativo poder económico, financiero, de moneda de reserva y el papel geopolítico de los Estados Unidos no ocurrirán de la noche a la mañana. Pero la tendencia es clara. El ascenso de las economías de Brasil, Rusia, India y China combinadas y otras economías de mercados emergentes, la continuación de los procesos de integración económica y política en Europa; los errores de la política estadounidense en política económica, financiera y exterior erosionarán poco a poco el poder del Imperio Americano. Este proceso no será repentino y tomará un par de décadas. Pero la tendencia es clara: el breve período del poder unipolar del híper poder estadounidense está terminando y una nueva época de equilibrio de los grandes poderes está empezando en el mundo. También, el ascenso de los actores no gubernamentales (corporaciones multinacionales, ONGs, grupos terroristas, poderes de estados no nación, estados fallidos e inestables, participantes mundiales no tradicionales) cambiarán radicalmente el balance tradicional del poder a la misma vez que el poder de los estados–nación se encoge para pasar a otros participantes mundiales.

Si el final de un poder hegemónico provee productos públicos a nivel mundial (seguridad, libre comercio, una movilidad más libre de capital y personas, incentivos a los libres mercados y la democracia, un mejor medio ambiente, y paz), construirá un mundo más estable con poderes cooperando multilateralmente en estos temas económicos, financieros, y geopolíticos mundiales; o si la ausencia de tales poderes hegemónicos estables construirá un mundo más inestable caracterizado por los conflictos (económicos, políticos y hasta militares) entre los tradicionales estados–nación, los grandes poderes y los actores no tradicionales, es una interrogante abierta y difícil de responder. Pero es definitivo que la decadencia del Imperio Americano ha comenzado.
AUTOR:Nouriel Roubini
FUENTE:Global EconoMonitor

OTROS PUNTOS DE VISTA


http://mirandopuntosdevista.blogspot.com


GRUPOS GOOGLE: QUINTO SUYO

http://www.groups.google.com

viernes, 10 de octubre de 2008

Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo

Muchos en Wall Street todavía están digiriendo los acontecimientos epocales de las últimas semanas:

* Entre 1 y 3 billones de dólares de activos financieros evaporados.

* Wall Street, nacionalizado, con la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro tomando todas las decisiones estratégicas importantes en el sector financiero, y a todo eso, con un gobierno que, tras el rescate de AIG, pasa a dirigir la mayor compañía aseguradora del mundo.

* El mayor rescate desde la gran depresión, con 700 mil millones de dólares reunidos a la desesperada para salvar al sistema financiero global.

Las explicaciones habituales ya no bastan. Los acontecimientos extraordinarios precisan de explicaciones extraordinarias. Pero antes…

¿Ya pasó lo peor?

No, si algo ha quedado claro con los movimientos contradictorios de estas semanas en que, al tiempo que se permitía la quiebra de Lehman Brothers, se nacionalizaba AIG y se fraguaba la toma de control de Merril Lynch por el Bank of America, es que no hay una estrategia para afrontar la crisis; a lo sumo, respuestas tácticas, como bomberos que se pisan la manguera, abrumados por la magnitud del incendio.

El rescate de 700 mil millones de dólares de las obligaciones hipotecariamente respaldadas en poder de los bancos no es una estrategia, sino, básicamente, un esfuerzo a la desesperada para restaurar la confianza en el sistema, para prevenir la erosión de la fe en los bancos y en otras instituciones financieras y para evitar una afluencia masiva de retirada de fondos de los bancos como la que desencadenó la Gran Depresión de 1929.

¿Qué causó el colapso del centro neurálgico del capitalismo global? ¿Fue la codicia?

La vieja y venerada codicia jugó su parte. A eso se refería Klaus Schwab, el organizador del Foro Económico Mundial, el jamboree de la elite global celebrado anualmente en los Alpes suizos, cuando dijo a su clientela en Davos este año: "Tenemos que pagar por los pecados del pasado".

¿Fue el de Wall Street un caso de alguacil alguacilado?

Desde luego. Los especuladores financieros rizaron el rizo hasta confundirse ellos mismos con la creación de contratos financieros más y más complejos, como los derivados, tratando de ganar dinero a partir de todo tipo de riesgos (incluidos exóticos instrumentos de futuros, como los credits default swaps o contratos de protección de derivados crediticios, que permitían a los inversores apostar, por ejemplo, a que los prestatarios de la propia corporación bancaria ¡no serían capaces de devolver su deuda! Tal es el comercio multibillonario no-regulado que acabó tumbando a AIG.

El 17 de diciembre de 2005, cuando la International Financing Review (IFR) anunció sus premios anuales del año –uno de los programas de premios más prestigioso del sector—, dejó esto dicho:

"Lehman Brothers no sólo mantuvo su presencia global en el mercado, sino que dirigió la penetración en el espacio de preferencia… desarrollando nuevos productos y diseñando transacciones capaces de subvenir a las necesidades de los prestatarios… Lehman Brothers es el más innovador en el espacio de preferencia precisamente por hacer cosas que no pueden verse en ningún otro sitio."

Huelgan comentarios.

¿Fue falta de regulación?

Sí. Todo el mundo reconoce ahora que la capacidad de Wall Street para innovar y excogitar instrumentos financieros más y más sofisticados ha ido mucho más allá de la capacidad regulatoria del Estado, y no porque el Estado no fuera capaz de regular, sino porque la actitud neoliberal, de laissez-faire, imperante impidió al Estado diseñar mecanismos efectivos de regulación.

Pero ¿no hay nada más? ¿No hay nada sistémico?

Bien, Georges Soros, que lo vio venir, dice que lo que estamos pasando es la crisis del sistema financiero, la crisis del "gigantesco sistema circulatorio" de un "sistema capitalista global… que está reventando por las costuras".

Para seguir con la idea del archiespeculador, a lo que estamos asistiendo es a la intensificación de una de las crisis o contradicciones centrales del capitalismo global, cual es la crisis de sobreproducción, también conocida como sobreacumulación o sobrecapacidad.

Se trata de la tendencia del capitalismo a construir una ingente capacidad productiva que termina por rebasar la capacidad de consumo de la población debido a las desigualdades que limitan el poder de compra popular, lo cual termina por erosionar las tasas de beneficio.

Pero, ¿qué tiene que ver la crisis de sobreproducción con los acontecimientos recientes?

Muchísimo. Pero, para entender la conexión, tenemos que retrotraernos a la llamada Época Dorada del capitalism contemporáneo, al período comprendido entre 1945 y 1975.

Fue un período de rápido crecimiento, tanto en las economías del centro como en las subdesarrolladas, un crecimiento propulsado, en parte, por la masiva reconstrucción de Europa y del Este asiático tras la devastación de la II Guerra Mundial, y en parte, por la nueva configuración socio-económica institucionalizada bajo el nuevo estado keynesiano. Un aspecto clave de esta última fueron los severos controles estatales de la actividad de mercado, el uso agresivo de políticas fiscales y monetarias para minimizar la inflación y la recesión, así como un régimen de salarios relativamente altos para estimular y mantener la demanda.

¿Qué pasó, pues?

Bien, este período de elevado crecimiento terminó a mediados de los 70, cuando las economías del centro se vieron inmersas en la estanflación, es decir, en la coexistencia de un bajo crecimiento con una inflación alta, lo que la teoría económica neoclásica suponía imposible.

Sin embargo, la estanflación no era sino el síntoma de una causa más profunda, a saber: la reconstrucción de Alemania y del Japón, así como el rápido crecimiento de economías en vías de industrialización, como Brasil, Taiwán y Corea del Sur, añadió una enorme capacidad productiva e incrementó la competición global, mientras que la desigualdad social, dentro de cada país, y entre países, limitó globalmente el incremento del poder adquisitivo y de la demanda, resultando así erosionada la tasa de beneficio. La drástica subida del precio del petróleo en los setenta no hizo sino agravar la cosa.

¿Cómo trató de resolver el capitalismo la crisis de sobreproducción?

El capital ensayó tres vías de salida del atolladero de la sobreproducción: la reestructuración neoliberal, la globalización y la financiarización.

¿En qué consistió la reestructuración neoliberal?

La reestructuración neoliberal tomó la forma del reaganismo y del thatcherismo en el Norte y del ajuste estructural en el Sur. El objetivo era la revigorización de la acumulación de capital, lo que se consiguió: 1) removiendo las restricciones estatales al crecimiento, al uso y a los flujos de capital y de riqueza; y 2) redistribuyendo el ingreso de las clases pobres y medias a los ricos, de acuerdo con la teoría de que se motivaría así a los ricos para invertir y alimentar el crecimiento económico.

El problema de esa fórmula era que, al redistribuir el ingreso en favor de los ricos, estrangulaba el ingreso de los pobres y de las clases medias, lo que provocaba la restricción de la demanda, sin necesariamente inducir a los ricos a invertir más en producción.

De hecho, la reestructuración neoliberal, que se generalizó en el Norte y en el Sur a lo largo de los años ochenta y noventa, tuvo unos pobres registros en términos de crecimiento: el crecimiento global promedio fue de un 1,1% en los 90 y de un 1,4 en los 80, mientras que el promedio en los 60 y en los 70, cuando las políticas intervencionistas eran dominantes, fue, respectivamente, de un 3,5% y de un 2,54%. La reestructuración neoliberal no pudo terminar con la estanflación.

¿En qué medida la globalización fue una respuesta a la crisis?

La segunda vía de escape global ensayada por el capital para enfrentarse a la estanflación fue la "acumulación extensiva" o globalización, es decir, la rápida integración de las zonas semicapitalistas, no-capitalistas y precapitalistas a la economía global de mercado. Rosa Luxemburgo, la celebrada economista y revolucionaria alemana, se percató de este mecanismo hace mucho tiempo, viéndolo como un mecanismo necesario para restaurar la tasa de beneficio en las economías metropolitanas. ¿Cómo? Ganando acceso al trabajo barato; ganando mercados, aun si limitados, nuevos; ganando nuevas fuentes de productos agrícolas y de materia primas baratos; y creando nuevas áreas para inversión en infraestructura. La integración se produce a través de la liberalización del comercio, removiendo los obstáculos a la movilidad del capital y aboliendo las fronteras para la inversión exterior.

China, ni que decir tiene, es el caso más destacado de un área no-capitalista integrada en la economía capitalista global en los últimos 25 años.

Para contrarrestar sus declinantes beneficios, un considerable número de corporaciones empresariales situadas entre las primeras 500 del ranquin de la revista Fortune han trasladado una parte significativa de sus operaciones a China, a fin de aprovechar las ventajas del llamado "precio chino" (las ventajas de costes derivadas de un trabajo barato chino aparentemente inagotable). A mediados de la primera década del siglo XXI, entre el 40 y el 50 por ciento de los beneficios de las corporaciones estadounidenses dimanaban de sus operaciones y ventas en el exterior, y señaladamente, en China.

¿Por qué la globalización no pudo superar la crisis?

El problema con esta vía de salida del estancamiento es que exacerba el problema de la sobreproducción, porque añade capacidad productiva. La China de los últimos 25 años ha venido a añadir un volumen tremendo de capacidad manufacturera, lo que ha tenido por efecto deprimir los precios y los beneficios. No por casualidad, los beneficios de las corporaciones estadounidenses dejaron de crecer hacia 1997- De acuerdo con un índice estadístico, las tasas de beneficios de las 500 de Fortune pasó de 7,15 en 1960-69 a 5,30 en 1980-90, a 2,29 en 1990-99 y a 1,32 n 2000-2002.

Dadas las limitadas ganancias obtenidas en punto a contener el impacto depresivo de la sobreproducción, ya a través de la reestructuración neoliberal, ya con la globalización, la tecera vía de salida resultó vital para mantener y elevar la rentabilidad. La tecera vía es la financiarización.

En el mundo ideal de la teoría económica neoclásica, el sistema financiero es el mecanismo, merced al cual los ahorradores, o quienes se hallan en posesión de fondos excedentes, se juntan con los empresarios que tienen necesidad de sus fondos para invertir en producción. En el mundo real del capitalismo tardío, con la inversión en industria y en agricultura arrojando magros beneficios por causa de la sobreproducción, grandes cantidades de fondos excedentes circulan y son invertidas y reinvertidas en el sector financiero. Es decir, el sistema financiero gira sobre sí mismo.

El resultado es que se ensancha el hiato abierto entre una economía financiera hiperactiva y una economía real en estancamiento. Como bien observa un ejecutivo financiero: "ha habido una creciente desconexión entre la economía real y la economía financiera en estos últimos años. La economía real ha crecido, pero nada comparable a la economía financiera… hasta que estalló".

Lo que no nos dice este observador es que la desconexión entre la economía real y la economía financiera no es accidental: que la economía financiera se disparó precisamente para hacer frente al estancamiento dimanante de la sobreproducción de la economía real.

¿Cuáles fueron los problemas de la financiarización como via de salida?
El problema de invertir en operaciones del sector financiero es que equivale a exprimir valor de valor ya creado. Puede crear beneficios, de acuerdo, pero no crea nuevo valor –sólo la industria, la agricultura, el comercio y los servicios crean valor nuevo—. Puesto que los beneficios no se basan en la creación de valor nuevo o añadido, las operaciones de inversión resultan extremadamente volátiles, y los pecios de las acciones, las obligaciones y otras formas de inversión pueden llegar a divergir radicalmente de su valor real: por ejemplo, las acciones en empresas incipientes de Internet, que se mantuvieron por un tiempo al alza, sostenidas principalmente por valoraciones financieras en espiral, para luego desplomarse. Los beneficios dependen, entonces, del aprovechamiento de las ventajas orecidas por movimientos de precios que divergen al alza del valor de las mercancías, para vender oportunamente antes de que la realidad fuerce la "corrección" a la baja para ajustarse a los valores reales. El alza radical de los precios de un activo, mucho más allá de los valores reales, es lo que se llama la formación de una burbuja.

¿Por qué la financiarización es tan volátil?

Con la rentabilidad dependiendo de golpes especulativos, no resulta sorprendente que el sector financiero vaya de burbuja en burbuja, o de una manía especulativa a otra.

Puesto que está sostenido por una manía especulativa, el capitalismo inducido financieramente no ha dejado de batir registros en materia de crisis financieras desde que los mercados de capitales fueron desregulados y liberalizados en los 80.

Antes de la actual debacle de Wall Street, las más explosivas fueron la crisis financiera mexicana de 1994-95, la crisis financiera asiática de 1997-1998, la crisis financiera rusa de 1996, el colapso del mercado de valores de Wall Street de 2001 y el colapso financiero argentino de 2002.

El antiguo secretario del Tesoro con Bill Clinton, un hombre de Wall Street –Rober Rubin—, predijo hace cinco años que "las crisis financieras futuras serán con casi toda seguridad inevitables, y podrían llegar a ser hasta peores."

¿Cómo se forman, crecen y estallan las burbujas?

Sirvámonos, a modo de ejemplo, de la crisis financiera asiática de 1997-98.

* Primero: balanza de pagos y liberalización financiera impuestas por el FMI y el Departamento noteamericano del Tesoro.

* Luego, entrada de fondos extranjeros en busca de rápida y elevada rentabilidad, lo que significa que entraron en el Mercado inmobiliario y en el Mercado de valores.

* Sobreinversión, lo que llevó al desplome de los precios en el Mercado de valores y en el Mercado inmobiliario, lo que, a su vez, condujo al pánico y a la coinsiguiente retiada de fondos: en 1997, en unas pocas semanas 100 mil millones de dólares abandonaron las economías del este asiático.

* Rescate de los especuladores extranjeros por parte del FMI.

* Colapso de la economía real: la recesión se extiende por todo el Este asiático en 1998.

* A pesar de la desestabilización a gran escala, todos los intentos realizados para imponer regulaciones nacionales o globales del sistema financiero fueron rechazadas con razones puramente ideológicas.

Volvamos a la presente burbuja. ¿Cómo se formó?

El actual colapso de Wall Street arraiga en la burbuja tecnológica de fines de los 90, cuando el precio de las acciones de las empresas incipientes en el mundo de Internet se disparó, para luego desplomarse, resultando todo ello en la pérdida de activos por valor de 7 billones de dólares y en la recesión de 2001-2002.

Las laxas políticas monetarias de la Rerserva Federal bajo Alan Greenspan estimularon la burbuja tecnológica, y cuando está colapsó dando paso a la recesión, Greenspan, tratando de prevenir una recesión duradera, rebajó en junio de 2003 los tipos de interés a un nivel sin precedentes en 45 años (al 1%), manteniéndolo en ese nivel durante más de un año. Con eso lo que consiguió fue estimular la formación de otra burbuja: la burbuja inmobiliaria.

En fecha tan temprana como 2002, economistas como Dean Baker, del Center for Economic Policy Research, alertaron sobre la formación de una burbuja inmobiliaria. Sin embargo, en fecha tan tardía como 2005 el entonces presidente del Consejo Económico de asesores de la Presidencia de la nación y actual presidente de la Reserva Federal, Bern Bernanke, atribuía el incremento de los precios de la vivienda en EEUU a "unos fundamentos económicos robustos", y no a la actividad especulativa. ¿A quién puede sorprender que el estallido de la crisis subprime en verano de 2007 pillara a este hombrecito con la guardia totalmente baja?

¿Y cómo creció?

Oigámoslo de boca de uno de los propios jugadores clave en los mercados, de George Soros: "Las instituciones hipotecarias animaron a los hipotecados a refinanciar sus hipotecas aprovechando la revalorización experimentada entretanto por sus casas. Rebajaron sus criterios de préstamo e introdujeron nuevos productos, como hipotecas a interés variable, hipotecas que 'sólo servían intereses' y 'ofertas promocionales' con tipos de interés para partirse de risa. Todo eso animó a especular con la vivienda. Los precios de las casas comenzaron a subir a un ritmo de dos dígitos. Eso sirvió para retroalimentar la especulación, y el alza de los precios inmobiliarios consiguió que los propietarios de casas se sintieran ricos; el resultado fue el boom consumista que ha sostenido a la economía estos últimos años."

Observando las cosas más de cerca, se ve que la crisis hipotecaria no resultó de una oferta superior a la demanda real. La "demanda" estaba, por mucho, fabricada por la manía especulativa de promotores y financieros empeñados en conseguir grandes beneficios a partir de su acceso al dinero foráneo que inundó a los EEUU de la última década. Ingentes volúmenes hipotecarios fueron agresivamente ofrecidos y vendidos a millones de personas que, normalmente, no habrían podido permitírselo ofreciéndoles unos tipos de interés ridículamente bajos, ulteriormente ajustables para sacar más dinero de los propietarios de casas.

¿Pero cómo pudieron las hipotecas subprime degenerar en un problema de tales dimensiones?

Porque los activos pasaron entonces a ser "segurizados": quienes habían generado las hipotecas, procedieron a amalgamarlas con otros activos en complejos productos derivados llamados "obligaciones de deuda colateralizada" (CDO, por sus siglas en inglés), lo cual resultó relativamente fácil dado que trabajaban con diversos tipos de intermediarios que, sabedores del riesgo, se deshacían de esos títulos de valores lo más rápidamente posible, pasándolos a otros bancos e inversores institucionales. Esas instituciones, a su vez, se deshacían del producto, pasándolo a otros bancos y a instituciones financieras foráneas.

Cuando aumentaron los tipos de interés de los préstamos subprime, de las hipotecas variables y de otros préstamos inmobiliarios, el juego tocó a su fin. Hay cerca de 6 millones de hipotecas subprime, el 40% de las cuales entrarán en impago en los próximos dos años, según estimaciones de Soros.

A los que hay que añadir otros 5 millones de impagos en los próximos 7 años, derivados de los tipos hipotecarios variables y de otros "préstamos flexibles". Pero los títulos, cuyo valor se cuenta por billones de dólares, ya se han infiltrado como un virus en el sistema financiero global. El gigantesco sistema circulatorio del capitalismo global ha sido fatalmente infectado.

¿Pero cómo pudieron los titanes de Wall Street desplomarse como un castillo de naipes?
Lo que ocurrió con Lehman Brothers, Merrill Lynch, Fannie Mae, Freddie Mac y Bear Stearns fue, simplemente, que las pérdidas representadas por esos títulos tóxicos rebasaban por mucho sus reservas, lo que condujo a su caída. Y más caerán, probablemente, cuando sus libros de contabilidad, que en los que ahora esos títulos figuran en el Haber, se corrijan para reflejar el actual valor de esos activos.

Y muchos otros les seguirán, a medida que vayan quedando expuestas otras operaciones especulativas, como las centradas en las tarjetas de crédito y en las diferentes variedades de seguros contra riesgos. AIG cayó por causa de su gigantesca exposición en el área no-regulada de los contratos de protección crediticia derivada (credit default swaps), unos derivados financieros que permitían a los inversores apostar dinero a la posibilidad de que las empresas no pudieran devolver los préstamos.

Tales apuestas sobre impagos crediticios representan ahora un mercado de 45 billones de dólares, un mercado, como dicho, que carece de toda regulación. La ciclópea dimensión de los activos que podrían quedar dañados en caso de que AIG colapsara fue lo que movió a Washington a cambiar de idea e intervenir para rescatarlo, luego de haber dejado caer a Lehman Brothers.

¿Qué pasará ahora?

Puede decirse sin avilantez que habrá más bancarrotas y más nacionalizaciones e intervenciones públicas, desempeñando las instituciones y los bancos extranjeros un papel auxiliar del gobierno de los EEUU. Que el colapso de Wall Street irá a más y prolongará la recesión norteamericana. Y que la recesión en EEUU se comunicará a Asia y al resto del mundo, que sufrirá también una recesión, si no algo peor. La razón de esto último es que el principal mercado exterior de China son los EEUU y que China, a su vez, importa materias primas y bienes intermedios –de los que se sirve para sus exportaciones a los EEUU— de Japón, Corea y el Sudeste asiático. La globalización ha hecho imposible el "desacoplamiento". Los EEUU, China y el Este asiático andan ahora como tres prisioneros atados a una misma cadena.

¿Y en suma?

El desplome de Wall Street no sólo se debe a la codicia y a la falta de regulación estatal de un sector hiperactivo. El colapso de Wall Street hunde sus raíces en la crisis de sobreproducción que ha sido la plaga del capitalismo global desde mediados de los 70.

La financiarización de la inversión ha sido una de las vías de escape para salir del estancamiento, siendo las otras dos la reestructuración neoliberal y la globalización. Habiendo resultado de poco alivio la reestructuración neoliberal y la globalización, la financiarización pareció atractiva como mecanismo de restauración de la rentabilidad. Pero lo que ahora ha quedado demostrado es que la financiarización es una senda peligrosa que lleva a la formación de burbujas especulativas, capaces de ofrecer una efímera prosperidad a unos cuantos, pero que terminan en el colapso empresarial y en la recesión de la economía real.

Las cuestiones clave son éstas: ¿Cuán profunda y duradera será esta recesión? ¿Necesitará la economía de los EEUU generar otra burbuja especulativa para salir de esta recesión? Y si tal es el caso, ¿dónde se formará la siguiente burbuja? Algunos dicen que la próxima surgirá en el complejo militar-industrial o en el "capitalismo del desastre" sobre el que escribe Naomi Klein. Pero eso es harina de otro costal.
AUTOR:WALLDEN BELLO
FUENTE: SIN PERMISO.

OTROS PUNTOS DE VISTA

http://mirandopuntosdevista.blogspot.com

GRUPOS GOOGLE: QUINTO SUYO

http://www.groups.google.com

miércoles, 8 de octubre de 2008

Crisis del Capitalismo: Hacia el Fin de la Era Neoliberal

Capitalismo y Codicia

El capitalismo otra vez está en crisis. Los medios frenéticamente anuncian el Apocalipsis financiero now , resucitan las viejas tesis de la crisis terminal del capitalismo, esa que muchos pensadores de izquierda han pronosticado por generaciones, el Fondo Monetario, Soros, economistas de todos los rincones del planeta se adelantan a sugerir que ésta sería una de las peores crisis que haya enfrentado el capitalismo.

Independientemente de lo anterior es importante entender –en la medida de lo posible- las dimensiones, causas y reales consecuencias de semejante acontecimiento que convulsiona al planeta entero. Pero, quizás, antes de ello deberíamos partir reconceptualizando el sistema capitalista, cuál es su esencia y su razón última: el alfa y omega de tan cuestionado sistema. Muchos lo entienden como la empresa privada o la propiedad privada, la explotación del hombre o el gobierno de la derecha, las teorías de Adam Smith o de Milton Friedman, la ley de la oferta y la demanda o la “mano invisible”. Sin embargo y para ir mucho más al núcleo fundamental, aunque en todas esas caracterizaciones haya parte de la verdad, el sistema capitalista es en esencia un orden político, social y económico que se sustenta en la búsqueda del lucro para todo capital que pueda obtener una rentabilidad. Es decir, obtener un beneficio mayor por sobre la inversión y de allí, atesorar ganancias sobre ganancias. Es decir, los valores que mueven al mundo capitalista son nada menos que esos viejos y desacreditados pecados capitales como la avaricia -a fán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas- o la codicia -afán excesivo de riquezas. El orden mundial está sustentado -hoy más que en ninguna otra época- sobre este tipo de comportamientos que no provienen precisamente del conjunto de virtudes humanas –siempre tan escasas- sino más bien de sus antípodas.

Podrán ser desacreditadas las tesis de Smith o Friedman y podrán desaparecer la propiedad privada, la economía de mercado y los gobiernos de derecha, pero si continúa el lucro como razón de ser de la sociedad humana, seguirá prevaleciendo el capitalismo y se encontrarán las instituciones adecuadas para su realización. El lucro es en definitiva -y en simples palabras- la verdadera razón de la crisis actual. Así lo entiende profundamente la Presidenta Bachelet quien se permitió decir esto ante las naciones del mundo. Bien por ella, pero, podría también decirle eso mismo a las AFP chilenas, a los grupos económicos que en Chile depredan el medio ambiente y explotan a los trabajadores debido a su insaciable codicia. Mal que mal, Chile es el paradigma del capitalismo salvaje y la tierra donde la avaricia y la codicia campean a su antojo, así como medraron las bestias en el principio de los tiempos. Pero, nadie es profeta en su tierra y si la presidenta lo hiciese, corre el riesgo de bajar mucho en las encuestas de La Tercera y El Mercurio y de allí, la Concertación podría perder las elecciones.

Para quienes no somos más que simples economistas, no se nos está permitido hablar con tanta liviandad acerca de situaciones tan complejas y fenómenos tan entreverados. No sería serio y pecaríamos de una enorme falta de prolijidad profesional. De allí que tengamos –forzosamente- la tarea de hacer esfuerzos mayores de comprensión y explicación de tales situaciones. Es necesario por lo demás, puesto que es mucho lo que se dice y escribe al respecto, mas es muy poco lo que se puede entender.

Vamos por parte. En la actualidad -y en términos macroeconómicos- el capital tiene dos grandes ámbitos para realizar ganancias: la economía real y/o la economía financiera. Es decir, puede invertir en una planta lechera, en una mina de cobre, en una empresa de transporte, o en cualquier otra actividad que signifique producir algo que tenga consistencia física o intangible, como por ejemplo, un servicio de transporte o una empresa de contabilidad que no le dan nada material pero que sí prestan una utilidad, sirven. El ritmo de maduración de estas inversiones depende del tipo de actividad, pero, obviamente no es inmediato. Si invertimos en plantar tomates, debemos esperar el tiempo de cosecha que no será nunca antes de seis meses. La alternativa es el mundo de las finanzas. Hoy por hoy, en ese mundo ya casi virtual, los tomates se cosechan de la noche a la mañana y los árboles crecen en fracciones de segundo. ¿Nada mal no? el mundo feliz, la gallina de los huevos de oro, la lámpara de Aladino, la cueva de los cuarenta ladrones, el reino de Midas y todas esas fantasías infantiles que hacen soñar con una vida más fácil y sin los sinsabores de la sentencia bíblica “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. En la actualidad y gracias a las características del sistema financiero global, es posible ganar mucho más -y en más corto tiempo- que en actividades reales y vamos a ver la razón de esto.

En todo caso, si a la codicia como valor supremo de la humanidad capitalista le añadimos las características actuales del mercado financiero, vamos a comprender mejor las causas de la crisis actual: ¿Para qué vas a ganar 100 si puedes ganar 500? ¿Para qué vas a producir leche si puedes comprar instrumentos financieros que rentan mucho más? El primer problema es que los instrumentos financieros no se comen y los tomates sí, las acciones en bolsa no contienen los nutrientes que tiene la leche y que los niños del mundo necesitan para su alimentación; el segundo problema es que cuando se invierte el dinero en acciones o instrumentos financieros, se deja de invertir en la producción de leche o de trigo y, en consecuencia, hay menos actividad económica, menos empleo, menos leche y más hambre, más desempleo y más pobreza. Según Lynn Walsh, editor de la revista Socialism Today , d urante el período 1980/90, los capitalistas aumentaron sus ganancias a través de la intensificación de la explotación de los trabajadores, pero, la inversión de capital ha caído a niveles históricos. Es decir, ha habido un excedente de ganancias no invertidas en la creación de bienes de capital para la producción real y este excedente ha sido una de las principales fuentes de dinero que se ha introducido en el sector financiero.

Esto es precisamente lo que ha ocurrido en las últimas décadas. No son pocos los especialistas que afirman que hoy la economía capitalista, en su conjunto, no es nada más que un enorme casino, en donde los ricos del mundo van a jugarse el ahorro y la riqueza del planeta: algunos perderán, pero otros van a ganar y mucho. Mientras tanto, el ahorro de los trabajadores que ponen sus fondos de pensión en las AFP y que éstas a su vez arriesgan en los mercados financieros, se va distribuyendo etapa por etapa: una parte para las utilidades de la AFP; otra para pagar las comisiones de los operadores financieros que transan las acciones o instrumentos financieros que la AFP compra; y una no despreciable porción para sustentar los costos de operación –luz, agua, arriendos, almuerzos, viajes, materiales para oficinas lujosas, etcétera- y los sueldos de los ejecutivos de bancos y fondos de inversión que transan esos instrumentos financieros. Todo ello con una promesa altamente riesgosa de incrementar el fondo para su pensión, es decir, con una alta probabilidad de que no sea cierto. Si se materializa, bien para el trabajador, para los operadores financieros, los bancos y la AFP, si no, mal solo para el trabajador, puesto que la AFP ya cortó su parte, los ejecutivos de los bancos ya recibieron sus salarios, los costos de operación ya se pagaron y las comisiones ya se cobraron. Todo ello con los fondos que se les obliga a los trabajadores a proveer para sus futuras pensiones. Así como los trabajadores que ponen sus fondos previsionales en una AFP, también hay otras personas que ponen sus ahorros en bolsas de comercio y fondos de inversión que corren la misma suerte.

Datos estremecedores que permiten sustentar estos argumentos: el sector financiero ha sido el de más rápido crecimiento en la economía mundial. A principios de los ochenta, el total de activos financieros (acciones, bonos, préstamos, hipotecas) era aproximadamente igual al Producto Interno Bruto mundial (PIB), es decir, igual a toda la riqueza del planeta. Al final del 2005, era equivalente a 3,7 veces el PIB mundial, es decir, casi cuatro veces la riqueza global, lo que significa que no hay suficientes aviones, tomates, zapatos, trigo y leche, en el mundo, para hacer efectivo el valor de todos los activos financieros. Unos cuantos hombres de negocio tienen en sus manos la riqueza del planeta que se produce hoy y que se producirá en los próximos 4 años. En ese mismo período de tiempo, el valor nominal de los derivados financieros –que son instrumentos o contratos cuyo valor deriva del que tienen los activos financieros- representó tres veces el valor del total de activos financieros y 10 veces el PIB mundial (Lynn Walsh).

Lo que vemos claramente en los últimos años, es que los dueños del capital no solo han acumulado cada vez más riqueza, también han buscado mayores rentabilidades a través de la especulación financiera y menos en la producción real. Esto porque de alguna manera, el ciclo de negocios en la economía no financiera se ha ido reduciendo y estrangulando, entre otras cosas, por la creciente concentración de la riqueza que limita la expansión de la demanda y por la disminución de la productividad de los ecosistemas naturales al ser sometidos a sobre explotación. Todo ello reduce la tasa de ganancia en la economía real empujando a los capitalistas hacia la especulación financiera. Esto, a su vez, refuerza la perdida de dinamismo de la economía real al reducirse las inversiones pues el capital migra hacia el mercado financiero.

Vemos claramente cómo la avaricia se ha desplegado por el mundo sin cortapisas y cómo ello ha desviado una riqueza gigantesca de la producción real y útil, tangible o intangible, para sustentar una orgía miserable y cruel de lucro y acumulación, mientras el desempleo, la pobreza, el hambre y la desigualdad cunden como reguero de pólvora. Dato curioso y francamente insultante: para combatir la hambruna que aqueja a más de 800 millones de personas, las naciones del mundo recolectaron 16 mil millones de dólares, mas, para resolver la crisis financiera del Wall Street el gobierno estadounidense asignó 700 mil millones de dólares –amén de todos los gastos que ya ha hecho ese país y otros del mundo desarrollado que suman una cifra similar-, es decir, 44 veces más para continuar el desenfreno absurdo de Wall Street que para enfrentar el hambre de los más necesitados ¿Perro mundo no?

El Detonante de la Crisis: las Hipotecas Subprime


Como se ha repetido hasta el cansancio, a esta crisis se le ha denominado la crisis subprime y dice relación con préstamos hipotecarios que hizo la banca norteamericana a personas que eran incapaces de hacer frente a sus obligaciones. Como sabemos, en el año 2001 hubo otra crisis financiera conocida como la “burbuja Internet” que se desarrolló debido a la entrada exitosa en las bolsas de comercio de las empresas de Internet -en Estados Unidos con Yahoo y Amazon y en España con Terra- gracias a las elevadísimas expectativas de negocio que se basaban en proyecciones demasiado optimistas en cuanto al número de usuarios que se iban a captar. Pues bien, éstas no se materializaron, lo que llevó a la caída del financiamiento y fue causa de otra crisis de liquidez. Entonces, la Reserva Federal –el Banco Central de Estados Unidos- para aportar liquidez al sistema hizo caer en dos años el precio del dinero desde un 6,5% a un 1%, lo que constituyó un fuerte incentivo para expandir el crédito, dado el bajo costo que la Reserva Federal le cobraba a los bancos y a los fondos de inversión por el dinero prestado. Esto favoreció el mercado inmobiliario y contribuyó a que, en 10 años, el precio real de las viviendas se multiplicara por dos en Estados Unidos, gracias a la mayor demanda que la disponibilidad de préstamos favorecía.

Si a lo anterior agregamos el hecho de que, durante años, las tasas de interés vigentes en los mercados financieros internacionales han sido considerablemente bajas, podemos entender la necesidad de los bancos por aumentar la oferta de créditos para compensar la disminución de sus márgenes de ganancia que significaba la caída de la tasa de interés. La racionalización lógica de la expansión de créditos inmobiliarios a personas insolventes era muy simple: como son más riesgosos, les cobramos más interés y si pagan, bien, pero si no pagan nos quedamos con las casas cuyos precios considerablemente más altos nos permitirán recuperar el dinero prestado y ganar un excedente. El error es obvio, los precios de las casas estaban siendo empujados hacia arriba, entre otras cosas, por el aumento de los créditos hipotecarios de mala calidad que hacían subir la demanda y, en consecuencia, el precio y la oferta futura de casas. Es decir, un boom inmobiliario artificialmente construido. Estos créditos hipotecarios se denominan hipotecas subprime , en contraposición a las denominadas hipotecas prime que tienen muy bajo riesgo de insolvencia, puesto que sus deudores son clientes con trabajo, activos e ingresos estables.

Ahora bien, el aumento en el número de operaciones de los bancos, no lo podían solventar cos sus propios recursos, por lo que, gracias a la Globalización que mantiene en línea a todos los mercados financieros del mundo, pudieron recurrir a la banca internacional para obtener los fondos necesarios. Esto, en virtud del mercado interbancario -que es donde los bancos se prestan dinero unos a otros. Sin embargo, con ello debilitaban el cumplimiento de las llamadas Normas de Basilea que le exigen al banco un capital no inferior a un determinado porcentaje de sus activos –en los que se incluyen los préstamos que otorgan. Eso fue precisamente lo que estaba ocurriendo: el aumento en los créditos hipotecarios de alto riesgo les hacía quebrantar dichas normas. Para salvar la situación, los bancos actuaron implementando dos operaciones articuladas mutuamente: primero, creando los denominados conduits , que consisten en filiales de los bancos bajo la forma jurídica de fondos de inversión que, gracias a la normativa hoy vigente, no estaban obligados a mostrar balances consolidados con los bancos que los habían creado y que pertenecían al mismo dueño; segundo, creando la llamada “Titulación” que consiste en la invención de un nuevo instrumento financiero que no es nada más que un paquete de deudas hipotecarias, en los que se mezclaban tanto las prime como las subprime . En consecuencia, ahora el banco tenía un conjunto de nuevos instrumentos que se denominaban MBS (Mortgage Backed Securities ) y que consistían en un conjunto de obligaciones garantizadas por la hipoteca de los inmuebles y que no eran más que canastas que agrupaban créditos de distinta categoría de riesgo. La gracia es que esto hacía que los MBS tuvieran un riesgo menor que las hipotecas subprime por si solas, dado que promediaban su riesgo con el de las prime .

Con estos dos inventos financieros, el banco hacía que los fondos de inversión (sus conduits ) compraran dichos instrumentos MBS y de esa manera lograba reducir mágicamente la vulnerabilidad en su cartera de créditos y aumentar la relación entre su capital y los créditos otorgados. Esto porque le vendían su cartera de clientes a sus fondos de inversión. Lo absurdo es que el banco y los fondos de inversión le pertenecían al mismo dueño, pero, de esa manera lograban cumplir con las Normas de Basilea. A su vez, estos fondos de inversión, mediante los créditos interbancarios conseguían los recursos para comprar los MBS y, por otra parte, vendían estos MBS a otros fondos de inversión, sociedades de capital de riesgo, aseguradoras, financieras, sociedades patrimoniales y administradoras de fondos de pensión.

Ahora bien, para que todo esto pudiese operar “limpiamente” se requería del apoyo de las clasificadoras de riesgo, es decir, tenían que ser bien evaluados por las agencias de rating, que califican en función de la solvencia de los instrumentos financieros. Para vender los MBS altamente riesgosos a operadores como las sociedades de capital de riesgo, las AFP u otros fondos que buscaban rentabilidades más altas, entre otras razones porque eso implicaba recibir comisiones según la rentabilidad obtenida, los bancos conseguían de las agencias clasificadoras de riesgo, una recalificación de los instrumentos financieros. Para ello procedían a una nueva “Titulación” o reestructuración, esta vez de los MBS, creando nuevos paquetes pero de MBS que se denominaban tranches . Aquellos con mayor probabilidad de pago eran reclasificados en categoría AAA, es decir, con el menor riesgo, los más solventes. Estos MBS ordenados en tranches fueron rebautizados como CDO (Collateralized Debt Obligations ), es decir, deudas colaterales pues se apoyaban en las características de otras deudas. El cuento sigue, puesto que con estos CDO creaban otros instrumentos como los CDS (Credit Default Swaps) ofreciendo más y más intereses sobre deudas hipotecarias de dudosa credibilidad.

Todas estas operaciones tenían como punto de partida, o como hipótesis, el que las hipotecas subprime se iban a pagar y que el boom inmobiliario en Estados Unidos no se detendría jamás, aumentando constantemente el precio de los inmuebles. No obstante, a principios del 2007, los precios de las viviendas norteamericanas se desplomaron. Los deudores hipotecarios se dieron cuenta que estaban pagando por sus casas más de lo que ahora costaban y no pudieron o no quisieron seguir pagando sus deudas. Automáticamente, nadie quiso comprar MBS, CDO o CDS, y quienes ya los tenían no pudieron venderlos. Pérdida total. La crisis de credibilidad se instaló inmediatamente y los bancos debieron recurrir, una vez más, a los prestamos interbancarios, pero, o no conseguían créditos o lo hacían a tasas muy altas. En consecuencia, se produjo la temida crisis de liquidez, es decir, no había dinero, por lo que no se otorgaban créditos ni hipotecas, caía la demanda de las empresas constructoras, caía el precio de sus acciones en bolsa, empezaba a subir la tasa de interés y los deudores habitacionales empezaban a pagar más por la deuda, a las empresas menos solventes se les cerraba el acceso al crédito, los bancos se quedaban sin recursos y empezaban a vender acciones, bonos, edificios, y todo esto empezaba lentamente a repercutir en los precios y la demanda global, por lo que comenzaba a aumentar el desempleo, la inflación y a caer toda la actividad económica real. Es decir: recesión.

Las Causas Profundas de la Crisis


Muchos han sostenido que la causa de la presente crisis financiera es la denominada burbuja hipotecaria subprime . No obstante, eso solo corresponde al detonante de la crisis. Sus causas profundas dicen relación con el proceso de desregulación del mercado financiero, el comportamiento de las clasificadoras de riesgo y la conducta observada por los bancos centrales del mundo.

En el sector financiero existe un conjunto de fondos de inversión libre no reglamentados que apuestan a productos financieros con un elevado riesgo -conocidos como hedge funds - y un grupo de bancos de inversión autorizados a realizar operaciones en el mercado de capitales. Ambos hoy representan más de la mitad de todo el crédito, mientras que los bancos tradicionales están cada vez más comprometidos en acciones especulativas no reguladas, tales como los mecanismos de “Titulación” que no están obligados a informar en sus balances. Estas operaciones que cuentan con la complicidad de las autoridades políticas, fueron autorizadas por los cambios en la legislación gubernamental -la llamada “desregulación financiera”- al punto que hoy, la principal actividad de los bancos de inversión y de los hedge funds es comprar y vender deuda entre ellos mismos, obteniendo como es obvio, alguna ganancia entre cada operación. A esto ha contribuido, también, el desarrollo de la informática y de las telecomunicaciones que permiten operaciones financieras en línea y las 24 horas del día a través de todo el mundo.

No obstante lo anterior, tal como lo sostiene Lynn Walsh, el factor más importante es de carácter político e ideológico. La “desregulación financiera” se inscribe en el cambio ideológico que operó durante las últimas tres décadas del pasado siglo, cuando se abandonaron las políticas económicas de inspiración liberal-keynesiana y se asumieron las recomendadas por la Escuela de Chicago de Milton Freidman. Una suerte de retorno a las políticas liberales de principios del siglo XX. Así también, es el resultado de la imposición asimétrica de las fuerzas políticas pro capitalistas en la mayor parte del mundo occidental y de la abdicación –y en muchos casos subordinación- de gran parte de las fuerzas políticas no capitalistas a la lógica del capital. La “desregulación financiera”, es la hija predilecta de esas políticas económicas ultraliberales que han provocado las diferentes crisis que ha enfrentado el mundo en los últimos 30 años y, particularmente, la crisis subprime en curso. El mismísimo Fondo Monetario Internacional, en 1998, sostenía que las crisis que han llegado a tener efectos globales, se explican por los procesos de desregulación y liberalización financiera, así como por la innovación en los mercados de capitales de finales del siglo pasado y principios del siglo XXI, a más de otros causas.

Girón y Correa sostienen que, entre los cambios financieros estructurales más importantes ocurridos en los últimos 30 años, es posible señalar: el acortamiento de los plazos en depósitos e instrumentos financieros y el desarrollo de un activo mercado secundario de títulos, lo que ha reducido considerablemente el plazo para la realización de la ganancia; el crecimiento de las prácticas de “Titulación” del crédito; el enorme crecimiento de las operaciones “fuera de balance” de los bancos, en particular con el uso de instrumentos derivados y la administración y el comercio de títulos de deuda; y el fortalecimiento de los fondos de inversión con un alto grado de concentración de activos financieros en manos de unos cuantos administradores que pueden mover grandes volúmenes en muy corto plazo. Todas estas transformaciones han conducido a características muy preocupantes del sistema financiero internacional, una de las cuales es la falta de transparencia, ya que nadie conoce realmente cuales son los riesgos asociados a las inversiones Otra característica aterradora que daña un fundamento crítico del sistema bancario –la honorabilidad de los compromisos, es decir, la certeza de que las deudas se pagan- es la separación entre los acreedores de deuda y quienes las arbitran, es decir, entre quienes las deben cobrar -los bancos- y los que transan títulos basados en esas deudas en mercados secundarios –los fondos o conduits - bajo el predicamento de que cuando una deuda está asegurada y se vende, no tiene ninguna relevancia el hecho de que los deudores originales estén capacitados o no para pagar dichas deudas.

Según John Hoefle, la desregulación del sistema financiero estadounidense –que regenta a los mercados financieros del mundo- permitió que se fueran eliminando de manera sistemática las medidas legislativas proteccionistas que resultaron de la lucha política del presidente Roosevelt en contra los banqueros internacionales en los años treinta. Hoefle recuerda que, en 1993, la Commodity Futures Trading Commission (CFTC), institución gubernamental responsable de regular los mercados a futuro, determinó que las transacciones de derivados efectuadas fuera de los mercados de valores, estarían exentas de toda regulación. Esto incluía operaciones de futuro de cualquier tipo, entre ellos los relacionados con los energéticos. Así también, en el 2000, se aprobó la Commodities Futures Modernization Act que dejó a ciertos derivados financieros huérfanos del control gubernamental y sin la supervisión de la CFTC.

Otra importante modificación que “desregulaba” la actividad financiera, mediante el eufemismo de la modernización de los servicios financieros, fue la Financial Services Modernization Act de 1999, que representó el mayor cambio en la regulación del sistema financiero norteamericano desde 1930. Esta ley creaba un nuevo tipo de entidades financieras denominadas Financial Holding Company (FMC), autorizadas para llevar a cabo actividades en valores, banca, seguros, así como también, en cualquier actividad calificada como financiera. De esta manera se quebrantaba la separación entre la banca comercial y la banca de inversión que estableció la Banking Act de 1933, debido a que en la época de la Gran Depresión, un gran número de quiebras bancarias se atribuyeron a la actividad especulativa de los bancos en el mercado de valores.

El economista Emilio Ocampo agrega, además, que en el año 2004 fue relajada la norma que obligaba a los bancos de inversión como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Merrill Lynch, Lehman Brothers y Bear Stearns, a mantener una relación mínima entre endeudamiento y patrimonio. Esto llevó a que en el período 2003/07, la relación endeudamiento sobre patrimonio de Morgan Stanley pasara de 23 a 32 y lo mismo ocurrió con los otros bancos. En contraste, a fines de 2007, la deuda total de un banco comercial como JP Morgan (supervisado por la Reserva Federal) no excedía 12 veces su patrimonio.

Según el informe Nº 78 del Banco de Pagos Internacionales (BPI) “es innegable que los cambios en el sistema financiero a lo largo de los años también han contribuido de forma importante al desenlace de los acontecimientos. En concreto, las numerosas innovaciones relacionadas con la propagación del modelo financiero basado en originar y distribuir riesgos han tenido una enorme influencia. Innovaciones recientes como los productos financieros estructurados se consideraron en un principio una buena manera de repartir los riesgos asumidos. Sin embargo, la forma en la que se introdujeron empeoró significativamente la calidad de la calificación del crédito en muchos mercados y produjo una clara falta de transparencia, lo que acabó generando una enorme incertidumbre sobre el volumen real de las pérdidas y su distribución. En efecto, las innovadoras técnicas financieras de «empaquetamiento» y redistribución de riesgos hacían que éstos fueran más costosos pero menos probables, al menos durante algún tiempo. En la práctica, esto suponía que los riesgos inherentes a los nuevos préstamos parecían desaparecer, elevando con ello las calificaciones, hasta que reaparecían de repente al materializarse una pérdida totalmente inesperada”.

El ya legendario premio Nobel de Economía, Paul Samuelson, autor de textos de estudio que muchos economistas debimos revisar y aquilatar en nuestro años de estudio, en un artículo publicado por el diario El País en enero pasado, afirma que cuando Bush se hizo con la presidencia en el 2000 y los republicanos obtuvieron mayoría en las dos Cámaras del Congreso, el "conservadurismo compasivo" de Bush se tradujo en compasivos regalos fiscales a los plutócratas, además de una nueva desregulación de la contabilidad empresarial que les permitiría ocultar las pérdidas y exagerar los beneficios, mediante un manejo de los balances que violaban las estrictas normas de contabilidad creadas en los años anteriores a Bush. El profesor Samuelson continúa diciendo que “las bancarrotas y las ciénagas macroeconómicas que sufre hoy el mundo tienen directa relación con los chanchullos de ingeniería financiera que el aparato oficial aprobó e incluso estimuló durante la era de Bush”.

No menos importante ha sido el rol de los bancos centrales. El papel que éstos desempeñaron jugó también un factor crítico en esta crisis, puesto que, utilizando el mecanismo de tasas de interés anormalmente bajas, proveían a los grandes operadores con dinero fresco y a bajo costo para sus operaciones. Recuérdese que los bancos centrales actúan como prestamistas del sistema bancario y financiero, para lo cual establecen una tasa de interés que actúa como referente para las operaciones de crédito. En particular, la Reserva Federal –el Banco Central estadounidense- cada vez que se enfrentaba a una amenaza de inestabilidad, respondía con nuevas inyecciones de liquidez. Alan Greespan –largo tiempo a la cabeza de la Reserva federal- fue el artífice de esta política que hoy continúa Ben Bernanke. Por otra parte, la deuda de los gobiernos ha sido una de las bases más importantes para el crecimiento de los activos financieros. Algunos sostienen que el crecimiento del período 2001/07 fue alimentado por las bajas tasas de interés de Greenspan y los enormes déficits fiscales de Bush que hacían subir los títulos y los volúmenes de endeudamiento en el sistema financiero. Así también, el Banco Central Europeo, ha ido inyectando liquidez monetaria para que los Bancos puedan tener dinero.

Torres López sostiene que los bancos centrales son en parte responsables de la crisis, en primer lugar porque a ellos corresponde la labor de vigilar la situación del negocio bancario, la de advertir del riesgo y prevenir sus consecuencias. No son pocos los instrumentos que tienen para realizar dicha tarea y tampoco es despreciable la información de que disponen sobre la situación financiera real que se estaba generando, pero, eligieron la complacencia y el silencio frente a la creciente volatilidad y el peligro cierto de recesión mundial que se estaba incubando; y en segundo lugar, porque los bancos centrales han utilizado la política monetaria -que es un instrumento de política económica- exclusivamente para controlar la inflación, olvidándose de cualquier otro objetivo, como el crecimiento de la actividad o el empleo, y han actuado como un soporte del sistema financiero aportándole liquidez para el negocio especulativo.

Como sostiene el Banco de Pagos Internacional (BPI), en los últimos años se han puesto claramente de manifiesto una serie de tendencias económicas y financieras inusuales, tales como el rápido crecimiento del dinero y del crédito, en el contexto de una inadecuada valoración del riesgo en forma generalizada. Las elevadas tasas de crecimiento monetario y crediticio registradas en todo el mundo por un largo período, entre otras causas, son el resultado de una política monetaria basada en tasas de interés oficiales extraordinariamente bajas en los últimos tiempos, en comparación con sus niveles de posguerra, lo que fue posible gracias a la mayor credibilidad que han tenido los bancos centrales durante los últimos años.

Por otra parte, en esta crisis, las agencias clasificadoras de riesgo han sido francamente incompetentes o han incurrido en graves conflictos de intereses. Las aseguradoras de deuda que actúan como aval en todas las emisiones de deuda –denominadas Monline porque esa es su única actividad- que comenzaron asegurando deuda pública de instituciones oficiales en Estados Unidos y que desde hace algunos años decidieron ampliar su negocio y lanzarse a las emisiones privadas, avalando cualquier tipo de bono o instrumento financiero estructurado como los MBS, CDO o CDS, han perdido credibilidad y, en consecuencia, valoración en las bolsas de comercio. A estas incluso se les acusa de estar muy implicadas en el negocio y eso explica el que no les interesara mostrar la verdadera y peligrosa naturaleza de los títulos e instrumentos financieros.

El descontento en contra de estas clasificadoras de riesgo se extiende por todo el orbe, puesto que fueron incapaces de prever el riesgo y siguieron clasificando con nota AA (de bajo riesgo) a instrumentos financieros contaminados con las hipotecas basura. Clasificadoras de riesgo como Moody's y Standard and Poor's, entre otras, otorgaron las calificaciones más altas (AAA) a instrumentos financieros que tenían como respaldo los famosos créditos subprime . Lehman Brothers –el gigante banco norteamericano caído recientemente- ostentaba una clasificación de bajo riesgo (AA) a pocos días de su estrepitosa quiebra. Las aseguradoras de riesgo norteamericanas más grandes del planeta – Fitch, Standard & Poor's y Moody's- han sido responsabilizadas por parlamentarios estadounidenses de la crisis y sus consecuencias. Más crudo fue The Wall Street Journal, quien ha señalado que estas aseguradoras no solo empujaron la crisis, sino que ganaron mucho dinero con los títulos contaminados con las hipotecas subprime . Las clasificaciones máximas de estos instrumentos financieros que otorgaban estas clasificadoras, les permitieron vender y colocar esos “instrumentos basura” a los bancos de inversión, a cambio –como no- de cuantiosas tarifas de mercado.

Duración de la Crisis

Ignacio Ramonet, citando al editorialista Martin Wolf del Financial Times, nos informa que las estimaciones van entre veinte años si tenemos suerte o menos de diez años si las autoridades actúan con mano firme. La verdad es que la dimensión del problema no está bien calibrada, aún hay mucha incertidumbre y eso se refleja en el frenético subir y bajar de las bolsas. Tampoco se sabe quienes son todos los afectados, cuántos bancos, cuántas AFP, cuántos fondos de inversión.

Claramente, la duración de la crisis dependerá del monto de las pérdidas que podrían acontecer en el curso de ésta. Lynn Walsh, citando el libro de Morris “The Trillion Dollar Meldown ”, sostiene que sólo las pérdidas por las hipotecas subprime ascenderían a 450 mil millones de dólares, aunque hoy se sabe que es una estimación baja por los montos que ha invertido el gobierno norteamericano en sostener el mercado financiero. Para las empresas estima pérdidas potenciales mayores a 345 mil millones de dólares; en tarjetas de crédito las pérdidas ascenderían a 215 mil millones de dólares. En total, un billón de dólares en pérdidas o riqueza esfumada. Si a esto se agregan las pérdidas potenciales de los CDS –las deudas colaterales- y que son difíciles de precisar, no quedarían muchas ganas de seguir contando, dado que, cualquier cifra que se aventure no debería dejar de considerar que el valor nominal de éstos asciende a la escalofriante cifra de 45 billones de dólares. Es por ello que Morris sostiene que si caen los CDS “nos enfrentaríamos a una trombosis completa del sistema de crédito” y que, dado el volumen, no tiene sentido tratar de estimar la magnitud de las pérdidas. Para mayor abundamiento, Morris sostiene que una crisis caótica, convulsiva, un desastroso colapso del sistema financiero, podría producir pérdidas de hasta 3 billones de dólares.

Las medidas de solución

Las crisis financieras son difíciles de evitar en el marco del desarrollo capitalista, más aún en el contexto de un capitalismo con un sistema financiero hipertrofiado. El viejo dicho “la ambición rompe el saco” se aplica matemáticamente a este capitalismo financiarizado, aunque acá debemos hablar de bolsas y no de saco. La ambición desmedida e incontrolada es el caldo de cultivo para estas crisis monumentales, en donde las actividades especulativas no sólo son el pan de cada día, también se muestran como las actividades más legítimas, técnica, política y moralmente. Sin embargo, existen los instrumentos de política económica y los mecanismos institucionales y jurídicos que pueden corregir y contener dichas crisis. Eso fue lo que se aplicó en los años treinta como resultado de la Gran Depresión: todo un sistema institucional y de regulación económica cuyo desmantelamiento ha provocado la crisis en curso. Entre otras medidas, habría que considerar impuestos a los flujos de capital internacional, sistemas de encaje que obligaran a los capitales golondrina de corto plazo a mantener un porcentaje de sus capitales en los países de destino de sus inversiones, lo que encarece y castiga las inversiones especulativas; eliminar los famosos paraísos fiscales, obligar a los bancos a la transparencia mediante el término de las operaciones “fuera de balance” que los habilita para ocultar operaciones riesgosas; crear instituciones estatales dedicadas a la clasificación de riesgo que impida los conflictos de intereses. En definitiva, más control y regulación por parte de las instituciones públicas que aseguren el interés ciudadano por sobre cualquier otro objetivo político. No está lejos el día en que vuelvan, en gloria y majestad, las leyes antimonopolio que nunca debieron ser abandonadas.

Esto es, nada más, lo que propone Michael Moore con su especial modo de comunicarse, al exigir que “todas las regulaciones deben ser restauradas” y decretar la muerte de la revolución Reagan quien señalara como marco de sus políticas de desregulación que “El problema no es el Estado, el Estado es el problema ”. En concreto Moore propone para los Estados Unidos la revocación de la Financial Services Modernization Act de 1999, promulgada por Clinton y promovida por el senador republicano Phil Gramm, principal asesor económico del candidato republicano John McCain. Esta propuesta es muy probable que sea bien acogida en un eventual gobierno demócrata encabezado por Barack Obama.

En lo inmediato, sería posible poner en juego el poder acumulado por los Fondos Soberanos de inversión, creados por los Estados y bancos centrales con recursos procedentes principalmente del petróleo y del gas. Rusia, Noruega, algunos países asiáticos y los Emiratos árabes, han constituido este tipo de fondos cuya envergadura se estima en 3 billones de dólares. Tienen su origen en los años cincuenta bajo la idea de constituir un “fondo para las futuras generaciones” y tienen, como sostiene Ibrahim Warde, características, objetivos y modos de funcionamiento diferentes a los que rigen los fondos especulativos responsables de la presente crisis. Esto y su poder financiero, los hace funcionales a objetivos político-estratégicos distanciados del desenfreno especulativo que caracteriza la economía finaciarizada. De hecho, ya han estado jugando un papel importante en la política de salvataje de los bancos caídos en desgracia a lo largo de los últimos trece meses que ha durado la crisis subprime . Como destaca Warde, en noviembre del 2007, el fondo ADIA de los Emiratos Árabes Unidos compró el 4,9% de Citigroup, primer banco mundial; dos semanas más tarde, el fondo GIC de Singapur inyectaba 10.000 millones de dólares en el grupo suizo UBS, décimo banco mundial. En diciembre del mismo año, el fondo soberano chino CIC adquirió el 9,9% del capital del gran banco de negocios Morgan Stanley; Merrill Lynch recibió 4.400 millones de dólares del fondo Temasek de Singapur. Esto entre otras operaciones que están realizando estos fondos y que hoy, a la luz de la flagrante incapacidad del mercado financiero de resolver los problemas que ha creado en el marco de la desregulación, podrían ser hábil y políticamente utilizados para ordenar el comportamiento de los flujos de inversión internacional.

Otra de las importantes reformas que deberían implementarse, dice relación con las políticas salariales de los altos ejecutivos. Emilio Ocampo sostiene que las compañías y bancos también deberán cambiar su cultura y su estructura de compensaciones y bonos, ya que es improbable que estas instituciones puedan seguir pagando a sus ejecutivos y a sus empleados el 50% de sus ingresos. En la misma dirección Moore exige que “ningún ejecutivo debiera ser pagado más de 40 veces lo que gana su empleado promedio”. Las cifras de Moore son estremecedoras: en 1980, el presidente promedio de una compañía ganaba 45 veces lo que ganaban sus empleados; en el 2003 ganaban 254 veces y ahora, después de la era Bush, cobran 400 veces, mientras en Gran Bretaña, el presidente de una compañía promedio gana 28 veces lo que recibe un empleado típico y en Japón sólo 17 veces.

Conclusiones

En un artículo de Victor Ramos, titulado “Derecho a alimentarse, derecho a rebelarse”, se sostiene que hace muy poco tiempo, cuando las bombas caían en Irak, en marzo del 2003, las bolsas internacionales, principalmente las europeas y Wall Street, reaccionaban con euforia y que esto habría llevado a reconocer a dirigentes del Partido Popular español (PP), que España había perdido una gran oportunidad al retirar las tropas. La búsqueda de beneficios exorbitantes ha llevado al mundo a un retroceso gravísimo en la estructura de valores que orienta el quehacer humano y ello tiene implicancias monumentales haciendo crecer la desigualdad, la pobreza y la destrucción de los ecosistemas naturales del planeta, incrementando exorbitantemente el índice de dolor y sufrimiento de miles de millones de personas. Cuando la humanidad vuelva a encontrar su centro y se restauren ciertos valores y virtudes humanas que han sido enviadas a la zona de castigo en el curso de los últimos treinta años, muy probablemente lo que ocurre en Wall Street será incorporado al grupo de las grandes calamidades de la historia humana, como lo fueron los campos de concentración nazis, el estalinismo, las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, el SIDA, el hambre africana y las dictaduras latinoamericanas, entre muchas otras.



Mientras tanto, si bien esta crisis no sea aquella tan esperada por el pensamiento de izquierda tradicional como la “crisis terminal del capitalismo”, al menos esperemos que Ignacio Ramonet, uno de los editores de Le Monde Diplomatique , tenga razón cuando sostiene que el derrumbe de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín, con lo que se terminaría con la era iniciada con Ronald Reagan en 1981, poniéndole fin a la “edad de oro” de Wall Street. Si esto ocurre sería todo un logro y un progreso para la humanidad, pero, tal como lo sostiene Paul Samuelson, todo el mundo sabe que, hoy en día, el dinero sirve para comprar votos legalmente. Por eso los realistas matizan su optimismo con cierta cautela.



NOTAS



Ignacio Ramonet, El fin de una era del capitalismo financiero . http://www.attac.es/portalattac/index.php?option=com_content&task=view&id=338&itemid=1



Fernando A. Torres, Armagedón desciende sobre el “libre mercado” . http://elmapocho.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=543&Itemid=53



Michael Moore, Cómo arreglar el lío en Wall Street . http://viejoblues.com/Bitacora/michael-moore-como-arreglar-el-lio-en-wall-street



Leopoldo Abadía, La Crisis Ninja . http://leopoldoabadia.blogspot.com/search/label/%2B%20ANEXO%201%20Crisis%20NINJA



Victor Ramos, Derecho a alimentarse, derecho a rebelarse .

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=73607



Alicia Girón y Eugenia Correa, Mercados financieros globales: desregulación y crisis financieras.

http://www.ub.es/prometheus21/articulos/nautas/25.pdf



Banco de Pagos Internacional, BPI, Informe Nº 78 .

http://www.bis.org/publ/arpdf/ar2008_es.htm



Clara Elena Parra y Natalia Salazar, La Crisis Financiera y la Experiencia Internacional .

http://www.colombiestad.gov.co/index.php?option=com_linkdirectory&task=report&id=1250&Itemid=52

John Hoefle, La lección de la debacle de Enron: debe restablecerse la regulación . http://www.larouchepub.com/spanish/other_articles/2002/DebacleEnron.html

Emilio Ocampo, Réquiem para Wall Street . http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1055061

Ibrahim Warde, Los “fondos soberanos” absorben bancos. http://www.lemondediplomatique.cl/Los-fondos-soberanos-absorben.html

Lynn Walsh, Economía mundial: Una crisis pronosticada . http://mundosocialista.net/2008/06/17economia.html

Alicia Girón González, Crisis financieras: causas y efectos . http://www.eumed.net/libros/2005/agg/2.htm

Juan Torres López, Diez ideas para entender la crisis financiera, sus causas, sus responsables y sus posibles soluciones . http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55925

Paul A. Samuelson, Bush y las actuales tormentas financieras. http://www.elpais.com/articulo/opinion/Bush/actuales/tormentas/financieras/elpepiopi/20080128elpepiopi_4/Tes
AUTOR:MARCEL CLAUDE
FUENTE:REBELION.ORG

OTROS PUNTOS DE VISTA

http://mirandopuntosdevista.blogspot.com

GRUPOS GOOGLE:QUINTO SUYO

http://www.groups.google.com