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miércoles, 13 de agosto de 2008

LA LEY DEL EMBUDO EN CAMISEA

Cuando el gasoducto sale de Camisea, en la selva del Cusco, su diámetro es de 32 pulgadas y puede transportar 1,180 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd). Después de recorridos 211 kilómetros llega a la sierra y, en ese punto, el gasoducto reduce su diámetro a 24 pulgadas y la capacidad de transporte tiene un máximo de 450 mmpcd.

Ya en la costa, el diámetro del gasoducto desde Pisco hasta Lima se reduce aún más, a 18 pulgadas, y actualmente tiene una capacidad de 315 mmpcd, pudiendo ampliarse a 450 mmpcd. En otras palabras, el ducto es como un embudo, ancho en la selva y muy angosto en la costa.

Como la demanda en Lima ha aumentado, el tubo de Pisco a Lima se ha saturado, lo que va a motivar cortes en el abastecimiento. Por ello la crisis. A esto se suma la sequía, que ha disminuido la generación de las hidroeléctricas, lo que ha agravado el problema.

La cuestión es que la demanda de gas va a seguir aumentando y el consumo de 450 mmpcd previsto para el 2016 va a tener lugar mucho antes.

Aquí es donde interviene un segundo elemento: en julio del 2007, durante el gobierno aprista, se suscribe un contrato entre Transportadora de Gas del Perú (operadora de todo el gasoducto) y la empresa Perú LNG (que va a exportar gas a México) para transportar 620 mmpcd desde Camisea hasta el km 211, en el periodo 2010-2033. Desde el km 211 hasta Pampa Melchorita en Cañete, Perú LNG construirá un nuevo gasoducto.

Así, en el tramo de la selva, de los 1,180 mmpcd de capacidad, Perú LNG va a utilizar 620 mmpcd (el 53%), dejando libres solo 560 mmpcd para la demanda peruana. Aquí viene el problema: ya en el 2008 vamos a necesitar cerca de 350 mmpcd para la demanda de Lima, la misma que previsiblemente llegue a 500 mpcd en el 2010 ó 2011. Pero eso no es todo. Se ha previsto un ramal a Chimbote, así como un ramal a Marcona, para la industria petroquímica (100 mmpcd) y otros gasoductos regionales.

Esto quiere decir que el gasoducto actual en el tramo de la selva no va a poder abastecer la demanda nacional más la demanda de exportación a México.

La cuestión es: ¿va a tener prioridad la exportación a México? Recordemos que el proyecto Camisea ha recibido apoyo estatal en todas sus fases: el arrastre de pérdidas se alargó de 4 a 8 años; se fraccionó el pago de aranceles en 7 años; se permitió la recuperación anticipada del IGV; hay una garantía de la Red Principal para garantizar la rentabilidad de TGP; y, también, se garantizó una demanda inicial de 70 mmpcd por Electroperú, que luego fue asumida por la Central de Ventanilla (que, en un primer momento, dicha empresa se negó a suscribir).

Por lo tanto, el Estado posibilitó la puesta en marcha de esta "industria naciente", que no hubiera podido desarrollarse sin su apoyo. Por eso, el Estado debió –y debe– cautelar los intereses nacionales. Si Perú LNG tiene un proyecto de exportación, ¿por qué no construyó también su ducto en la selva para el gas que va a exportar?

El tema es de la más alta importancia porque ya se sabe que se va a tener que ampliar la capacidad del ducto existente o, incluso, construir un nuevo ducto en la selva. ¿Quién va a pagar esas nuevas inversiones? La respuesta debe ser clara: esa inversión le corresponde a Perú LNG y no a los consumidores peruanos.

El problema central es que no hay un plan energético integral. Y no existe porque la concepción actual es que "el Estado no debe meterse ya que el mercado resolverá". Es por eso que el contrato entre TGP y Perú LNG para los 620 mmpcd es un contrato entre privados en el que el Estado no ha intervenido. Pero debió haberlo hecho, planteando, por lo menos, que si la demanda interna aumenta, esta demanda tiene prioridad en el uso del tubo ya construido, puesto que éste ha sido financiado con un esfuerzo tributario de todos los peruanos.

La falta de previsión en este caso nos puede llevar a problemas mayores que los actuales. Y podría desembocar en una situación parecida a la de Argentina, donde el Estado ha priorizado la demanda nacional, restringiendo las exportaciones a Chile.

Porque, claro, los peruanos no podrían aceptar que el gas que necesitamos para nuestras industrias se vaya a México en lugar de abastecer la demanda interna. En otras palabras, no aceptaríamos la ley del embudo en Camisea: lo ancho para ellos, lo angosto para nosotros.

AUTOR: HUMBERTO CAMPODONICO
CRISTAL DE MIRA,08/13/2008