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viernes, 10 de abril de 2009

El error de la oferta y la demanda

Cuando niño desarrollé un interés absorbente por cómo funcionan las cosas, y cada vez que un electrodoméstico dejaba de funcionar como era debido, lo desarmaba y anotaba dónde iba cada parte y qué función tenía en el artefacto. Gracias a ese interés, descubrí que muchos artefactos son construidos de manera que no sólo fallen prematuramente, sino que sea imposible repararlos, lo que me condujo a desarrollar un sólido escepticismo sobre la honestidad de la empresa estadounidense. (Vea mi artículo "America on the Dulling Edge.") Décadas más tarde, cuando era estudiante universitario, descubrí que ese método de aprender cómo funcionan las cosas también era útil para adquirir una comprensión de teorías y doctrinas comúnmente aceptadas. Como resultado, descubrí que al analizar muchas de éstas, tenían poco, si algún, contenido significativo. La Ley de Oferta y Demanda es una doctrina semejante.

La Ley de Oferta y Demanda es usualmente presentada en los libros de texto en asociación con un gráfico compuesto de dos líneas cruzadas, pero los gráficos incluidos no son idénticos. Algunos muestran líneas rectas con inclinaciones opuestas; otros muestran líneas curvas, una en algún tipo de relación inversa con la otra. Una línea representa la oferta, la otra la demanda, y el punto de intersección el precio. A los lectores se les dice que imaginen el movimiento de las líneas a la derecha o a la izquierda y que observen cómo cambia el punto de intersección. Si la línea de la oferta es movida a la izquierda (disminuyendo la oferta), el punto de intersección (el precio) aumenta; si la línea de la oferta es movida a la derecha, (aumentando la oferta), el punto de intersección cae. Resultados similares pero opuestos son generados si la línea de la demanda es movida de la misma manera. Se induce a los estudiantes a que concluyan que a medida que la demanda cae, o la demanda crece, los precios aumentan, y si la oferta sube o la demanda cae, los precios bajan. Esencialmente, es todo el contenido de esa doctrina.

Sin embargo, si uno desarma esa doctrina, aparecen cosas importantes. Los gráficos a veces muestran líneas rectas, a veces líneas curvas. Pero cualesquiera dos líneas cruzadas producen el mismo resultado. La naturaleza de las líneas en los gráficos es irrelevante. Ya que las líneas están hechas de secuencias de puntos de datos, los datos también son irrelevantes. Ya que las líneas son arbitrarias, no se puede escribir ninguna fórmula que las relacione entre ellas y, por lo tanto, la doctrina no permite que alguien haga algún cálculo. Es decir, el precio no puede ser calculado reemplazando las variables de precio y demanda con números, y la demanda no puede ser calculada reemplazando las variables de precio y oferta con números. Aunque el gráfico da la impresión de que la relación es matemática, la doctrina no tiene aplicaciones matemáticas.

Me sorprende que ningún economista haya encontrado que esto es curioso, especialmente ya que el modelaje matemático es tan omnipresente en la actual doctrina ortodoxa. Por ejemplo, Dani Rodrik [http://rodrik.typepad.com/dani_rodriks_weblog/2009/03/the-sorry-state-of-macroeconomics.html] ha escrito: “Las ciencias económicas no toman un argumento en serio hasta que el argumento puede ser presentado con un modelo bien especificado que respete estándares aceptados de modelaje…” Pero si un modelo bien especificado que respeta estándares aceptados de modelaje es necesario para que la economía tome algo en serio, la Ley de Oferta y Demanda debiera haber sido descartada hace mucho tiempo.

Alguien podrá objetar que no he enunciado con precisión la doctrina, y es verdad. De modo que examinemos sus términos.

La oferta parece ser lo más fácil de comprender. Digamos que significa la cantidad de unidades de un producto disponibles para la venta, aunque no estoy seguro de que esa definición sea exacta. Pero el concepto de demanda es algo completamente diferente. Ante todo, utilizar la palabra demanda en este contexto es un horror lingüístico. Cuando un ladrón entra a un banco, apunta una pistola a un cajero, y dice: “¡dame el dinero!”, está formulando una demanda. Las demandas son expresadas en imperativos. No es lo que pasa en el mercado. Por lo tanto ¿qué puede significar demanda en ese contexto? Una posibilidad es la cantidad de personas que necesitan un producto, como por ejemplo la cantidad de personas que necesitan una cierta medicina para mantener sus vidas. Otra es la cantidad de gente que desea un producto, como por ejemplo, la cantidad de niños que quieren un juguete específico para Navidad. Otra más es la cantidad de personas que se pueden permitir la compra del producto. Pero ninguna de ellas forma parte de la doctrina tal como fue declarada precisamente. La definición precisa de demanda es la cantidad de personas dispuestas a comprar un producto a un precio específico. Pero esa definición destruye la doctrina, porque sólo el precio determina la demanda, la oferta ya no es relevante a pesar de que la oferta puede influenciar el precio del vendedor. La doctrina se convierte en una simple tautología vacía. Además ¿es sinónima con compras la disposición a comprar? ¿No es posible que una persona diga: “estaba dispuesto a comprar, pero estaba demasiado ocupado para llegar a hacerlo?” Pero la verdadera palabra equívoca es precio.

La Ley de Oferta y Demanda es probablemente el principio económico más frecuentemente citado por la prensa estadounidense; es citada cada vez que una compañía petrolera aumenta los precios de la gasolina. Pero la definición precisa de precio en la doctrina es “precio de equilibrio” que es un concepto puramente teórico. La relación que tiene con el precio real es un misterio.

Cuando una compañía petrolera o un economista afirman que el precio de la gasolina aumenta por el aumento en la demanda, están siendo ambiguos. La afirmación precisa debería ser que el precio de equilibrio está subiendo por aumento en la demanda, pero nunca se afirma eso, y aunque lo fuera, no tendría relevancia a menos que se especificara la relación entre el precio de equilibrio y el precio real. Todo lo que significa el precio de equilibrio es el precio al cual la cantidad de unidades en venta es igual a la cantidad de unidades que compran los consumidores. Pero el equilibrio es una fantasía. Nunca es logrado en la realidad, el logro es puramente accidental. Por lo tanto la Ley de la Oferta y la Demanda no tiene lugar en el mercado.

Es verdad, por cierto, que los comerciantes al detalle a veces bajan los precios durante las “ventas” para librarse de productos en exceso. Pero no aumentan los precios cuando la cantidad de ítems disponibles disminuye. Los productos son vendidos al precio fijado hasta que se han acabado o son reabastecidos. Incluso las compañías petroleras funcionan de esta manera en el ámbito minorista. Después que un suministro de gasolina es entregado a una gasolinera, el precio es fijado e incluso si se forma una larga fila de coches ante la estación de servicio, el propietario no sale corriendo y aumenta el precio para que algunos de los que están en la fila se vayan. Lo mismo vale para los fabricantes de juguetes para Navidad. A menudo un juguete nuevo llega a ser muy popular entre los niños y sus padres tratan de comprarlo. Pero las jugueterías no aumentan el precio cuando notan la inesperada demanda; simplemente venden el juguete a los que llegan primero, hasta que se acaba. De modo que la Ley de la Oferta y la Demanda es un principio sin práctica.

La fijación de precios no es el único método para distribuir productos. En tiempos de crisis, como en guerras, los productos son a menudo simplemente racionados. Todo el que necesita un producto recibe una parte de los que están disponibles. El fabricante obtiene un beneficio y los consumidores por lo menos reciben algunos de los que necesitan. Otro método de distribución es el descrito en el párrafo anterior. Los productos son distribuidos a los consumidores que llegan primero. De nuevo los fabricantes obtienen un beneficio y los consumidores que llegan suficientemente rápido al comerciante minorista obtienen lo que desean, los que no lo hacen no reciben nada. ¿Pero qué pasaría si la Ley de Oferta y Demanda fuera aplicada en el mercado? El vendedor aumentaría el precio al disminuir la oferta, los consumidores que logran adquirir el producto pagarían más que de otra manera, y los otros consumidores no recibirían nada, no importa cuán esencial haya sido para ellos conseguir algo. El panorama es idéntico al anterior con la excepción que el vendedor consigue un beneficio mayor a costa del consumidor. Es simplemente un método de transferir riqueza de los consumidores a los vendedores sin suministrar a los consumidores una ventaja adicional. En otras palabras, transfiere riqueza de los más necesitados a los sin necesidades.

Esto, desde luego, provoca una pregunta importante: ¿Por qué propugnarían los economistas un método de distribución que enriquece a los vendedores a costa de los consumidores? ¿Por qué propugnan un principio económico que reduce la riqueza de los consumidores para aventajar a los vendedores? ¿Para quién existe exactamente la economía? Después de todo, el aumento de la riqueza de los pocos acaudalados a costa de los muchos, viola todo principio ético, moral y humanista jamás proclamado. ¿Por qué propugnaría cualquier ser humano decente un sistema semejante?

La Ley de Oferta y Demanda es una doctrina vacía, tautológica, que no es apoyada por observaciones en el mercado y que simplemente sirve como excusa utilizada por algunos productores para aumentar precios en detrimento de los consumidores. No es una ley económica; es un error económico. No es ni siquiera una idea legítima; es una simple noción. ¿Son por lo tanto simplemente gente perversa los economistas ortodoxos que propugnan esta “ley”? Tal vez no; tal vez exista otra explicación.

Consideremos esta analogía. Recientemente acompañé a mi mujer a una clase de la escuela dominical. El texto del día era “Hechos 2” donde se afirma que Pedro predicó y tres mil fueron convertidos. Mientras iba a casa dije a mi mujer: “Me pregunto qué sistema de altavoces utilizó Pedro.” Ella vio rápidamente lo absurdo del pasaje y respondió diciendo: “Nunca pensé en considerarlo de esa manera.” El punto es que una vez que una persona adopta una ideología, pocas veces se le ocurre cuestionarla. Si se logra persuadir a una persona para que la cuestione, el desatino se hace evidente rápidamente. La falla, claro está, reside en la educación de la gente de maneras que no alientan el cuestionamiento de la ortodoxia. Sin embargo, el conocimiento sólo avanza en una cultura iconoclasta. Hal R. Varian ha escrito: “Por cierto, cuando son presionados, la mayoría de los teóricos de la economía admiten que hacen economía porque es divertido.” [http://people.ischool.berkeley.edu/~hal/Papers/theory.pdf] Uno juega por diversión; el pensamiento serio no lo es, y lo lúdico no es iconoclasta. Nadie que juega cuestiona las reglas del juego. El cuestionamiento de las reglas ni siquiera se les ocurre a los participantes en un juego, tal como pocas veces se les ocurre a los verdaderos creyentes ideológicos. La falta de una cultura iconoclasta en la economía clásica es su talón de Aquiles.

A menudo he pensado que la economía clásica es una cierta variación del juego llamado Monopoly. Los datos utilizados, por defectuosos que sean a menudo, pueden ser asemejados a la suma de los puntos mostrados después de lanzar los dados, y el dinero sin cobertura que usan para medir el valor es exactamente como el dinero de Monopoly ya que no tiene un valor intrínseco. La riqueza que según los economistas es creada a menudo desaparece en una orgía de destrucción. Y mientras esos economistas se divierten, la gente sufre y a menudo muere.

AUTOR :John Kozy;es profesor en retiro de filosofía y lógica que bloguea sobre temas sociales, políticos y económicos. Después de servir en el Ejército de EE.UU. durante la Guerra de Corea, pasó 20 años como profesor universitario y otros 20 trabajando como escritor. Ha publicado comercialmente un libro de texto de lógica formal, en revistas académicas y una pequeña cantidad de revistas comerciales, y ha escrito una serie de editoriales como invitado en periódicos. Sus artículos en línea se encuentran en http://www.jkozy.com/ y

se le puede escribir por correo electrónico a través de ese sitio en Internet.


Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

FUENTE :Global Research

La OCDE constata que más de la mitad de la población activa mundial trabaja sin contrato

El 60% de la población activa mundial trabaja sin contrato de trabajo ni prestaciones sociales, según recoge el informe presentado ayer por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en París. «Hay un claro vínculo entre empleo informal -sin contrato- y la pobreza», indicó uno de los autores del informe, que pronostica que en 2020 el trabajo sumergido implicará al 66% de la población.

El empleo sumergido en el mundo no sólo es un fenómeno muy extendido, con un 60% de la fuerza de trabajo implicada, sino que su peso tiende a ser creciente, de forma que en el horizonte de 2020 representará el 66%, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Más de 900 millones de trabajadores se pueden considerar informales -sin Seguridad Social- y si se incluyen los del sector agrícola la cifra se eleva a cerca de 2.000 millones, según el informe de la OCDE sobre este fenómeno en los países en desarrollo. «Hay un claro vínculo entre empleo informal y pobreza», destacó en conferencia de prensa Johannes Jütting, uno de los coautores del informe, que precisó que unos 700 millones de esos trabajadores viven en la pobreza extrema y 1.200 millones tienen ingresos inferiores a dos dólares diarios.

Escapar de este círculo vicioso exige que los gobiernos propongan empleos más productivos y una protección social adecuada para lo cual hay que reforzar los incentivos del empleo formal, pero también aumentar los mecanismos de control del fraude, indica en el informe.


Precariedad laboral


Los autores del informe advierten de que «el empleo informal tiene un coste» en primer lugar por la precariedad de los trabajadores, sometidos al riesgo de una caída de los salarios en tiempos de crisis (ante la competencia de los despedidos del sector formal) y por una ausencia de protección social que los expone a la pobreza.

Al mismo tiempo, reconocen que «el recurso a los circuitos informales puede tener efectos positivos en el desarrollo económico de ciertos países donde las formalidades administrativas son un obstáculo a la creación de empresas».

Además, los autores del informe señalan que para muchas personas el trabajo irregular es la forma de ganarse la vida y escapar de la pobreza, aunque a largo plazo la ausencia de estructuras formales explica el retraso en materia de desarrollo económico.

El organismo que reúne a las economías más desarrolladas del mundo aboga por buscar «el equilibrio justo entre el objetivo de garantizar una protección social a los excluidos de las estructuras formales y el de incitar a volver a los que han optado voluntariamente por abandonar el sector formal». Se trata de «proponer empleos más productivos y ofrecer una protección social adecuada, haciendo más atractivo el trabajo en el sector formal y reforzando los mecanismos de lucha contra la economía sumergida».

Los autores del estudio señalan que uno de los efectos del incremento de la competencia internacional por la globalización es que, «en un intento de abaratar costes, ciertos trabajadores de los propios países de la OCDE pasan a engrosar las filas del empleo informal, a veces bajo la forma de autónomos».


Desbloqueo monetario en la UE


La Comisión Europea, por su parte, prevé amortiguar la crisis en los países pobres adelantando 5.700 millones de dólares en 2009, una suma prevista en principio para ser distribuida a medio plazo, pero necesaria de forma inmediata a falta de fondos adicionales por parte de los Estados europeos y considerada decepcionante por las ONG porque no supone dinero nuevo.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció el desbloqueo de 4.300 millones de euros hasta fines de 2009, destinados a los países de la ACP (África-Caribe-Pacífico).

En una comparecencia en Bruselas declaró que los países pobres son «los menos responsables» de la crisis financiera y en cambio se encuentran entre «los más afectados». «Nuestro crecimiento y estabilidad está vinculado al suyo», afirmó Durao Barroso.

Explicó que Bruselas desbloqueará 3.000 millones de euros, es decir, la mayor parte, un 72%, de su presupuesto previsto para el desarrollo de la ACP hasta 2013. Otros 800 millones de euros procederán de un paquete de 1.000 millones prometidos para mejorar la seguridad alimentaria y otros 500 millones pretenden evitar que los países pobres frenen el gasto social en tiempos de crisis.

Pero este paquete pone de manifiesto la falta de fondos excepcionales para ayudar a los países pobres a atravesar la crisis y el poco margen de maniobra de la Comisión Europea.

El comisario para el Desarrollo, Louis Michel, reconoció que «los recursos son limitados» y aseguró que seguirá «presionando» a los Estados miembros de la Unión para que cumplan con sus promesas de ayuda al desarrollo.

La Unión Europea es el mayor donante del mundo, con 49.000 millones de euros en 2008, es decir, el 0,40% del PIB comunitario. Su objetivo es alcanzar los 69.000 millones de euros para 2010 (0,56%).

El comisario Michel admitió que la crisis económica «pone en peligro» los progresos logrados para erradicar la extrema pobreza y potenciar el desarrollo de estos países.

Los esfuerzos europeos no convencieron a las ONG, que advirtieron de los riesgos de desbloquear fondos ahora, sin pensar en el futuro. «Sin dinero nuevo, los países pobres sufrirán en los próximos años, cuando se agote la ayuda», subrayó Oxfam.

«La Comisión Europea mostró su buena voluntad, pero lo que ofrece es en realidad un paquete vacío», acusó por su parte la ONG Action Aid.

Oxfam pide a Londres un plan de rescate para la ciudadanía

Oxfam pidió ayer al Gobierno de Londres que ponga en marcha un «plan de rescate ciudadano» que ayude a pasar la crisis económica a los millones de personas que viven en la pobreza en Gran Bretaña.

La organización no gubernamental, con sede en la ciudad inglesa de Oxford, presentó un informe en el que propone varias medidas para asistir a los más desfavorecidos, entre ellas bajarles los impuestos y aumentarles los subsidios estatales.

Actualmente hay en Gran Bretaña 13,2 millones de personas -un 22% de la población- que viven en la pobreza según los parámetros utilizados por el Gobierno para medirla.

Un sondeo de YouGov encargado por Oxfam indica que un 70% de los 1.971 adultos encuestados opina que el Estado no ha hecho suficiente para ayudar a los ciudadanos, mientras que se ha esforzado por rescatar al sector financiero. Un 75% de los entrevistados el pasado marzo dice haberse visto afectado por la crisis, o conoce a alguien que lo ha sido.

«El Gobierno debe tomar acciones decisivas para impedir un enorme incremento de la pobreza en el Reino Unido», declaró la portavoz de Oxfam Antonia Bance, que recordó que el próximo presupuesto, que se presentará el 22 de abril, es una buena oportunidad para hacerlo.

Según un reciente estudio de Oxfam, los 8,4 billones de dólares comprometidos por las economías más ricas para salvar a sus bancos de la crisis serían suficientes «para acabar con la pobreza extrema durante cincuenta años» y supondrían «un paso de gigante para acabar con ella definitivamente».
La CE cifra en tres billones las ayudas financieras aprobadas

La Comisión Europea (CE) anunció ayer que, desde setiembre de 2008, ha aprobado más de 50 medidas estatales para estabilizar el sistema financiero por un valor total de unos 3 billones de euros. Las medidas se dividen en mecanismos de garantías a entidades financieras (2,30 billones), planes de recapitalización (300.000 millones) y medidas específicas de reestructuración (400.000 millones), detalló la CE. También ha aprobado desde diciembre pasado 25 medidas de diez estados de la Unión para ayudar a las empresas con problemas de acceso al crédito a mantener su actividad y los puestos de trabajo.
La comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, destacó que el control y autorización de estas medidas por parte de la CE «ha prevenido que los Estados miembros cayeran en la trampa del proteccionismo y exportaran sus problemas a los otros».

AUTOR : GARA
FUENTE : REBELION