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lunes, 31 de mayo de 2010

La pandilla de incompetentes que nos hundió en la crisis sigue al mando



“Es muy notable que esta pandilla de incompetentes siga atribuyéndose infalibilidad papal, regañando a los gobiernos y advirtiendo a la opinión pública de las terribles cosas que van a pasar si se les somete a mayor supervisión. Los banqueros centrales y sus cómplices del FMI se avilantan a dictar políticas a gobiernos democráticamente elegidos. Diríase que su agenda es la misma en todas partes: recortar pensiones, reducir la financiación pública de la sanidad, debilitar a los sindicatos y hacer que los trabajadores de a pié paguen por los recortes.”

Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo habla sin tapujos de la incompetencia de las elites político-económicas.

El mundo sufre el peor desplome desde la Gran Depresión. La crisis ha dejado millones de desempleados en los EEUU, en Europa y por doquiera. La enorme generación de los baby boomers en los EEUU, ahora al borde de la jubilación, ha visto destruida buena parte de su riqueza con el colapso de la burbuja inmobiliaria.

Sería difícil imaginar un desastre económico peor. Anteriores períodos de malos resultados, como los inflacionistas setenta, se ven ahora como gráciles ventiscas en comparación con el negro torbellino de pésimas noticias económicas en que nos hallamos ahora inmersos.

Nada de lo dicho es novedad para nadie. La gente no necesita a los economistas para saber que los tiempos son malos. Sin embargo, lo que acaso escape a la opinión pública es que las gentes que causaron este desastre son las mismas que ahora siguen teniendo vara alta. Más específicamente: apenas ha cambiado el personal y no ha habido reconocimiento de errores en los bancos centrales, cuya incompetencia es responsable de la crisis.

Es muy notable que esta pandilla de incompetentes siga atribuyéndose infalibilidad papal, regañando a los gobiernos y advirtiendo a la opinión pública de las terribles cosas que van a pasar si se les somete a mayor supervisión. Los banqueros centrales y sus cómplices del FMI se avilantan a dictar políticas a gobiernos democráticamente elegidos. Diríase que su agenda es la misma en todas partes: recortar pensiones, reducir la financiación pública de la sanidad, debilitar a los sindicatos y hacer que los trabajadores de a pié paguen por los recortes.

Dado lo mucho que han contribuido a este caos, resulta sorprendente que estos banqueros centrales tengan redaños hasta para mostrarse en público. Tienen suerte de conservar sus puestos de trabajo, muy bien pagados por cierto. (Muchos de los chicos y de las chicas que trabajan en el FMI pueden jubilarse con pensiones de seis dígitos a la edad de 50 años.) Los trabajadores de a pié –maestros, obreros del sector automotriz, guardaespaldas— serían despedidos en un plis plás si lo hicieran tan mal como los banqueros centrales.

¿Qué pasaba por sus cabecitas cuando observaban el crecimiento en espiral, sin base en los fundamentos de la economía, de los precios de la vivienda en los EEUU, en el Reino Unido o en el Reino de España? ¿Cómo pensaban que iba a terminar esa burbuja? ¿Pensaban acaso que billones de dólares de riqueza de la burbuja inmobiliaria podían desaparecer sin dejar trazas en la economía? ¿O pensaban que nunca estallaría la burbuja y que los precios de las viviendas seguirían creciendo y creciendo para siempre hasta niveles estratosféricos?

¿Y qué decir de los banqueros centrales que permitieron que se impusiera el euro a una mezcla abigarrada de economías que tenían poco en común, y además, sin una organización de control y gobierno? ¿Pensaban que los salarios y los precios iban a seguir la misma senda en Grecia y en Alemania? Y si no, ¿qué mecanismo de ajuste preveían, una vez que esas economías tan distintas quedaran ligadas por una única moneda común?

Muchos banqueros centrales dicen ahora que ya sabían que el euro era una mala idea cuando fue instituido. Algunos de ellos alardean de haberlo musitado en su día. Pero lo cierto es que los banqueros centrales y el FMI no decían estas cosas tan osadas en 1998, ni daban entonces a gobiernos democráticamente elegidos las directrices que ahora les dan en punto a estructurar la zona euro cuando les exigen desmantelar sus Estados de bienestar. En otras palabras, estos banqueros centrales fracasaron de manera desastrosa: ¿por qué conservan sus puestos de trabajo y por qué narices se les sigue prestando atención?

En el puesto de honor de la lista de villanos de esta historia figura el FMI. Gracias a su ineptitud se invirtieron los flujos fundamentales de capital en la economía mundial. En tiempos normales, se supone que el capital fluye de los países ricos con grandes cantidades de capital –como los EEUU y los países europeos— hacia los países en vías de desarrollo, que precisan de capital para nutrir su desarrollo. A causa de los yerros del FMI y de su incapacidad para establecer un sistema factible de finanzas internacionales, los flujos fueron en dirección opuesta, y a gran escala. Los pobres del mundo mandaban su capital a los EEUU, porque el FMI apenas les daba otra opción.

Es muy importante ganar claridad sobre la responsabilidad de los banqueros centrales y el FMI en este desastre totalmente previsible. En primer lugar, por razones de control y rendición de cuentas, algo muy importante para economistas que creen en la teoría económica. Esa teorñia nos enseña que si no se hace responsables a los trabajadores por el resultado de su trabajo, no tendrán incentivos para desempeñarlo bien. Si el banquero central y la pandilla del FMI pueden generar un desastre y siguen cobrando sus nóminas como si todo fuera estupendamente, ¿Qué incentivo tienen para hacerlo mejor la próxima vez?

Y otra razón por la que es importante reconocer las responsabilidades de los banqueros centrales y del FMI en este desastre: así dejaremos de acatar los consejos de gente que parece no tener ni puta idea. Antes de oír a Ben Bernanke, al presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, o al director ejecutivo del FMI, Dominique Strauss-Kahn, habría que obligarles a contarnos cuándo dejaron de equivocarse en materias económicas. No podemos permitirnos que estos banqueros centrales subprime sigan controlando la política económica.

AUTOR :
Dean Baker es codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy , así como de False Profits: Recoverying From the Bubble Economy.

Traducción Ricardo Timón

FUENTE : SIN PERMISO

La Gran Depresión y la Revolución de 2017



Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo construye una fábula futurista tan divertida como instructiva. Advertencia del editor de SP a los lectores más impresionables: que tenga un final feliz, no la hace menos inquietante.

WASHINGTON, 7 de noviembre de 2017*.- Ayer, el presidente del Congreso, Dennis Kucinich, prestó juramento como Presidente de la Unión, en sustitución del Presidente Jeb Bush, que había huido a Riad, Arabia Saudita, a bordo del avión presidencial, en busca de refugio en el archiprotegido complejo de su padre, situado en los terrenos del palacio de la familia Bin Laden. El Vicepresidente Dick Cheney, en coma desde el mes de agosto tras sufrir su decimoquinto ataque cardíaco, fue declarado incapaz. El Presidente Kucinich anunció inmediatamente un amplio paquete de medidas destinadas a poner fin a la Gran Depresión, que empezó con la crisis financiera mundial de 2007. Hizo un llamamiento a la calma y rogó a los dirigentes del Ejército Revolucionario del Tea Party (Partido del Té), que tiene asediada la capital, Washington, que cancelaran el ataque previsto para hoy, 100º aniversario de la Revolución Bolchevique. El Comandante Dick Armey dijo estar dispuesto a reunirse para estudiar la posibilidad de un alto el fuego a condición de que sus milicianos pudieran llevarse sus armas a casa.

Al parecer, el Presidente Kucinich ordenó a la infantería de marina que asaltara la sede de Goldman Sachs en Manhattan a primeras horas de esta mañana. Aunque llegan noticias de disparos de armas cortas, se informa de que la mayoría de los 6.000 empleados de la empresa han sido desalojados sin lucha y van camino de diversas prisiones situadas en el área metropolitana de Nueva York. El director ejecutivo Timothy Geithner fue capturado en el aeropuerto La Guardia cuando trataba de subir a un reactor privado con destino, presuntamente, a Riad. Según una fuente anónima, Geithner se quejó de que el Presidente Bush lo hubiera dejado tirado pese a haberle prometido protección. El Presidente Kucinich anunció que Geithner se enfrentaba a los cargos de fraude, estafa y evasión de impuestos. El caso se remonta al año 2012, pero había quedado en suspenso cuando la ex-Presidenta Sarah Palin ordenó a la fiscalía que detuviera su investigación sobre el ministro de Hacienda. El Presidente Kucinich dijo que Goldman, el último banco que quedaba en los Estados Unidos, sería nacionalizado. Aseguró a los titulares de depósitos que el banco volvería a abrir el lunes bajo la administración de un grupo de gestores nombrados por el Presidente y dirigidos por William Black. Todos los depósitos asegurados quedarán garantizados, pero se cree que otro tipo de derechos no serán respetados. Se informa de que agentes del FBI han procedido a confiscar todos los activos de los empleados actuales y anteriores de Goldman. Se han dictado asimismo órdenes de detención contra los ex-ministros de Hacienda Paulson, Rubin, y Summers.

El paquete de medidas del Presidente Kucinich comprende una anulación universal y completa de las deudas. Con arreglo a dicho plan, todas las deudas de particulares se considerarán nulas. Las consecuencias de ello no están del todo claras, pues los índices de impago llegan ya al 95% en casi todas las modalidades de deuda. Diversos economistas han declarado que el nuevo Presidente no ha hecho sino reconocer la realidad existente, pero otros sostienen que ha dado protección legal a los okupas que se han negado a abandonar durante los diez últimos años sus viviendas, sobre las que pende una hipoteca impagada. El movimiento a escala mundial en favor del "Año Jubilar" ha venido presionando a favor de esta redención de la deuda desde que estalló la crisis.

Las medidas propuestas, a las que se ha bautizado como "New Deal 2.0", comprenden también una garantía universal de empleo que proporcionaría trabajo y salario a una población sin empleo estimada en 75 millones para el conjunto del país. El plan parece hacerse eco de una propuesta que el entonces congresista Kucinich presentó a la Cámara en 2011. Los fondos para dicho programa los proporcionaría Washington, pero los proyectos se formularían y gestionarían a escala local. En su momento, Kucinich había sostenido que el programa "se haría cargo de los trabajadores tal como son y en el sitio donde están", proporcionando un salario vital a los participantes y servicios e infraestructuras útiles a sus municipios. A la pregunta de cómo el Estado pagaría el programa, el congresista Kucinich respondió en su momento: "mediante créditos bancarios, por supuesto, que es la única manera de gastar que tiene un Estado soberano". Sin embargo, su proyecto de ley no superó el trámite en comisión; se descubrió que el operador de fondos de alto riesgo Pete Peterson había llevado a cabo una amplia campaña de contribuciones a favor de todos los miembros de la comisión que se habían opuesto a la legislación (y aunque nunca fue acusado de delito, siempre se sospechó que podía haber existido una conexión).

El Presidente Kucinich anunció también un nuevo "Plan Marshall" para una Europa devastada por la guerra, que se había sumido prácticamente en la anarquía cuando la Unión Europea se derrumbó a finales de 2010. Hizo un llamamiento al ejército de las Brigadas Rojas italianas para que pusieran fin a su asedio de Berlín. Prometió poner en marcha un puente aéreo de alimentos para millones de europeos hambrientos, a los que seguirían productos industriales, a fin de ayudar a las naciones europeas a que empezaran a producir con vistas al consumo interior. Abogó por poner fin a la austeridad fiscal y sostuvo que, puesto que cada nación había adoptado su propia moneda al hundirse el euro, todas estaban en condiciones de "gastar con cargo a créditos bancarios". Por consiguiente, "todo lo que es tecnológicamente factible es financieramente factible".

Wall Street se recuperó inmediatamente de conocerse estas noticias, alcanzando el Nasdaq un nuevo máximo cercano a los 250, mientras el Dow marcaba 1.150 (los niveles más altos desde el Gran Crac de octubre de 2011). El dólar subió también con las noticias hasta el nivel de 52 $ por cada RMB de China. El optimismo se contagió a los mercados japoneses, manteniéndose el yen cerca de los 132 por dólar.

En su declaración, el Presidente Kucinich dijo que la larga "pesadilla" estaba llegando a su fin. Empleó un tono conciliador cuando respondió a una pregunta sobre las actuaciones del gobierno del Presidente Obama en los primeros años de la Gran Depresión, que muchos creen que creó las condiciones para el Gran Crac. "Mire, el Presidente Obama, al igual que sus sucesores, siguieron los consejos de los economistas (que no paraban de predicar más y más austeridad fiscal), de manera muy semejante a como médicos poco atinados solían desangrar a sus pacientes hasta matarlos. Estaban, y todavía están, desorientados. Les prometo que excluiré a todos los economistas de mi gobierno. No pediré ni seguiré el consejo de los economistas”. Al cabo de diez años de sufrimientos en el curso de la segunda Gran Depresión, la nación entera daba un suspiro de alivio.

El Presidente mencionó las experiencias de China, la India y Botswana, las únicas naciones que lograron escapar a la Gran Depresión. Recordó que, exactamente diez años antes, el PIB de los Estados Unidos y el nivel de vida del norteamericano medio eran muchas veces superiores a los de cualquiera de esas naciones. De hecho, Botswana solía ser objeto de burla a causa de sus políticas, que habían provocado hiperinflación. Y, sin embargo, cada uno de aquellos países había establecido garantías de empleo y había desarrollado programas que lograron la plena ocupación con estabilidad de salarios y precios. Y mientras el desempleo aumentaba escandalosamente en todo el mundo, esas tres naciones disfrutaban de plena ocupación y de unos niveles de vida al alza. De hecho, los tres países habían superado la mediana estadounidense del nivel de ingresos reales de los hogares. El Presidente Kucinich dijo que Botswana había ofrecido enviar asesores para ayudar a encarrilar de nuevo la política fiscal y monetaria de los Estados Unidos. Proclamó que se habían acabado los días de desatinada austeridad fiscal y prometió "gastar lo que haga falta para que los trabajadores y las fábricas de nuestra nación trabajen a pleno rendimiento".

Según noticias relacionadas con éstas, un grupo de economistas ha declarado su apoyo a las medidas del Presidente Kucinich. Entre ellos figura el antiguo Presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, que al comienzo de la depresión se retractó de su creencia en la economía de libre mercado. Con el tiempo se ha ido desplazando más hacia la izquierda, haciendo suyas reformas que van desde la medicina socializada hasta la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Mientras algunos economistas han rechazado las declaraciones públicas de Greenspan como salidas de tono de "un viejo senil", otros han señalado que sus declaraciones resultan notablemente convincentes en comparación con las que solía hacer cuando era Presidente. Antiguo discípulo de Ayn Rand, los recientes testimonios de Greenspan incluyen oscuras invocaciones a Marx, Lenin y Rosa Luxemburgo. Ha venido también abogando por la eliminación de la Reserva Federal, con el argumento de que la política monetaria y la política fiscal deben elaborarse conjuntamente en el Ministerio de Hacienda.

NOTAS: [*] Algunos de los sucesos aquí reseñados no han sido contrastados con los hechos.** [**] De hecho, ninguno de los sucesos aquí reseñados ha ocurrido todavía, aunque algunos de ellos son bastante probables.

AUTOR :
L. Randall Wray es uno de los analistas económicos más respetados de Estados Unidos. Colabora con el proyecto newdeal 2.0 y escribe regularmente en New Economic Perspectives. Profesor de economía en la University of Missouri-Kansas City e investigador en el “Center for Full Employment and Price Stability”. Ha sido presidente de la Association for Institutionalist Thought (AFIT) y ha formado parte del comité de dirección de la Association for Evolutionary Economics (AFEE). Randall Wray ha trabajado durante mucho tiempo en el análisis de problemas de política monetaria, macroeconomía y políticas de pleno empleo. Es autor de Understanding Modern Money: The Key to Full Employment and Price Stability (Elgar, 1998) y Money and Credit in
Capitalist Economies
(Elgar 1990).

Traducción Miguel Candel

FUENTE : SIN PERMISO

El informe de la OCDE y la manifiesta locura que ahora pasa por opinión respetable



Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo habla sin tapujos de la locura incompetente del grueso de sus colegas.

He tenido ocasión de leer el nuevo informe de la OCDE (OECD Economic Outlook). Es un documento terrorífico.

¿Por qué? No porque ofrezca unas perspectivas desoladoras, aunque lo hace: bien que la OCDE hace proyecciones de crecimiento, todavía pronostica un desempleo extremadamente elevado para los años venideros.

No, lo que resulta espeluznante es la manifiesta locura que ahora pasa por opinión respetable.

He aquí lo que dice la OCDE sobre la política monetaria de los EEUU:

“En los EEUU, en donde algunas medidas han incrementado las expectativas de inflación a largo plazo y en donde el mercado de trabajo se ha estabilizado antes de lo esperado, el comienzo de la normalización [por la que entienden un aumento de los tipos de interés] no debería retrasarse más allá de último trimestre de 2010. La política de tipos de interés debería estar ya a más de medio camino de la neutralidad a fines de 2011, pero el curso de la convergencia hacia la plena normalización debería acelerarse si las expectativas de inflación a largo plazo siguen aumentando.”

Así pues, la OCDE quiere que la Reserva federal comienza a elevar los tipos de interés –en los próximos seis meses, o antes—, porque… bueno, veamos los propios pronósticos de la OCDE. De acuerdo con sus pronósticos, en el cuarto trimestre de 2011 –dentro de un año y medio— la tasa de desempleo seguirá siendo de un 8,4%. Entretanto, la inflación será de un 1% (bastante por debajo del objetivo de inflación de la Fed, que es de un 2%). Pero aun con el pronóstico de la OCDE, ¿qué razón podría aducirse para endurecer ahora la política monetaria, cuando la economía todavía tendrá todavía un enorme exceso de capacidad y una inflación demasiado baja a finales del año próximo?

La única explicación parece hallarse al comienzo del paso citado: algunas gentes, viene a decir el informe, están empezando a pensar que podría haber inflación, de modo que aún en el caso de que esas gentes anduvieran equivocadas según nuestros pronósticos, ya ven, necesitamos ponerlos en cabeza de ese temor fantasmal y poner freno a la recuperación de la economía… ¿o no?

Lo que resulta espeluznante aquí es que la OCDE define virtualmente la sabiduría convencional; es una especie de párrafo numerado que cualquier comisión tiene que suscribir rutinariamente, háblese de lo que se quiera, para, como dicen, asear los matices. Lo que sacamos en limpio de todo eso es que entre personas sensibles ha llegado a convertirse en sabiduría convencional la idea de que tienes que socavar la recuperación económica a fin de apaciguar a quienes piensan que podría haber inflación, y eso a despecho de que en realidad no la haya. Una sabiduría tan convencional que se considera algo de todo punto evidente.

Y eso es lo realmente, realmente malo.

AUTOR :
Paul Krugman es profesor de economía en Princeton. Fue Premio Nobel de en 2008.
Traducción Miguel de Puñoenrostro

FUENTE : SIN PERMISO