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viernes, 4 de junio de 2010

La hipocresía de los halcones del déficit, o cómo las elites buscan destruir el Estado social aun costa de dañar la recuperación económica.




Uno de los más grandes economistas de nuestro tiempo habla sin tapujos de la incompetencia y la locura de las elites político-económicas.

Harold Meyerson pone el dedo en la llaga: “De todos los hiatos que en los EEUU de hoy separan las opiniones de la elite y de la masa, tal vez la mayor sea ésta: las elites no creen realmente que estemos todavía en fase de recesión, o acaso es que no les preocupa”. Lo que resulta aún más sublevante es que, tras haber sido los mayores beneficiarios de la magnanimidad del gobierno en los dos últimos años, son precisamente ellos quienes ahora despotrican contra la política fiscal “irresponsable” e “insostenible” del gobierno.

La amnesia colectiva y la depravación moral de estas elites es verdaderamente inconcebible.

¿Por qué tenemos un déficit cercano al 10% del PIB precisamente ahora, cuando sólo era del 2% hace 3 años? Las razones: el estímulo de Obama, el plan de rescate bancario (TARP) y la ralentización de la economía (que respondió a una crisis fiscal de envergadura, no precisamente causada porque el gobierno comenzara a derrochar irracional e irresponsablemente). Una economía ralentizada lleva a menores ingresos (menos ingresos = menor recaudación fiscal, puesto que el grueso de la recaudación fiscal procede del ingreso y de los tipos marginales bajos) y lleva a mayores gastos en la red de bienestar social.

Convenientemente camuflados tras todo este furor sobre el défict están los beneficiarios de esta reciente prodigalidad pública. No son, desde luego, los desempleados, ni la gran mayoría de la gente que no trabaja en el sector de los servicios financieros.

Y basta ya de ese meme ahora imperante (--el último en regurgitarlo ha sido John Heilemann en un artículo para el New Yorker Magazine: “Obama is from Mars, Wall Street is from Venus” [Obama es de Marte, Wall Street, de Venus], según el cual los costes del rescate financiero son mínimos gracias a las medidas “exitosas” emprendidas para “salvar” a nuestro sistema financiero (como si valiera la pena salvarlo en su presente configuración). Con la señalada excepción de Simon Johnson, virtualmente todos los analistas pasan por alto que nuestra deuda pública en relación con el PIB ha pasado en 2 años del 40% del PIB al 90% del PIB como consecuencia directa de la crisis de 2008.

Huelga decir que los terroristas del déficit se ven ahora reforzados por ese hecho, olvidando convenientemente sus causas subyacentes. Lo mismo vale, con la conspicua excepción del mencionado Meyerson, para los periodistas que cubren la actualidad económica. En una economía de mercado, en la que la mayoría de nosotros tiene que trabajar para tener una existencia material, las amenazas planteadas por los Pete Peterson [1] y la brigada de halcones del déficit representan un verdadero asalto a nuestro derecho a trabajar. Como observa mi amigo Bill Mitchell, “los neoliberales socavan deliberadamente el derecho a trabajar de millones de personas, forzándolas a una situación de dependencia para luego entrar a saco en el sistema de bienestar y negarles el pobre alivio que ese sistema les proporciona.”

Las elites que se desgañitan contra este gasto público (señaladamente las de Wall Street) vienen a ser como alguien que proporcionara a otro cinco cajetillas de cigarrillos al día para luego escandalizarse del hecho de que su beneficiario hubiera contraído irresponsablemente un cáncer de pulmón.

¿Qué pasará con el déficit cuando la economía mejore, si llega a hacerlo? El estímulo de Obama y el TARP, pase lo que pase, se desvanecerán en unos pocos años. El incremento de los ingresos fiscales y el gasto social caerán. Regresaremos a la “normalidad”, con déficits entre el 2% y el 4%, según el estado de la economía, como así ha sido en los últimos 30 años, dejando de lado el período 1998-2001. Hasta la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) coincide en eso. ¿Pero qué pasará, en cambio, con los recortes fiscales de Bush? Pues que tendrán un impacto en el PIB de un +2% o -2%, según sean abrogados o prorrogados.

Lo cierto es que la mejor reforma para lograr la “estabilidad financiera” que podemos emprender es el pleno empleo, porque con un empleo creciente viene un crecimiento del ingreso y la consiguiente capacidad para servir la deuda. Eso significa menos impagos para los bancos y, consiguientemente, una menor necesidad de proceder a rescates públicos.

En cambio, la austeridad fiscal no recorta nada. Nuestras elites parecen pensar que se puede recortar “el gasto público despilfarrador” (es decir, reducir más la demanda privada) y recortar los salarios, y por lo mismo, los ingresos privados, sin esperar importantes efectos multiplicadores que empeoren significativamente las cosas. Se calla por sabido que ese gasto “despilfarrador” e “insostenible” nunca parece apuntar al del Departamento de Defensa, al que siempre hemos parecido ser capaces suministrar unos cuantos miles de millones de dólares: diríase que los principios de “asequibilidad” nunca han sido de aplicación para el Pentágono.

Las elites que toman decisiones políticas parecen haber adoptado la línea del FMI, según la cual los multiplicadores fiscales son relativamente bajos y los estabilizadores automáticos (que funcionan para incrementar los déficits a medida que cae el PIB) no se llevarán por delante los recortes discrecionales en el gasto neto dimanantes de los paquetes de austeridad. Hay pruebas empíricas abrumadoras de que esta hipótesis es falsa y de que la puesta por obra de políticas fundadas en esa hipótesis causan daños –que afectan a generaciones enteras— en términos de volumen de producción perdido, en términos de ingresos perdidos, en términos de bancarrotas y en términos de empleo perdido (especialmente, negando a los que salen del sistema educativo un robusto comienzo en su vida laboral).

Lo que realmente anda por detrás de todo esto es que las gentes de viso no quieren la menor intervención pública en los asuntos económicos, a menos que les beneficie directamente. Con característica ingratitud, Wall Street amenaza ahora con cortar las donaciones de campaña electoral para Obama y los demócratas a causa del propósito de éstos de promover una mayor regulación en el sector financiero. Sin embargo, cuando el gobierno interviene con rescates, Wall Street se pone a la cabeza de la cola, sombrero en mano. Nadie desea apechugar con la disciplina real de los mercados, si eso significa pérdidas. Quienes se hallan en el segmento superior de la distribución del ingreso no está contra cualquier tipo de intervención pública, pero están frecuentemente en contra de ciertos tipos intervenciones públicas que pudieran robustecer la posición de los trabajadores o fomentar una verdadera competencia entre las empresas privadas (en el caso de una opción pública en el caso de la reforma sanitaria, por ejemplo).

El principio del pleno empleo es el valor real que debería guiar la política económica, no el falso énfasis en unas proporciones financieras siempre en manos del sector financiero. Yo dudo mucho de que ese principio constituya la inspiración directriz de nuestro “consejo de sabios”, que delibera sobre el futuro de la Seguridad y Medicare a puerta cerrada, mientras nosotros reflexionamos sobre el asunto abiertamente.

AUTOR : Marshall Auerback es un reconocido analista económico norteamericano. Investigador veterano del prestigioso Roosevelt Institute, colabora regularmente con New Economic Perspectives y con NewDeal2.0.

Traducción Casiopea Altisench

FUENTE : SIN PERMISO

La acometida de Merkel en Eurolandia




Angela Merkel ha dejado que un incendio de matorrales menor en la periferia se convierta en un infierno furioso que se abate por todo el continente. Ausentes los esfuerzos de la torpe diplomacia de Berlín y su apego feroz a la economía hooveriana, el tema griego habría terminado por el momento. De hecho, el fuego continúa ardiendo mientras la canciller alemana empuja a la eurozona cada vez más cerca del borde del abismo. ¿Y para qué? ¿Para demostrar que el gasto pródigo de los estados miembros (Grecia) no debería quedar impune? ¿Es eso de lo que se trata? ¿Está Merkel realmente queriendo romper la UE para probar su posición y para acomodar su imponente sentido de su propia moralidad superior?

Hay una solución para los problemas de la UE, pero requiere cooperación, visión y una institución gubernamental supraestatal capaz de concretar una política fiscal sensata. Todo eso es muy factible, pero no en un ambiente cargado de acrimonia y división. Como miembro más poderoso, Alemania tiene un papel especial para desempeñar en el mantenimiento de la cohesión; es el pegamento que mantiene a la UE unida. Desgraciadamente, Merkel y cia. parecen estar menos interesados en construir puentes que en afincarse para establecer nuevas vías para castigar a las naciones que se aparten del 3 por ciento (la regla del déficit máximo). La canciller alemana quiere estar segura de que los países que excedan los límites serán despojados de los subsidios de la UE y de los derechos de voto. El Ministro de Hacienda austríaco resumió la política perfectamente cuando dijo: “los países que sean laxos con la planificación del presupuesto recibirán un rapapolvo”.

Ningún país del proyecto euro se unió porque querían ser sermoneados por los arrogantes burócratas germano-austríacos cuyo entendimiento económico propio de la Edad de Piedra ha empujado a los 16 Estados de la confederación al borde del desastre. Además, los mercados ya han votado con los pulgares hacia abajo al remedio de Merkel de austeridad frailuna. Quieren estímulos, crecimiento y liquidez; ninguno de los cuales están contemplados en el plan de contracción económica de la “Frau Nein”.

Vale la pena revisar algunos de los detalles del llamado “plan de rescate griego” para encontrarle el truquillo a las realmente debilitantes medidas de austeridad de la UE. He aquí un extracto de un artículo de Polyvios Petropoulos, ex profesor de economía en los EEUU, que resume algunos de los más duros recortes:

“En primer lugar, el programa del FMI-UE… no es ‘apoyo’ o ‘ayuda’ o ‘socorro’ o incluso ‘rescate’, como el FMI, la UE y varios comentaristas están diciendo. Consiste en una serie de préstamos, de hecho préstamos sin condiciones concesionarias… con condiciones draconianas sin precedentes, la tasa de interés normal que se cobra el FMI en todos los casos. En cuanto a la parte de la UE, ésta se cobra incluso una tasa de interés más alta… Pagar el 5-6 por ciento cuando el PIB del país está decreciendo al -4 por ciento anual, claramente convierte en un problema insostenible la deuda del país, como han mostrado algunos economistas…

En segundo lugar, [el programa] no se ofreció para ayudar al ‘pueblo griego’. Se ofreció para auxiliar a los tenedores de bonos, a los banqueros, al euro, y para evitar el contagio con sus desagradables consecuencias para la UE y la economía mundial…

En tercer lugar, no hay en absoluto ‘protección para los más vulnerables’, como uno esperaría del ‘socialista’ (¿o ‘exsocialista’?) al frente del FMI, o del gobierno griego ‘socialista’, para el caso, y esta afirmación se repite varias veces en los dos documentos más arriba mencionados. Lo contrario es cierto. Un mero listado de algunas de las medidas de austeridad será suficiente para demostrar mi afirmación.

- Un magro ‘subsidio de solidaridad social’, así llamado, para las personas indigentes queda abolido, a pesar de las garantías en la sesión de preguntas y respuestas del FMI acerca de que ‘la selección de los gastos sociales será revisada para fortalecer la red de seguridad social para los más vulnerables’.

- A pesar de las garantías en la sesión de preguntas y respuestas de que ‘las pensiones mínimas y los instrumentos de apoyo familiar no se reducirán’, todas las pensiones y subsidios públicos y del sector privado han sido reducidos, todos bajan, hasta las magras pensiones de 450, 500, 550 euros al mes, etc., que están muy por debajo del umbral de la pobreza (haciendo imposible la supervivencia a los pensionistas de más edad)…

- Reducción de los salarios incluso de los peor pagados funcionarios…

- Congelación de los salarios y pensiones más bajos durante los próximos años, aunque la inflación galopante ya supera el 4 por ciento…

- El IVA, que era mucho mayor en Grecia que en Portugal y España, se elevó en un 20 por ciento sobre todos los bienes, incluidos los alimentos básicos, que constituyen la mayoría de las compras de los pobres.

- Se aumentaron los impuestos a las ventas sobre los bienes, supuestamente, de lujo… como la gasolina (más del 50 por ciento), cigarrillos, cerveza, vino, etc…

Para ser justos… la reducción de las lamentables pensiones del sector privado no fueron impuestas por los funcionarios del FMI en Atenas, sino por los de la UE.” (“Verdades y mitos acerca de la ‘crisis griega’”, Polyvios Petropoulos, Credit Writedowns).

Así que las deudas de los banqueros y especuladores están siendo cargadas sobre las espaldas de los trabajadores pobres y de los ancianos. ¿Dónde hemos oído esto con anterioridad?

De todas formas los déficits de Grecia no son el problema. El verdadero problema es los bancos endeudados de la UE (que mantienen la deuda griega) que darán una vuelta de campana si Grecia no obtiene un salvavidas. Esto es de Reuters:

“Los bancos europeos tienen unos 2’8 billones de dólares expuestos en Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia, países de la zona euro altamente endeudados que han preocupado a los inversores. Estos bancos pueden ser golpeados con pérdidas que van de los 350.000 a los 700.000 millones, escribió Neela Gollapudi, un estratega de las tasas de interés del Citigroup…

‘El paquete de estabilización de la UE ayuda a la refinanciación de la deuda soberana, pero no corrige la deuda del sector privado’, dijo Gollapudi” (Reuters, "US 3-month Libor seen rising above 1 pct-Citigroup" [El Libor trimestral de EEUU crece por encima del 1 por ciento del Citigroup]).

Así que Merkel puede dejar de fingir que el rescate es un acto de caridad desinteresada. No lo cree nadie. Ni está nadie confundido acerca de la pila del billón de euros que la UE reunió para repeler a los especuladores. Los vendedores a corto vieron la bufonada en menos de 24 horas y enviaron a los mercados a hundirse de nuevo. ¿Piensan realmente los líderes del euro que son lo suficientemente listos para engañar a Wall Street? Wall Street inventó el fraude.

¿Alguien en la UE al menos muestra que comprende el problema básico? La integración europea es algo más que una moneda y un tratado. Requiere política, gobernanza y unificación. La moneda no es política y los tratados no sustituyen el gobierno de las instituciones. La farsa ha ido tan lejos como podía ir sin más concesiones de los estados miembros para establecer una autoridad central que aplique una política fiscal.

El punto de vista de Merkel es que Alemania debería mantener su independencia soberana –junto a sus excedentes gigantescos− a la vez que cosecha los beneficios de una moneda que sirve a sus propios intereses económicos. Pero los defectos de este plan ya han sido expuestos. Los países dependientes no exportadores más pequeños (por otro nombre Grecia, Portugal, España) necesitan acomodo fiscal o se verán forzados a abandonar la Unión. No es una cuestión de gasto libertino griego frente a la propensión al ahorro alemana. Es una cuestión práctica de la realidad económica.

Así que, ¿cómo puede la UE salir adelante con los mercados antes de que el euro se vaporice y la economía caiga en la recesión?

En primer lugar, Bruselas debe cambiar su contraproducente y punitivo tono con Atenas y fortalecer relaciones de amistad. No más condescendiente cháchara acerca de “dar el rapapolvo”, por favor. Grecia debe reestructurar su deuda (todo el mundo está de acuerdo en este punto) a la vez que el BCE inicia un programa de flexibilización cuantitativa (comprando la deuda gubernamental y corporativa griega) para aumentar la liquidez para que la economía de Grecia pueda crecer y así salir de la depresión. Esto significa que los bancos (y los tenedores de bonos) alemanes y franceses tendrán que aceptar una devolución menos óptima al perdonar la deuda, lo que podría llevarlos a la bancarrota. Si se da ese caso, entonces el BCE tendrá que establecer una línea de crédito para proveer un soporte (temporal) a fin de ayudar a las instituciones financieras apuradas mientras los reguladores las controlan para verificar que tengan bastante capital como para poder seguir funcionando.

Los mercados están hipersensibles porque los remedios propuestos son todos deflacionarios y conducirán inevitablemente a la recesión. De modo que la UE debe promulgar políticas alternativas que incrementen el empleo, estimulen la demanda y restauren la confianza. Aquí van unas pocas recomendaciones:

El BCE debe estar dispuesto a gastar lo que sea necesario para evitar una nueva catástrofe.

Deben poner en funcionamiento políticas para la retirada ordenada de los países que no caben dentro del sistema económico de la UE.

Deberán elaborarse regulaciones sobre las actividades bancarias en la sombra, los derivados, las transacciones sobre los acuerdos de recompra (repos) para evitar otro hundimiento del mercado.

La UE debería desarrollar una estrategia para proveer estímulos fiscales a largo plazo en toda la zona del euro hasta que el desempleo caiga, la demanda agregada se levante, y el balance de los hogares muestre signos de mejora.

AUTOR : Mike Whitney es un analista político independiente que vive en el estado de Washington y colabora regularmente con la revista norteamericana CounterPunch.

TRADUCCION Daniel Raventós

FUENTE : SIN PERMISO