El nuevo plan anticrisis del gobierno gira alrededor de una sola bala de plata para matar al tigre de la recesión: se trata de impedir la paralización de la industria de la construcción poniendo en marcha un programa de grandes obras públicas. Según el Reporte de Inflación de marzo pasado, la inversión pública crecería a una tasa del 50% anual durante 2009, elevando así su participación desde un 4% hasta un 6% del PBI. Aunque existen otros componentes secundarios en este paquete de política fiscal expansiva, como la rebaja del precio de los combustibles o el incremento de la devolución de impuestos a los exportadores no-tradicionales, la gran cuestión es si este impulso fiscal llegará a tiempo y con la fuerza suficiente para evitar una recesión el 2009. El gobierno no parece haber advertido que, en situaciones como esta, mejor es pecar por exceso que por defecto.
De acuerdo al Reporte de Inflación, este impulso fiscal y la previsible reducción de la recaudación tributaria convertirían el superávit fiscal de 2.1% del PBI del 2008 en un déficit fiscal del 1% del PBI en 2009; déficit que el gobierno financiaría fácilmente con los depósitos que tiene acumulados en el Banco Central.
El nuevo plan anticrisis del gobierno no considera la rebaja de impuestos que pondrían el dinero directa e inmediatamente en el bolsillo de las clases populares, como la rebaja del IGV. Y también excluye otras medidas que elevarían la demanda agregada de bienes nacionales, especialmente para la manufactura no primaria orientada al mercado interno que está expuesta a una fuerte competencia de importaciones, como las reclamadas recientemente por la CGTP y que incluyen el aumento de los aranceles (que el gobierno ha rebajado repetidamente) y la suspensión de la firma de nuevos tratados de libre comercio (el gobierno ha anunciado que firmará uno de estos tratados con China próximamente), el incremento del salario mínimo y las pensiones de jubilación, etc. Esta vez, sin embargo, el plan fiscal anticrisis ha ido acompañado, primero, por un par de tímidas rebajas de un cuarto de punto de la tasa de interés de referencia del Banco Central; y luego, a principios de abril, por una rebaja más sustantiva de un punto, que debiera continuar.
Finalmente, cabe enfatizar lo obvio: la persistencia del déficit de la balanza de pagos depende de la duración de la crisis mundial, que determina la caída de los precios de las materias primas de exportación y la salida de capitales de la periferia. El último Reporte de Inflación proyecta, sin embargo, un déficit de balanza de pagos para el 2009 equivalente a tan solo un 2.5% del PBI, a pesar de que el déficit externo registrado en el cuarto trimestre del 2008 alcanzó un 13.2% del PBI. Segundo, es claro que las políticas fiscales y monetarias expansivas que contrapesan con éxito el efecto recesivo de la caída de las exportaciones y la salida de capitales también deterioran la cuenta corriente de la balanza de pagos vía las mayores importaciones. En consecuencia, es perfectamente posible que las reservas de divisas actuales no sean suficientes para atravesar esta enorme crisis mundial de duración incierta y llegar a un puerto seguro, si se mantiene el tipo de cambio real multilateral existente. Este aspecto crucial de la situación económica actual (que exige, por lo menos, un alza del tipo de cambio y/o de los aranceles) parece ser ignorado por el gobierno de García y su plan anticrisis.
Una oración de la segunda parte del artículo del autor, que fue publicada el martes 21 en la página 13, apareció, por un error de corrección, con un cambio que alteró el sentido de esa oración. El texto con el error decía:
”De allí, no hubo el ajuste del gasto público ni la adopción de otras medidas como el subsidio a los combustibles importados o la rebaja generalizada y unilateral de aranceles a las importaciones, sin embargo, sí estuvieron presentes los aumentos del salario mínimo o las pensiones de jubilación pagadas por el gobierno”.
Debió decir:
”De allí, el ajuste del gasto público y la adopción de otras medidas como el subsidio a los combustibles importados o la rebaja generalizada y unilateral de aranceles a las importaciones; no hubo, sin embargo, aumentos del salario mínimo o las pensiones de jubilación pagadas por el gobierno”.
Ofrecemos disculpas al columnista y a nuestros lectores.
AUTOR : OSCAR DANCOURT
FUENTE : ACTUALIDAD ECONOMICA DEL PERU
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