jueves, 29 de octubre de 2009
Dejad que florezcan cien teorías
La crisis económica y financiera ha sido un momento de profunda reflexión para los economistas, ya que ha cuestionado muchas ideas que hasta ahora gozaban de aceptación. Si la ciencia se define por su capacidad de predecir el futuro, el que gran parte de los economistas hayan sido incapaces de prever la crisis debería ser causa de gran inquietud.
Sin embargo, en realidad en la disciplina económica existe una diversidad de ideas mucho mayor de lo que se suele pensar. Los galardonados con el Nobel de economía de este año son dos académicos que han dedicado su vida a explorar enfoques alternativos. Como campo de estudio, la economía ha generado una gran variedad de ideas, muchas de las cuales argumentan que los mercados no son necesariamente eficientes o estables, o que la economía y nuestra sociedad no se describen de la mejor manera mediante los modelos estándar de equilibrio competitivo utilizados por la mayoría de los economistas.
La economía conductista, por ejemplo, pone el acento en que a menudo los participantes del mercado actúan de maneras difíciles de conciliar con el racionalismo. De manera similar, la economía de la información moderna plantea que, incluso si los mercados son competitivos, no suelen ser eficientes cuando la información es imperfecta o asimétrica (algunas personas saben cosa que otras no, como en la reciente debacle financiera), es decir, siempre .
Una larga línea de investigación ha demostrado que, incluso si se usan los modelos de la así llamada escuela económica de las “expectativas racionales”, los mercados pueden no comportarse de manera estable, y pueden producirse burbujas de precios. La crisis ha permitido mostrar amplia evidencia de que los inversionistas están lejos de comportarse racionalmente, pero los errores de la línea de razonamiento centrada en las expectativas racionales –supuestos subyacentes como el que todos los inversionistas cuentan con la misma información- habían sido puestos al descubierto mucho antes.
Así como la crisis ha fortalecido las ideas que ponen acento en la necesidad de que más y mejor regulación, ha dado también un nuevo impulso a la exploración de líneas de pensamiento alternativas que arrojen más luces sobre cómo funciona nuestro complejo sistema económico, y quizás también a la búsqueda de políticas que puedan evitar que se repita la calamidad que acabamos de vivir.
Afortunadamente, mientras algunos economistas promovían la idea de que los mercados son completamente eficientes, se regulan a si mismos y están siempre con pleno empleo, otros economistas y cientistas sociales se han dedicado a explorar una variedad de enfoques distintos. Entre ellos, podemos mencionar los modelos basados en agentes, que enfatizan la diversidad de circunstancias; modelos de redes, que se centran en las complejas interrelaciones entre firmas (como las que generan cascadas de bancarrotas); una mirada renovada al trabajo de Hyman Minsky sobre crisis financieras (cuya frecuencia ha aumentado desde que comenzaran las desregulaciones, hace tres décadas), al que no se ha prestado la suficiente atención; y modelos de innovación, que intentan explicar la dinámica del crecimiento.
Gran parte de los trabajos más interesantes en el ámbito de la economía cruzan sus fronteras y tienden lazos con el trabajo de teóricos de la psicología, las ciencias sociales y la sociología. También tenemos mucho que aprender de la historia económica. Más allá de toda la fanfarria en torno a la innovación financiera, esta crisis es notablemente similar a crisis anteriores, con excepción de que la complejidad de los nuevos productos financieros redujo la transparencia, intensificando los temores a lo que podría ocurrir de no haber un masivo rescate financiero por parte del estado.
Las ideas importan, tanto o quizás más que el interés propio. Nuestras autoridades electas y los encargados de aplicar las normativas terminaron siendo cautivos políticos: los intereses creados en los mercados financieros ganaron mucho con la desregulación desbocada y la incapacidad de adaptar la estructura normativa a los nuevos productos. Sin embargo, también sufrieron de estrechez intelectual, y hoy les haría bien contar con una cartera de ideas más amplia y sólida.
Por eso es tan estimulante el anuncio reciente de George Soros en la Universidad Centroeuropea de Budapest de la creación de una bien financiada Iniciativa para el Nuevo Pensamiento Económico (INET). Sus becas de investigación, simposios, conferencias y su nueva revista ayudarán a estimular las nuevas ideas y a que florezcan las iniciativas de colaboración.
La INET tendrá completa libertad -tanto de contenido como de estrategia-, y esperamos que logre el apoyo de otras fuentes. Su único compromiso es con el nuevo pensamiento económico, en el sentido más general. Hace un mes, Soros reunió un notable grupo de estrellas de la economía, procedentes de todo el espectro de la profesión -de la teoría a la política, de izquierda y derecha, jóvenes y viejos, partidarios y detractores del sistema- para debatir sobre la necesidad y las perspectivas de una iniciativa de este tipo, y cuál sería la mejor manera de proceder.
A lo largo de las últimas tres décadas, una tendencia del ámbito económico construyó modelos que suponían que los mercados funcionaban a la perfección. Este supuesto opacó gran cantidad de estudios que ayudaban a explicar por qué los mercados a menudo funcionan de manera imperfecta: por qué, de hecho, existen fallos del mercado generalizados.
El mercado de las ideas también funciona de un modo inferior a lo ideal. En un mundo lleno de errores humanos y de una imperfecta comprensión de la complejidad de la economía, la INET se propone desarrollar tendencias alternativas de pensamiento, y con ello paliar en parte esta costosa imperfección del mercado.
AUTOR : George Akerlof and Joseph E. Stiglitz
FUENTE : PROJECT SYNDICATE
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