Por Paul Krugman *
El mes pasado, más de 14 millones de estadounidenses estaban desempleados según la definición oficial, es decir, que buscan trabajo pero no pueden encontrarlo. Muchos más millones tenían que conformarse con empleos de media jornada porque no podían encontrar otros de jornada completa. Y no estamos hablando de apuros temporales. El desempleo a largo plazo, antaño raro en este país, se ha vuelto de lo más corriente: más de cuatro millones de estadounidenses llevan sin trabajar un año o más.
Teniendo en cuenta este desolador panorama, era de esperar que el paro, y qué hacer con respecto a él, hubiesen centrado la rueda de prensa del pasado miércoles con Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal. Y así debería haber sido. Pero no lo fue.
Después de la rueda de prensa, Reuters preparó una nube de palabras de los comentarios de Bernanke, una representación visual de la frecuencia con la que empleó distintas palabras. La nube está dominada por la palabra "inflación". "Desempleo", en una letra mucho más pequeña, está colocada en segundo plano.
El énfasis equivocado no fue totalmente culpa de Bernanke, ya que estaba respondiendo preguntas y esas preguntas se centraron mucho más en la inflación que en el desempleo. Pero este énfasis era en sí un síntoma de hasta qué punto Washington ha perdido interés en la precaria situación de los parados. Y la Reserva Federal de Bernanke, que debería mantener una postura firme frente a esas prioridades sesgadas, en vez de ello se está dejando intimidar para seguir al rebaño.
Algunos antecedentes: la Reserva normalmente es la principal responsable de la gestión a corto plazo y ejerce su influencia sobre los tipos de interés para enfriar la economía cuando se calienta demasiado, lo que aumenta la amenaza de inflación, y para calentarla cuando se enfría demasiado, lo que conduce a un desempleo alto. Y la Reserva ha señalado más o menos explícitamente lo que considera unas consecuencias a lo Ricitos de Oro, ni muy caliente ni muy frío: la inflación, en un 2% o un poco por debajo, y el desempleo, en un 5% o un poco por encima.
Pero Ricitos de Oro se ha marchado del edificio y no tiene pinta de que vaya a volver pronto. Los últimos pronósticos de la Reserva, anunciados en la rueda de prensa, muestran una inflación baja y un desempleo elevado para el futuro predecible.
Es verdad que la Reserva prevé que este año la inflación se situará un poco por encima del objetivo, pero Bernanke declaró (y estoy de acuerdo con él) que estamos asistiendo a un alza temporal debido al aumento de los precios de las materias primas; los cálculos sobre la inflación subyacente siguen situándola muy por debajo del objetivo y, según los pronósticos, la inflación experimentará una marcada caída el próximo año y se mantendrá baja al menos hasta 2013.
Mientras tanto, como ya he señalado, el desempleo -aunque por debajo de su máximo de 2009- sigue siendo apabullantemente alto. Y la Reserva prevé únicamente una lenta mejoría, con un desempleo que, según las previsiones, se mantendrá todavía en torno al 7% a finales de 2013.
Todo ello nos lleva lógicamente a un argumento claro a favor de más medidas. Sin embargo, Bernanke ha indicado que ha hecho todo lo que seguramente va a hacer. ¿Por qué?
Podría haber sostenido que no es capaz de hacer más, que sus colegas y él ya no tienen mucha fuerza sobre la economía. Pero no lo hizo. Al contrario, sostuvo que la reciente política de la Reserva de comprar bonos a largo plazo, a la que generalmente se denomina relajación cuantitativa, ha dado resultados. Entonces, ¿por qué no hacer algo más?
La respuesta de Bernanke fue sumamente descorazonadora. Declaró que una mayor expansión podría inducir un aumento de la inflación.
Lo que hay que tener presente es que las propias previsiones de la Reserva contemplan que la inflación se mantendrá por debajo del objetivo a lo largo de los próximos años, de modo que un ligero aumento de la inflación realmente sería algo bueno y no una razón para evitar abordar el desempleo. Naturalmente, cabe la posibilidad de que esos pronósticos sean erróneos, pero igual pueden ser demasiado altos que demasiado bajos.
La única manera de encontrar sentido a la aversión de Bernanke por las medidas adicionales es decir que le da un miedo mortal sobrepasar el objetivo de la inflación, mientas que el quedarse corto le preocupa mucho menos, aunque el hacer demasiado poco signifique condenar a millones de estadounidenses a la pesadilla del desempleo a largo plazo.
¿Qué está pasando aquí? Lo que yo interpreto es que Bernanke está permitiendo que le intimiden los inflacionistas: la gente que sigue viendo la inflación desenfrenada a la vuelta de la esquina y que no se inmuta por el hecho de que sigue equivocándose.
Últimamente, los inflacionistas se han agarrado al aumento de los precios del petróleo como prueba a su favor, a pesar de que, como el propio Bernanke ha señalado, esos precios no tienen nada que ver con la política de la Reserva. La forma en que los precios del petróleo están influyendo en la discusión llevó al economista Tim Duy a insinuar sarcásticamente que ahora la política básica de la Reserva es no hacer nada con respecto al desempleo "porque algunas personas en Oriente Próximo están buscando la democracia".
Pero yo lo pondría de otra forma. Diría que la política de la Reserva es no hacer nada respecto al desempleo porque Ron Paul es ahora el presidente del subcomité de política monetaria de la cámara.
Adiós a la independencia de la Reserva. Y adiós al futuro de los desempleados cada vez más desesperados de Estados Unidos.
Profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.*
El mes pasado, más de 14 millones de estadounidenses estaban desempleados según la definición oficial, es decir, que buscan trabajo pero no pueden encontrarlo. Muchos más millones tenían que conformarse con empleos de media jornada porque no podían encontrar otros de jornada completa. Y no estamos hablando de apuros temporales. El desempleo a largo plazo, antaño raro en este país, se ha vuelto de lo más corriente: más de cuatro millones de estadounidenses llevan sin trabajar un año o más.
Teniendo en cuenta este desolador panorama, era de esperar que el paro, y qué hacer con respecto a él, hubiesen centrado la rueda de prensa del pasado miércoles con Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal. Y así debería haber sido. Pero no lo fue.
Después de la rueda de prensa, Reuters preparó una nube de palabras de los comentarios de Bernanke, una representación visual de la frecuencia con la que empleó distintas palabras. La nube está dominada por la palabra "inflación". "Desempleo", en una letra mucho más pequeña, está colocada en segundo plano.
El énfasis equivocado no fue totalmente culpa de Bernanke, ya que estaba respondiendo preguntas y esas preguntas se centraron mucho más en la inflación que en el desempleo. Pero este énfasis era en sí un síntoma de hasta qué punto Washington ha perdido interés en la precaria situación de los parados. Y la Reserva Federal de Bernanke, que debería mantener una postura firme frente a esas prioridades sesgadas, en vez de ello se está dejando intimidar para seguir al rebaño.
Algunos antecedentes: la Reserva normalmente es la principal responsable de la gestión a corto plazo y ejerce su influencia sobre los tipos de interés para enfriar la economía cuando se calienta demasiado, lo que aumenta la amenaza de inflación, y para calentarla cuando se enfría demasiado, lo que conduce a un desempleo alto. Y la Reserva ha señalado más o menos explícitamente lo que considera unas consecuencias a lo Ricitos de Oro, ni muy caliente ni muy frío: la inflación, en un 2% o un poco por debajo, y el desempleo, en un 5% o un poco por encima.
Pero Ricitos de Oro se ha marchado del edificio y no tiene pinta de que vaya a volver pronto. Los últimos pronósticos de la Reserva, anunciados en la rueda de prensa, muestran una inflación baja y un desempleo elevado para el futuro predecible.
Es verdad que la Reserva prevé que este año la inflación se situará un poco por encima del objetivo, pero Bernanke declaró (y estoy de acuerdo con él) que estamos asistiendo a un alza temporal debido al aumento de los precios de las materias primas; los cálculos sobre la inflación subyacente siguen situándola muy por debajo del objetivo y, según los pronósticos, la inflación experimentará una marcada caída el próximo año y se mantendrá baja al menos hasta 2013.
Mientras tanto, como ya he señalado, el desempleo -aunque por debajo de su máximo de 2009- sigue siendo apabullantemente alto. Y la Reserva prevé únicamente una lenta mejoría, con un desempleo que, según las previsiones, se mantendrá todavía en torno al 7% a finales de 2013.
Todo ello nos lleva lógicamente a un argumento claro a favor de más medidas. Sin embargo, Bernanke ha indicado que ha hecho todo lo que seguramente va a hacer. ¿Por qué?
Podría haber sostenido que no es capaz de hacer más, que sus colegas y él ya no tienen mucha fuerza sobre la economía. Pero no lo hizo. Al contrario, sostuvo que la reciente política de la Reserva de comprar bonos a largo plazo, a la que generalmente se denomina relajación cuantitativa, ha dado resultados. Entonces, ¿por qué no hacer algo más?
La respuesta de Bernanke fue sumamente descorazonadora. Declaró que una mayor expansión podría inducir un aumento de la inflación.
Lo que hay que tener presente es que las propias previsiones de la Reserva contemplan que la inflación se mantendrá por debajo del objetivo a lo largo de los próximos años, de modo que un ligero aumento de la inflación realmente sería algo bueno y no una razón para evitar abordar el desempleo. Naturalmente, cabe la posibilidad de que esos pronósticos sean erróneos, pero igual pueden ser demasiado altos que demasiado bajos.
La única manera de encontrar sentido a la aversión de Bernanke por las medidas adicionales es decir que le da un miedo mortal sobrepasar el objetivo de la inflación, mientas que el quedarse corto le preocupa mucho menos, aunque el hacer demasiado poco signifique condenar a millones de estadounidenses a la pesadilla del desempleo a largo plazo.
¿Qué está pasando aquí? Lo que yo interpreto es que Bernanke está permitiendo que le intimiden los inflacionistas: la gente que sigue viendo la inflación desenfrenada a la vuelta de la esquina y que no se inmuta por el hecho de que sigue equivocándose.
Últimamente, los inflacionistas se han agarrado al aumento de los precios del petróleo como prueba a su favor, a pesar de que, como el propio Bernanke ha señalado, esos precios no tienen nada que ver con la política de la Reserva. La forma en que los precios del petróleo están influyendo en la discusión llevó al economista Tim Duy a insinuar sarcásticamente que ahora la política básica de la Reserva es no hacer nada con respecto al desempleo "porque algunas personas en Oriente Próximo están buscando la democracia".
Pero yo lo pondría de otra forma. Diría que la política de la Reserva es no hacer nada respecto al desempleo porque Ron Paul es ahora el presidente del subcomité de política monetaria de la cámara.
Adiós a la independencia de la Reserva. Y adiós al futuro de los desempleados cada vez más desesperados de Estados Unidos.
Profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.*
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