martes, 23 de agosto de 2011

El inexistente milagro de Tejas

 Por Paul Krugman *





Como era de esperar, Rick Perry, el gobernador de Tejas, ha anunciado que se presenta como candidato a presidente. Y ya sabemos de qué va a tratar su campaña: fe en los milagros. Algunos de estos milagros entrañarán cosas que es probable que uno lea en la Biblia. Pero si gana la nominación republicana, su campaña seguramente se centrará en un tema más laico: el supuesto milagro económico en Tejas, un Estado que, según se afirma a menudo, salió prácticamente ileso de la Gran Recesión gracias a las políticas económicas conservadoras. Y Perry sostendrá que puede devolver la prosperidad a EE UU aplicando las mismas políticas a escala nacional.
Por eso, lo que necesitan saber es que el milagro de Tejas es un mito y, más en general, que la experiencia tejana no ofrece ninguna lección útil sobre la manera de restaurar el pleno empleo a escala nacional.
Es verdad que Tejas entró en recesión un poco más tarde que el resto de Estados Unidos, principalmente debido a que la economía del Estado, todavía muy dependiente de la energía, se mantuvo a flote gracias a los elevados precios del petróleo a lo largo de la primera mitad de 2008. Además, Tejas se libró de lo peor de la crisis de la vivienda, en parte porque tiene una normativa sobre los préstamos hipotecarios sorprendentemente estricta.
Sin embargo, a pesar de todo eso, desde mediados de 2008 en adelante, el desempleo se disparó en Tejas, igual que en casi todas partes. En junio de 2011, la tasa de desempleo en Tejas era del 8,2%, inferior a la que había en Estados como California y Florida, en los que la burbuja había estallado, pero ligeramente superior a la de Nueva York y considerablemente más elevada que la de Massachusetts. A propósito, uno de cada cuatro tejanos carece de seguro médico, el porcentaje más alto de la nación, gracias en gran medida al planteamiento de un gobierno limitado. Mientras tanto, la cobertura en Massachusetts es prácticamente universal gracias a una reforma sanitaria muy similar a la Ley de Atención Asequible que "asesina el empleo".
Entonces, ¿de dónde proviene la idea del milagro de Tejas? Principalmente, de la confusión generalizada respecto a los efectos económicos del crecimiento de población. Lo que sí es cierto sobre Tejas es esto: durante muchas décadas ha registrado un crecimiento de población mucho más rápido que el resto de Estados Unidos (cerca del doble desde 1990). Detrás de este rápido crecimiento de población hay diversos factores: una elevada tasa de natalidad, la inmigración procedente de México y la emigración hacia Tejas de estadounidenses de otros Estados, atraídos por el cálido clima y el bajo coste de la vida, en particular los bajos costes de la vivienda.
Y que quede claro que un bajo coste de la vida no tiene nada de malo. En concreto, es válido afirmar que las normas urbanísticas en muchos Estados restringen innecesariamente la oferta de viviendas, y que este es un ámbito en el que Tejas realmente está haciendo algo bien.
Pero ¿qué tiene que ver el crecimiento de la población con el crecimiento del empleo? Pues que una tasa elevada de crecimiento de la población se traduce en un crecimiento del empleo por encima de la media a través de un par de canales. Mucha de la gente que se muda a Tejas -jubilados en busca de inviernos cálidos, mexicanos de clase media que aspiran a una vida más segura- trae poder adquisitivo que impulsa la creación de empleo local. Al mismo tiempo, el rápido crecimiento de la mano de obra en Tejas mantiene los sueldos bajos -casi el 10% de los trabajadores tejanos ganan el sueldo mínimo o menos, una media muy por encima de la nacional- y estos sueldos bajos ofrecen a las empresas un incentivo para trasladar la producción al Estado de la Estrella Solitaria.
De modo que, tanto en años de vacas gordas como en los de vacas flacas, Tejas tiende a registrar un aumento del empleo más elevado que el resto de Estados Unidos. Pero necesita muchos nuevos puestos de trabajo para seguir el ritmo del aumento de su población, y como demuestran esas comparaciones del empleo, la creación actual de puestos de trabajo se ha quedado muy por debajo de lo que se necesita.
Si este cuadro no se asemeja demasiado al entusiasta retrato que a los hinchas de Tejas les gusta pintar, hay una razón: ese retrato entusiasta es falso.
Aun así, ¿muestra el crecimiento del empleo en Tejas el camino hacia un crecimiento del empleo más rápido en la nación en su conjunto? No.
Lo que Tejas muestra es que un Estado que ofrece mano de obra barata y, aunque es menos importante, una normativa poco estricta puede atraer empleos de otros Estados. Creo que la respuesta apropiada a esta revelación es: "¡No me digas!". La cuestión es que sostener, basándose en esta experiencia, que bajar los salarios y desmantelar la normativa en todo Estados Unidos crearía más empleo -que es, independientemente de lo que diga Perry, lo que viene a ser la perrynomía en la práctica- implica una falacia de composición: todos los Estados pueden arrebatar empleos a todos los demás Estados.
De hecho, en el plano nacional, unos salarios más bajos llevarían casi con toda certeza a un descenso de los puestos de trabajo, porque harían que los estadounidenses con trabajo fueran todavía menos capaces de hacer frente al exceso de deuda que ha dejado tras de sí la burbuja inmobiliaria, un exceso que constituye el origen de nuestro problema económico.
Por eso, cuando Perry se presente como el candidato que sabe cómo crear empleo, no le crean. Sus recetas para la creación de empleo funcionarían igual de bien en la práctica que su intento de poner fin a la angustiosa sequía de Tejas a base de rezos.


Profesor de economía en Princeton y premio Nobel de 2008.*

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