Por Vicenc Navarro *
La situación económica y social que
estamos viendo hoy a nivel mundial es muy semejante a la existente en el
periodo que precedió a la Gran Depresión, a principios del siglo XX.
Como bien dice John Judis en su artículo “Doom” en The New Republic
(14.09.11) lo que está ocurriendo ahora en el mundo desarrollado a ambos
lados del Atlántico Norte es casi idéntico a lo que ocurrió entonces.
En varios países del mundo desarrollado se alcanzó entonces una enorme
concentración de las rentas y de la riqueza a costa de un
empobrecimiento de las clases populares. Las rentas del capital
crecieron desmesuradamente a costa de las rentas del trabajo. Las
políticas que varios gobiernos habían estado llevando a cabo a
principios del siglo XX habían jugado un papel determinante en esta
concentración de las rentas y de la riqueza.
Esta polarización de las rentas y de
la propiedad determinó por un lado, el descenso de la demanda,
resultado directo de la disminución de la capacidad adquisitiva de las
clases populares, es decir, de la mayoría de la ciudadanía. Ello
determinó una ralentización del crecimiento económico y escasa
rentabilidad de la economía productiva.
Por el otro lado, la concentración
de las rentas en los sectores más pudientes de la población y escasa
rentabilidad de la economía productiva (donde los bienes y servicios se
producen) determinó que tales sectores invirtieran, a través de sus
bancos, en actividades especulativas, creando burbuja tras burbuja,
hasta que explotaron, creando la Gran Depresión. El sistema financiero
se colapsó. La causa de la Gran Depresión fue pues la polarización de
las rentas, con un descenso de la demanda por un lado (que creó la
crisis económica) y por el otro el aumento de la actividad especulativa,
(que creó la crisis financiera). Esta última contribuyó enormemente a
la crisis económica, pues la falta de crédito hizo insostenible el
crecimiento económico que se había ralentizado más y más, resultado del
endeudamiento causado por la disminución de las rentas del trabajo.
Una situación casi idéntica ha
estado ocurriendo a los dos lados del Atlántico Norte durante estos
últimos treinta años cuando los gobiernos han estado aplicando políticas
neoliberales tales como la desregulación de los mercados de trabajo que
han facilitado el descenso de los salarios y por lo tanto el descenso
de la demanda; los recortes de la protección social y del gasto público,
incluyendo el social, que también han contribuido a la reducción de la
demanda; y la desregulación de los mercados y de las instituciones
financieras que han facilitado el surgimiento de actividades
especulativas. Estas políticas neoliberales han conllevado un enorme
endeudamiento de las clases populares y de las medianas y pequeñas
empresas así como una desmesurada actividad especulativa de la banca que
creó el colapso financiero. Estas son las causas de la Gran Recesión
que puede abocar en una Gran Depresión.
LAS RESPUESTAS A LA GRAN RECESIÓN A PRINCIPIO DEL SIGLO XX
Las semejanzas entre el periodo
anterior a la Gran Depresión, a principios del siglo XX, y el actual
aparecen también cuando analizamos la respuesta de los gobiernos a la
Gran Recesión que precedió a la Gran Depresión. Cuando la crisis
apareció en EEUU, el Presidente Herbert Hoover, al ver que el déficit
público estaba aumentando (como resultado de la disminución de la
actividad económica consecuencia del descenso de la demanda) intentó
reducirlo, recortando el gasto público –como están haciendo ahora la
mayoría de países gobernados por partidos o coaliciones conservadoras
neoliberales o partidos laboristas o socialdemócratas con equipos
económicos de sensibilidad neoliberal- lo cual agravó todavía más la
situación económica al acelerar el descenso de la demanda doméstica.
Como consecuencia, el desempleo creció espectacularmente, pasando del
3,2% en 1929 al 25% en 1933, el último año de su administración.
Algo semejante ocurrió en aquel
periodo en Gran Bretaña. El gobierno Laborista liderado por Ramsay
McDonald, que había derrotado en 1929 al gobierno Tory conservador,
siguió paradójicamente las mismas políticas económicas que el gobierno
anterior –con recortes del gasto público para reducir el déficit-,
causando que el desempleo en la Gran Bretaña, en lugar de descender,
aumentara dramáticamente, pasando del 10% en 1929 al 22% en 1931.
Lo mismo ocurrió en Alemania durante
la misma época. El gobierno de coalición del partido socialdemócrata
con el gobierno conservador respondió al descenso de la actividad
económica y consiguiente aumento del déficit público, con una reducción
del gasto público, lo cual contribuyó, en gran manera, al crecimiento
del desempleo, que alcanzó el 33%.
Tales políticas de austeridad de
entonces contribuyeron en gran manera a convertir a la Gran Recesión en
la Gran Depresión. La evidencia histórica de este hecho es robusta y
convincente (excepto para los dogmáticos neoliberales, cuya fe les hace
impermeables a los datos). Y lo mismo está ocurriendo ahora en una
situación casi idéntica.
LA HISTORIA SE REPITE: LA RESPUESTA DE LOS GOBIERNOS A LA ACTUAL GRAN RECESIÓN
En la Gran Bretaña, la coalición
conservadora-liberal liderada por David Cameron ha convertido también en
elemento central de su programa económico y fiscal la reducción del
déficit público, y a fin de conseguirlo, se están haciendo reducciones
del gasto y del empleo público que incluyen la eliminación de 300.000
puestos de trabajo en el sector público. Como era predecible, el
crecimiento económico ha descendido dramáticamente. Como consecuencia,
la economía británica está estancada, y el desempleo se ha disparado,
alcanzado niveles no vistos desde 1992 (ver Henrik Petterson “How Plan A
is failing” New Statesman, 17.10.11).
Un tanto semejante ha ocurrido en la
mayoría de países de la Unión Europea. Incluso en Alemania, Francia y
España se ha intentado (exitosamente en el caso alemán y español)
introducir en sus Constituciones cláusulas que fuercen el equilibrio
presupuestario en las cuentas del Estado (señalando erróneamente que un
Estado debe comportarse como las familias -Rajoy dixit- ignorando que la
gran mayoría de familias basan su economía en la existencia de crédito y
endeudamiento. De hecho, en España el endeudamiento de las familias es
mayor que el endeudamiento del Estado).
Todas estas políticas de austeridad
han prácticamente estancado a sus economías, con un enorme aumento del
desempleo (excepto en Alemania, donde la gran regulación del mercado de
trabajo y la cogestión en las empresas han sido responsables de que la
disminución de la actividad económica no se traduzca en el aumento del
desempleo. Ver mi artículo “¿Es el modelo alemán el futuro a seguir en
la Eurozona?”, Revista Sistema, 30.09.11).
¿CÓMO SE EVITARÍA LA GRAN DEPRESIÓN Y CÓMO SE RECUPERARÍAN LAS ECONOMÍAS ACTUALMENTE EN RECESIÓN?
La respuesta a esta pregunta es
fácil de ver, mirando cómo se resolvió la Gran Depresión. En Estados
Unidos, el presidente Roosevelt y su Administración introdujeron cambios
de 180º en sus políticas públicas. En lugar de recortar el gasto
público, lo expandió enormemente como manera de crear empleo y estimular
el crecimiento. La creación de empleo se convirtió en el objetivo
principal de su política económica, lo cual consiguió a través de una
gran inversión física y social, estableciendo las bases del Estado del
Bienestar y de las redes de comunicaciones federales hoy existentes en
aquel país. El New Deal fue el establecimiento del Estado del Bienestar
en EEUU. Se creó la Seguridad Social y la Protección Social. Su sistema
de carreteras federales que unen a todo el país fue creado a partir del
programa de Obras Públicas del gobierno federal durante el New Deal.
Incluso el mundo de las Artes y de la Cultura fue revolucionado con
intervenciones federales. Facilitó también la sindicalización de la
fuerza laboral a fin de aumentar los salarios y la capacidad adquisitiva
de las clases populares, con el objetivo de aumentar la demanda
doméstica.
Estableció como objetivo del Banco
Central de EEUU (el Federal Reserve Board) la creación de empleo, además
del control de la inflación y dificultó el desarrollo de
comportamientos especulativos por parte de la Banca, separando
claramente la banca comercial y de ahorro de la banca de inversión.
Facilitó también el establecimiento de bancas públicas, no sólo a nivel
federal sino también estatal, que garantizaran el crédito a medianas y
pequeñas empresas. Y aumentó la progresividad fiscal, forzando el pago
de impuestos a las grandes fortunas, exigiéndoles un nivel tributario
del 91% de su renta y patrimonio. Fue el presidente más odiado por las
élites financieras y empresariales que le consideraron correctamente
como un “traidor a su clase”. Roosevelt procedía de una de las familias
más ricas de EEUU y como subrayó en más de una ocasión “tal odio me
muestra que voy por un buen camino”, convirtiéndose en el presidente más
popular que haya tenido jamás EEUU. Incluso hoy, el presidente Franklin
Roosevelt es el presidente más popular de los presidentes que hayan
existido en aquel país.
El aumento del gasto público se
acentuó todavía más con los preparativos de la II Guerra Mundial. Ello
se consiguió a base de aumentar el déficit público e incrementar
considerablemente la progresividad fiscal (reforma fiscal que tenía como
objetivo no solo aumentar los ingresos al Estado sino también
redistribuir las rentas y las riquezas, rompiendo con la abusiva
polarización de las rentas que habían sido el origen de la Recesión
primero y de la Gran Depresión después).
Una situación semejante ocurrió en
Europa, donde los preparativos para la II Guerra Mundial significaron un
gran aumento del gasto público. El elevado desempleo a los dos lados
del conflicto (tanto en los países aliados como en Alemania e Italia) se
redujo debido al incremento del gasto y del empleo público. La elevada
deuda pública fue pagándose en varias décadas y la mitad de la deuda de
los vencidos (Alemania, en específico) fue perdonada por los vencedores,
hecho, por lo visto, olvidado por las autoridades alemanas que no
quieren perdonar ningún elemento de la deuda griega, y ello a pesar de
que la banca alemana fue la que generó gran parte de tal deuda.
¿OCURRIRÁ ESTO AHORA?
La Gran Recesión está alcanzando en
muchos países niveles semejantes a los de la Gran Depresión. Ni que
decir tiene que los efectos negativos de tal fenómeno no son idénticos a
los que ocurrieron durante la I Gran Depresión. El Estado del Bienestar
que se creó en respuesta a la Gran Depresión (y que ahora los
conservadores y neoliberales quieren reducir e incluso eliminar) ha
paliado los daños. Pero, a pesar de ello, el impacto negativo en el
bienestar y calidad de vida de las poblaciones es enorme.
Creerse que esta Gran Depresión
puede resolverse a base de políticas de austeridad es un indicador de la
victoria de lo irracional sobre la razón y evidencia empírica. Ésta
muestra claramente que la única manera de salir de la II Gran Depresión
es siguiendo políticas públicas semejantes a las que sacaron a las
economías deprimidas de la I Gran Depresión, es decir, un enorme
crecimiento del gasto y del empleo público, en niveles semejantes a los
que experimentaron aquellos países en aquel periodo. Pero, para que ello
ocurra es necesario un movimiento de agitación social que lo fuerce. El
motor de cambio en los años treinta fue la gran presión popular,
originada por el enorme descontento de la población con las políticas
que se habían estado siguiendo por los Estados. El propio presidente
Roosevelt llamó a esta movilización para vencer las resistencias de
aquellos que, habiéndose beneficiado de las políticas de austeridad, se
oponían a tales cambios. Entre ellos estaban en lugar prominente la
banca, la gran patronal, los Trusts y las clases pudientes que dominaban
los medios de información que estaban a su servicio.
De ahí la enorme importancia de las
movilizaciones que están ocurriendo en la mayoría de estos países, pues
representan la génesis del muy necesario cambio. Es una lucha que en
caso de perderse aumentará todavía más la barbarie que estamos viendo en
nuestras sociedades con el enorme descenso del bienestar y calidad de
vida de la mayoría de la población. La alternativa a esta barbarie es un
cambio muy sustancial, donde las ciudadanías de tales pueblos sean los
que decidan sobre su destino y no como ahora donde los intereses
financieros y económicos controlan a los Estados. La Gran Depresión no
es irreversible, pero ello requiere grandes movilizaciones.
En España, la probable victoria del
PP acentuará todavía más la aplicación de políticas de austeridad con
grandes recortes de gasto públicos, acompañada con bajadas de impuestos.
Estas políticas llevarán al país a una situación próxima la II Gran
Depresión. Y aunque tal partido niega que vaya a hacer tales recortes,
no cabe ninguna duda de que cuando tomen el gobierno anunciarán que han
encontrado un déficit presupuestario mucho mayor de lo que esperaban, lo
cual les forzará –según ellos- a recortar más y más. Lo único que puede
parar esta situación son movilizaciones masivas que impidan que estas
políticas de recortes tomen lugar. Celebro el surgimiento del 15-M y
también animo a mis amigos sindicalistas a que se preparen para
responder a esta agresión que acentuará todavía más el deterioro
económico y social de España. La historia, nos enseña cómo actuar de
manera que impidamos el enorme daño que se avecina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario