domingo, 27 de noviembre de 2011

“El fin del Estado de Bienestar pone las valoraciones bursátiles (y otras) contra las cuerdas…”


 Por Moisés Romero *

 
Luis M. S., analista de un gran banco de inversión me sometió ayer a un duro ejercicio de reflexión. En algún momento pensé que estaba en el examen final de de Filosofía. Pero mereció la pena "¿Es compatible la desaparición del Estado de Bienestar con las valoraciones bursátiles y con otras valoraciones (inmobiliarias, ahorro, ect) futuras?", me espetó. "Para ello es necesario, le respondí, que la premisa de partida sea cierta para que las derivaciones posteriores sigan el curso correcto ¿Ha desaparecido el Estado de Bienestar?", le devolví la pelota. "Sí", me contestó alto y fuerte. "Europa ha envejecido a velocidad de vértigo y las condiciones y beneficios sociales van a desaparecer casi a la misma velocidad. Un trabajador en activo no puede soportar dos trabajadores pasivos, sean parados o jubilados. Además, el envejecimiento de la población hace inviables los actuales planes de jubilación social. Se necesitan medidas y productos complementarios. Y aquí es donde entronco con las Bolsas y sus valoraciones. Los Gobiernos, de la mano del G 20, van a seguir regulando e interviniendo para evitar el caos y el colapso de los mercados, pero se está demostrando que cada vez emplean más dinero, con menor efectividad. Los planes complementarios de pensiones no pueden seguir siendo gestionados por indeseables, sí por los indeseables que han provocado esta Crisis financiera, primero, y la Crisis Económica global, a continuación, si bien es cierto que la gente sigue confiándoles su dinero", añade.


.-”¿Significa eso que la Bolsa no va a bajar nunca más, por los siglos de los siglos?”, le pregunto
.-“Considerar esta hipótesis sería cometer un grave error”, añade
.-”¿Entonces?”, insisto
.-“Los Gobiernos deben dejar de mentir alguna vez y de pensar en un puñado de votos que siempre les otorga la victoria”, me dice
.-”¿Mentir?”, pregunto
.-“Sí, deben pasar a la acción ya…no pueden perder tiempo”, responde
.-”¿Por ejemplo?”, insisto
.-“Devolviendo a los mercados su razón de ser, su naturaleza. Que las Bolsas sean Bolsas y no casinos; que los bancos sean bancos y no máquinas de hacer dinero sin prejuicio alguno. Una vuelta a los orígenes”, me dice
.-”¿Y cómo es eso?”, remarco
.-“Las Bolsas deben ser Bolsas donde se casan oferta y demanda en base a una serie de expectativas económicas y empresariales, en lugar de ser armas arrojadizas, de centro de especulación y de juego. Las Bolsas deben servir para canalizar el ahorro y para financiar proyectos empresariales en lugar de ser centros de destrucción de riqueza, unas veces, y e exuberancia irracional, otras. Las Bolsas deben estar ligadas a las empresas y a sus proyectos y, en el mismo acto, al entorno del país donde participan. Así de simple. Tan simple, que las Bolsas actuales no cumplen ninguna de las premisas apuntadas. Cualquier parecido de las Bolsas de hoy con la realidad de las Bolsas es pura coincidencia”, finaliza.

¿Estado de Bienestar? Reflexiono en voz alta. Los antecedentes del Estado de Bienestar vienen desde muy lejos, pero se han desarrollado extraordinariamente después de la Segunda Guerra Mundial en Europa Occidental. Es durante el período comprendido desde la segunda posguerra hasta principios de la década del setenta (que el historiador Eric Hobsbawn denomina a esta etapa como “Edad de Oro”) cuando se consolidan los Estados de Bienestar.
Durante la Edad de Oro se desarrolló en Occidente un intento de subordinar el trabajo, de desarrollar un nuevo capitalismo, que dependía mucho del uso y expansión del crédito para evitar o controlar el proceso de crisis que se había manifestado en los años treinta luego de la Gran Depresión.
Con la implementación de las políticas económicas llamadas “keynesianas”, asistimos a una cierta explosión del gasto público durante este período, particularmente del gasto social: educación, salud, vivienda, jubilaciones, pensiones y prestaciones de desempleo.

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