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viernes, 8 de agosto de 2008

GANANCIAS Y SALARIOS EN DIRECCION OPUESTA, COMO SIEMPRE

Según la consultora Gerens, las primeras 1,000 empresas peruanas tuvieron una rentabilidad promedio (RP) de 25.8% en el 2007. Si bien este índice es inferior al 29.2% del 2006, sigue siendo bastante alto si se le compara con los estándares internacionales. En efecto, como la rentabilidad resulta de dividir la Utilidad Neta / Patrimonio, la cifra de 25% quiere decir que el patrimonio promedio se recupera en solo 4 años; normalmente, la rentabilidad es del 10 al 12%, recuperándose la inversión en 10 años.

La causa de la caída de la RP fueron las mineras, pues bajaron del 53 al 45% (caída del precio del zinc y aumento de costos de producción del oro). Aún así, la RP de 45% es súper espectacular, pues el patrimonio se recupera en solo dos años, lo que justifica plenamente el Impuesto a las Sobreganancias. Pero el gobierno, no oye, padre.

De su lado, la RP de las primeras 1,000 empresas –excluyendo a las mineras– aumentó de 15.8 a 18% del 2006 al 2007, cifra notable. Dice Gerens: "Estas empresas representan el 90% y son las que abastecen al mercado interno, y gracias al buen desempeño de la economía nacional muestran índices óptimos de rentabilidad". Además, la RP de estas empresas (la mayoría de las cuales tienen más de 50 trabajadores) seguiría aumentando en el 2008 hasta el 19%.

Según Gerens, los propietarios de las AFP, en el periodo 2002-2006, tuvieron la RP más alta, con el 46% (la que proviene exclusivamente de las altas comisiones que siguen cobrando a los usuarios). Le siguen Publicidad y Marketing (40.5%), Minería y Petróleo (36.6%), Transporte Marítimo (31.1%), Computación y Servicios de Información (24.5%) Valores (18.7%) y Minoristas (18.3%).

Este nivel de utilidades, sin embargo, no se ha reflejado en la mejoría de los sueldos de los empleados que solo han aumentado en 2.6% en términos reales desde 1994. Peor están los salarios de los obreros, que están 13.3% por debajo de los de 1994 (BCR, Nota Semanal Nº 29, 2008, cuadro 82). O sea que las utilidades crecen, pero no los sueldos y salarios.

Estas cifras corroboran a las Cuentas Nacionales del INEI: la participación de los salarios en el PBI ha disminuido del 25 al 21.8% del 2003 al 2006, mientras que las utilidades han crecido del 58.7 al 62% (ver Boca de Cocodrilo). La pérdida de poder adquisitivo de los asalariados equivale más de S/. 25,000 millones anuales (ver Boca de Cocodrilo, www.cristaldemira.com 12/11/07), que ahora ganan los empresarios.

La cuestión de fondo es que los salarios deberían subir, pues, de un lado, ha aumentado el índice de productividad de 100 a 128 y, de otro, ha bajado el índice de Costos Laborales de 100 a 78, según el Marco Macroeconómico 2009-2011 del MEF (www.mef.gob.pe). O sea: un aumento de salarios no es "una carga" para el empleador ni le hace perder competitividad, ya que ahora produce más mercancías y gasta menos en el pago de sueldos y salarios.

Pero esto no sucede ya que se mantiene la legislación antiobrera del fujimorismo (facilitación del despido, dificultad para crear sindicatos, laxa inspección laboral). Y esto no lo cambia la reciente Ley de Mype (que tiene aspectos positivos para la microempresa), pues ahora la pequeña empresa pasará de 50 a 100 trabajadores, con lo que estos perderán derechos y salarios.

Tampoco el actual gobierno ha creado una institución que decida anualmente el valor del salario mínimo (eso lo decide el "libre mercado"), como sí existe en Colombia y Chile (donde el ingreso mínimo aumentó en julio pasado de 144,000 a 159,000 pesos, es decir, 10.7%, cifra superior a la inflación), con la participación de los empleadores y los sindicatos. En el Perú, el salario mínimo aumenta cuando al gobierno le da la gana, lo que indica también el grado de debilidad sindical local.

Es comprensible, entonces, el descontento de la población, pues se corrobora que la actual política económica "chorrea" para un solo lado, lo que agrava la desigualdad. A mas crecimiento, más concentración del ingreso, es decir, más de lo mismo que vemos hace 17 años.
AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO
CRISTAL DE MIRA,AGOSTO 2008

LOS BANCOS CENTRALES FRENTE A LA CRISIS, INDEPENDENCIA PARA QUE?

Los análisis convencionales de la crisis que vivimos, es decir, los más ligados al poder y a la ideología económica dominante, apenas si pasan de puntillas sobre el papel que están desempeñando los bancos centrales. A nosotros, por el contrario, nos parece que es un asunto crucial sobre el que debe reflexionarse y que merecería una respuesta contundente por parte de los ciudadanos.

Los hechos son muy evidentes.

Los bancos centrales, y a la cabeza la Reserva Federal estadounidense, fueron los que permitieron que los fenómenos que han dado lugar a la crisis se produjeran.

Establecieron una regulación de los mercados financieros cada vez más permisiva y opaca, de modo que el nivel de riesgo fue aumentando sin cesar. Facilitaron el endeudamiento masivo de las familias, alimentando así la burbuja inmobiliaria y una insostenibilidad creciente de las finanzas que tarde o temprano afectaría a la economía real. Aceptaron que los bancos crearan productos financieros muy peligrosos que, al propagarse por todo el sistema financiero internacional, han terminado por ocasionar una crisis global sin precedentes.

Los "chanchullos" que según el Premio Nobel de Economía Paul A. Samuelson dieron lugar a la crisis fueron consentidos por los bancos centrales que han estado mirando a otro lado mientras que las finanzas internacionales se hacían inestables, opacas y peligrosamente arriesgadas.

Los bancos centrales mantienen en la práctica un silencio que solo puede calificarse como cómplice ante la existencia de los paraísos fiscales, o lo que es lo mismo, ante un régimen generalizado de evasión y delito financiero.

Aparentemente los bancos centrales están encargados de poner coto a la inflación pero, a la postre, los índices de precios están subiendo y su tan cacareada independencia se muestra, de hecho, como simplemente inútil para evitar que aparezca. Sencillamente porque la tesis que mantienen sobre el origen de la inflación es equivocada, y en la práctica afrontan la inflación con medios que en realidad sólo pueden conseguir que la distribución de las rentas beneficie a los grupos sociales más poderosos.

La Reserva Federal ha ido más lejos que cualquier otro banco central, como es lógico dado el poder de imperio del que disfruta, consintiendo y tratando de ocultar ante el resto del mundo que Estados Unidos inunde la economía mundial de dólares, recurriendo para ello a la no publicación, desde marzo de 2005, de la cantidad de dinero en dólares que se encuentra en circulación.

Sin encomendarse a ningún poder representativo, los bancos centrales toman diariamente decisiones que directamente provocan que las rentas que están en el bolsillo de las familias pasen a las carteras de los bancos, haciendo creer a la opinión pública que se trata de decisiones técnicas sin ningún tipo de connotación política.

Los bancos centrales ejecutan la política monetaria sin tener en cuenta a nadie más y, por tanto, al margen del principio elemental que debería guiar a la política económica en su conjunto: la coordinación de la monetaria con las demás, y muy especialmente con la fiscal.

Los bancos centrales son los adalides de la libertad de movimientos del dinero, pero este no es sino otro principio neoliberal que, como dice el Nobel Joseph Stiglitz, "es sólo ideología. Los datos demuestran que la liberalización del capital a menudo causa problemas, inestabilidad y no crecimiento".

Los bancos centrales vienen empecinándose en controlar la inflación como un fin en sí mismo cuando es evidente que el control de los precios es un medio para lograr el crecimiento, el empleo y la estabilidad general de la economía. Y lo que logran así no puede ser otra cosa que convertirse en un lastre pesadísimo para las economías.

Los bancos centrales se proclaman los grandes defensores de la libertad económica, y la demandan y practican constantemente en lo monetario, pero al mismo tiempo callan cuando los países ricos regulan cada vez más la circulación de mercancías para enriquecerse a costa de los más pobres.

Hasta gobernantes incluso conservadores han tenido que hacer oír su voz, en ocasiones puntuales eso sí, frente a un Banco Central con orejeras que hoy día es un obstáculo crucial para salir de la crisis y poder adoptar medidas que pudieran relanzar la estabilidad y el crecimiento.

En fin, frente a una crisis compleja y que en realidad está poniendo sobre la mesa lo inadecuado del no sistema monetario internacional, de la regulación actual de los flujos financieros y del papel que vienen desempeñando bancos más preocupados de sus operaciones especulativas que de la financiación de la economía, los bancos centrales se limitan a gestionar los tipos de interés a favor de los grandes poseedores de dinero y a pedir moderación salarial para los trabajadores. Es lo único que parece que saben decir.

Por eso los ciudadanos deberían empezar a ser conscientes de que no les conviene este régimen bancario y de que hay que poner fin a un privilegio de independencia que se ejerce contra la mayoría de la población. Que ni tiene fundamento científico ni en la práctica ha demostrado que contribuya a resolver mejor los problemas económicos. Todo lo contrario, es pura ideología concebida para justificar las políticas que solo terminan por distribuir la renta y la riqueza más favorablemente para los ricos.

Hay que lograr cambiar el estatuto de los bancos centrales, ponerlos al servicio de la política general de progreso y estabilidad, bajo el control parlamentario y orientados a lograr objetivos de desarrollo y bienestar.
AUTOR: JUAN TORRES LOPEZ Y ALBERTO GARZON ESPINOSA
REBELION,AGOSTO 2008