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jueves, 17 de diciembre de 2009

Ni siquiera vosotros podéis controlar esta cumbre




El sábado por la noche, después de una semana de vivir de los bares de snacks del centro de conferencias, unos cuantos de nosotros fuimos invitados a una deliciosa cena casera con una familia danesa de carne y hueso. Tras pasar la velada atónitos ante sus muebles de estilo, algunos de nosotros sentíamos curiosidad: ¿por qué los daneses son tan buenos en diseño?

“Somos frikis del control”, respondió inmediatamente nuestro anfitrión. “Viene de ser un país pequeño con no mucho poder. Tenemos que controlar lo que podamos.”

Cuando va de producir accesorios lumínicos absurdamente atractivos y sillas de escritorio alucinantemente confortables, esta forma danesa de desplazamiento (1) es clarísimamente algo muy bueno. Cuando va de organizar una cumbre mundial con intención de cambio, la necesidad de los daneses por el control se convierte en un serio problema.

Los daneses han invertido una cantidad enorme de dinero en el co-branding (2) de su ciudad capitolio (ahora “Hopenhagen” (3)) con una cumbre que supuestamente salvará el mundo. Eso estaría bien si esta cumbre de verdad estuviera en el camino de salvar el mundo. Pero como no es así, los daneses están intentando frenéticamente rediseñarnos.

Tomemos como ejemplo las protestas del fin de semana. Al final, alrededor de 1.100 personas han sido arrestadas. Esto es simple y llanamente una barbaridad. La manifestación del sábado, con aproximadamente 100.000 personas, tuvo lugar en un momento crucial de las negociaciones sobre el clima en el que todos los indicios apuntaban a un fracaso de las mismas o a un acuerdo peligrosamente débil. La marcha fue festiva y pacífica pero también tenaz. “El clima no se negocia” era el mensaje, y los negociadores occidentales necesitaban oírlo.

Cuando un puñado de personas empezó a lanzar piedras y a hacer estallar granadas sonoras (no, no fueron “disparos” como el Huffington Post alarmantemente informó), los manifestantes lo resolvieron por sí mismos pidiendo a la gente responsable de los hechos que abandonara la protesta, cosa que hicieron rápidamente. Yo estaba en ese lugar de la manifestación y aquello apenas interrumpió la conversación que estaba teniendo. Llamar a esto “disturbios”, como hizo absurdamente el British Telegraph, no es justo para los auténticos alborotadores y creadores de disturbios, de los que hay muchos en Europa.

Da igual. Los polis de Copenhague usaron un pequeño cristal roto como pretexto para detener a casi mil personas, haciendo lo propio con otras cien al día siguiente. Cientos de estos arrestados fueron acorralados juntos, forzados a sentarse en el helado pavimento durante horas, con las manos esposadas (y algunos tobillos también). De acuerdo con el organizador Tadzio Müller, ésta no fue la gente que lanzó piedras pero “el trato fue humillante”, orinándose encima algunos de los detenidos por no permitirles que se movieran.

Los arrestos, parte de un patrón reproducido durante toda la semana, sonaban como un aviso: no se tolerarán desvíos del mensaje “Hopenhagen”.

Dentro de la cumbre oficial, los delegados se congregaban alrededor de televisores de pantalla plana para ver a la policía empujar a los manifestantes contra la pared y romper la marcha. A algunos debió sonarles de algo. Después de todo, eso es en esencia lo que el gobierno danés y otras potencias occidentales han estado haciendo aquí durante toda la semana: intentar romper el bloque de los países en desarrollo, el G77, usando las clásicas tácticas del divide y vencerás, incluyendo la de empujar contra la pared a Estados especialmente vulnerables con ofertas exclusivas.

No habiendo sacado nada en claro del “texto danés filtrado”, esta tarde tuvo lugar una reunión a la que fueron invitados 40 Estados para cocinar un acuerdo; el resto de los 192 Estados representados no tienen ni idea de lo que han decidido – difícilmente es esto la democracia que la ONU había prometido.

La prueba definitiva sobre el asunto del control danés tendrá lugar el miércoles en la acción de Reclamo de Poder. Por la mañana marcharán los manifestantes hacia el Bella Center para exigir soluciones reales a la crisis climática, no la confusa matemática ni el comercio de carbono de oferta del interior. A los delegados ahí dentro que piensan de la misma manera –y los hay a miles- se les está invitando a unirse a los manifestantes.

Si todo va bien, en algún lugar cerca del Bella Center tendrá lugar una “asamblea del pueblo”, una oportunidad para resaltar algunas de las muchas soluciones de sentido común que se han obviado en las negociaciones, incluyendo la de dejar las arenas de alquitrán (4) de Alberta donde están y el pago de “reparaciones” climáticas.

Los organizadores del Reclamo de Poder han establecido con claridad que están comprometidos con una desobediencia civil no violenta. Incluso si son atacados por la policía, no responderán con violencia. Aún así, el espectro de una disidencia fuera de todo guión que desvíe la atención de la conferencia oficial del miércoles tiene locos, sin duda, a nuestros anfitriones daneses.

Esperemos que no se enfrenten a sus rollos sobre el control intentando amontonar a todo el mundo en gallineros: los manifestantes lejos del Bella Center, los delegados encerrados dentro. Porque esta acción –más que cualquier cosa que haya pasado hasta ahora– tiene el potencial de enviar un claro y mucho más necesario mensaje al mundo: sólo un acuerdo dictado por la ciencia y la justicia tendrá efecto.

Así que un recordatorio para nuestros anfitriones daneses: desde luego que Copenhague es vuestra ciudad, y nos encantáis por vuestras bicis y vuestros molinos. Pero el planeta es de todos. Dejad de diseñar la fotografía con nosotros fuera de ella.

Notas del Traductor:

(1) Psicoanálisis la transferencia inconsciente de una emoción intensa de un objeto a otro.

(2) El concepto convencional de "co-branding" es el de asociación de dos

marcas con el fin de potenciar el valor y la rentabilidad de las mismas.

(3) Juego de palabras con el nombre de la ciudad y el verbo “Hope”: tener esperanza

(4) También llamadas arenas bituminosas o arenas de petróleo

AUTOR : NAOMI KLEIN
FUENTE : WWW.NAOMIKLEIN.ORG
TRADUCCION ANDRES PRADO

La CEPAL, ¿realmente entiende los problemas actuales del desarrollo en América Latina?




En el presente contexto de crisis global, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), presentó su reporte anual sobre la inserción internacional del continente. Su abordaje es convencional, varios temas críticos están ausentes, y las alternativas de salida son tímidas, o incluso plantean un retroceso hacia formas de cooperación regional. Debido a esas y otras propuestas, parecería que este análisis de la Comisión no hubiese sido elaborado en tiempos de crisis global, y para una América Latina donde están en marcha cambios políticos profundos.

La reciente edición del “Panorama sobre la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2008-2009”, fue presentada en Santiago de Chile el pasado agosto. Un primer aspecto llamativo en ese reporte es que si bien se reconoce la seriedad de la crisis internacional, por otro lado se sigue apostando a una globalización convencional como vía de salida. La CEPAL vuelve a apoyar la actual arquitectura de gobernanza global bajo la OMC, e incluso reclama profundizar la liberalización comercial concluyendo la Ronda de Doha.

Un segundo aspecto destacado es que la CEPAL reduce la amplia problemática de la “inserción internacional” a las cuestiones comerciales. La geopolítica latinoamericana y mundial desaparece en tanto prevalecen los asuntos del comercio exterior, donde una de las principales vías de recuperación debería ser aumentar las exportaciones. El papel subordinado de América Latina como proveedor de materias primas, no se pone en discusión.

Por este tipo de posturas, el reporte de la Comisión expresa un cierto optimismo en la globalización, se admite que tendría sus problemas, pero se considera que a fin de cuentas puede ser gerenciada, manteniendo de esa manera su esencia. Entre esos cambios, y a tono con el momento actual, se espera un papel activo del Estado. Pero cuando se examina más atentamente esas propuestas, en muchos aspectos se parece demasiado a una socialización de las pérdidas empresariales que a un cambio sustancial en las estrategias de desarrollo.

Un tercer aspecto a subrayar es que la CEPAL admite que los procesos de integración regional enfrentan varios problemas, y que tienen síntomas de estancamiento. Como respuesta a esas dificultades, no se ofrecen alternativas para alcanzar las metas siempre repetidas de la integración, como pueden ser las políticas sectoriales comunes o una verdadera articulación productiva. Por el contrario, la Comisión da un paso atrás y propone enfocarse en acuerdos de cooperación, con lo que se renunciaría a las metas originales de la integración continental.

Esas posiciones indican que la CEPAL insiste en sus ideas de “regionalismo abierto”, apuntando a un modelo regional de cooperación y liberalización comercial al estilo de APEC – la organización de cooperación de Asia y Pacífico. No entiende que esas ideas, y ese tipo de vinculación, no solo no han funcionado adecuadamente en nuestro continente, sino que la crisis actual las han puesto en jaque. Al contrario de esa perspectiva, un problema clave de la inserción internacional latinoamericana es superar su vinculación subordinada a la globalización y romper con la persistente primarización de sus economías, donde continuamos siendo exportadores de materias primas. Es así que la CEPAL debería apoyar otra integración regional, como paso indispensable para poder ensayar desvinculaciones selectivas con la globalización y recuperar la autonomía en diseñar estrategias propias de desarrollo que no dependen solamente de los mercados exportadores o de los inversores extranjeros.

Las secciones dedicadas a la dimensión ambiental ejemplifican otro tipo de distorsiones. Por un lado se enfatiza el cambio climático, pero no se advierte que en América Latina buena parte de las emisiones de gases con efecto invernadero provienen de las prácticas agropecuarias, la deforestación, o cambios en el uso del suelo. En otras palabras, en nuestra región el tema del cambio climático necesariamente implica discutir las políticas agropecuarias, y por lo tanto la inserción internacional de varios países como grandes exportadores de agroalimentos. La CEPAL se saltea todas estas cuestiones.

En contraste con ese discurso ambientalista, el reporte de la Comisión llama a resistir el proteccionismo verde, pero sin profundizar en esa cuestión. Es cierto que las medidas ambientales se pueden usar como trabas al comercio, pero también es hora de comenzar a reconocer que muchos gobiernos usan esas excusas para no aplicar medidas efectivas dentro de sus países.

A lo largo de las páginas del reporte sobre inserción internacional no emergen alternativas sustantivas. Por momentos la CEPAL defiende una reparación del capitalismo contemporáneo, y no se adentra más profundamente en los terrenos de su reforma sustancial o transformación. Mientras que muchos discuten la necesaria regulación sobre los flujos de capital, o cambiar la estructura y funcionamiento de organizaciones como el FMI, la CEPAL vuelve a apostar a ese sistema financiero internacional. Ni se mencionan diferentes propuestas en ese sentido, como las planteadas por la comisión especializada de Naciones Unidas comandada por Joseph Stiglitz.

Estos ejemplos muestran que desde varios flancos este reporte de la CEPAL maneja ideas convencionales y en buena medida minimalistas. Tampoco ayuda el estilo de redacción, ya que en muchas secciones es difuso y con distintas condicionalidades que matizan sus propuestas.

Finalmente, el reporte aparece desconectado de muchas discusiones y ensayos que actualmente están en marcha en América Latina. No se discuten en detalle los intentos del ALBA por otro tipo de integración regional, los primeros pasos con el Banco del Sur para lograr otra arquitectura financiera, instrumentos novedosos como el propuesto sistema de pagos recíprocos (SUCRE), o los primeros pasos en redefinir el desarrollo desde el “buen vivir” en marcha en Ecuador. Algunas secciones del documento cepalino parecerían haber sido redactadas en otro tiempo, y en otro continente.

Todo esto indica que el informe de CEPAL sigue profundizando la perspectiva neoestructuralista reciente, haciéndose cada vez más funcional a la globalización, pragmático, y aplicado a la estabilidad macroeconómica. Se insiste en el crecimiento económico a partir del aumento de las exportaciones y captación de inversiones, lo que lleva a que las políticas sociales y las medidas ambientales siempre queden subordinadas y nunca pueden poner en riesgo esas metas. Es, al fin de cuentas, una postura muy convencional, alejada de la originalidad que desplegaba la CEPAL en sus primeros años bajo la batuta de Raúl Prebisch.

Por lo tanto, el reporte de CEPAL sobre la inserción internacional no ofrece aportes sustantivos a los debates latinoamericanos sobre la crisis global, ni promueve alternativas novedosas. Este es un problema que se viene repitiendo en los últimos años, y por lo tanto cabe preguntarse si la CEPAL realmente está entendiendo la problemática actual del desarrollo latinoamericano.

AUTOR : Eduardo Gudynas
FUENTE : ALAI AMLATINA