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viernes, 25 de diciembre de 2009

¿Quién aprovechó las oportunidades de las crisis?



Como dijo Rahm Emanuel, el jefe del Gabinete de la Casa Blanca, “uno nunca quisiera que una seria crisis estuviese destinada al desperdicio”. A mediano y largo plazo enfrentamos tres crisis: la pobreza mundial y el cambio climático, y la otra, la crisis económica, es de corto plazo perosintomática de la necesidad de una reforma de largo plazo. No debemos desechar las oportunidades que estas tres crisis presentan: para tomar prestado de Oscar Wilde, desperdiciar dos crisis sería considerado como un descuido, pero desechar tres parece una negligencia, escribía en marzo del 2009 Nicholas Stern, profesor de economía de la London School of Economics and Political Science y ex economista del Banco Mundial, añadiendo que ahora es el momento de redefinir nuestras estructuras internacionales y no simplemente de andar enredándose en asuntos periféricos.

Obama siempre malgasta las oportunidades, no importa cuan importantes sean, escribe la ensayista canadiense Naomi Klein (The Nation y The Guardian) al analizar la actuación del presidente Barack Obama en la cumbre del cambio climático de Copenhague. Frente a la crisis financiera y con los grandes bancos insolventes o fallidos, Obama hizo “un real esfuerzo para no nacionalizarlos”. Los salvó con dinero de los contribuyentes al tiempo que afirmaba “que el gobierno no debía decirles a los bancos como conducir sus negocios”.

Lo mismo pudiera decirse de la oportunidad que el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya en Honduras le presentó al nuevo Presidente para establecer una nueva política hacia América Latina, sin mencionar las oportunidades que dejó pasar para acelerar la normalización de las relaciones con Cuba o impedir un aumento de la tensión política y militar en Sudamérica al autorizar el incremento de bases militares estadunidenses en Colombia.

Regresando a comienzos del 2009, cuando los bancos “estaban de rodillas” frente al nuevo Presidente estadunidense, la frase de Rahm Emanuel acerca de la oportunidad que representaba la crisis financiera global centrada en EE.UU. permitió pensar que Obama se aprestaba para actuar siguiendo los pasos del ex presidente Franklin D. Roosevelt, quien durante la crisis de la Gran Depresión reformó el sistema financiero para ponerlo en su lugar, al servicio de la economía y del empleo, y no a la inversa como había sucedido en las primeras décadas del siglo 20 y ha venido sucediendo desde los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

En los preparativos para la cumbre del G20 en Londres algunas declaraciones de Obama y otros dirigentes de las principales potencias capitalistas también esbozaron la necesidad de una reforma más o menos profunda del sistema financiero, con una severa reglamentación del sector especulativo –el “casino” donde literalmente se juegan billones de dólares diariamente-, en beneficio de la economía real.

¿Quién sale perdiendo de estas crisis?


Pero en realidad Obama no dejó pasar la oportunidad de la crisis financiera cuando en lugar de seguir los pasos de Roosevelt avanzó rápidamente y sin muchas dudas en el sendero de consolidar mediante cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes el insolvente sector financiero que “puso de rodillas a la economía de Estados Unidos”, como bien dijo Elizabeth Warren, quien actualmente preside el Panel de Supervisión del Congreso que monitorea el programa financiado con dinero de los contribuyentes para “aliviar” los activos financieros “problemáticos” (TARP) en manos de los bancos comerciales y de inversiones. Este salvataje, se comprueba ahora, estuvo destinado a que el sistema financiero de Wall Street siguiese con el papel rector en el sistema capitalista global que ha venido jugado desde las reformas y desregulaciones de la era de Reagan y Thatcher.

Thomas Walkom, columnista del diario Toronto Star, recuerda que a partir de los años 80, la era de desregulaciones y privatizaciones de Reagan y Thatcher que pasaron a formar parte de las políticas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, los gobiernos usaron las recesiones para bajar los salarios y cortar el financiamiento estatal de los programas sociales. El tema de esta recesión promete ser un ataque concertado contra los sindicatos, subraya Walkom.

En efecto, desde la década de los 80 y descontado los brotes inflacionarios, los salarios de los trabajadores y empleados en los países industrializados y en desarrollo no han aumentado en términos de poder adquisitivo. Elizabeth Warren se refería, hace unos meses, a la destrucción de la clase media estadunidense (videos en The Nation), una constatación que es aplicable a Canadá, los países europeos y por supuesto a los países del mundo en desarrollo.

El análisis de las estadísticas oficiales efectuado por el Centro de Estudios sobre los Niveles de Vida de Ottawa (CSLS, en su sigla en inglés) indica que entre 1980 y 2005 la productividad de los trabajadores canadienses medida en producción por empleado aumentó en más de 37 por ciento, mientras que el salario promedio –después del ajuste por la inflación- apenas cambió. Como apunta Walkom, el beneficio de este aumento fue a parar a manos de los empleadores, lo que explica que en esos 25 años la parte que les correspondió a los trabajadores en la economía canadiense pasó de 57 por ciento en 1980 a 53 por ciento en 2005.

Paralelamente a esta política de mantener bajos los salarios, el sistema financiero implantado en los años 80 –con su famoso “dinero plástico” de las tarjetas de crédito- hizo aumentar de manera exponencial la deuda personal por el consumo. El fácil acceso al crédito para el consumo y las hipotecas, que “compensaba” la baja o el no aumento de los ingresos salariales, fue endeudando rápidamente a las familias en EE.UU. y Canadá. Hoy día, en ambos países, el promedio de deuda familiar equivale a más de 130 por ciento del ingreso anual de las familias. Y como escribe el filósofo francés Bertrand Méheust (La Politique de l’oxymore, La Découverte), una “sociedad de endeudados es prisionera del futuro, no puede asumir riesgos, combatir por sus derechos o encarar la vida de otra manera”.

La baja de nivel de vida y el endeudamiento de las familias se explica asimismo por los cortes en los programas sociales que redujeron o eliminaron los servicios públicos y las asistencias sociales a la infancia, a la vejez y a las familias monoparentales. Las “reformas” del neoliberalismo, en particular la “flexibilización” del empleo con sus olas de despidos masivos permitieron la desaparición de los trabajos que constituían una carrera en el sector público y privado, consagrando la “deslocalización” del empleo, las reducciones salariales y el aumento o reducción de las horas de trabajo según las necesidades de las “cadenas productivas”. Y al mismo tiempo que se fomentó el “trabajo independiente” y otras formas de subempleo, las grandes empresas en todo el mundo adoptaron métodos y formas de organización del trabajo para aumentar la productividad.

Al analizar la ola de suicidios de empleados de France Telecom –casi una treintena en menos de dos años- el filósofo francés Alain Cuénot (Le Sarkophage, noviembre-diciembre) destaca que esas formas de organización del trabajo ponen a los trabajadores en competencia entre ellos mismos, provocando la incapacidad a una resistencia concertada ante las maniobras de los administradores, y subraya las palabras de los delegados sindicales que denuncian “las cínicas y brutales maniobras de los administradores (que) generan una degradación irreversible del empleado y de su dignidad de ser humano”.

Este “ataque concertado contra los sindicatos” no es porque queden muchos para ser atacados, como apunta Walkom, ya que en Canadá solo el 17 por ciento de los trabajadores del sector privado están sindicalizados, un porcentaje superior al existente en EE.UU. pero inferior al existente hace dos décadas en Canadá. Y por ello este ataque se concentra en los bastiones principales del sindicalismo: los trabajadores del automóvil y los empleados públicos. En Norteamérica la negociación salarial y de condiciones de trabajo de los trabajadores del automóvil sirvió de rasero para gran parte de los salarios industriales. El ataque contra los sindicatos del sector automotriz fue evidente durante las negociaciones para salvar de la quiebra a GM y a Chrysler. El rescate financiero de los gobiernos quedó supeditado a las concesiones salariales, de pensiones y beneficios marginales que los trabajadores debían hacer a ambas empresas. Desaparecido hoy el discurso sobre el estado moribundo de los grandes del automóvil y habiendo retornado las ventas y las ganancias, lo único que ha cambiado, quizás de manera permanente –escribe Walkom- son los salarios y beneficios de sus empleados.

El comentarista canadiense opina que los capitalistas, en muchos casos con ayuda de los gobiernos, están sacando ventajas de esta crisis para liquidar los altos costos laborales. Y esto es válido en otros sectores sindicalizados, como los diarios. La cadena The New York Times Co. amenazó con vender o cerrar el Boston Globe si los empleados sindicalizados no le otorgaban grandes concesiones salariales: “Después de meses de conversaciones sobre la crisis lo único que cambió es que los empleados del Globe ganan menos”, escribe Walkom.

¿Quién sale ganando de las crisis?

Desde los años 80 los gobiernos se sirvieron de las crisis para aplicar las políticas de reducción de programas sociales, incluyendo el seguro contra el desempleo y la asistencia social, mientras los bancos centrales con sus políticas de lucha contra la inflación –control de salarios y aumento de la tasa de interés- favorecían la reducción de los salarios, estimulaban los despidos masivos y la mudanza de sus operaciones hacia China y otros países con mano de obra barata. Los gobiernos bajaron los impuestos para las empresas y al reducirse el empleo y no aumentar los salarios se contrajo la recaudación fiscal, provocando déficits presupuestarios que crearon la presión política para reducir el gasto en programas sociales. Este círculo “virtuoso” para las empresas –menos impuestos, salarios más bajos y estímulos para la deslocalización- fue posible por el circulo “vicioso” de los cortes estatales en programas sociales, salud, educación, pensiones, así como de la privatización de diversos servicios públicos.

Como escribe el columnista del Toronto Star, la actual crisis económica provee a los astutos empleadores con la excusa para seguir bajando los salarios, lo cual –según los previsores economistas de Wall Street- permitirá a las empresas aumentar sus ganancias, para beneficio de los accionistas y de Wall Street. Y nuevamente los déficits presupuestarios servirán de excusa para bajar el número de empleados y los salarios del sector público, ya que no quedan muchos programas en los cuales se pueda cortar el gasto. Y seguirá la privatización de las empresas estatales que se salvaron de las anteriores olas de privatización, como el sistema de correo en Francia o la empresa Energía Atómica de Canadá.

Las secuelas de esta crisis serán graves en términos de desempleo y subempleo, de otra gran transferencia de riquezas hacia los más ricos, y los endeudados Estados enfrentarán problemas para refinanciar sus crecientes déficits fiscales. Algunos economistas advierten que este endeudamiento provocará una crisis financiera en el sector de los bonos estatales y llevará a alzas en las tasas de interés y a otros recortes en el financiamiento de los programas sociales.

Pero quienes no han perdido la oportunidad que presentó esta crisis, gracias a la política del presidente Obama de “cambiar algo para que todo siga igual”, es el sistema financiero de Wall Street salvado con los dineros de los contribuyentes y que hace fabulosas ganancias y alimenta gigantescas especulaciones con el dinero casi gratuito de la Reserva Federal.

AUTOR : Alberto Rabilotta
FUENTE : ALAI

¿La crisis ha terminado?




En agosto-septiembre pasado nos dijeron que había “brotes verdes” en la economia de algunos paises; el dia primero de noviembre Obama nos anuncia que la crisis económica, en EE.UU, está finalizando, ya que el PIB estadounidense ha subido 0,9 % en el tercer trimestre de 2009. Afirmaciones parecidas, en las últimas semanas , se señalan para ciertos paises europeos.

¿Es cierto que la crisis ha finalizado?. Hay que constatar , como señala la OCDE, que la bajada del precio del dinero , el repunte de la actividad de los mercados bursátiles y un acceso restringido a los préstamos bancarios han favorecido la mejora del contexto financiero internacional. Pero esta mejora temporal de la situación de los bancos no despeja las incertidumbres en cuanto la estabilidad del sistema financiero y económico.

Subsisten los riesgos ya que puede haber una recaida de la crisis bancaria puesto que los bancos de la eurozona tienen pendiente, para el periodo 2009-2010, la depreciación de activos de sus balances por una cantidad estimada en 700.000 millones de dólares. En el caso español la agencia de calificación crediticia Moodys señalaba, en octubre, que las entidades financieras españolas debían aumentar sus provisiones en 57.000 millones de euros dada la débil solvencia que tenían. Por otra parte, teniendo en cuenta las relaciones de los bancos y las cajas con el sector inmobiliario, el deterioro del sistema financiero español ha sido muy rápido afectando a la solvencia y aumentando la morosidad. Lo cual no impide que las cinco grandes entidades financieras españolas (grupo Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y Banco Popular) lograron, hasta septiembre , un beneficio conjunto de 13.602 millones de euros.

A considerar, asimismo, el riesgo de que los bancos vuelvan a su comportamiento especulativo, dado que los bancos europeos han recibido 570.000 millones de euros de manos del Banco Central Europeo (B.C.E.), impidiéndose, de este modo, el hundimiento de muchos de ellos, alejando el peligro de la depresión económica, pero a la vez alimentan la siguiente burbuja financiera, dado el volumen de dinero disponible, propiciando la especulación con las materias primas ( petróleo, metales, alimentos).

A señalar el reciente caso de Dubai World, emporio semiestatal del emirato de Dubai cuyos compromisos totales de deuda alcanzan, a comienzos de diciembre, la cifra de 59.000 millones de dólares, dentro de la deuda global del emirato que se estima entre 80.000 y 150.000 millones de dolares. Entre los acreedores se encuentran bancos ingleses, suizos y franceses ; la crisis de Dubai es un síntoma , afecta a todos los mercados financieros ( al haberse extendido por todo el mundo la venta de títulos “derivados”, secuencia de contratos de seguros en cadena que se crean con cada deuda que se contrae).

Es significativo que el exceso de liquidez, de dinero, alimenta la burbuja especulativa pero no se canaliza, fundamentalmente, hacia el crédito ni para las empresas ni para las familias.

Por otra parte el consumo de las familias, en la zona euro, se ha mantenido gracias a los déficits públicos ( que han posibilitado ayudas a las empresa y a las familias, como es el caso de las ayudas para la compra de automóviles) y al retroceso de la inflación así como a la bajada de precios de las materias primas.

Pero a partir de 2010 se van a producir, en la eurozona, los fenómenos siguientes :

-estabilización o reducción de los déficits públicos, que

serán del 12 % del PIB y que no sostendrán, por tanto, el crecimiento del consumo, especialmente en el caso de las compras de automóviles

-posible ascenso de la inflación y de los precios de las materias primas

(petroleo.)

-frenazo y congelación en los salarios

-la tasa de autofinanciación de las empresas, en la eurozona, será del 75%,

aunque en el caso español será menor

-aumento de la tasa de paro alcanzando un valor cercano al 12 % en la zona euro, aunque para la economía española alcanzará el 19.

El conjunto de la evolución de estos factores supone el debilitamiento de la capacidad de consumo de la población, considerando la necesidad de desendeudamiento por parte del sector privado. Es significativo que para 2.010 se estima que el crédito a conceder al sector privado es muy pequeño cuando, por el contrario, las deudas de las familias y de las empresas , en la zona euro, supone el 120% del PIB.

El retroceso en la demanda influye en la pérdida de empleos en la construcción, bienes de equipo, bienes de consumo duradero y servicios financieros (bancos y cajas de ahorros). Los analistas coinciden que dentro de la zona euro , la situación española será de las peores, dada la dependencia del tejido productivo de sectores como la construcción y el automóvil( sector que posee un excedente de producción del 30% en la U.Europea)

Asimismo la perspectiva de crear nuevos empleos a través de la “economia verde” no alcanzará más allá del 2% en los próximos 10 años, según la consultora Natixis. Y también para el caso del sector de las tecnologías de la información (TIC) no va a haber un crecimiento espectacular , ya que en el periodo 1990-2005, han creado el 3% del total de los nuevos empleos .

Por otra parte se está produciendo un cierto crecimiento económico en los paises “emergentes”(Brasil, Rusia, India y China), llamados BRIC ; crecimiento económico centrado en su mercado interior con un peso menor de las importaciones occidentales ( salvo en el caso de ciertas materias primas como el petróleo), de modo que los paises BRIC aumentan mucho su capacidad de producción propia e invierten en I+D+i.

Se está produciendo una diferenciación entre el crecimiento económico de los paises ricos de la OCDE y el de los paises BRIC. Asimismo los flujos de capitales se mueven desde las empresas de la OCDE hacia los paises BRIC y de la OPEP. En 2009 han supuesto 349.000 millones de dolare y se estiman que para 2014 dicho flujo de capitales alcance la cifra de 672.000 millones de dolares, atraidos por unos mayores tipos de interés y un mayor potencial de crecimiento En cambio las inversiones directas netas de las empresas en EE.UU, Europa y Japón son negativas y del orden de 200.000 millones dolares/año .

Si estos factores se consolidan se puede hablar de una cierta “desglobalización”.La crisis está acelerando la restructuración de grupos multinacionales, adquiriendo una importancia creciente nuevos actores (chinos, asiáticos..).Asimismo esta lógica inversora en paises emergentes está fomentando las deslocalizaciones industriales de paises occidentales y la entrada de capitales especulativos en los paises emergentes, hasta el punto de que paises como Brasil,Taiwan o Corea han optado por imponer restricciones al capital extranjero especulativo, para evitar problemas con el tipo de cambio de divisas y con la inflación.

Además hay que considerar que con un crecimiento económico modesto (1-2% PIB) no es posible reducir sustancialmente los déficits públicos( en la zona euro las deudas públicas alcanzarán el valor medio del 90% del PIB en 2011).Si la deuda pública se hace duradera, influye negativamente sobre el crecimiento económico. A considerar que se pueden producir políticas presupuestarias de carácter restrictivo por parte de los gobiernos europeos, con mayor presión fiscal y recorte de gastos públicos.

A no descartar que pueda remontar la inflación, perdiendo capacidad de compra por parte de los asalariados. O bien pueden subir los tipos de interés a largo plazo con lo que se produciría un frenado en la acumulación de reservas de divisas procedentes de paises emergentes en paises occidentales ( China posee títulos públicos estadounidenses por un valor superior a un billón de dólares).

Finalmente hay que considerar que el ahorro a largo plazo , si se sigue canalizando hacia la financiación de la deuda pública, no queda disponible para las empresas, obligando a éstas a recurrir a la autofinanciación o bien a emitir obligaciones en los mercados bursátiles.

Por tanto la conjunción de la inestabilidad bancaria, con exceso de liquidez y posibles nuevas burbujas financieras (como el caso Dubai últimamente), la debilidad del consumo, la destrucción masivas de empleo (con des- localizaciones) y las abultadas deudas públicas configuran un marco estructural, a pesar de cierto repunte económico temporal, con un largo periodo oscilante de crisis económica. Las “salidas” de la crisis tendrán que esperar.

AUTOR :Antón Borja
FUENTE : REBELION