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viernes, 19 de marzo de 2010

Lo que gana la plutocracia de Estados Unidos


Una nueva mirada a las listas del International Revenue Service (IRS) de las 400 rentas más altas de Estados Unidos sugiere que nunca antes hicieron tanto unos pocos a expensas de muchos.

Recientemente, sin que le diera mucho bombo, el IRS ha publicado las últimas cifras sobre las 400 rentas más altas de América. Una pena. Estas cifras se merecen por lo menos alguna fanfarria, aunque sólo sea uno o dos trompetazos. Nuestros top 400, según muestran los números, han ascendido a altitudes sublimes. Ahora pertenecen al ranking de los mayores saqueadores de todos los tiempos.

Vándalos y hunos, echaros a un lado. Conquistadores, hagan sitio. Habéis topado con la horma de vuestro zapato: la piedra angular de las altas finanzas, los fondos de alto riesgo y el Silicon Valley que reposan sobre el punto más álgido de la cumbre económica de los EEUU del siglo XXI.

Las nuevas cifras del IRS muestran que en el año 2007 las 400 declaraciones más altas de los Estados Unidos arrojaban de media cada una la imposible suma de 344,8 millones de dólares en ingresos.

¿Necesita ayuda para entender esta suma? ¿Quizá un poco de historia? La media de 344,8 millones que los top 400 ingresaron en el 2007, un año antes del colapso de la economía, supera por 5 el ingreso medio de los top 400 de 1992, y esto teniendo en cuenta la inflación.

Los gráficos oficiales del IRS sobre las 400 rentas más altas sólo llegan hasta el año 1992. Pero podemos recrear totales comparativos usando otros datos anteriores proporcionados por el mismo IRS. Podemos calcular los ingresos medios de las primeras 398 rentas para 1961. Estos “casi 400” hacían de media, en dólares de 2007, poco más de 14 millones de dólares, eso es, 25 veces menos que sus “400” pares del 2007.

¿Es suficiente ya con la historia? ¿Qué tal ahora un poco de geografía? Los 400 mejores ingresos de EEUU en 2007 arrojaban más retribuciones que el total de la población de Kentucky, un estado con más de 4,2 millones de habitantes.

¿Prefiere una perspectiva sobre el trabajo? Un trabajador estadounidense del sector privado en el año 2007 tendría que trabajar 11.000 años para igualar las ganancias que la media de los pudientes top 400 se embolsara en sólo uno.

No es posible conocer con las estadísticas del IRS las identidades de los top 400 del año 2007, ni tampoco las de ningún otro año más o menos reciente. El IRS no da nombre alguno. Pero teniendo en cuenta informes y noticias de esos años sí que podemos hacernos idea de algunos dichosos afortunados que casi seguro pasaron el 2007 en territorio top 400.

La mayor parte de estos top 400 son naturales del mundo de los fondos de alto riesgo. En 2007, según la revista especializada del sector financiero Alpha, 50 directivos de fondos de alto riesgo amasaron por lo menos cada uno la cifra de 210 millones de dólares, bastante por encima del mínimo de 138,9 millones de dólares anuales necesarios para ingresar en los top 400.

En 2007, la mayor retribución de un hedge fund pertenecía a John Paulson. ¿Su logro? Paulson apostó a que la burbuja inmobiliaria reventaría y sacó unos beneficios estupendos, del orden de más de 3.000 millones de dólares, de la miseria resultante.

Otros ingresos top 400 del 2007 provienen del mundillo de los que invierten en compañías que no cotizan en bolsa (private equity), ese misterioso hemisferio donde los hombres de negocios toman prestado el dinero de otra gente para rescatar compañías de cotización pública que estén pasando dificultades, y a continuación pagan sus deudas despidiendo a los trabajadores y exprimiendo a los consumidores. Para los chanchulleros de los private equity, los beneficios imprevistos llegan cuando la compañía “arreglada” vuelve a venderse a los inversores del Wall Street.

Las firmas de los private equity, a diferencia de las compañías de cotización pública, no están obligados a revelar el sueldo de sus ejecutivos. Pero a veces se cuelan detalles, como pasó en 2007 cuando el Blackstone Group, el mayor grupo de private equity del país, decidiera vender sus propias acciones en Wall Street. Esa venta reportó al directivo de Blackstone, Stephen Schwarzman, 684 millones de dólares, que se sumaban a los 180,1 millones que ingresó ese año como consejero delegado.

No todos los top 400 de 2007 amasaron sus fortunas especulando con las hipotecas o jugando con los private equity. Algunos de los mejores ingresos del año salieron directamente de las oficinas de dirección de las corporaciones más importantes de América.

Por ejemplo, el directivo de la compañía de software Oracle, Larry Ellison, cobró en 2007 un ingreso anual de 61,2 millones y se embolsó otros 181,8 millones de dólares amortizando acciones que ya tenía desde hace unos años. ¿Es acaso Ellison un genio de hacer dinero?: compra a los competidores, se queda con sus clientes, y a continuación despide a sus trabajadores.

Puede que la faceta más extraordinaria del retrato de los top 400 del 2007 no sean los cientos de millones que se embolsaron individualmente esos 400. Puede que lo que más sorprenda sean los cientos de millones que aún restaban en sus bolsillos después de los impuestos.

En 2007, los top 400 sólo pagaron en impuestos federales el 16,6 por ciento de sus ganancias totales, eso es, por debajo del 17,2 por ciento del 2006, y muy por debajo del 29,9 por ciento del tipo impositivo efectivo sobre los top 400 registrado en 1995. En otras palabras: en sólo 12 años, la tasa impositiva para los ricos de EEUU se ha encogido casi la mitad.

Si echamos una mirada unas décadas atrás veremos que la actual “carga” fiscal sobre los más ricos aún se torna en comparación mucho más liviana. En 1955, los top 400 del país -para ser precisos, los top 427, todos los que aparecen en los archivos históricos del IRS- pagaron el 51,2 por ciento de sus ingresos en impuestos federales, más del triple de la tasa impositiva para los ingresos top 400 en 2007.

¿Y es muy importante la deducción fiscal que hoy se llevan los ricos? Si los top 400 del 2007 hubieran pagado sus impuestos federales con la misma tasa impositiva que la de aquéllos financieramente más favorecidos allá en el año 1955, la tesorería del estado hubiera recogido 47,7 mil millones de dólares extra.

En 2007, con esos millones se hubiera podido incrementar en dos tercios las ayudas federales al estado y los gobiernos locales para proyectos de infraestructura; o casi doblar el conjunto del gasto nacional en investigación científica para 2007.

Claro está que ya no podemos reparar el monumental atraco del 2007, esa persecución loca detrás de la gran fortuna que desembocaría un año después en el desplome de nuestra economía. Pero podemos adoptar medidas para prevenir que se repita este salvajismo en el futuro. Eso fue precisamente lo que hicieron nuestros antepasados. En tiempos de La Gran Depresión empezaron a cambiar todas las reglas -desde los impuestos hasta la banca- que habían motivado a los codiciosos un deseo insaciable de latrocinio.

Las nuevas reglas funcionaron. Para mediados de los 50, teníamos unos top 400 que ya no miraban a nadie por encima del hombro. Teníamos los EEUU que servían al ciudadano medio. Ya no.

AUTOR : Sam Pizzigatti edita Too Much, la revista electrónica semanal sobre los excesos y la desigualdad.

TRADUCCION María Argueta

FUENTE : SIN PERMISO