Por Sandro Pozzi
El escritorio de Joseph
Stiglitz es caótico, con papeles en todas direcciones. Es imposible ver
el fondo. Sobre ellos, dos latas de Coca-Cola Light. No quedaba otra que
poner la grabadora sobre tan frondoso forraje, de casi cuatro dedos de
espesor. Su despacho en la Universidad de Columbia mira a la biblioteca.
Está en la octava planta, altura suficiente para ver el perfil de
Manhattan, corazón del capitalismo. Pero el calor pegajoso del verano se
ocupó de poner una capa blanca de humedad para evitar distracciones.
Stiglitz,
economista jefe del Banco Mundial hasta 2000 y Nobel de Economía en
2001, publica en España su último libro, en el que explica las causas
por las que la desigualdad crece tan rápido en Estados Unidos y trata de
anticipar su impacto económico. Una obra que nace de un artículo que
escribió en Vanity Fair, un vehículo poco usual para los académicos, y
cuyo título se convirtió hace un año en el lema del movimiento social de
protesta Ocupemos Wall Street. “El 1% de la población tiene lo que el
99% necesita”, señala el autor. De alguna manera, este trabajo es una
vuelta a su origen, ya que la desigualdad en un contexto de crecimiento
económico fue el tema de su tesis doctoral. Ahora explica que los
mercados no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la
riqueza en las manos de unos pocos. Trata de lanzar un debate en torno a
El precio de la desigualdad. Cómo la división social pone en peligro
nuestro futuro (Editorial Taurus).
Como
si tratara de inyectar moralidad al capitalismo. El día de la
entrevista, la revista New York lanzaba en su portada una pregunta que,
por un lado, revela la nostalgia que los estadounidenses tienen sobre su
pasado y, por otro, evidencia en su respuesta la polarización actual
del debate en una sociedad inmersa en una batalla ideológica constante.