Por Sam Pizzigati
Nuevas
investigaciones acreditan que la generación revolucionaria de EEUU vivía en una
sociedad mucho más igualitaria que la nuestra. Los primeros americanos
apreciaban esta igualdad, una realidad incómoda para los actuales
conservadores.
Hasta no hace
mucho, los estadounidenses sólo se ponían pelucas George Washington, chalecos y
tricornios, el cuatro de Julio. Pero luego apareció el Tea Party y la
vestimenta colonial empezó a llevarse en las concentraciones a lo largo de todo
el año.
A simple vista, el
legado de 1776 empezó “perteneciendo” a la masa anti-“Gran Gobierno” del Tea
Party. Los tipos del Tea Party reivindicaban que los Fundadores no permitirían la
interferencia del gobierno en sus vidas. Nosotros tampoco deberíamos
permitirlo. Si nos mantuviéramos fieles al espíritu del 1776 los Estados Unidos
serían perpetuamente “excepcionales”.
¿Cómo permanecer
fiel? El Tea Party – y los líderes afines al GOP en el Congreso – tenían una
respuesta preparada. No más impuestos. Nunca. Ni siquiera a los súper ricos. Olvidemos
esta cantinela de la desigualdad. Matemos a la bestia. El gobierno debe ser pequeño.
Esta línea básica
del Tea Party se ha convertido ahora en el mantra reinante en los círculos
conservadores. Pero este mantra destroza totalmente la memoria histórica. Los
patriotas de 1776 no llevaron a cabo una revolución para tener un gobierno
pequeño. Se rebelaron para tener unos Estados Unidos relativamente igualitarios.
Tal como prueba de
forma dramática la investigación archivística de los economistas Peter Lindert
y Jeffrey Williamson, aquellos colonos vivían en una sociedad mucho más
igualitaria que la madre patria Inglaterra. En 1774, en la vigilia de la
Revolución Americana, las 13 colonias americanas gozaban aparentemente de “una
distribución de la renta más igualitaria” que en “cualquier otro lugar del
mundo”.
Lindert y
Williamson calculan, en una investigación publicada el año pasado, que el 1%
más rico de la época colonial se llevaba tan solo el 8,9 % del producto interior
colonial. En Inglaterra, el 1% más rico se llevaba el 17,5 %, casi dos veces
esta participación.