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sábado, 25 de febrero de 2012

Comercio, de la tragedia a la farsa

Por Chakravarthi Raghavan*



Las estancadas negociaciones comerciales de la Ronda de Doha han llegado a un punto en que no pueden ser reanimadas ni tampoco enterradas.

Los principales países desarrollados han incumplido todos los compromisos de eliminación de los subsidios y protecciones a su sector agrícola que asumieron en 1994 en Marrakech. Al depositar su confianza en los compromisos solemnes de las principales economías desarrolladas y creer que serían puestos en práctica de buena fe -un principio básico del derecho internacional público-, los países en desarrollo pagaron un alto precio por adelantado y aceptaron diversas disciplinas en su propio comercio de bienes y servicios, y en los acuerdos sobre propiedad intelectual.

En retrospectiva, está claro que las grandes potencias comerciales no tenían ninguna intención de llevar a cabo sus propias obligaciones cuando firmaron en Marrakech el fin de la Ronda Uruguay del GATT y la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El mandato de eliminar los subsidios agrícolas fue promocionado durante un tiempo como un elemento crucial en la “agenda del desarrollo”, pero poco después del lanzamiento de las negociaciones de Doha en 2001, Pascal Lamy, actual director general de la OMC y entonces comisario europeo de Comercio, viajó a India para dejar claro que Europa no podía poner fin a los subsidios agrícolas, ya que los necesita para mantener a sus agricultores en el campo.
El mandato fue puesto patas arriba en los diversos esfuerzos dirigidos por Lamy para concluir la Ronda de Doha y ahora es presentado como negociaciones para que las principales economías emergentes (China, India, Indonesia, Sudáfrica, etc.) proporcionen a Estados Unidos acceso a sus mercados de bienes y servicios, incluidos los financieros.