Desde hace algunos meses, una intrigante pregunta persigue insistente a
un número muy variado de personas en el mundo: altos oficiales de política
económica, participantes en los mercados internacionales de capitales, especialistas
en coyuntura internacional y economistas en general. ¿Cuán sostenible
es el desequilibrio de las cuentas externas en Estados Unidos? ¿En qué
porcentaje debe reducirse el valor del dólar para reestablecer un equilibrio y
cuáles podrían ser las consecuencias de este ajuste? ¿Podrá continuar funcionando
el dólar como única moneda de reserva mundial o este papel será asumido
por el euro? Preguntas, sin duda relevantes, que deberían indicarnos la
inminencia de un gran ajuste en los próximos años que afectará a todos los
países del mundo en general y a América Latina en particular.
El año pasado, un grupo de economistas americanos propusieron un esquema
analítico con el propósito de responder a estos interrogantes. Podemos
denominar a la nueva teoría usando el titulo del ensayo que resume sus
principales resultados, “El Nuevo Sistema de Bretton-Woods”. Según los autores
estadounidenses, es posible dividir al mundo en tres grandes regiones:
USA, Asia y el Resto del Mundo. En el nuevo sistema, Asia ha elegido usar un
régimen cambiario que mantiene una paridad fija con el dólar y, en razón a
su interés comercial, tiende a subvaluar el valor de su moneda. En clara contraposición,
en el resto del Mundo (Europa y América Latina) rige un sistema
de paridades libres que se mueven hacia arriba o hacia bajo por determinar.(Publicado en el diario Expreso, Noviembre 2004)
acciones que, en lo fundamental, emanan del sector financiero. Además, los investigadores,
es estable ya que puede regir por un plazo largo de tiempo, las
relaciones financieras que establecen estas regiones entre sí
Crucial para el nuevo sistema son las vinculaciones comerciales y financieras
entre China Continental y los Estados Unidos. En particular, China vende
a los consumidores americanos bienes y recibe dólares a cambio. Luego,
aplica estos dólares para comprar bonos emitidos por el Tesoro Americano.
Como consecuencia, el precio de los mismos aumenta, se reducen las tasas de
interés y, por tanto, ocurre una activación del consumo y de la inversión en
USA. La expansión de la demanda produce, esta vez en China, un incremento
en las tasas de acumulación y de ahí una nueva expansión de la producción
industrial en este país.
El crecimiento de China expande también la demanda de materias primas
y produce un incremento en los precios de los productos básicos. Con ello, se
benefician las economías de los países exportadores de materias primas y,
por esta razón, se produce también en éstas un crecimiento en la demanda
agregada, el producto y el empleo. Al crecer las importaciones de estos países,
crecen las exportaciones de USA y de Europa y, así, en todo el mundo se
propaga el impulso reactivador emanado de este circuito primario y fundamental.
Conforme China crece y adquiere fuerza, se lanza por el mundo en
busca de materias primas. Con ello, las economías de los países del tercer
mundo reciben nuevo y decisivo impulso.
Aunque la nueva teoría tiene fuerza y cautiva el entusiasmo de algunos
economistas y especialistas en este tipo de cuestiones; también, ha provocado
reacciones de crítica encendida. Se argumenta así que el nuevo sistema es
esencialmente inestable. Notan que el mismo carga en demasía el precio del
ajuste internacional en la cotización del euro frente al dólar y que la apreciación
del euro puede provocar un desastre en Europa. Los críticos han calculado,
usando modelos de equilibrio general, que el esquema sólo es sostenible
si el dólar pierde un cincuenta por ciento de valor respecto a todas las monedas
del mundo y se preguntan cuán consistente este mayúsculo ajuste con el
arreglo institucional que regula las relaciones entre USA y la Comunidad Económica
Europea. ¿No colapso, acaso, la economía mundial en 1930, cuando
los países europeos iniciaron una guerra de devaluaciones competitivas y
luego una comercial que finalmente condujo a la gran depresión? Un colapso
del dólar en los mercados mundiales podría tener terribles consecuencias en
los mercados financieros americanos ya que generaría el derrumbe de la burbuja
hipotecaria y de la bolsa de valores en estados Unidos. Acompañarían la
perdida de riqueza, una abrupta caída del consumo y la inversión en USA y,
por esta razón, del circuito chino-americano.
¿Quién tiene la razón en este interesante debate? Una posición intermedia
implica el uso de una persuasión extraeconómica que reconozca plenamente
el nuevo papel de china en la economía mundial y que sea capaz de convencer
a los gobernantes chinos que a la larga una ligera apreciación del yuan es
la única vía para aminorar las tensiones del sistema. Aun que el secretario del
tesoro americano, en una importante reunión financiera en Europa, insinuó
esta idea no ha tenido aún una respuesta clara de Pekín.
AUTOR : BRUNO SEMINARIO,EL LABERINTO DEL MINOTAURO, CEUP
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