martes, 24 de marzo de 2009

“La economía mundial es como un submarino que, tocado, se halla en rápida caída hacia zonas abisales, y las consecuencias para el Sur serán devastador

Henning Heine entrevistó la semana pasada para el diario alemán TAZ al prestigioso científico social y activista filipino Walden Bello, flamante ganador del premio Nóbel alternativo .


Señor Bello, el Banco Mundial ha hecho sonar estos días enérgicamente la alarma, alertando de un desplome de la economía mundial. ¿Cómo estima usted los posibles efectos de esto en el Sur?



Serán masivos. Sufrirán sobre todo las economías nacionales que se han abierto completamente a la globalización, vinculando su crecimiento a la industrialización orientada a la exportación a mercados extranjeros. Harto menos afectados se verán los países con menor grado de apertura, por ejemplo, muchos Estados africanos.


¿Qué efectos tiene ya la crisis?


Las exportaciones agrícolas de Argentina y Brasil se hallan en caída libre. En el este de Asia las exportaciones ya se han desplomado drásticamente. En China, según el gobierno, 20 millones de trabajadores han perdido el empleo en los últimos meses. El valor del won coreano ha caído cerca de un 30%. Las transferencias de dinero de los trabajadores emigrantes del sureste asiático a sus países de origen declinan espectacularmente; además, los desempleados indonesios y filipinos tienden cada vez más a regresar a su patria.


¿Seguirá agravándose la situación?


Desde luego, no le quepa la menor duda. No estamos sino al comienzo de un desplome de alcance planetario. Yo no sé cuándo se llegará a tocar fondo, ni cuánto tiempo se mantendrá la economía mundial en esa zona abisal. La economía global es como un submarino tocado que su hunde a toda velocidad en dirección al suelo marino. Una vez dé en él, nadie sabe si podrá rescatarse a la tripulación y sacarla a flote. Tampoco sabemos si los intentos keynesianos de revitalización de la economía lograrán ponerla a flote.


¿Espera usted que la próxima reunión del G 20 [en Londres, el próximo abril] consiga controlar las turbulencias?


No. No se dan los presupuestos para un nuevo sistema de Bretton Woods. Cada quién va por su lado. La idea de reformar el FMI y de que el Banco Mundial juegue un papel más activo cuenta con pocos apoyos. Además, no se cerrarán en la OMC (Organización Mundial de Comercio) los acuerdos de la Ronda de Doha, porque muchos negociadores desconfían de la globalización. Y además, en el proceso de Basilea se ha evitado fijar el imprescindible marco regulador del comportamiento bancario. Muchas palabras bonitas sobre multilateralismo, pero pocos hechos.


¿Cómo juzga usted el programa de la administración Obama en relación con la economía mundial?


En materia de política económica, la administración Obama mira para casa y se aleja de la globalización y el libre comercio. Es verdad que habla de multilateralidad y se manifiesta contra el proteccionismo, pero eso no son hasta ahora más que fórmulas hueras. La prioridad de Obama es la estabilización de la economía de los EEUU. El resto del mundo, puede esperar. Los EEUU desempeñarán retóricamente un papel dirigente en el próximo encuentro del G 20 en Londres en lo tocante a arquitectura financiera global y robustecimiento de la regulación. Pero todo se subordinará en la práctica a sus intereses nacionales. Sólo cuando se logre frenar el desplome de la economía estadounidense se dedicará Obama a temas de economía internacional.


¿Qué pasa con Europa?


La UE, lo mismo que los EEUU, se concentra más en sus problemas interiores. Queda por ver si se decide por esquemas estabilizadores valederos para toda la zona, o bien recae en un pensamiento nacional-estatal. Yo me temo que en Europa resultarán erosionados tanto el apoyo al multilateralismo como las pretensiones políticas de alcance planetario. Me preocupa, además, qué pasará con los emigrantes del Este y del Sur, dado que la economía de la UE se encoge a ojos vista. El racismo y los prejuicios étnicos podrían empezar a prosperar.


¿Qué habría que hacer con toda urgencia para evitar un ulterior desjarretamiento de la economía mundial?



A la vista de los excesos económicos cometidos a escala planetaria, una buena cosa sería la desglobalización. La cual debería venir acompañada por una regionalización económica y unas economías nacionales robustecidas. La globalización ha arruinado a las economías nacionales. Las ha hecho vulnerables hasta conducirlas al desplome, y eso en la medida en que aniquiló sus fronteras protectoras y sometió su producción y su comercio al mercado mundial. El desafío para nosotros es cómo crear un sistema mundial en el que la participación en el tráfico global de capital y servicios robustezca, en vez de debilitar, a las economías nacionales.


¿Cómo juzga usted el estado de la izquierda y de los movimientos sociales actuales?



La izquierda tiene instrumental teórico para comprender la crisis. Particularmente importante aquí es el análisis marxista –incluidas las intuiciones visionarias de Rosa Luxemburg—, según el cual el capitalismo tiende a la sobreacumulación y la sobreproducción. El desafío es levantar un movimiento de masas a escala mundial, dando simultáneamente, a escala nacional, una respuesta anticapitalista a la crisis. Democracia en la economía, más democracia en la política: ésos deberían ser los objetivos. Tenemos que darnos prisa, porque si no disponemos de ofertas y soluciones de izquierda para la gente, tal vez se dejen convencer por la derecha. Pero no podemos querer en modo alguno una recaída de los Estados en un escenario como el de los años 30.

Walden Bello, profesor de ciencias políticas y sociales en la Universidad de Filipinas (Manila), es miembro del Transnational Institute de Amsterdam y presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista sénior en Focus on the Global South.

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