En el siglo XXI, las políticas energéticas son lideradas por los Estados, ya que las empresas privadas se han revelado ineptas para enfrentar esos retos. Detrás quedaron los obsoletos planteamientos liberal/economicistas del Consenso de Washington.
En toda América del Sur y México, sin excepción alguna, las empresas estatales cumplen esa función estratégica. Incluso los países que privatizaron, parcial o totalmente sus empresas estatales, como Argentina y Bolivia, ya están de vuelta. La excepción es el Perú.
La historia de la privatización de Petroperú comienza en 1992, cuando se venden sus grifos, su flota de buques petroleros (Transoceánica) y, también, Solgas, ambas a empresas chilenas.
En 1993 se venden los lotes de Petromar a Petro Tech. En 1996 se venden los grandes campos productores: el Lote 8 de la selva, el Lote X de Talara, la refinería más grande (La Pampilla), la Planta de Lubricantes (a Mobil) y los Terminales de Abastecimiento.
Petroperú se quedó descuartizada, solo con las refinerías de Talara, Conchán, Iquitos y el oleoducto, que no se vendieron porque creció la oposición popular.
Una política energética de autoabastecimiento necesita que Petroperú vuelva a la integración vertical. La razón es simple: el abecé es estar en todas las fases de la industria (sobre todo en producción, para aprovechar la renta petrolera, la diferencia entre el bajo costo de producción y el alto precio de venta). Petroperú estima que ha perdido US$ 1,500 millones, sobre todo porque compra petróleo caro.
Pero aquí el mundo es al revés. En el 2004, Petroperú pudo comprar los grifos que vendía Shell, pero el gobierno no quiso y los compró la estatal chilena ENAP con el Grupo Romero (Primax). Dijo el gerente Enrique Dávila: “Este ingreso está conversado con las autoridades peruanas. No hay ninguna aprensión. Aquí se respetarán los acuerdos y tratados suscritos. Ese riesgo se evaluó. Además, estamos con socios locales con experiencia en el negocio” (El Mercurio, 17/8/04).
En el 2004, Perupetro y Petroperú pudieron rescindir el contrato con Petro-Tech y volver explotar petróleo, ya que dicha empresa no había cumplido con el mantenimiento de las plataformas. Pero no se hizo. Petroperú pudo haber comprado Petro Tech, como decía el contrato. Tampoco. Ahora dos empresas estatales (de Colombia y Corea) han adquirido la empresa . En el 2006 Petroperú pudo comprar los grifos de Mobil, pues había una cláusula que lo permitía. Pero el gobierno le dio la opción a Repsol.
¿Qué hacer para potenciar Petroperú? En primer lugar, tener voluntad política para impulsar la integración vertical. El ejemplo más cercano es Colombia, donde Ecopetrol ahora cotiza en la bolsa de valores, pero a la vez tiene un agresivo presupuesto de exploración, tanto en su país como en el extranjero (incluido Perú). Esa voluntad política podría haberse expresado en la intención peruana de adquirir Petro Tech. Otra vez, nada.
También es importante modernizar la gestión e incorporar al sector privado en los Comités de Licitación de Obras, así como en la fiscalización de las políticas de las empresa. Bajo diferentes formas esto sucede en Colombia, Chile y Brasil, lo que permite, además, luchar contra la corrupción y “faenones” diversos. E impulsar la contratación de técnicos en las áreas de geología y producción, donde se genera la renta petrolera.
Para ello, la estatal debe competir, en igualdad de condiciones, con las privadas. Este es el punto más sensible porque no se quiere una empresa estatal fuerte, ya que ello permite estándares de comparación y, también, ejercer funciones reguladoras. Pero eso no se logra planteando que hay que “postergar la modernización de la Refinería Talara” (Ministro Sánchez), posición que no pudo sostener mucho tiempo.
Todo lo ya señalado nos dice que no hay voluntad política, lo que se expresa de manera clarísima en el hecho de que se mantiene acéfala a Petroperú, en lugar de optar por nombrar a ese puesto a un ciudadano con altas cualidades morales y técnicas. Para tener una política energética para el Siglo XXI hay que potenciar y modernizar Petroperú.
Pero aquí se sigue diciendo que hay una excepción peruana: por alguna razón, todo el mundo (hasta Obama) puede tener empresas estatales, menos nosotros. Qué tal cuajo.
AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO
FUENTE : CRISTAL DE MIRA
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