Mark Thoma y Brad DeLong nos llaman la atención sobre la crítica de James Morly a la teoría macroeconómica actual. Hace algún tiempo, yo mismo escribí sobre eso. Como dejé dicho entonces, la historia básica de la macroeconomía “moderna” discurre sobre poco más o menos así:
1.- Lucas y sus discípulos coincidían en que la economía tiene una apariencia keynesiana –es decir, todo ocurre como si las políticas monetaria y fiscal tuvieran efectos reales—, pero sostuvieron que un enfoque teórico en términos de equilibrio con información imperfecta podía explicar por qué, y al propio tiempo, librarse de las implicaciones políticas keynesianas. Y ridiculizaron la teoría económica de Keynes.
2.- Hacia 1980 --¡hace ya tres décadas!— estaba ya claro que el proyecto científico de Lucas había fracasado. Los modelos de equilibrio con información imperfecta no pueden, en efecto, explicar hechos clave sobre los ciclos económicos, especialmente el de la persistencia de las recesiones aun cuando todos los agentes saben que se hallan en recesión.
3.- Sin embargo, lejos de admitir que seguían una senda equivocada, los abogados de la teoría macroeconómica que se practica en las universidades de agua dulce [1] doblaron la apuesta, y buscaron explicar el ciclo económico en términos de shocks reales.
4.- Tampoco este enfoque se ajustaba a los hechos. Así que, tratando de salvar sus modelos, añadieron más epiciclos, y si alguna vez tuvieron un adarme de claridad, ahora la perdieron toda.
5.- Los economistas de agua dulce declaran que el ciclo económico es profundamente enigmático, y que necesitamos más investigación antes de poder hacer recomendaciones políticas.
En suma, estamos ante una docta incompetencia. Los economistas que no se adentraron por esa senda y no arrojaron al agujero de la memoria todo lo que la profesión aprendió entre 1936 y 1973 no están particularmente desconcertados ante la situación en que ahora nos hallamos.. Al contrario; parece una versión extrema de algo bastante familiar, y las políticas recomendables no son difíciles de hallar.
Sólo quien sigue comprometido con un proyecto de investigación fracasado –un proyecto que fracasó hace una generación, pero que se negó en redondo a admitirlo— está perplejo.
AUTOR : Paul Krugman fue Premio Nóbel de Economía en 2008.
Traducción Roc F.Nyerro
FUENTE : SIN PERMISO
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