miércoles, 29 de septiembre de 2010
Crecen los temores por un mayor proteccionismo y guerra cambiaria
Crecen las tensiones en los mercados cambiarios internacionales a medida que se calienta la retórica política y los países luchan por proteger a sus exportadores. Los últimos acontecimientos intensifican los temores de que se desaten guerras comerciales dañinas.
Al menos una media docena de países están activamente tratando de reducir el valor de sus monedas. El de más alto perfil es Japón, que intenta detener el alza del yen que desde mayo ha trepado 14%. El Congreso de Estados Unidos considera un proyecto de ley que acusa a China por mantener su moneda artificialmente baja. El presidente del banco central de Brasil, mientras tanto, dijo que el país podría imponer un impuesto a la inversión extranjera en renta fija, que ha contribuido a un alza importante en el real.
En el actual entorno, con muchas economías aún debatiéndose para recuperarse de la crisis financiera global, crece la preocupación por la posibilidad de que los legisladores podrían volverse más agresivos en la defensa de los intereses comerciales de sus países.
El incremento del proteccionismo es "un riesgo muy grande", sostiene Erin Browne, estratega del mercado bursátil en Citigroup.
Los problemas en los mercados cambiarios podrían ser también un tema de discusión en la próxima asamblea del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que se realizará en Wa shington. En ella se reunirán los presidentes de los bancos centrales y funcionarios de los ministerios de Economía.
El gobierno japonés intervino en los mercados cambiarios este mes por primera vez en años. Para contrarrestar el alza del yen, el Banco de Japón vendió unos US$20.000 millones de yenes, en lo que fue considerado el mayor esfuerzo hecho en este sentido en un mismo día.
Japón se sumó a otros países asiáticos emergentes que están combatiendo el alza de sus monedas casi a diario, tales como Taiwán, Corea del Sur y Tailandia. En América Latina, Brasil, Colombia y Perú también han intervenido para combatir el alza de sus respectivas divisas.
En tanto, en EE.UU., las presiones proteccionistas han aumentado, especialmente con respecto a China, que se considera ampliamente que está manteniendo a su moneda, el yuan, en niveles artificialmente bajos para incrementar sus exportaciones y para que a sus habitantes les resulte más caro comprar productos fabricados en el extranjero. Se espera que el jueves, la Cámara de Representantes apruebe una ley que llevaría a las compañías estadounidenses a argumentar que la política cambiaria china constituye un subsidio injusto.
El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, dijo que no descarta una guerra cambiaria y que los funcionarios tanto del Fondo como de los países del G-20 están trabajando activamente para evitar una batalla de devaluaciones competitivas.
Sin embargo, en declaraciones a la prensa, Strauss-Kahn dijo que no cree que exista un riesgo importante de que esa guerra se produzca. "No hay nada bueno que esperar de una intervención", dijo. "La historia muestra que el efecto de ese tipo de intervención no dura por mucho tiempo".
Parte del desafío proviene de que los movimientos en el mercado cambiario que están generando la ira de los bancos centrales y los políticos son impulsados por inversionistas de largo plazo.
Los principales mercados emergentes están atrayendo capital del mundo desarrollado, incrementando la demanda por las monedas locales. Mientras tanto, la inflación está cobrando fuerza en Asia, llevando a tasas de interés más altas. Los inversionistas perciben esos desajustes y están llevando el dinero de Occidente a Oriente, atraídos por los altos retornos.
La retórica más encendida de esta semana provino de Brasil, donde el real ha subido más de 30% contra el dólar a consecuencia de que los inversionistas buscan favorecerse de sus altas tasas de interés. El lunes, el ministro de Finanzas, Guido Mantega, criticó a EE.UU., Japón y otros países ricos que estarían dejando que sus monedas se debiliten para alentar su crecimiento, a costa de otros exportadores como Brasil.
AUTOR Tom Lauricella y John Lyons -
FUENTE WALL STREET JOURNAL
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