lunes, 10 de enero de 2011

Europa: los intereses financieros dictan la política soberana. Entrevista


En un artículo suyo reciente, "Esquemas de ricos y codiciosos", cita usted los rescates en Europa entre esos esquemas. ¿Cuáles son los yerros capitales de esos rescates? ¿A favor de quién se han concebido?
Lo que el sector financiero busca es que los políticos se allanen a chupar dinero de los trabajadores y de la producción industrial para pagar a los banqueros. Eso dañará la formación de capital y hará disminuir los niveles de vida.
Los bancos falsearon el valor real de sus balanzas contables, y por lo tanto, su haber en las actuales circunstancias del mercado. Ahora que han cogido el dinero y se han largado, exigen a la economía "real" que pague las pérdidas derivadas de sus malos préstamos. Lo desapoderado de su exigencia llevó a la mismísima Angela Merkel a preguntarse en voz alta por qué deberían los gobiernos –es decir, los contribuyentes— pagar el pato de unos préstamos malos y de unas prácticas financieras corruptas.
¡Menuda jugada, si los banqueros pueden salirse con la suya! Por mi parte, me alegra que al menos Alemania se oponga a la propuesta de la UE de doblar sus fondos de rescate.
Usted ha escrito que "Letonia se ha convertido en un experimento en el que lo que anda en juego es hasta qué punto pueden rebajarse los niveles de vida, hasta qué punto puede ser fiscalmente exprimida una economía al mismo tiempo que se retiran la asistencia social pública, y todo ello a favor de una clase cleptocrática situada en la cúspide". Cree usted que se busca lo mismo en Grecia, en Irlanda, en España y en otros PIIGS que podrían perder el control de sus asuntos fiscales a manos de la UE y del FMI?
Los bancos extranjeros están conminando a Grecia: "¿Por qué no hacéis como Letonia y sacrificáis vuestra economía para nuestro beneficio?" La realidad es que pagar a los acreedores en esas condiciones es como pagar tributo a una potencia que te ha conquistado militarmente.
Afortunadamente, el mundo del trabajo organizado es mucho menos pasivo en Europa que en Letonia. Las economías postsoviéticas tienen poca tradición sindical, y la política es, por mucho, de naturaleza étnica. Gracias a la opresiva era estalinista, que sustituyó con rusos para a los profesionales locales de clase media en los 50, los neoliberales ahora dominantes han sido capaces de dirigir la frustración de los votantes sobre todo contra los rusófobos, desviando la atención sobre lo que constituye el régimen más hostil a los trabajadores y más favorable a los propietarios de toda su historia.
El resto de Europa tiene ahora ante sus ojos la pésima política fiscal y financiera de Letonia y de los países bálticos como lección viva sobre lo que hay que evitar. Cuando la burbuja neoliberal estalló, Letonia recibió préstamos de la UE y del FMI en unas condiciones que la obligan a tal austeridad, que la economía se ha desplomado más de un 20%, mientras crece el desempleo y la fiscalidad plana sobre salarios y remuneraciones del trabajo es ya superior al 68%. Más del 12% de la población trabaja ya en el extranjero. Repatrían el dinero que pueden para que sus familias consigan sobrevivir.
Lejos, pues, de ser un modelo a imitar, Letonia muestra los yerros de la política neoliberal, cuya adopción exigen los banqueros a otros países. No es un rescate de la economía, sino una estrategia económica que amenaza con la depauperación de las economías.
¿Cómo explica usted el papel del FMI en la crisis de la deuda europea? ¿Es que la UE carece de la pericia técnica para afrontar asuntos de deuda soberana, como algunos han sugerido, o es porque el FMI es un socio aventajado del capital financiero multinacional?
Lo que pasa por "pericia técnica" es de todo punto político, y en ningún caso objetivo o neutral. En manos de los neoliberales, la "pericia financiera" significa calcular de qué volumen de excedente fiscalmente imponible, de qué cantidad de ingreso personal disponible, de qué porción de ingresos rentistas y beneficios empresariales puede apropiarse el sector financiero.
Los peritos y expertos de verdad seguirían el consejo que John Maynard Keynes dio en los años 20 del siglo pasado en relación con las reparaciones alemanas y las deudas interaliadas. Es mejor anular las malas deudas que tratar de pagar a los acreedores a costa de reducir la formación de capital, deprimir los niveles de vida y encoger el gasto público en educación, asistencia sanitaria y otras infraestructuras básicas. Un gobierno sabio sometería al sector financiero, a fin de promover el crecimiento económico, estimular la formación de capital y elevar los niveles de vida.
La política del "Consenso de Washington" practicada por la UE y el FMI fue aplicada por las dictaduras militares del Tercer Mundo en los 60, los 70 y los 80 a punta de fusil, pero Europa es libre para elegir. Seguir el consejo de los "expertos", como hicieron presta y dócilmente Islandia e Irlanda, termina en un ejercicio de despojo de activos y en la substitución del estado democrático y social por una oligarquía financiera extractiva.
¿Está en el interés de Alemania expulsar de la eurozona a los países fiscalmente débiles?
¿Qué es realmente Alemania? ¿Sus bancos? ¿Sus exportadores industriales? ¿Los trabajadores alemanes? Los políticos al servicio del lobby bancario adoptan la siguiente posición: 
'Alemania ha producido grandes compositores, físicos y químicos, así como grandes clasicistas e investigadores del mundo antiguo. Pero nuestro banqueros son crédulos. Fueron lo bastante estúpidos como para confiar en los saqueadores de la banca islandesa, en los especuladores irlandeses y en los vendedores norteamericanos de hipotecas basura. Así que han perdido un montón de dinero. Y nos han pedido que os exijamos a vosotros, griegos, irlandeses, etc., que paguéis impuestos hasta la muerte y que destruyáis vuestras economías para que ellos no tengan que pagar por su ingenuidad arrostrando todos los costes de su carísima educación en la experiencia del real funcionamiento del presente mundo de tiburones financieros.'
No se puede culpar a los banqueros por intentarlo. Pero los otros países deberían descubrirles el juego. Alemania estaría mejor servida ayudando a los países a recuperarse de los cuentos de hadas neoliberales y a adoptar políticas fiscales y financieras más progresivas. De otro modo, los banqueros terminarán haciendo en casa lo que ahora tratan de hacer al resto de Europa.
¿Le ve usted una salida a la crisis europea de deuda soberana?
El problema económico no está causado por la deuda soberana, sino por los préstamos bancarios, las prácticas financieras fraudulentas y la desregulación bancaria neoliberal. Los saqueadores vikingos de Islandia, la banca Anglo-Irlandesa en Irlanda y otros bancos extranjeros buscan evitar sus pérdidas con exigencias financieras que son en gran parte ficticias, pues rebasan con mucho la capacidad de pago de las economías endeudadas. La 'crisis' puede resolverse haciendo que los bancos deprecien sus títulos de acreedores, rebajándolos a valoraciones mas realistas como lo que son, títulos "basura". No hay necesidad de destruir a las economías sometiéndolas a un proceso de despojo financiero de activos.
En tales casos, siempre hay que atenerse a un principio básico: las deudas que no pueden ser pagadas, no serán pagadas. La cuestión es: ¿de qué forma dejarán de ser pagadas? Tal como están las cosas, se exige a los países que se sometan a un desahucio masivo, no sólo a la confiscación de sus hogares, sino de su entera política nacional.
En este sentido, la crisis soberana es una crisis de la propia soberanía: ¿quién controlará la economía, su filosofía fiscal t su gasto público? ¿Las autoridades democráticamente elegidas actuando conforme al interés público, o una intrusa oligarquía financiera?  La UE se equivocó al pedir a los gobiernos que secundaran sus consejos –y sus presiones— y confiaran en bandidos financieros y desregularan la supervisión bancaria. El Banco Central Europeo debería  reembolsar a los gobiernos víctimas por los rescates que han sido pagados. Ese reembolso podría hacerse por la vía de una política fiscal progresiva y con la creación de un banco central que ayudara a financiar a los gobiernos.
El objetivo genuino de una economía nacional es la promoción de la formación de capital y la elevación de los niveles de vida del conjunto de la población, no de una angosta clase financiera instalada en la cúspide de la pirámide. Así pues, me parece que hay dos grandes políticas para salir de este lío.
Primero: hay que volver a desplazar la carga fiscal sobre la renta de la tierra y de los recursos y sobre las ganancias financieras y de capital. Eso prevendrá la formación de otra burbuja inmobiliaria hinchada mediante deuda apalancada. Al mantener bajos los precios de la vivienda, ahorrará a los trabajadores el tener que pagar un volumen equivalente en impuestos al ingreso. Los impuestos bajo sobre los bienes raíces (por debajo del 1% hasta hace poco) no han ahorrado dinero a los propietarios de vivienda en Letonia. Los impuestos bajos sobre la propiedad simplemente han dejado más renta de ingreso como colateral para los bancos, colateral que estos han capitalizado con grandes préstamos inmobiliarios.
Segundo: hay que desprivatizar los servicios básicos y los monopolios naturales para salvar a Europa de unos rentistas dispuestos a convertirla en una economía de peajes. Europa necesita un banco central que pueda hacer lo que se supone que hacen los bancos centrales: crear dinero para financiar los déficits públicos. Pero el Banco Central Europeo y el artículo 123 de la Constitución Europea enmendado por el Tratado de Lisboa prohíbe que el banco central preste a los gobiernos. Eso obliga a los gobiernos europeos a aumentar los impuestos para pagar intereses a los bancos, intereses que se limitan remunerar la creación por éstos de crédito electrónico: ¡una actividad que un banco central de verdad podría hacer tranquilamente desde sus pantallas de ordenador!
La banca pública no es necesariamente inflacionista. Financia lo que requiere el crecimiento de las economías: la inversión en infraestructura y formación de capital, a fin de aumentar la productividad y minimizar el coste de la actividad económica.
Lo que termina siendo inflacionista es el préstamo de la banca comercial. Hincha improductivamente los precios de los activos. Los bancos prestan contra el colateral de los bienes raíces y otros activos ya existentes y contra acciones y bonos ya emitidos. Eso es crédito improductivo, no creación real de riqueza. La única manera de mantener solvente ese gasto improductivo de deuda pasa por hinchar todavía más los precios de los activos: por desgravar fiscalmente los activos, a fin de que dejar libre un mayor ingreso para poder pagar a los bancos unas deudas de crecimiento exponencial.
Y no tiene por qué ser así. Los últimos 30 años de polarización financiera son reversibles. La alternativa a eso es sucumbir a la austeridad neoliberal. 

AUTOR  :  Michael Hudson 
FUENTE : SIN PERMISO

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