miércoles, 9 de marzo de 2011

El riesgo de que la codicia guíe el crecimiento económico

 Por Jeffre Sachs





Si la codicia prevalece, el motor del crecimiento económico agotará nuestros recursos, marginará a los pobres y nos llevará a una profunda crisis social, política y económica. La alternativa es un camino de cooperación política y social, a nivel nacional e internacional. 

El gran líder moral de la India Mahatma Gandhi dijo la famosa frase de que hay suficiente en la Tierra para las necesidades de todos, pero no suficiente para satisfacer la avaricia de todos. Hoy, la visión de Gandhi se está poniendo a prueba como nunca antes.
El mundo está alcanzando límites mundiales en su uso de los recursos. Estamos sintiendo los golpes cada día en forma de inundaciones, sequías y tormentas, y en el consiguiente aumento de los precios en el mercado. Nuestro destino depende ahora de si cooperamos o somos víctimas de una codicia autodestructiva.
Los límites a la economía mundial son nuevos y se derivan del tamaño sin precedentes de la población mundial y la expansión nunca antes vista del crecimiento económico en casi todo el planeta. Hoy, siete mil millones de personas habitan la Tierra, en comparación con sólo tres mil millones hace medio siglo. Y la economía mundial está produciendo alrededor de 70 billones de dólares por año, en comparación con alrededor de 10 billones en 1960.
En general, los países en desarrollo están creciendo en torno al 7% anual y las economías desarrolladas, al 2%, lo que da un promedio mundial de 4,5%. Esta es una muy buena noticia en muchos aspectos. El rápido crecimiento en los países en desarrollo está ayudando a aliviar la pobreza. Sin embargo, hay otra cara de la historia del crecimiento global, que debemos entender. La economía mundial crece a un 4,5% por año y, a ese ritmo, se encamina a duplicar su tamaño en menos de 20 años. La economía mundial de 70 billones de dólares de hoy llegará a los 140 billones de dólares antes de 2030 y a 280 billones antes de 2050 si extrapolamos a partir de la tasa de crecimiento actual.
Nuestro planeta no podrá sustentar este crecimiento exponencial si dejamos que la codicia tome la delantera. Hoy, el peso de la economía ya está aplastando la naturaleza, agotando los suministros de recursos energéticos de combustibles fósiles creados hace millones de años, mientras que el cambio climático resultante ha conducido a una gran inestabilidad.
Vemos estas presiones todos los días en el mercado. Los precios del petróleo han subido a más de US$ 100 por barril, a medida que China, India y otros países importadores de petróleo se unen a los EE.UU. en una lucha masiva por comprar suministros. También los precios de los alimentos se encuentran en máximos históricos, lo que contribuye a la pobreza y la inestabilidad política.
Por un lado, hay más bocas que alimentar, y con mayor poder adquisitivo en promedio. Por otro lado, las olas de calor, sequías, inundaciones y otros desastres provocados por el cambio climático están destruyendo cultivos y reduciendo la oferta de cereales en los mercados.
Hay algo más. En muchas áreas populosas del mundo, los agricultores están recurriendo a aguas subterráneas para el riego de sus cultivos. Los grandes acuíferos que abastecen de agua para el riego se están agotando.
El desastre es inevitable, a menos que cambiemos. Y aquí es donde Gandhi entra en juego. Si nuestras sociedades se rigen por el principio de la avaricia, con los ricos haciendo todo lo posible para enriquecerse aún más, la creciente crisis de recursos producirá una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, y posiblemente a una lucha cada vez más violenta por la supervivencia.
Los ricos intentarán utilizar su poder para obtener más tierras, agua y energía para sí mismos, y muchos de ellos apoyarán medios violentos para hacerlo, si es necesario. Estados Unidos ya ha seguido una estrategia de militarización en Medio Oriente con la ingenua esperanza de que este enfoque pueda garantizar un abastecimiento seguro de energía. Ahora se intensifica la competencia por los suministros, a medida que China, India y otros compiten por los mismos recursos que, además, se están agotando.
Una toma de poder similar se intentó en Africa. El aumento de los precios de los alimentos está llevando a la apropiación de tierras, a medida que políticos poderosos venden a inversores extranjeros grandes extensiones de tierras de cultivo, dejando de lado los derechos tradicionales de tierras de los pequeños agricultores pobres. .
En los países de mayor peso -EE.UU., Reino Unido, China, India y otros-, los ricos han disfrutado de cada vez más altos ingresos y de un creciente poder político. Las mismas tendencias amenazan las economías emergentes, en las que la riqueza y la corrupción van en aumento.
Si la codicia prevalece, el motor del crecimiento económico agotará nuestros recursos, marginará a los pobres y nos llevará a una profunda crisis social, política y económica. La alternativa es un camino de cooperación política y social, a nivel nacional e internacional. Habrá recursos suficientes y prosperidad para todos si convertimos nuestras economías para que hagan uso de fuentes de energía renovables, prácticas agrícolas sostenibles y un régimen tributario razonable para los ricos. Este es el camino a la prosperidad para todos.
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140. Son los billones de dólares que podría sumar la economía mundial antes de 2030, el doble que en la actualidad, si se mantiene el crecimiento actual.

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