Por Hedelberto López Blanch
La crisis desatada en la República de Grecia indica, como afirman muchos economistas, que aun está lejos la estabilidad comercial y financiera dentro del sistema capitalista mundial.
En tiempos de crisis generalizada capitalista, las bolsas, los grandes bancos y los poderes económicos centrales de las potencias económicas, imponen zancadillas y realizan operaciones fraudulentas para tratar de recuperar deudas, obtener ganancias y salir airosos de los vendavales.
Esto ocurrió con Grecia, que se ha visto envuelta en un enorme aprieto presupuestario que la llevó a una deuda de 300 000 millones de euros, o sea, el 113 % de su Producto Interno Bruto, mientras que obliga a la Unión Europea a buscar soluciones urgentes que no debiliten al bloque y su moneda, el euro.
Los diarios norteamericanos The New York Times y Risk Magazine, además del alemán Der Spiegel, afirmaron que mucho antes del gobierno de Yiorgos Papandreu, que tomó posesión en octubre pasado, Atenas había incurrido en actividades que le posibilitaron ocultar y sortear los límites de deuda establecida por la UE, con la ayuda de Wall Street, que aplicó tácticas similares a las que llevaron a la crisis hipotecaria de bajos ingresos (subprime) en Estados Unidos.
Uno de los principales implicados es el Banco de Negocios Goldman Sachs, el cual posibilitó a Grecia ocultar miles de millones de deuda a las supervisoras de Bruselas al distribuir parte de su adeudo del sistema sanitario para que la enfrentara más adelante.
Hace 10 años, tras la entrada de Atenas en la Unión, ese banco utilizó similares métodos que le permitieron al país, obtener empréstitos por miles de millones de euros sin superar las cifras fijadas en el Pacto de Estabilidad de Bruselas.
Expertos del Goldman Sachs posibilitaron que la negociación no se divulgara pues la concibieron como una intermediación de divisas en vez de un préstamo. Además, facilitó posponer los vencimientos de reembolso a sus acreedores.
Recientemente, los servicios secretos de esa nación europea denunciaron que cuatro compañías financieras proveedoras de fondos de alto riesgo, Moore Capital, Fidelity Internacional y Paulson & Co. (norteamericanas) y Brevan Howard (inglesa) realizaron ataques especulativos contra la economía nacional al vender bonos estatales griegos para comprarlos posteriormente a precios más baratos.
Tanto el primer ministro Papandreu como la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, significaron que los ataques especulativos contra Grecia también están dirigidos contra la zona Euro.
Pero lejos de castigar a las compañías financieras por las especulaciones, la carga de la UE ha ido contra el gobierno griego al que obligó a tomar medidas de ajuste económico social que incluyen reducciones de puestos de trabajo y de salarios, disminución del sistema público de pensiones, aumento de los impuestos y el alza en los precios de combustible, entre otras.
El gobierno helénico, tras el plan de ajustes, tendrá que presentar el 16 de marzo adelantos económicos (rebajar de 12,7 % a 8,7 % su déficit), pues la UE amenaza con exigir mayores sacrificios si éste fracasa. Un segundo informe deberá presentarlo en mayo y luego cada tres meses.
La disposición ha provocado ya enorme malestar entre la población y los sindicatos, que llaman a continuas protestas y huelgas.
Bajo estas condiciones, Grecia se ha convertido en un protectorado de la Unión Europea a cuya cabeza se encuentra Alemania, el más poderoso de la zona Euro.
La UE (integrada por 27 países) surgió y creció con enormes desigualdades entre sus miembros pues economías más débiles como Rumanía, Polonia, Hun-gría y Bulgaria no pueden competir con las más poderosas: Ale-mania, Reino Unido, Holanda, Francia, etc.
Lo mismo sucede con la eurozona (16 naciones) en la que Grecia, Portugal, Irlanda y España están en desventaja en relación con los otros poderosos socios cuyas desigualdades se agrandan con la aplicación de las políticas neoliberales y la crisis económica mundial.
En este sentido, en 2010, la deuda pública de Grecia se cifra en 125 %; Portugal, 85 %; Irlanda, 83 %, y España, 66 %. No obstante, las potencias pueden darse el lujo de tener cifras rojas parecidas como las de Estados Unidos, 85 %, Francia, 76 %, Reino Unido, 75 %, sin que nadie las obligue a tomar medidas extremas de austeridad
Este sobreendeudamiento representa un grave problema para cualquier nación, pues al no cumplir con los pagos, el Estado no recauda, las personas se limitan en sus gastos en una sociedad puramente de consumo, las producciones bajan, el desempleo crece. Es como un alud que arrastra todo lo que encuentra a su paso.
Los multimillonarios rescates entregados por los gobiernos de Estados Unidos y de Europa para salvar de la crisis financiera a bancos y empresas en bancarrota, solo han beneficiado a ejecutivos de esas firmas que continúan obteniendo grandes ganancias mientras la economía real padece los efectos dañinos.
La crisis que comenzó en Estados Unidos se extiende hacia otras regiones. Cuando se iniciaron esos salvamentos, el premio Nobel de economía, el estadounidense Joseph Stiglitz, declaró que Estados Unidos había derrochado el dinero en causas como el rescate multimillonario de los bancos, "en lugar de invertir parte de esos dólares en la economía real y en ayudar a los países en desarrollo."
La revista inglesa The Financial Times, aseguró recientemente que la nueva crisis ya está siendo exportada desde Washington mediante el endeudamiento sin respaldo que explota al dólar como "refugio seguro" para los especuladores internacionales.
No es extraño que los grandes bancos en Wall Street proclamen, arbitrariamente, que lo peor de la crisis está pasando. Ellos están obteniendo abultados capitales mediante la compra y venta especulativa de acciones bursátiles y la adquisición de instituciones quebradas que después recapitalizan en la bolsa como las operaciones realizadas en Grecia.
Medidas neoliberales se incrementarán para tratar de detener la insolvencia, como son la reducción de los programas sociales, el incremento del desempleo, el aumento de los precios de los productos con la consecuente inflación, y otros que atentarán contra los trabajadores y las clases más desfavorecidas.
Mientras, al no llegar los créditos al consumidor y a las empresas productivas de la economía real, se continúa caminando hacia una nueva crisis financiera mucho más peligrosa, que alcanzaría no solo a los bancos y compañías privadas sino también a varios Estados. Atenas es el mejor ejemplo.
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