sábado, 5 de marzo de 2011

¿QUÉ HACER PARA CREAR EMPLEO?

 

Los economistas neoliberales, representados en España por los que trabajan alrededor de FEDEA financiados por la banca y las grandes empresas, vienen afirmando que es preciso llevar a cabo reformas laborales encaminadas a reducir el coste del trabajo para poder reducir el desempleo.
Presentan siempre sus propuestas como si fueran el resultado de análisis científicos inapelables pero es importante que la ciudadanía sepa que no cuentan con más evidencia empírica que la que tienen otros análisis que proponen fórmulas alternativas para combatir el desempleo. Y, en consecuencia, que siguiendo sus propuestas, como se viene haciendo, es completamente improbable que se pueda reducir la tasa de paro que se registra en nuestra economía.

Los economistas neoliberales afirman que las instituciones del mercado de trabajo (salarios, mecanismos de negociación, sindicatos, costes de despido, formas de contratación...) son las que determinan que haya más o menos facilidad para crear empleo y que, por tanto, son las determinantes de las tasas de paro existentes. Afirman que en países como España esas instituciones constituyen rémoras que impiden que las empresas contraten a más trabajadores y que, por tanto, hay que reformarlas para hacerlas más flexibles, es decir, menos costosas y más favorables a las estrategias empresariales.

El punto de partida de estas formulaciones es considerar que el trabajo es una mercancía más y que el paro simplemente refleja un exceso de oferta en el mercado que se puede resolver si se baja el precio del trabajo, el salario. Cuando las instituciones son rígidas o inadecuadas (como entienden que ocurre en España) no se producirá ese descenso del salario y por tanto perdurará el paro. Un paro que estos economistas denominan “voluntario” porque sería el resultado de que los trabajadores no aceptan otras condiciones más flexibles o menos onerosas para las empresas. Las propias clases trabajadoras, y más concretamente los sindicatos que se suponen que son quienes representan sus intereses, serían los culpable de que hubiese desempleo, de lo cual también deducen que lo deseable sería que la presencia sindical fuese mínima, bien haciéndo desaparecer a los sindicatos o reformando la negociación colectiva para lograr que tengan la menor influencia posible en la determinación de las condiciones de trabajo.

Hace ya unos sesenta años que economistas como Keynes o Kalecki pusieron de relieve que este enfoque partía de asumir hipótesis irrealistas y que el análisis económico y la evidencia empírica mostraban que eran otros factores los que actuaban como determinantes de la tasa de paro. A pesar de ello, los economistas neoliberales han seguido manteniendo hasta hoy esas hipótesis, lo que no se puede explicar sino como el resultado de una opción ideológica, legítima, pero no científica, como siempre quieren hacer creer cuando presentan sus propuestas, que cuenta con un gran apoyo financiero y mediático porque proporciona criterios políticos de actuación muy favorables a los grandes grupos de poder económico.

Efectivamente, el hecho de que esta tesis haya sido sostenida por los grandes organismos económicos internacionales, por las patronales y por los grandes centros de poder es lo que ha permitido que, a pesar de su falta de fundamento científico, se haya convertido en la inspiradora de las políticas laborales y económicas de los últimos años, orientadas, como se sabe a flexibilizar y liberalizar los mercados laborales.

Recientemente, mientras que los economistas neoliberales continúan insistiendo en sus propuestas de reforma laboral, se acaba de publicar un artículo en el “Cambridge Journal of Economics” (2011, 35; pp. 437–457) en el que de nuevo se demuestra (en este caso para la experiencia de 20 países de la OCDE incluida España) que la evidencia empírica no da apoyo a sus tesis.

En su trabajo “Capital accumulation, labour market institutions and unemployment in the medium run” los economistas Engelbert Stockhammer y Erik Klär demuestran que los factores que tienen que ver con la acumulación de capital y con las variables macroeconómicas que actúan sobre el lado de la demanda tienen una influencia mucho más significativa que las instituciones del mercado laboral sobre las tasas de paro a medio plazo.

Se evidencia así una vez más que las propuestas de reforma de los economistas neoliberales no son las más adecuadas para generar empleo y que, por el contrario, lo mejor que se puede hacer para conseguir crear puestos de trabajo es actuar sobre el mercado de bienes y servicios, y no solo sobre el laboral, para lograr que haya demanda efectiva suficiente.

Las propuestas de reformas laborales de los economistas neoliberales que trabajan financiados por las grandes empresas y la banca y que en parte han aceptado nuestro gobierno no solo no permitirá generar más empleo (como incluso reconocen sus defensores más honestos) sino que, a la vista de evidencias como las que muestra este artículo, lo que hará será dificultar que se cree a medio plazo.

Las reformas laborales que plantean los neoliberales y aplicadas en los últimos años perjudican a la creación de empleo porque deprimen la demanda efectiva y, por tanto, empeoran las condiciones de la acumulación del capital que es un factor mucho más determinante a medio plazo de la tasa de paro.

Para crear empleo hay que hacer otra cosa, según nos sugieren trabajos empíricos como el que acabo de mencionar. Hay que estimular la inversión productiva, hay que crear capital social y sostener una demanda efectiva potente que principalmente puede provenir de la masa salarial, puesto que las rentas del capital y las más altas tienden a dedicarse en mayor proporción al ahorro que, en ausencia de las reformas necesarias del sistema financiero, es absorbido por éste último y derivado hacia la inversión especulativa.

La receta más adecuada para combatir el paro facilitando la generación de puestos empleo es crear condiciones macroeconómicas que dinamicen el mercado de bienes y servicios. Limitarde a actuar sobre el mercado laboral para abaratar el empleo y para proporcionar condiciones más favorables de contratación para la gran empresa no lo garantiza a medio plazo. Podría ser una buena solución para la empresa considerada aisladamente pero no para el conjunto de ellas y, sobre todo, para las pequeñas y medianas que no disponen de la válvula de escape de los mercados globales.

Naturalmente, esto no puede entenderse en el sentido de que cualquier marco institucional del mercado de trabajo sea favorable para la creación de empleo. Debe procurarse que proporcione condiciones adecuadas para la intermediación y para el mejor encuentro entre la demanda ya la oferta de trabajo. Lo que apunta la evidencia empírica y que parece que no están dispuestos a entender los economistas neoliberales es que la vía más efectiva para crear empleo es otra, la de dinamizar la demanda y evitar que la economía se especialice tan inadecuadamete como lo ha hecho la española en los últimos años, de una forma muy rentable para la banca y las grandes empresas que financian a estos economistas para que difundan sus propuestas de reformas pero muy poco útil para crear empleo perdurable y de calidad.

Por eso, los principales obstáculos que ahora debe superar nuestra economía para poder generar puestos de trabajo decente son las reformas que se han llevado a cabo y las políticas de austeridad y freno a la actividad que se aplican.

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