Por Javier López Somoza
En el ámbito económico, la actualidad ha estado marcada por dos noticias: la petición de rescate de Portugal y la subida de tipos de interés decidida por el BCE. Ambas noticias eran esperadas y, por tanto, estaban descontadas; es decir, las variables precio en los mercados financieros no han reaccionado de manera significativa. Esta suerte de pusilanimidad, sin embargo, no debe hurtar el necesario análisis porque las consecuencias de las mismas no se limitan al corto plazo sino que, sobre todo en el caso de la decisión sobre el euro, es el comienzo de una nueva etapa en la que, con mayor o menor aceleración, nos llevará lejos de los actuales niveles de tipos de interés.
PORTUGAL
La última comparecencia de esta Coyuntura Económica ya abordaba el más que previsible final: la petición por parte del gobierno portugués de un préstamo a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Dos han sido los factores desencadenantes. Por un lado, el evidente agotamiento del sistema bancario portugués, incapaz para poder incrementar sus posiciones en deuda soberana (es la principal base demandante de deuda portuguesa), ante la falta de inversores internacionales. Por otro, la nula capacidad y legitimación negociadora de un Gobierno en transición (el actual Gobierno en funciones ha convocado elecciones el próximo 5 de junio). El importe del préstamo se ha cuantificado en unos 90.000 millones de euros y los "covenants" (obligaciones) a negociar implicarán la asunción de importantes ajustes, incluso mayores que los no aprobados hace unos días por el Parlamento portugués y que provocó la dimisión del primero ministro Sócrates. No obstante, queda por ver la virtualidad de estas condicionalidades que no han logrado apuntalar la recuperación de Grecia e Irlanda, los otros dos países europeos en los que se han activado los mecanismos de ayuda.
España parece aislada de un posible contagio en una primera reacción. El nivel de riesgo país medido a través del diferencial de rentabilidad de la deuda a largo plazo frente a la alemana, lejos de apreciarse ha registrado leves cesiones y se sitúa, hoy jueves, por debajo de 190 puntos básicos, que es el menor en los últimos meses.
Es verdad que la situación de Portugal es muy diferente a la española. La portuguesa es una economía anquilosada y en una profunda crisis de crecimiento durante el último decenio. En el caso español se trata de una purga de los años “excesivos” y que con el ejercicio adecuado (y la dieta) puede recuperar el músculo necesario. El riesgo pudiera estar en que no tengamos la voluntad adecuada y entremos en una dinámica “a la portuguesa”. No parece que sea así, más bien al contrario, existe un reconocimiento internacional acerca de la aplicación del alumno.
EL TIPO DEL EURO DEL 1% AL 1,25%
La segunda noticia a la que hacía referencia en la introducción es la delantera que ha tomado el Consejo de Gobierno del BCE al decidir la subida de un cuarto de punto en el tipo de intervención del euro, anclado en el 1% desde mayo de 2009. El resto de las autoridades monetarias relevantes (Fed, Banco de Japón, Banco de Inglaterra) han decidido posponer una decisión similar, si bien es verdad que declaraciones de esta semana por parte de Ben Bernanke, Gobernador de la Reserva Federal de EEUU, ya denotan cierta modificación de expectativas y avisa de que aun considerando por el momento que los repuntes de inflación son transitorios, realizarán un seguimiento y adoptarán medidas si ésta se desviara.
Jean-Claude Trichet ha sugerido que no habrá otro aumento en mayo, aunque ha dejado la puerta abierta a más elevaciones a lo largo del año. El consenso de los analistas señala una posible subida en cuantía similar antes del verano y otra antes de finalizar el año, con lo que acabaría 2011 en el 1,75%. No obstante, esta senda será tributaria finalmente de la evolución que manifiesten los precios del petróleo y sobre todo, los denominados efectos de segunda ronda, es decir, subidas de otros productos y salarios como consecuencia del incremento de los precios de la energía.
Este endurecimiento de la política monetaria está destinado a satisfacer la demanda de las economías centrales del área euro, y sin embargo puede resultar perjudicial para España y otros países en donde la recuperación dista mucho todavía de ser una realidad. Hace unos años el escenario era justo el contrario. Las subidas de tipos propiciadas por el BCE resultaron más gravosas para países como Alemania que mostraban crecimientos casi económicos casi nulos, mientras que los posibles beneficios derivados del enfriamiento que buscaban dichas elevaciones eran más positivos para la economía española. Estas son las servidumbres de pertenecer a un área monetaria y el BCE solo hace su trabajo.
La última comparecencia de esta Coyuntura Económica ya abordaba el más que previsible final: la petición por parte del gobierno portugués de un préstamo a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Dos han sido los factores desencadenantes. Por un lado, el evidente agotamiento del sistema bancario portugués, incapaz para poder incrementar sus posiciones en deuda soberana (es la principal base demandante de deuda portuguesa), ante la falta de inversores internacionales. Por otro, la nula capacidad y legitimación negociadora de un Gobierno en transición (el actual Gobierno en funciones ha convocado elecciones el próximo 5 de junio). El importe del préstamo se ha cuantificado en unos 90.000 millones de euros y los "covenants" (obligaciones) a negociar implicarán la asunción de importantes ajustes, incluso mayores que los no aprobados hace unos días por el Parlamento portugués y que provocó la dimisión del primero ministro Sócrates. No obstante, queda por ver la virtualidad de estas condicionalidades que no han logrado apuntalar la recuperación de Grecia e Irlanda, los otros dos países europeos en los que se han activado los mecanismos de ayuda.
España parece aislada de un posible contagio en una primera reacción. El nivel de riesgo país medido a través del diferencial de rentabilidad de la deuda a largo plazo frente a la alemana, lejos de apreciarse ha registrado leves cesiones y se sitúa, hoy jueves, por debajo de 190 puntos básicos, que es el menor en los últimos meses.
Es verdad que la situación de Portugal es muy diferente a la española. La portuguesa es una economía anquilosada y en una profunda crisis de crecimiento durante el último decenio. En el caso español se trata de una purga de los años “excesivos” y que con el ejercicio adecuado (y la dieta) puede recuperar el músculo necesario. El riesgo pudiera estar en que no tengamos la voluntad adecuada y entremos en una dinámica “a la portuguesa”. No parece que sea así, más bien al contrario, existe un reconocimiento internacional acerca de la aplicación del alumno.
EL TIPO DEL EURO DEL 1% AL 1,25%
La segunda noticia a la que hacía referencia en la introducción es la delantera que ha tomado el Consejo de Gobierno del BCE al decidir la subida de un cuarto de punto en el tipo de intervención del euro, anclado en el 1% desde mayo de 2009. El resto de las autoridades monetarias relevantes (Fed, Banco de Japón, Banco de Inglaterra) han decidido posponer una decisión similar, si bien es verdad que declaraciones de esta semana por parte de Ben Bernanke, Gobernador de la Reserva Federal de EEUU, ya denotan cierta modificación de expectativas y avisa de que aun considerando por el momento que los repuntes de inflación son transitorios, realizarán un seguimiento y adoptarán medidas si ésta se desviara.
Jean-Claude Trichet ha sugerido que no habrá otro aumento en mayo, aunque ha dejado la puerta abierta a más elevaciones a lo largo del año. El consenso de los analistas señala una posible subida en cuantía similar antes del verano y otra antes de finalizar el año, con lo que acabaría 2011 en el 1,75%. No obstante, esta senda será tributaria finalmente de la evolución que manifiesten los precios del petróleo y sobre todo, los denominados efectos de segunda ronda, es decir, subidas de otros productos y salarios como consecuencia del incremento de los precios de la energía.
Este endurecimiento de la política monetaria está destinado a satisfacer la demanda de las economías centrales del área euro, y sin embargo puede resultar perjudicial para España y otros países en donde la recuperación dista mucho todavía de ser una realidad. Hace unos años el escenario era justo el contrario. Las subidas de tipos propiciadas por el BCE resultaron más gravosas para países como Alemania que mostraban crecimientos casi económicos casi nulos, mientras que los posibles beneficios derivados del enfriamiento que buscaban dichas elevaciones eran más positivos para la economía española. Estas son las servidumbres de pertenecer a un área monetaria y el BCE solo hace su trabajo.
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