Por Alberto Garzon Espinosa
Un buen economista, como decíamos el otro día, crea modelos o maquetas con los que reflejar la realidad económica. Una vez está montado el modelo, que se desarrolla matemáticamente a partir de unos supuestos de partida, lo que se hace es interpretar cómo reaccionan todas las piezas al movimiento de una de ellas. Así es como obtiene las conclusiones de política económica, las cuales son obviamente dependientes de la validez o no del modelo como reflejo de la realidad.
El otro día analizamos qué era la economía y cómo era el proceso productivo, por lo que nosotros ya tenemos encima de la mesa dos piezas fundamentales, capital y trabajo, que hemos notado con K para el caso del capital y con N para el caso del trabajo. Ambos son los llamados factores de producción, que se combinan para participar en los procesos productivos de una economía. La pregunta es, ¿cómo se combinan? ¿De qué depende que haya tanto o más trabajo o tanto o más capital en cada proceso de producción? Estas preguntas son fundamentales porque en nuestro modelo tendremos que asumir que todas las empresas producen de la misma forma, y que todas combinan igual capital y trabajo. Se dice, más generalmente, que todas las empresas tienen una misma función de producción.
Las técnicas de producción
En economía se puede asumir que una economía combina capital y trabajo de forma fija o de forma variable.
Que una economía combine capital y trabajo a partir de coeficientes fijos significa que asumimos que las empresas por cada incremento de capital necesitan un incremento igual de trabajo. Cualquier incremento de capital que no vaya seguido por un incremento de trabajo (o de trabajo que no vaya seguido de incremento de capital) no producirá nada de forma añadida. El ejemplo clásico es el de las palas de cavar y los trabajadores. Por más palas que traigamos si no incrementamos el número de trabajadores las palas no servirán para nada: no habrá más producción. Una función de producción de este tipo es la de Leontieff.
Si una economía combina capital y trabajo a partir de coeficientes variables significa que puede combinar tanta cantidad de trabajo con cualquier cantidad de capital, y viceversa. Que si incrementamos la cantidad de capital sin modificar la cantidad de trabajo, o al revés, entonces la producción final sí variará. Una producción de este tipo es la Cobb-Douglas, básica para el análisis neoclásico.
Una combinación determinada de capital y trabajo, la que sea, está describiendo una técnica de producción determinada. Es decir, si en una economía sólo hay una forma de combinar capital y trabajo entonces decimos que sólo existe una técnica de producción posible. Si por el contrario una economía puede elegir entre distintas combinaciones de capital y trabajo entonces decimos que hay un amplio repertorio de técnicas de producción disponibles. Y al conjunto de todas esas técnicas de producción le llamamos tecnología.
Así pues, una técnica de producción nos está diciendo que en un proceso productivo se combina capital, K, y trabajo, N, para dar lugar a un determinado nivel de producción, X, y teniendo presente que siempre hay una depreciación o gasto del capital, D. Si cambiamos de técnica lo que estamos haciendo es combinar una diferente cantidad de K y de N para dar lugar a un distinto nivel de producción X y un grado diferente de depreciación, D. Por eso se dice que la función de producción de una economía depende del valor de esas variables, que expresan una elección concreta de técnica. En notación se diría que X = F (K, N, D). Es decir, que la producción X es función del valor de K, N y D.
La productividad
Cuando combinamos capital y trabajo para dar lugar a una producción podemos calcular algunos ratios o relaciones que nos serán muy útiles en el análisis. Una de esas relaciones es la productividad del trabajo, que se define como la cantidad de producción que se crea por unidad de trabajo. El trabajo puede estar medido en horas de trabajo (en cuyo caso estaríamos hablando de la cantidad de producción generada por hora de trabajo) o por número de trabajadores (en cuyo caso estaríamos hablando de la cantidad de producción generada por trabajador). Es un simple ratio al que llamaremos x.
Esto significa que si X son 100 toneladas de trigo y N son 10 trabajadores, la productividad del trabajo será de 10 toneladas. Cada trabajador producirá una media de 10 toneladas de trigo. Si x aumenta quiere decir que cada trabajador producirá más toneladas de trigo que antes.
Se puede hacer lo mismo con el capital, obteniendo la productividad del capital. Vamos a llamar p a la productividad del capital, definiéndola de la misma forma que hicimos con el trabajo.
De esa forma se dice que si aumenta p se está produciendo más cantidad de producción final por cada unidad de capital. Hay que notar que aquí el problema es el de la medida del capital, problemática afrontada en la ya mencionada “controversia de Cambridge”. Los modelos suelen obviar este problema asumiendo que en la economía sólo hay un tipo de capital, medido en unidades monetarias (euros, dólares, etc.).
La modernización técnica
Antes dijimos que cada técnica de producción refleja una determinada combinación de capital y trabajo. Eso significa que en un determinado momento podemos saber cuál es la combinación de capital y trabajo que opera en una economía. Eso se consigue a través de la relación capital-trabajo o coeficiente capital-trabajo:
El coeficiente capital trabajo es muy importante porque expresa el grado de mecanización (o capitalización) de una economía. Es una medida del stock de capital por trabajador o, en otras palabras, de la cantidad de capital que hay por cada trabajador. Es uno de los indicadores clave en todos los modelos de crecimiento económico, como iremos viendo en esta serie.
Los países más desarrollados suelen tener una relación capital-trabajo muy alta, expresando así un grado de mecanización mucho más avanzado. Por el contrario, los países subdesarrollados muestran unas relaciones capital-trabajo mucho más bajas. La razón está en que el valor de la relación capital-trabajo depende del tipo de proceso productivo (no es lo mismo sectores de alta tecnología que sectores turísticos) y de la abundancia o no de determinados factores (capital o trabajo). Por esa razón los economistas pensaban (antes de confirmarse que era más complejo) que incrementar el stock de capital –acumular- era la vía más adecuada para que los países subdesarrollados se desarrollaran, ya que eso suponía aumentar K respecto a N.
Para entender por qué la relación capital trabajo cambia a lo largo del tiempo hay que volver a hablar de competencia y rentabilidad. Lo que los capitalistas buscan siempre es maximizar su ganancia o, más especialmente, su tasa de ganancia (la relación entre los beneficios y la inversión). Y eso significa que siempre elegirán una técnica de producción que satisfaga esa condición. Imaginemos que somos un capitalista que tiene que elegir entre una combinación de 4 de capital y 1 de trabajo, que proporciona 5 de beneficios, y una combinación de 2 de capital y 3 de trabajo, que proporciona 10 de beneficios. Bajo ese dilema es evidente que el empresario elegirá la técnica de producción segunda, aunque sea menos “tecnológica”.
En realidad la clave está en el precio de los factores capital y trabajo. En países o sectores donde hay abundancia de mano de obra (trabajadores) ésta será muy barata en comparación con el capital. Eso puede significar que al capitalista no le merece la pena sustituir trabajadores baratos por tecnología cara. Supongamos el caso de un supermercado, donde los trabajadores de la caja cobran muy poco salario. El capitalista ya tiene a su disposición técnicas productivas diferentes para poder sustituir esos trabajadores de caja por máquinas que lo hagan todo más eficientemente, pero no lo hará hasta que no le resulte rentable. Si los salarios siguen siendo bajos preferirá seguir usando trabajadores, pero si los salarios subieran (por ejemplo porque el número de trabajadores –oferta de trabajo- disminuye) entonces el empresario empezaría a ver rentable cambiar esos trabajadores por máquinas. En este caso estamos frente al proceso de modernización.
El proceso de modernización está empujado por la competencia. Los capitalistas están enfrentados entre sí continuamente en un intento por ganar cuotas de mercado, es decir, por vender sus productos a la mayor cantidad de gente posible. Si partimos de un equilibrio, por ejemplo del hecho de que dos capitalistas se reparten el mercado a partes iguales y tienen los mismos precios y las mismas técnicas de producción (relación capital-trabajo), es evidente que alguno de los dos capitalistas intentará arrebatar al otro su parte. Y lo hará, precisamente, a través de la investigación en nuevas técnicas productivas. Buscará la forma de sustituir trabajadores por capital para así incrementar su ganancia al menos durante un tiempo. Porque el resto de competidores responderá actuando por imitación y adoptando esas nuevas técnicas, lo que hará que de nuevo se vuelva al equilibrio pero con una relación capital-trabajo global distinta. Según Marx, y como veremos más adelante, detrás de este proceso se esconde el destino fatal del capitalismo: su propia crisis definitiva.
Volveremos sobre el asunto de la cuestión tecnológica y la modernización más adelante, así como hablaremos también de la convergencia (o no) de los países ricos y los países pobres. De momento seguimos recopilando piezas para nuestro modelo y para entender todos los modelos económicos.
Tasa de ganancia y participación en la renta
Ya hemos hablado varias veces de la tasa de ganancia, que es el indicador básico de la situación económica. Y eso es así porque sin una tasa de ganancia suficiente los capitalistas no tendrán incentivos para producir y por lo tanto el sistema entrará en crisis. Como indicador la tasa de ganancia puede definirse como la proporción de beneficios que se obtienen a partir de una inversión en capital determinada:
Donde, v es la tasa de ganancia bruta, Z los beneficios brutos y K el capital.
Como decíamos, la interpretación económica de esa relación es muy sencilla. Expresa la cantidad de beneficios en relación a la cantidad de inversión realizada. Pero claro, los beneficios están en términos brutos, es decir, sin descontar lo que hay que dedicar a reponer el capital gastado. Para saber cuánto es el capital gastado establecemos un nuevo ratio: el ratio de depreciación. Este ratio nos indica la cantidad de capital que se gasta en relación al capital total invertido:
Y sabiendo ya el grado de depreciación entonces ya podemos obtener la tasa de ganancia neta, es decir, la relación beneficio/inversión que ya tiene en cuenta la parte que había que pagar en concepto de reparación del capital gastado.
Bien, hasta este punto ya tenemos indicadores muy sencillos sobre la tasa de ganancia, que es el motor del sistema. Ahora completaremos nuestras piezas analíticas con la participación salarial de la renta. Como ya dijimos, la producción puede dividirse entre beneficios y salarios. Eso significa que podemos hablar de beneficios y salarios en relación a la producción, es decir, podemos saber qué parte de la “tarta” le tocan a salarios y beneficios.
Recordando que la producción es X y que puede dividirse en Salarios, W, y Beneficios, Z (X=W+Z), ahora definiremos la variable de participación empresarial:
Si ahora ponemos las variables en relación a cada trabajador, es decir, dividimos cada variable por el número de trabajadores, N, tenemos que:
Donde x es la productividad del trabajo, como ya vimos, y w es el salario medio por trabajador (lo que los trabajadores cobran de media). Nótese entonces que w/x es la participación salarial, es decir, la parte de la “tarta” (producción total) que obtienen los trabajadores. Por lo tanto y lógicamente la participación empresarial es la parte de la producción que queda al restarle la parte salarial. O, como en la última expresión aparece, es 1 menos la participación salarial.
Acumulación de capital
Finalmente nos basta con saber qué variable usar para estudiar el proceso de acumulación de capital. Este proceso se puede representar analíticamente de forma sencilla:
Lo que estas expresiones nos indican es que el incremento de K es el capital que hay en el período t+1 menos el capital que ya había antes en el período t. Así que el incremento de capital respecto al capital inicial K es la tasa de crecimiento del capital.
Con todo esto ya tenemos suficientes piezas en el modelo para comprender algunas relaciones fundamentales de todos los modelos de análisis económico, aunque sin duda irán saliendo otras más. En la próxima anotación veremos una construcción incipiente de un modelo y podremos estudiar qué relación existen entre todas las variables aquí apuntadas, lo que nos permitirá consolidar los conocimientos hasta ahora adquiridos y además nos permitirá entenderlos en su aplicación al modelo.
Un buen economista, como decíamos el otro día, crea modelos o maquetas con los que reflejar la realidad económica. Una vez está montado el modelo, que se desarrolla matemáticamente a partir de unos supuestos de partida, lo que se hace es interpretar cómo reaccionan todas las piezas al movimiento de una de ellas. Así es como obtiene las conclusiones de política económica, las cuales son obviamente dependientes de la validez o no del modelo como reflejo de la realidad.
El otro día analizamos qué era la economía y cómo era el proceso productivo, por lo que nosotros ya tenemos encima de la mesa dos piezas fundamentales, capital y trabajo, que hemos notado con K para el caso del capital y con N para el caso del trabajo. Ambos son los llamados factores de producción, que se combinan para participar en los procesos productivos de una economía. La pregunta es, ¿cómo se combinan? ¿De qué depende que haya tanto o más trabajo o tanto o más capital en cada proceso de producción? Estas preguntas son fundamentales porque en nuestro modelo tendremos que asumir que todas las empresas producen de la misma forma, y que todas combinan igual capital y trabajo. Se dice, más generalmente, que todas las empresas tienen una misma función de producción.
Las técnicas de producción
En economía se puede asumir que una economía combina capital y trabajo de forma fija o de forma variable.
Que una economía combine capital y trabajo a partir de coeficientes fijos significa que asumimos que las empresas por cada incremento de capital necesitan un incremento igual de trabajo. Cualquier incremento de capital que no vaya seguido por un incremento de trabajo (o de trabajo que no vaya seguido de incremento de capital) no producirá nada de forma añadida. El ejemplo clásico es el de las palas de cavar y los trabajadores. Por más palas que traigamos si no incrementamos el número de trabajadores las palas no servirán para nada: no habrá más producción. Una función de producción de este tipo es la de Leontieff.
Si una economía combina capital y trabajo a partir de coeficientes variables significa que puede combinar tanta cantidad de trabajo con cualquier cantidad de capital, y viceversa. Que si incrementamos la cantidad de capital sin modificar la cantidad de trabajo, o al revés, entonces la producción final sí variará. Una producción de este tipo es la Cobb-Douglas, básica para el análisis neoclásico.
Una combinación determinada de capital y trabajo, la que sea, está describiendo una técnica de producción determinada. Es decir, si en una economía sólo hay una forma de combinar capital y trabajo entonces decimos que sólo existe una técnica de producción posible. Si por el contrario una economía puede elegir entre distintas combinaciones de capital y trabajo entonces decimos que hay un amplio repertorio de técnicas de producción disponibles. Y al conjunto de todas esas técnicas de producción le llamamos tecnología.
Así pues, una técnica de producción nos está diciendo que en un proceso productivo se combina capital, K, y trabajo, N, para dar lugar a un determinado nivel de producción, X, y teniendo presente que siempre hay una depreciación o gasto del capital, D. Si cambiamos de técnica lo que estamos haciendo es combinar una diferente cantidad de K y de N para dar lugar a un distinto nivel de producción X y un grado diferente de depreciación, D. Por eso se dice que la función de producción de una economía depende del valor de esas variables, que expresan una elección concreta de técnica. En notación se diría que X = F (K, N, D). Es decir, que la producción X es función del valor de K, N y D.
La productividad
Cuando combinamos capital y trabajo para dar lugar a una producción podemos calcular algunos ratios o relaciones que nos serán muy útiles en el análisis. Una de esas relaciones es la productividad del trabajo, que se define como la cantidad de producción que se crea por unidad de trabajo. El trabajo puede estar medido en horas de trabajo (en cuyo caso estaríamos hablando de la cantidad de producción generada por hora de trabajo) o por número de trabajadores (en cuyo caso estaríamos hablando de la cantidad de producción generada por trabajador). Es un simple ratio al que llamaremos x.
Esto significa que si X son 100 toneladas de trigo y N son 10 trabajadores, la productividad del trabajo será de 10 toneladas. Cada trabajador producirá una media de 10 toneladas de trigo. Si x aumenta quiere decir que cada trabajador producirá más toneladas de trigo que antes.
Se puede hacer lo mismo con el capital, obteniendo la productividad del capital. Vamos a llamar p a la productividad del capital, definiéndola de la misma forma que hicimos con el trabajo.
De esa forma se dice que si aumenta p se está produciendo más cantidad de producción final por cada unidad de capital. Hay que notar que aquí el problema es el de la medida del capital, problemática afrontada en la ya mencionada “controversia de Cambridge”. Los modelos suelen obviar este problema asumiendo que en la economía sólo hay un tipo de capital, medido en unidades monetarias (euros, dólares, etc.).
La modernización técnica
Antes dijimos que cada técnica de producción refleja una determinada combinación de capital y trabajo. Eso significa que en un determinado momento podemos saber cuál es la combinación de capital y trabajo que opera en una economía. Eso se consigue a través de la relación capital-trabajo o coeficiente capital-trabajo:
El coeficiente capital trabajo es muy importante porque expresa el grado de mecanización (o capitalización) de una economía. Es una medida del stock de capital por trabajador o, en otras palabras, de la cantidad de capital que hay por cada trabajador. Es uno de los indicadores clave en todos los modelos de crecimiento económico, como iremos viendo en esta serie.
Los países más desarrollados suelen tener una relación capital-trabajo muy alta, expresando así un grado de mecanización mucho más avanzado. Por el contrario, los países subdesarrollados muestran unas relaciones capital-trabajo mucho más bajas. La razón está en que el valor de la relación capital-trabajo depende del tipo de proceso productivo (no es lo mismo sectores de alta tecnología que sectores turísticos) y de la abundancia o no de determinados factores (capital o trabajo). Por esa razón los economistas pensaban (antes de confirmarse que era más complejo) que incrementar el stock de capital –acumular- era la vía más adecuada para que los países subdesarrollados se desarrollaran, ya que eso suponía aumentar K respecto a N.
Para entender por qué la relación capital trabajo cambia a lo largo del tiempo hay que volver a hablar de competencia y rentabilidad. Lo que los capitalistas buscan siempre es maximizar su ganancia o, más especialmente, su tasa de ganancia (la relación entre los beneficios y la inversión). Y eso significa que siempre elegirán una técnica de producción que satisfaga esa condición. Imaginemos que somos un capitalista que tiene que elegir entre una combinación de 4 de capital y 1 de trabajo, que proporciona 5 de beneficios, y una combinación de 2 de capital y 3 de trabajo, que proporciona 10 de beneficios. Bajo ese dilema es evidente que el empresario elegirá la técnica de producción segunda, aunque sea menos “tecnológica”.
En realidad la clave está en el precio de los factores capital y trabajo. En países o sectores donde hay abundancia de mano de obra (trabajadores) ésta será muy barata en comparación con el capital. Eso puede significar que al capitalista no le merece la pena sustituir trabajadores baratos por tecnología cara. Supongamos el caso de un supermercado, donde los trabajadores de la caja cobran muy poco salario. El capitalista ya tiene a su disposición técnicas productivas diferentes para poder sustituir esos trabajadores de caja por máquinas que lo hagan todo más eficientemente, pero no lo hará hasta que no le resulte rentable. Si los salarios siguen siendo bajos preferirá seguir usando trabajadores, pero si los salarios subieran (por ejemplo porque el número de trabajadores –oferta de trabajo- disminuye) entonces el empresario empezaría a ver rentable cambiar esos trabajadores por máquinas. En este caso estamos frente al proceso de modernización.
El proceso de modernización está empujado por la competencia. Los capitalistas están enfrentados entre sí continuamente en un intento por ganar cuotas de mercado, es decir, por vender sus productos a la mayor cantidad de gente posible. Si partimos de un equilibrio, por ejemplo del hecho de que dos capitalistas se reparten el mercado a partes iguales y tienen los mismos precios y las mismas técnicas de producción (relación capital-trabajo), es evidente que alguno de los dos capitalistas intentará arrebatar al otro su parte. Y lo hará, precisamente, a través de la investigación en nuevas técnicas productivas. Buscará la forma de sustituir trabajadores por capital para así incrementar su ganancia al menos durante un tiempo. Porque el resto de competidores responderá actuando por imitación y adoptando esas nuevas técnicas, lo que hará que de nuevo se vuelva al equilibrio pero con una relación capital-trabajo global distinta. Según Marx, y como veremos más adelante, detrás de este proceso se esconde el destino fatal del capitalismo: su propia crisis definitiva.
Volveremos sobre el asunto de la cuestión tecnológica y la modernización más adelante, así como hablaremos también de la convergencia (o no) de los países ricos y los países pobres. De momento seguimos recopilando piezas para nuestro modelo y para entender todos los modelos económicos.
Tasa de ganancia y participación en la renta
Ya hemos hablado varias veces de la tasa de ganancia, que es el indicador básico de la situación económica. Y eso es así porque sin una tasa de ganancia suficiente los capitalistas no tendrán incentivos para producir y por lo tanto el sistema entrará en crisis. Como indicador la tasa de ganancia puede definirse como la proporción de beneficios que se obtienen a partir de una inversión en capital determinada:
Donde, v es la tasa de ganancia bruta, Z los beneficios brutos y K el capital.
Como decíamos, la interpretación económica de esa relación es muy sencilla. Expresa la cantidad de beneficios en relación a la cantidad de inversión realizada. Pero claro, los beneficios están en términos brutos, es decir, sin descontar lo que hay que dedicar a reponer el capital gastado. Para saber cuánto es el capital gastado establecemos un nuevo ratio: el ratio de depreciación. Este ratio nos indica la cantidad de capital que se gasta en relación al capital total invertido:
Y sabiendo ya el grado de depreciación entonces ya podemos obtener la tasa de ganancia neta, es decir, la relación beneficio/inversión que ya tiene en cuenta la parte que había que pagar en concepto de reparación del capital gastado.
Bien, hasta este punto ya tenemos indicadores muy sencillos sobre la tasa de ganancia, que es el motor del sistema. Ahora completaremos nuestras piezas analíticas con la participación salarial de la renta. Como ya dijimos, la producción puede dividirse entre beneficios y salarios. Eso significa que podemos hablar de beneficios y salarios en relación a la producción, es decir, podemos saber qué parte de la “tarta” le tocan a salarios y beneficios.
Recordando que la producción es X y que puede dividirse en Salarios, W, y Beneficios, Z (X=W+Z), ahora definiremos la variable de participación empresarial:
Si ahora ponemos las variables en relación a cada trabajador, es decir, dividimos cada variable por el número de trabajadores, N, tenemos que:
Donde x es la productividad del trabajo, como ya vimos, y w es el salario medio por trabajador (lo que los trabajadores cobran de media). Nótese entonces que w/x es la participación salarial, es decir, la parte de la “tarta” (producción total) que obtienen los trabajadores. Por lo tanto y lógicamente la participación empresarial es la parte de la producción que queda al restarle la parte salarial. O, como en la última expresión aparece, es 1 menos la participación salarial.
Acumulación de capital
Finalmente nos basta con saber qué variable usar para estudiar el proceso de acumulación de capital. Este proceso se puede representar analíticamente de forma sencilla:
Lo que estas expresiones nos indican es que el incremento de K es el capital que hay en el período t+1 menos el capital que ya había antes en el período t. Así que el incremento de capital respecto al capital inicial K es la tasa de crecimiento del capital.
Con todo esto ya tenemos suficientes piezas en el modelo para comprender algunas relaciones fundamentales de todos los modelos de análisis económico, aunque sin duda irán saliendo otras más. En la próxima anotación veremos una construcción incipiente de un modelo y podremos estudiar qué relación existen entre todas las variables aquí apuntadas, lo que nos permitirá consolidar los conocimientos hasta ahora adquiridos y además nos permitirá entenderlos en su aplicación al modelo.
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