Por Dean Baker *
El primer ministro griego Papandreu desencadenó una
tormenta la pasada semana cuando propuso poner el paquete de austeridad dictado
por la troika (el FMI, el BCE y la UE) a votación popular. La idea de que el
pueblo griego pudiera ser capaz directamente de decidir su futuro aterrorizó a
los líderes de toda Europa y del mundo. Los mercados financieros se sumieron en
el pánico, enviando las acciones a caídas vertiginosas y los bonos a grandes
subidas.
Sin embargo, al final de la semana las cosas estaban
bajo control. Los líderes de Francia y Alemania aparentemente impusieron su
criterio a Papandreu que renunció a los planes para realizar el referéndum.
Mientras que el gobierno de Grecia está en pleno proceso de colapso, el mundo
puede ahora estar seguro de que el pueblo griego no tendrá la oportunidad de
votar su propio futuro.
Todo
ello es una desgracia ya que significa que el futuro de Grecia será decidido
por políticos que probablemente no tienen los intereses de los griegos de forma
prioritaria en sus mentes. Por sus propias proyecciones, el paquete de
austeridad diseñado por la troika promete una década de austeridad, con alto
desempleo, caída de los salarios reales y grandes reducciones de los servicios
públicos y de las pensiones. Y sus proyecciones han demostrado reiteradamente
ser demasiado optimistas.
¿Apoyaría
el pueblo griego, de tener la oportunidad de hacerlo, este tipo de paquete de austeridad?
La respuesta depende obviamente de la alternativa.
La
ruta alternativa significa casi con certeza un desordenado impago de deuda y
una salida del euro. No se trata de un cuadro muy bonito. Si Grecia sigue el
camino de Argentina, el último país que hizo una ruptura similar, entonces la
economía seguramente estará casi en caída libre por un tiempo. La duración de
esta caída libre dependerá de cuanto tiempo tarde el gobierno para conseguir
una nueva moneda y construir alguna fórmula provisional para convertir en la
nueva moneda los contratos ahora en euros.
En
Argentina este período fue de tres meses, con otros tres meses adicionales de
estancamiento antes de que la economía empezara un auge sostenido. El proceso
podría ser más difícil en Grecia tanto por su ligazón más fuerte con los países
de la eurozona como también porque Argentina tenía al menos su propia moneda.
Sin embargo, en el caso de
Grecia, tal ruptura no sería imposible. Habría un deseo de tener la nueva
moneda. El gobierno solamente debería imponer un nuevo impuesto sobre la
propiedad que fuera pagable únicamente en la nueva moneda.
La gente querrá conservar la
propiedad frente al mar en las islas griegas o al pie de la Acrópolis, así que
habrá demanda de la moneda. También, la perspectiva de un boom turístico, una
vez que los precios caigan un 50% respecto a Italia, España y otros destinos
populares, proporcionará mucho apoyo a la economía griega.
Si el pueblo griego puede
convencerse a si mismo de una alternativa plausible, entonces podrían hacer
unas pocas demandas a la troika. Primera, podrían decir que 10 años de
permanente austeridad no es aceptable.
Sí, los griegos han sido
imprudentes prestatarios, pero los bancos europeos también han sido imprudentes
prestamistas. Es verdad que el gobierno griego había mentido acerca de su
situación presupuestaria. Sin embargo, los tipos financieros aseguran que todo
el mundo sabía que mentían y ellos les seguían el juego. Goldman Sachs diseñó
incluso una ingeniosa permuta financiera (swap) que
le permitió aprovecharse de las mentiras.
En lugar de la austeridad, el
pueblo griego puede insistir en que el BCE se centre en un programa de
crecimiento. Eso significaría que el BCE debería abandonar su obsesión por el
objetivo del 2% de inflación y empezar a actuar como un banco central real. El
BCE podría empezar por garantizar la deuda de Italia y España, ambos con el
riesgo de una creciente y mortal espiral de la tasa de interés si no existe una
garantía creíble detrás de su deuda.
También puede empezar
presionando por políticas más expansionistas. Es siempre difícil admitir cuándo
estás equivocado, pero la política de crecimiento del BCE-FMI mediante la
austeridad no está funcionando. Cada mes tenemos más pruebas de este hecho con
datos que muestran que el crecimiento es menor de lo esperado y el desempleo es
mayor también de lo esperado. ¿Hay alguna evidencia que pudiera llegar a estas
personas para cambiar sus mentes antes de que destruyan la economía europea?
Quizás el pueblo griego podría haber forzado a la troika a ver realmente los
datos.
Habría otros potenciales
divertimentos en estas negociaciones. El pueblo griego, que ha sido forzado a
aceptar la ampliación de la edad de jubilación y unas pensiones más bajas,
puede sugerir lo mismo para los economistas del FMI. Estos tipos tan hacendosos
pueden a menudo jubilarse de sus puestos de trabajo a los 50 años. En lugar de
las magras pensiones griegas de unos pocos centenares de euros al mes que
fastidiaban tanto a los banqueros, la pandilla del FMI se mete en el bolsillo pensiones cercanas a 10.000 dólares al
mes. Quizá las pensiones del FMI se hubieran cuestionado si el pueblo griego
realmente tuvo que ser convencido de que el rescate fue por su propio
bien.
Pero la oportunidad para que
el pueblo griego participara en la discusión fue rápidamente vetada. Estamos de
nuevo ante un diálogo entre banqueros y políticos. No hay mucho espacio para la
democracia en este cuento, pero aún podemos soñar.
Codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de
varios libros, el último de los cuales es False Profits: Recovering from
the Bubble Economy *
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