sábado, 25 de febrero de 2012

El supuesto declive moral de las clases bajas

Por Paul Krugman *


Parece que de lo único que habla la derecha intelectual (o pseudointelectual) es del libro de Charles Murray Coming Apart: The State of White America [Desmoronamiento: la situación del Estados Unidos Blanco], que afirma que el problema con los trabajadores manuales blancos es... la pérdida de los valores familiares.
David Frum, quien verdaderamente podría ser el último conservador sincero, publicaba recientemente una excelente repulsa en The Daily Beast. Frum escribía: "Para entender lo que hace Murray en Coming Apart, imaginemos esta analogía: un sociólogo visita un pueblo de la costa del Golfo. Se fija en que todas las casas que están cerca del agua han sido demolidas y reducidas a escombros. Sus exocupantes viven ahora en tiendas de campaña y remolques. El sociólogo redacta un informe:
'Las pruebas demuestran fehacientemente que vivir en casas es mejor para los niños y para las familias que vivir en tiendas de campaña y remolques. La gente de la zona ribereña somete irresponsablemente a sus hijos a unas condiciones inaceptables’.
"Cuando publica el informe, alguien le indica: 'Sabe usted, hace una semana hubo un huracán aquí'. El sociólogo quita importancia a la crítica y responde: 'Estoy escribiendo sobre la vivienda, no sobre el clima".
Y Alec MacGillis, analista de The New Republic, señalaba en una publicación en Internet el 6 de febrero que el propio Murray se crió en un pueblo fabril donde Maytag proporcionaba buenos trabajos a los obreros hasta que cerró la planta y trasladó sus operaciones a México.
"A juicio de Murray", escribía MacGillis, "la clase obrera se ha visto menos afectada por los cambios económicos que han hecho que a sus miembros – especialmente los hombres – les resulte difícil ganarse bien la vida que por el lamentable declive de la dedicación y de los valores sociales que las agitaciones de la década de 1960 han provocado".

MacGillis proseguía: "Por tanto, la pregunta para Murray y los que están usando sus teorías para explicar la desigualdad se puede plantear muy concisamente: ¿de verdad que la comunidad en la que disfrutó su infancia en Newton (Iowa) desapareció porque sus vecinos de clase obrera perdieron misteriosamente su iniciativa? A lo mejor fue algo más sencillo".
Desde un punto de vista analítico, este parece un momento muy raro para centrarse en el supuesto declive moral de las clases bajas. En la década de 1960, era al menos un tanto razonable preguntarse por qué aumentaban los males sociales pese a que la próspera economía generaba ganancias ampliamente compartidas (aunque, como señalaba el sociólogo William Julius Wilson en su libro When Work Disappears: The World of the New Urban Poor [Cuando el trabajo desaparece: el mundo del nuevo pobre de ciudad], los puestos de trabajo estaban desapareciendo en las ciudades del interior, y esto ayudaba a explicar el aumento de los problemas sociales entre los que estaban atrapados en esas ciudades del interior).
Pero ahora tenemos una economía que ha dejado atrás a los trabajadores manuales: ¿por qué invocar los valores sociales para explicar su precaria situación?
Y en la medida en que el deterioro social es una realidad entre, digamos, el tercio con las rentas más bajas entre los blancos, ¿no dice esto que Wilson estaba en lo cierto, que la falta de oportunidades económicas es lo que provoca la agitación social?
Naturalmente, el repentino alboroto acerca de los valores tiene mucho sentido desde un punto de vista político, para distraernos del tema del aumento de los ingresos en lo más alto de la escala.

Una forma rara de desplome social

Al leer el libro de Murray y todos los comentarios sobre los orígenes del hundimiento moral entre los blancos de la clase obrera, no para de incordiarme una pregunta: ¿realmente está todo así de mal?
Lo que quiero decir es que, sí, la tasa de matrimonios ha caído en picado y la participación en la fuerza laboral ha descendido entre los hombres en edad de trabajar (aunque no tanto como insinúa parte de la retórica), pero la consecuencia que por lo general se extrae de esto es que estas tendencias deben estar provocando males sociales enormes. ¿Lo están?
Bueno, algo que curiosamente brilla por su ausencia en la obra de Murray es cualquier mención del indicador tradicional de desintegración social: el embarazo en adolescentes. ¿Por qué? Porque de hecho ha estado cayendo como una losa, según datos del sistema nacional de Estadísticas Vitales.
¿Y qué hay de la delincuencia? Está por las nubes, ¿no es cierto? Falso, según datos del Departamento de Justicia.

Así que esto es lo que yo pienso: es posible que los valores sociales tradicionales se estén deteriorando entre la clase trabajadora blanca, pero a lo mejor esos valores sociales tradicionales no son tan esenciales para una buena sociedad como les gusta suponer a los conservadores.


Cuando recibió el premio Nobel en 2008, Paul Krugman (Albany, Estados Unidos, 1957) ya llevaba casi una década escribiendo columnas en el New York Times. Da clases de Economía y Política Internacional en la Universidad de Princeton, antes lo ha hecho en la de Yale, donde se graduó, en la de Stanford y en el MIT.*

No hay comentarios.:

Publicar un comentario