Por Charles Ferguson *
¿Por qué fue tan apagada la
respuesta de los expertos académicos norteamericanos a la crisis financiera
global? En este fragmento de su libro Inside Job, elaborado a partir de
su extraordinario y difundido documental, Charles Ferguson sostiene que la
corrupción está profundamente arraigada en las universidades.
Mucha de la gente que vio mi documental Inside Job
se dio cuenta de que la parte más perturbadora de la película consistía en la
revelación de los extendidos conflictos de intereses en las universidades, en
centros de estudios y entre expertos académicos. Los espectadores que vieron
mis entrevistas con eminentes profesores quedaron asombrados por lo que salía
de su boca.
Sin embargo, no deberíamos sorprendernos. En las
últimas dos décadas, los profesionales de la medicina han demostrado
ampliamente la influencia que puede ejercer el dinero en un campo supuestamente
objetivo, científico. En general, las escuelas y revistas médicas han
respondido bien, adaptándose a los requerimientos de transparencia. La
disciplina de la economía, las escuelas de negocios, las facultades de derecho
y de ciencias políticas han reaccionado de manera muy diferente.
En los últimos treinta años, partes notables del
mundo académico norteamericano se han degradado en actividades de "paga
por jugar". En nuestros días, si vemos a un célebre profesor de economía
prestar testimonio ante el Congreso, o escribir un artículo, hay muchas
probabilidades de que le pague alguien con grandes intereses en lo que se está
debatiendo. La mayor parte de las veces estos profesores no revelan estos
conflictos de interés y la mayor parte de las veces las universidades miran
hacia otro lado.
Media docena de firmas de consultoría, varias
agencias de conferenciantes y diversos grupos de presión económicos mantienen
extensas redes de especialistas académicos de alquiler con el propósito de
abogar en favor de intereses económicos en los debates de política y
regulación. Los principales sectores implicados son la energía, las
telecomunicaciones, la atención sanitaria, el agribusiness y, de manera
que no deja resquicio de duda, los servicios financieros.
Algunos ejemplos. Glenn Hubbard se convirtió en
decano de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia en 2004, poco
después de abandonar el gobierno de George W. Bush. Buena parte de su labor
académica se ha centrado en la política fiscal. Un buen resumen sería decir que
no ha visto nunca un impuesto que le gustase. En noviembre de 2004, Hubbard
escribió conjuntamente con William C. Dudley, entonces economista jefe de
Goldman Sachs, un artículo asombroso. El artículo, “Cómo los mercados de
capital aumentan el rendimiento económico y facilitan la creación de empleo”
merece citarse. Recordemos que hablamos de noviembre de 2004, con la burbuja ya
bien en movimiento: "Los mercados de capital han ayudado a hacer menos
volátil el mercado de la vivienda... Las 'restricciones crediticias' del género
de aquellas que periódicamente cerraban la oferta de financiación a los
compradores de vivienda… son cosa del pasado".
Hubbard se negó a revelar si le habían pagado por
escribir ese artículo. También se negó a proporcionarme su última declaración
oficial de transparencia financiera, que no pudimos obtener de ningún otro
modo, pues la Casa Blanca la había destruido. A Hubbard le pagaron 100.000
dólares (63.000 libras) por declarar como testigo de la defensa de dos gestores
de un hedge fund de Bear Stearns procesados en relación con la burbuja,
que salieron absueltos. El año pasado, se convirtió en consejero asesor
económico de la campaña presidencial de Mitt Romney.
Larry Summers ha desempeñado casi todos los puestos
de importancia en la gestión económica gubernamental. Secretario del Tesoro con
Clinton, en 2009 se convirtió en director del Consejo Económico Nacional de la
administración de Obama.
Aunque sensato en muchas cuestiones, Summers ha
cometido una serie de errores y arreglos bien documentados. Y sus opiniones
sobre el sector financiero serían difíciles de distinguir de las de Lloyd
Blankfein [jefe de Goldman Sachs], por ejemplo, o Jamie Dimon [jefe de J.P.
Morgan].
La mayor parte de nuestra información sobre Summers
proviene de declaración oficial de transparencia. La declaración de
transparencia de 2009 establecía que sus ingresos totales estaban entre 17 y 39
millones de dólares. Sus ganancias totales del año anterior a incorporarse al
gobierno fueron de casi 8 millones de dólares. Goldman Sachs le pagó 135.000
dólares por una sola conferencia.
Summers es un hombre de compromisos que debe la
mayor parte de su fortuna y buena parte de su éxito político al sector de
servicios financieros, y que estuvo implicado en algunas de las decisiones
políticas más desastrosas del pasado medio siglo. En el gobierno de Obama,
Summers se opuso a medidas contundentes para sancionar a los banqueros o
recortar sus ingresos.
Harvard no le exige todavía a Summers transparencia
en sus compromisos con el sector financiero. Tanto Harvard como Summers declinaron
atender mis peticiones de información.
El problema de la corrupción académica está hoy tan
profundamente arraigado que estas disciplinas, así como universidades
destacadas, se ven gravemente comprometidas, y cualquiera que considere
resistirse a la tendencia se sentiría racionalmente muy asustado. Pongamos por
caso una situación como ésta: eres estudiante de doctorado o un miembro joven
del profesorado, que está ponderando si llevar a cabo alguna investigación
sobre, digamos, estructuras de compensación a la hora de tomar riesgos en
servicios financieros, o las repercusiones potenciales de los requisitos de
transparencia pública en el mercado de CDS (credit default swaps). El
presidente de tu universidad es… Larry Summers.
El presidente de tu departamento es… Glenn Hubbard.
O estás en el MIT [Massachussets Institute of Technology], y quieres examinar
la caída en el pago del impuesto de sociedades. La presidenta del MIT es Susan
Hockfield, que está en la junta de GE [General Electric], una empresa que ha
evitado pagar prácticamente cualquier tipo de impuesto de sociedades durante
varios años
¿En qué medida afectan estas fuerzas a la
investigación y política académicas? La evidencia de la que disponemos sugiere
que el efecto es considerable.
Los comentarios académicos sobre la crisis
financiera han sido notablemente débiles. Existen, a buen seguro, notables
excepciones. Pero en su mayor parte, el silencio ha sido ensordecedor. ¿Cómo se
puede estructurar un sector entero de tal modo que a los empleados se les anime
a saquear y destruir sus propias empresas? ¿Por qué fracasaron la desregulación
y la teoría económica de modo tan espectacular?
La difusión de la película Inside Job tocó
claramente una fibra con respecto a estas cuestiones. Se puso en contacto conmigo
un gran número de estudiantes y profesores, y ha habido mucho debate. Hay
departamentos, entre los que se cuentan los de la Escuela de Negocios de
Columbia que han adoptado por vez primera requisitos de transparencia. Pero la
mayoría de las universidades carecen todavía de esos requisitos, y pocas tienen
limitaciones sobre la existencia de conflictos de interés. Lo mismo vale para
la mayoría de las publicaciones académicas. Los periodistas tienen
estrictamente prohibido aceptar dinero de cualquier sector u organización sobre
la que escriban.
No es este el caso en el mundo académico.
Se ha producido un cambio positivo significativo.
Este mismo año, la Asociación Norteamericana de Economía adoptó un
requerimiento de transparencia para las siete revistas que publica. Pero la
mayoría de las instituciones siguen oponiéndose a una mayor transparencia y,
durante la realización de la película, se negaron siquiera a debatir la
cuestión.
Charles Ferguson es fundador y presidente de la productora cinematográfica Representational
Pictures, y director y productor de No End In Sight: The American Occupation
of Iraq (2007) e Inside Job (2010), que consiguió el Oscar al Mejor
Documental. Ferguson se doctoró en Ciencias Políticas en el MIT y trabajó como
consultor independiente, especialista en tecnología de la información y creador
de software. Este texto editado proviene del libro de reciente
publicación Inside Job: the Financiers Who Pulled Off the Heist of the
Century [Un trabajo desde dentro: los financieros que dieron el golpe
del siglo], que detalla y prolonga mucho de lo tratado en el documental del
mismo título.
FUENTE : SIN PERMISO
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