martes, 5 de junio de 2012

“No a la paga” (por ahora)

 Por Sam Pizzigati *


Un panel de empresarios perfectamente respetable está urgiendo a los directorios de las corporaciones para que se deshagan de las ridículas racionalizaciones sobre los pagos extraordinarios para los CEO y para que estrechen la la brecha de remuneraciones. El primer paso: terminar con las opciones de los CEO.
En el mundo de la gran empresa americana,  los emperadores no tienen vestiduras
Los respetables empresarios detrás de este atrevido nuevo informe no se han tragado la sabiduría convencional de los medios y la política  sobre la reforma a las remuneraciones de los CEO. 
Todos los cimientos de la mega millonaria retribución a los CEO descansan sobre supuestos tan estúpidamente implausibles que sólo los muy desilusionados podrían darse cuenta -declara un prestigioso panel Canadiense de estudios-.
La nueva declaración -del Instituto para la Gobernanza de las Organizaciones Públicas y Privadas de Canadá- conmina a los directorios de las empresas a eliminar las opciones sobre acciones de los paquetes de remuneraciones de los CEO tanto en Canadá como en los Estados Unidos.

Pero el nuevo informe de política, no sólo recomienda  revisar cómo se paga hoy a los ejecutivos de las corporaciones. El informe, llamado “Pagar lo que vale. Cortando el nudo gordiano de las compensaciones para ejecutivos”,presta particular atención a cuánto pagar , sugiriendo  una “relación justa y productiva” entre la remuneración de los trabajadores y los ejecutivos.
¿Qué hace tan llamativa a esta insistencia? Proviene de representantes respetables de las comunidades de directores de empresas e inversores del Canadá, todos deliberando bajo los auspicios de un igualmente respetable centro académico, la Escuela de Negocios John Molson de Montreal.
Lo que hace a esta recomendación política aun más llamativa es que los respetables que la han refrendado no se han tragado las convenciones de la sabiduría política y mediática sobre la reforma a las remuneraciones de los CEO. Ellos no se unen a las posiciones de los inversores institucionales  -fondos de pensión y similares- que reducen la reforma en las retribuciones a los CEO a un asunto de correspondencia entre paga y  desempeño.
Estos inversores institucionales, señala el informe Pagar lo que vale, se han convertido en parte del problema. Ellos compran basándose en las mismas presunciones falaces sobre recompensas y mercados que han multiplicado nueve veces las pagas a los ejecutivos en las últimas décadas.
Aun más alarmante es que estos inversores institucionales continúan insistiendo en que las retribuciones a los ejecutivos, tanto en el corto como en el largo plazo, deben estar vinculadas a un “desempeño” que de alguna forma precisa se puede medir a través de los cambios en los precios de las acciones.
Los inversores institucionales consideran a las opciones -y otras recompensas ligadas al valor de los activos- como “compensaciones al riesgo”. Con estas “compensaciones de riesgo”, sigue el razonamiento, los ejecutivos sólo se llevan generosas recompensas si crean valores reales de mercado para los tenedores.
Pero esta fe en la “eficiencia” de los mercados, esta confianza en los valores de los activos como indicador para dilucidar entre malos y  buenos “desempeños” de los ejecutivos, no se sostiene ante el menor contraste con la realidad.
“Numerosos factores más allá del control de la administración” determinan los precios de los activos, señala “Pagar por lo que vale”. El boom del mercado de valores es una marea que eleva todos los barcos, y aquellos que afortunadamente ocupan el puesto del capitán en los tiempos del boom, se “vuelven muy ricos”.
Y si el alza en el mercado de valores trastabilla, los emprendedores CEO siempre pueden jugar a ganar mediante la “contabilidad creativa” o despertar la obsesión y la “histeria masiva” para disparar los precios.
Los canadienses detrás de “Pagar lo que vale” dedicaron buena parte de su informe a discutir la remuneración a los ejecutivos en los Estados Unidos. Rastrearon la evolución de estas pagas desde el “capitalismo administrativo” de mediados del siglo XX hasta el “capitalismo financiero”, totalmente abocado a maximizar el “valor de los accionistas”.
Bajo el “Capitalismo administrativo”, los accionistas normalmente mantienen sus opciones de compra o sus activos de seis a ocho años, las fluctuaciones en los precios de las acciones no tenían casi ningún impacto sobre el salario nominal anual y las bonificaciones que constituían el grueso de la retribución a los CEO, y las compensaciones a los principales ejecutivos no superaban en más de 30 veces la paga de un trabajador.
Bajo el “Capitalismo financiero”, el promedio de tiempo de conservación de las acciones cayó hasta el año, y las fluctuaciones en el precio de las acciones comenzaron a determinar la mayor parte de las compensaciones de los ejecutivos. Los más altos cargos ejecutivos ahora se llevan a casa cientos de veces la nómina que va a sus trabajadores.
Este nuevo patrón de pagos de las corporaciones se ha “estandarizado”. Virtualmente, todas las principales compañías, destaca “Pagar por lo que vale”, presentan el mismo escalonamiento de pagos a sus ejecutivos en salarios, bonificaciones, acciones de premio, y excesivamente generosos beneficios de pensiones.
Estos generosos beneficios en pensiones -y otros relacionados- efectivamente blindan a los CEO de cualquier pizca de “riesgo” real. Sea lo que fuere que suceda, ellos seguirán embolsando muchos millones al final del día. Esa justificación de “alta recompensa por alto riesgo” para que nuestros ejecutivos sostengan el status quo, señala Pagar por lo que vale, “suena poco creíble”
Y esta música que está sonando, en todos sus tonos, tiene un impacto tóxico sobre la vida empresarial. 
“La confianza social, la lealtad, las metas compartidas, y el orgullo en la organización”, observa el informe, “se disipará lentamente, pero seguramente más donde los esquemas compensatorios sean vistos por los empleados como injustos y profundamente desbalanceados en favor de unos pocos”.
“Sin la propiedad aglutinante de estos valores, sin el significante plusvalor que ellos otorgan al trabajo en las organizaciones, una empresa pronto se convierte en un mercado para mercenarios, incontrolable y frágil”.
Pero los autores de “Pagar por lo que vale”, después de esta elocuente denuncia sobre los sistemas de recompensas para los altos ejecutivos, retroceden horrorizados ante el tratamiento legislativo sobre la única reforma legislada sobre las remuneraciones a los CEO que podría anticipar su reforma. Ellos se rehúsan a refrendar la ley Dodd-Frank sancionada en 2010.
La ley  Dodd-Frank exige que todas las corporaciones cotizadas en bolsa anualmente muestren el cociente entre la remuneración de sus CEOs y la paga media de sus trabajadores. Qué mejor manera de alentar a los directorios a adoptar, aconseja “Pagar por lo que vale”, una ratio de remuneraciones entre los ejecutivos y los trabajadores que parecerá “justa” en las circunstacias sociales, culturales e industriales dentro de las cuales opera la compañía.
Inexplicablemente, “Pagar por lo que vale” desatiende esta obligación de revelación. Tal revelación, sostiene el informe, podría proveer “pasto para las coberturas periodísticas sensacionalistas”. Las corporaciones deben sólo “tener que declarar en casilleros oficiales que sus directorios han adoptado políticas sobre compensaciones justas y equitativas”.
Una postura verdaderamente bizarra. El Instituto para la Gobernanza de las Organizaciones Públicas y Privadas de Canadá está sosteniendo que, en ausencia de supervisión pública,  debemos confiar en los directorios para que voluntariamente fijen la razonabilidad de los cocientes entre las pagas más altas y las más bajas.
Los grupos corporativos no dudarán en aprovechar esta oposición de “Pagar por lo que Vale” a la ley Dodd-Frank. Usarán esa oposición para avanzar en su exitosa campaña de lobby en curso para detener la aplicación del nuevo mandato legal.
El resto de nosotros puede honrar el espíritu del análisis general de “Pagar por lo que vale”, exigiendo a los reguladores de la Comisión de Valores (Security and Exchange Comission) , el perro guardián federal sobre Wall Street, para que acelere el paso  e inicie las regulaciones necesarias para implementar el mandato de la ley  Dodd.Frank.
Una campaña para presionar a la Comisión de Valores está en marcha. Y esta campaña necesita tener éxito.
“Cambios fundamentales en las prácticas compensatorias”, como señalan los autores de Pagar por lo que vale, “sólo sucederán si y cuando el desempeño de las empresarial sea medido más por la forma en que la compañía cumple con sus obligaciones más amplias, y menos por el crecimiento en las ganancias por acción y por alcanzar las expectativas de ganancias trimestrales de los analistas”


 *Sam Pizzigati es miembro del Institute for Policy Studies de Washington DC, editor del periódico Too Much y autor de The Rich Don’t Always Win , Seven Stories Press, New York, que se publicará en 2012.


FUENTE  :  SIN PERMISO

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