Por Nouriel Roubini
Project Syndicate
Durante los últimos años se alimentó mucha expectativa por los BRICS (Brazil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Según se dice, con sus grandes poblaciones y rápido crecimiento, pronto se convertirán en algunas de las mayores economías del mundo –y, en el caso de China, en la mayor de todas ya para 2020. Pero los BRICS, como muchas otras economías de mercados emergentes, recientemente han sufrido una fuerte desaceleración económica. ¿Se terminó entonces la luna de miel?
El
PBI brasileño solo creció el 1 % el año pasado y es posible que no
supere el 2 % este año. Su crecimiento potencial se estima apenas por
encima del 3 %. La economía rusa puede crecer apenas el 2 % este año y
su crecimiento potencial también ronda el 3 %, a pesar de que los
precios del petróleo están en el orden de los $100 por barril. India
recientemente tuvo un par de años de fuerte crecimiento (11,2 % en 2010 y
7,7 % en 2011), pero bajó al 4 % en 2012.La economía china creció el
10 % al año durante las últimas 3 décadas, pero cayó al 7,8 % el año
pasado y corre el riesgo de un aterrizaje forzoso. Y Sudáfrica solo
creció el 2,5 % el año pasado y es posible que no crezca supere el 2 %
en este.
Muchas otras
economías de mercados emergentes con rápido crecimiento en el pasado
–por ejemplo, Turquía, Argentina, Polonia, Hungría y muchas en Europa
Central y del Este– experimentan una desaceleración similar. Entonces,
¿qué aqueja a los BRIC y a otros mercados emergentes?
En
primer lugar, las economías emergentes se recalentaron en 2010-2011,
con tasas de crecimiento que superaron a las potenciales y tasas de
inflación por encima de las deseadas y en ascenso. Muchas ajustaron
entonces su política monetaria en 2011 y eso afectó su crecimiento en
2012, un efecto que se extendió a este año.
En
segundo lugar, pensar que las economías de mercados emergentes podrían
desvincularse completamente de las debilidades económicas en las
economías avanzadas era rocambolesco: siempre fue probable que la
recesión en la zona del euro, la cuasi recesión en el Reino Unido y
Japón en 2011-2012, y el lento crecimiento económico en Estados Unidos
afectaran negativamente al desempeño de los mercados emergentes –a
través del comercio, los vínculos financieros y la confianza de los
inversores. Por ejemplo, el empeoramiento en curso en la zona del euro
ha afectado a Turquía y a economías de mercados emergentes en Europa
Central y del Este, debido a los vínculos comerciales.
En
tercer lugar, la mayoría de los BRICS y otros pocos mercados emergentes
han pasado a una variante del capitalismo de estado. Esto implica una
desaceleración en las reformas que aumentan la productividad y
participación en la economía del sector privado, junto con un mayor peso
de las empresas estatales (y de los bancos estatales en la asignación
del crédito y el ahorro), así como el nacionalismo de recursos, el
proteccionismo comercial, las políticas de sustitución de importaciones
industriales y la imposición de controles al capital.
Este
enfoque puede haber funcionado en las etapas tempranas del desarrollo y
cuando la crisis financiera mundial produjo una caída del gasto
privado; pero ahora distorsiona la actividad económica y deprime el
crecimiento potencial. De hecho, la desaceleración china refleja un
modelo económico, en palabras del ex primer ministro Wen Jiabao,
«inestable, desequilibrado, falto de coordinación e insostenible» que
ahora afecta adversamente el crecimiento en los países emergentes de
Asia y a los mercados emergentes exportadores de productos básicos desde
Asia hasta América Latina y África. El riesgo de que China experimente
un aterrizaje forzoso en los próximos dos años puede dañar aún más a
muchas economías emergentes.
En
cuarto lugar, el superciclo de productos básicos que ayudó a Brasil,
Rusia, Sudáfrica y muchos otros países con mercados emergentes
exportadores de productos básicos puede haber terminado. De hecho, sería
difícil sostener un boom, dada la desaceleración china, la mayor
inversión en tecnologías para el ahorro de energía, el menor énfasis en
modelos de crecimiento orientados al capital y los recursos en todo el
mundo, y el demorado aumento en la demanda que indujeron los altos
precios.
El quinto y más
reciente factor son las señales de la Reserva Federal estadounidense
sobre la posibilidad de poner fin a su política de flexibilización
cuantitativa antes de lo esperado y sus insinuaciones de un eventual
abandono de las tasas de interés nulas. Ambas cuestiones han causado
turbulencia en los mercados financieros de las economías emergentes.
Incluso antes de las señales de la Fed, las acciones y los productos
básicos en los mercados emergentes se han desempeñado peor de lo
esperado este año, debido a la desaceleración China. Desde entonces, las
divisas y valores de renta fija (bonos gubernamentales y corporativos)
en los mercados emergentes se han visto golpeados. La era del dinero
barato o a interés cero que condujo a una avalancha de liquidez en busca
de altos rendimientos y activos –acciones, bonos, divisas y productos
básicos– en los mercados emergentes está llegando a su fin.
Finalmente,
si bien muchas economías de mercados emergentes tienen a producir
superávits en sus cuentas corrientes, son cada vez más las que presentan
déficits –incluidas Turquía, Sudáfrica, Brasil e India. Y estos
déficits ahora son financiados en formas más riesgosas: más deuda que
capital accionario; más deuda de corto plazo que de largo plazo; más
deuda en divisas que en moneda local; y más financiamiento proveniente
de flujos interbancarios transfronterizos volubles.
Estos
países también comparten otras debilidades: déficits fiscales
excesivos, inflación por encima de las metas y riesgo de inestabilidad
(que no solo se refleja en la reciente agitación en Brasil y Turquía,
sino también en los conflictos laborales sudafricanos y las
incertidumbres políticas y electorales en la India). La necesidad de
financiar el déficit externo y evitar la excesiva depreciación (y una
inflación aún mayor) requiere aumentar las tasas de interés de
intervención o mantenerlas fijas en niveles elevados. Pero el
endurecimiento de la política monetaria debilitaría al ya lento
crecimiento. Por lo tanto, las economías emergentes con grandes déficits
gemelos y otras fragilidades macroeconómicas podrían experimentar una
mayor presión a la baja sobre sus mercados financieros y tasas de
crecimiento.
Estos
factores explican por qué el crecimiento en la mayoría de los BRICS y
muchos otros mercados emergentes se ha reducido bruscamente. Algunos
factores son cíclicos, pero otros –el capitalismo estatal, el riesgo de
un aterrizaje forzoso en China y el fin del superciclo de los productos
básicos– son más estructurales. Por lo tanto, las tasas de crecimiento
de muchos mercados emergentes durante la próxima década pueden resultar
menores que en la pasada –algo que también puede ocurrir con los enormes
rendimientos obtenidos por los inversores gracias a los activos
financieros de esas economías (divisas, acciones, bonos y productos
básicos).
Por supuesto,
algunas de las economías de mercados emergentes mejor administradas
continuarán experimentando un rápido crecimiento y resultados superiores
de los activos. Pero muchos de los BRICS, junto con algunas otras
economías emergentes, pueden toparse con un difícil obstáculo que
afectaría duramente a su crecimiento y sus mercados financieros.
Nouriel Roubini es profesor de la Stern escuela de negocios de New York , Presidente de Roubini Global Economics.
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