Por Carlos Fermin
Ecoportal.net
Cada día nuestros ancestros se preguntan el porqué de la devastación ambiental que padecemos a diario. Tan sólo debes abrir los ojos y observar el panorama de violencia en el que vivimos, para esclarecer la verdad que llevamos a cuestas. La historia del Mundo se sigue escribiendo en letras de sangre, que castigaron con ahínco el nacimiento de la Humanidad. Entre el olvido de los peces, la fuerza de los simios, el polvo de las estrellas y la sagrada creación celestial, todos se dedicaron a confundir la razón de una gran onomatopeya llamada planeta Tierra. Con el paso del implacable tiempo, la vida evolucionó en los tristes sonidos de la guerra, del odio y de la revancha que habita en el funesto corazón de la Sociedad Moderna.
Tras escuchar su feroz latido, ya sabemos que los secretos del Universo jamás serán revelados por el Homo Sapiens. No obstante, es posible presagiar cuál será el destino de la infranqueable civilización que yace en la actualidad. Las voces del gran ecocidio que salpica al siglo XXI, son audibles en el lejano zumbido de las abejas que huyeron de la miel transgénica, en las ruidosas grietas provocadas por la colosal fractura hidráulica, y en el extinto llanto del rinoceronte negro occidental. Por desgracia, el placer del silencio es cosa del pasado, ahora la tétrica música de la Naturaleza, nos aturde al compás de la impunidad ecológica que cotejamos por doquier. Pero, dicen que todo se resuelve dejando que la paz nocturna del esperado Día de Acción de Gracias, se confabule con el instinto caníbal de las bombas, que alimentan el resplandor genocida en Oriente Medio
Lo más triste, es que el dolor de la Pachamama y su eterna agonía a
nivel global, no se cura ni se alivia en 140 caracteres de frivolidad
tecnológica. A ella no le importa que te suscribas, votes y comentes
todas las atrocidades ambientales que son fructificadas por la abismal
maldad del Hombre. Tampoco le interesa que abras un nuevo perfil en las
redes sociales, y te comuniques con desconocidos que jamás vas a
conocer. Si te gustan estas laicas palabras, puedes compartirlas con tus
seguidores, para que sigan presos en una tendencia llena de egoísmo,
antivalores y transculturación. En caso que el pulgar apunte hacia
abajo, podrías incrementar tu popularidad grabando un video en el que
prendas una motosierra y cortes muchísimos árboles de tu localidad,
encendiendo 20 electrodomésticos en menos de un minuto, o matando miles
de crustáceos que se asfixian en alta definición.
Precisamente, la vida marina siempre ha sido la principal víctima de los
ecocidios provistos por el libertinaje de las empresas, la indiferencia
de la gente y la complicidad de los organismos públicos, en auspiciar
el lucrativo negocio de la contaminación ambiental
del Mundo. Sin duda, que el 2013 fue una verdadera pesadilla para las
especies acuáticas que habitan los ríos, mares y océanos del planeta.
Desde los 50 peces muertos hallados en las aguas del Humedal Angachilla
en territorio chileno, pasando por el cuerpo de las 250 mantarrayas que
perecieron en las playas de Chachalacas en suelo mexicano, y hasta los
300 cadáveres que flotan en las riberas del caño Bugre en Colombia;
parece que la gran huella de tierra fosilizada por el Hombre, no está
dispuesta a quedarse con tan pocas escamas, en la inmensidad del anzuelo
que se hunde al amanecer.
A medida que aumenta el descontrol ecológico por falta de políticas
públicas ambientales, también se magnifica la problemática en contra del
mundo marino. Por eso se encontraron miles de peces muertos en el río
Salt Fork (Oklahoma, EEUU), en la represa El Diquecito (Tucumán,
Argentina), en el embalse de Las Cogotas (España) y en el río Coyolate
(Escuintla, Guatemala). Las algas, los mejillones y los bagres azules,
todavía se preguntan si la causa de los ecocidios fue por los
agrotóxicos que envenenaron el agua, por la extrema sequía climática o
por la basura doméstica que arrojan los ciudadanos en el cauce de los
ríos. Tras consumarse el irreparable daño a los ecosistemas y a la
biodiversidad que atesora cada una de las regiones señaladas, debemos
prepararnos para responder la disyuntiva que enlutó el camino de la
Pachamama.
En el mes de marzo del 2013, se hallaron 3 toneladas de peces muertos en
el archiconocido lago Titicaca, frente al centro poblado Chimú al sur
de Puno. En medio de especies marinas como ispis, carachis y pejerreyes,
la monumental barbarie se produjo por nocivos insecticidas vertidos en
sus legendarias aguas sudamericanas. Además, se conoció que los altos
niveles de selenio, plomo y telurio que rebasaban los límites de los
estándares de calidad ambiental,
influyeron con gran negatividad en la destrucción del lago navegable
más alto del Mundo. Aunque el Titicaca ha sido motivo de canciones,
películas y documentales, que enaltecen la mágica cultura peruana y
boliviana. Hoy en día, es el vertedero de residuos preferido por las
comunidades y sus habitantes. Recientemente se detectó la presencia de
arsénico en la bahía interior del lago, a causa de las actividades
mineras que desprenden químicos perjudiciales para el entorno natural.
Mientras que en Río de Janeiro (Brasil), se demostró como la falta de una estrategia ambiental
mancomunada, termina evocando al crimen ecológico. Lo afirmamos, pues
en agosto de 2013, se encontraron 10 toneladas de peces fallecidos en el
lago Tijuca, debido a la ausencia de una planta de tratamiento de aguas
servidas que circunde la mencionada zona carioca. En paralelo, en marzo
del presente año, se visualizaron más de 65 toneladas de peces muertos
en la laguna Rodrigo de Freitas, que aunque se considera un lugar
turístico por excelencia, no evita la acumulación de materia orgánica
por las intensas lluvias y los problemas de planeación urbanística.
Recordemos que en el mes de julio, fueron talados 330 árboles
centenarios en el Parque Nacional Serra de Tiririca, que es un fragmento
de la selva tropical del Atlántico. El abuso ambiental se perpetró por
la inevitable visita papal, a la que asistieron miles de jóvenes
devotos.
A su vez, en el mes de mayo se descubrieron 37 toneladas de carpas
asiáticas muertas, en el río Ilm de Alemania, que eran parte de un
experimento biológico oculto bajo la astucia punible que dejó la Guerra
Fría. Cabe destacar, que el río Fuhe ubicado en el centro de China, fue
testigo de 180 toneladas de peces muertos, gracias a la contaminación
por amoníaco que se constató en el mes de septiembre del 2013. No
olvidemos que China siempre se ha caracterizado por sus falencias en el
tema ambiental
y en irrespetar los derechos de los animales. Por ejemplo, ahora existe
un “Reality show”, protagonizado por el Gran oso gato, mejor conocido
como el Panda Gigante, que satisface el entretenimiento virtual de los
televidentes e internautas, quienes sintonizan sus peripecias las 24
horas del día. Lo triste, es que los Pandas viven en el frío del
cautiverio, porque si estuvieran en sus hábitats naturales ya serían
presa de los cazadores. Ellos son expuestos como una mercancía para el
divertimento global.
Toda la destrucción en menoscabo de la Pachamama, se tradujo en el
vertido ilegal de melaza en el arroyo de San Isidro, que se encuentra en
el pueblo mexicano de Acatlán de Juárez, y que dejó un saldo de 500
toneladas de peces muertos. El mencionado arroyo, desemboca en la presa
del Hurtado, que aguardó en julio del 2013, un trágico ecocidio
que acabó con la santidad de las especies marinas y sus ecosistemas. La
empresa que derramó la sustancia tóxica y produjo el desastre ecológico
en suelo azteca, no contaba con los registros legales para operar en el
lugar, por lo que existió un claro complot entre los entes ambientales,
los organismos gubernamentales y los pobladores, quienes denunciaron el
ecocidio, sólo cuando el olor fétido inundaba sus restaurantes, posadas
y hogares. Entre sanciones a funcionarios públicos, censos para
determinar las familias afectadas y oportunos cercos sanitarios, es
seguro el advenir de nuevos delitos que conspiran en alto contraste.
Algunos culpan a las corporaciones extranjeras, que llenan de petróleo
los cimientos del fondo marino. También se responsabiliza a los
pescadores que profanan los océanos con la pólvora de los aparatos
explosivos. Otros achacan el conflicto ambiental a los peces
radioactivos de Fukushima y a los rituales dantescos que amparan la
ignorancia del Hombre y sacrifican la sensatez del planeta Tierra.
Aunque nos duela reconocerlo, el círculo vicioso que vivimos, se
retribuye en un enjambre de verdades que nunca deberíamos callar. Por
ejemplo, el “Aleteo de Tiburones” es una cruel práctica en la que se
atrapan a los tiburones, se les corta sus aletas y tras quedar
mutilados, son devueltos a las profundidades de un mar de sangre, para
que mueran en los aires del silencio. Cada año fallecen millones de
tiburones por la miseria humana. Aunque parlamentos, gobiernos y
legislaciones internacionales, vienen prohibiendo esa aberración en el
Mundo, todos sabemos que la impunidad ambiental se sigue cocinando en
aguas turbias.
De igual manera, la matanza anual de delfines que tiene lugar en la
ciudad de Taiji en Japón, acaba con la vida de miles de nuestros amigos
acuáticos, para que llenen de mercurio el apetito de los comensales, se
conviertan en una fuente de ingreso alternativa, y terminen presos en
los delfinarios del terror. Entre arpones, cuchillos, garfios y redes,
los asesinos desde la cobardía de sus embarcaciones, se encargan de
perseguir y obligar a que los delfines caigan en las trampas
ultrasónicas inhumanas, que comienzan en septiembre y concluyen en el
mes de abril. Pese a ello, no es necesario viajar hasta Japón para
sentir repulsión ante tanta crueldad, ya que a partir del año 2012, se
conoció que los pescadores del Pacífico Norte de Nicaragua, están
empleando bombas artesanales que esconden bajo el agua, para “reventar” a
cientos de tortugas, delfines, ballenas y peces. La explosión destruye
cualquier vida marina que exista en un radio de hasta 30 metros de la
detonación. Así, se siguen estropeando los arrecifes coralinos y los
pescadores continúan aprovechándose de la falta de leyes penales que
castiguen oportunamente el delito ambiental.
Aunque el Sol siga saliendo cada mañana, los Seres Humanos viven ciegos
en la oscuridad de la guerra sin cuartel, que jamás iluminará los
senderos de la tolerancia, el amor y la paz. Vimos que a lo largo y
ancho del planeta, se explota con fiereza los recursos naturales, se
quebranta lo verde de la biodiversidad y se contaminan los ecosistemas a
mansalva. Nuestro objetivo es informar y promover la educación
ambiental en la mente y en el corazón de quienes intentan despertar del
Mundo anómalo que impera en el siglo XXI. Debemos denunciar los
problemas ecológicos que enfrentamos a diario en las ciudades donde
vivimos, y así obtener una conciencia social que ayudará a la Tierra.
Con el fin de lograrlo, se requiere de voluntad desinteresada en la
gente, para vislumbrar respuestas positivas de cambio a favor de la
Naturaleza.
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