La actual crisis internacional tendrá fuertes efectos recesivos e inflacionarios sobre la economía peruana. También tendrá efectos financieros que pueden poner en peligro al sistema bancario local. Primero, porque disminuirán las exportaciones tanto por la caída de los precios internacionales de los metales como por la recesión en USA, Europa y Japón; lo cual acrecentará el actual déficit del sector externo (balanza en cuenta corriente). Segundo, porque se reducirán los ingresos fiscales por la caída de los precios de las materias primas. Tercero, porque desaparecerá el boom del crédito en dólares que estimuló el crecimiento económico de estos dos últimos años. Las líneas de crédito que obtenían los bancos locales en el exterior se han cortado y/o encarecido por la crisis financiera externa. Cuarto, porque aumentará la salida de capitales del país lo que, junto con el déficit de la balanza en cuenta corriente, presionará al alza del tipo de cambio. Este aumento del tipo de cambio tendrá efectos inflacionarios y afectará negativamente a todos aquellos que tienen deudas en dólares pero ganan en soles.
Aumentando la fragilidad de la economía
Estos efectos negativos sobre la economía peruana de la crisis internacional serán mayores de lo necesario debido a las modificaciones contraproducentes de la política macroeconómica efectuadas durante los dos últimos años. Estas modificaciones han aumentando la vulnerabilidad de la economía ante cambios adversos en el contexto internacional, en lugar de reducirla.
En primer lugar, el actual deterioro externo de la economía (creciente déficit en la balanza en cuenta corriente), es también resultado de la drástica reducción arancelaria, de la aceleración del crédito bancario al sector privado en moneda extranjera y de la caída del tipo de cambio real. Las importaciones crecieron de manera espectacular mientras se desaceleraron las exportaciones. El déficit en la cuenta corriente del segundo trimestre fue de 4.5% del PBI y es muy probable que este año termine con un déficit de 7% del PBI. En consecuencia, aún sin la recesión mundial, los neoliberales de este gobierno, al igual que lo hicieron antes, ya nos conducían directamente a una crisis del sector externo. Y todavía no hemos firmado el TLC con China.
En segundo lugar, el crecimiento de la deuda externa de corto y largo plazo de los bancos locales, ocurrido durante el último año, justo desde que se inicio la crisis financiera en USA, fue fomentado por el Banco Central. Las medidas más importantes fueron el aumento de la remuneración al encaje en moneda extranjera y la exoneración de encajes a los pasivos externos mayores de dos años.
De diciembre de 2006 a agosto de 2008, la deuda externa del sistema bancario aumentó en cerca de 500%. El 45% de esta deuda externa es de corto plazo. En este mismo período el crédito al sector privado de las empresas bancarias en dólares aumentó en 46.6%. La deuda externa financia el 41.1% de estos créditos en moneda extranjera.
Esta deuda externa aumenta la fragilidad del sistema financiero porque ante un recorte abrupto de estos recursos externos puede generarse una crisis bancaria similar a la que ocurrió en 1998 que tiene efectos recesivos y eleva el tipo de cambio. A esto, habría que sumarle la elevación del límite operativo de las inversiones de las AFPs en el exterior hasta 30%, cosa que también incrementará la presión alcista sobre el dólar.
En tercer lugar, la ausencia de una reforma tributaria, junto al «óbolo minero» y la pérdida de ingresos tributarios por más de 3 mil millones de soles por las rebajas arancelarías, han acentuado la inestabilidad de las cuentas fiscales ante cambios adversos en el contexto internacional. Un sistema tributario regresivo como el actual impide aumentar el gasto público durante las recesiones. Nótese que en el presupuesto del próximo año ya se ha recortado el gasto en inversión pública ante la eventualidad de una caída de los ingresos fiscales.
¿Qué hacer?
Primero, hay que impedir el agravamiento del déficit externo. Para ello debe imponerse aranceles a las importaciones a los bienes de consumo conspicuo o elevar el respectivo impuesto selectivo al consumo de estos bienes importados.
Segundo, hay que evitar un ataque especulativo contra nuestra moneda y una salida masiva de capitales. Para ello debe dejarse subir gradualmente el tipo de cambio, que atenuará la reducción acelerada de las reservas internacionales del BCR y, además, contribuirá a restablecer el equilibrio del sector externo. Asimismo, debe congelarse el límite de las inversiones en el exterior de las AFPs en el nivel actualmente utilizado y que no supere el 17%.
Tercero, hay que evitar un ajuste recesivo de tipo fondomonetarista porque genera desempleo y pobreza. Para ello debe aumentar, en lugar de recortarse, la inversión publica en infraestructura económica y social, así como el gasto en los programas sociales.
Cuarto, hay que evitar una crisis bancaria como la del 98, pero sin repetir el atentado contra las arcas del Estado que promovió el fujimorismo con el «rescate financiero» de los bancos Wiese, Latino, Financiero, etc. La medida que proponemos es una garantía del Estado por la deuda externa de los bancos locales y, si esta garantía se efectiviza, el Estado pasaría a ser propietario de las acciones del Banco por el monto equivalente de dicha garantía. Este es, peruanizado, el modelo inglés anunciado por el primer ministro Gordon Brown.
Por último, hay que señalar que las recientes medidas anunciadas por el titular del MEF no resuelven ninguno de los problemas mencionados anteriormente. Estas medidas son el endeudamiento contingente en moneda extranjera con instituciones multilaterales (FMI, Banco Mundial, BID, CAF) y la emisión de deuda externa (bono global) en el mercado internacional hasta por 600 millones de dólares. Primero, porque el FMI y el Banco Mundial acompañarían sus préstamos con las usuales condiciones en materia de política económica que, como demostró la experiencia de la crisis asiática de 1997-98, logran que el remedio sea peor que la enfermedad. Segundo porque el costo de esta nueva emisión de deuda externa sería muy alto en el contexto actual de sequía de liquidez en los mercados internacionales.
AUTOR:FELIX JIMENEZ, PhD EN ECONOMIA, PROFESOR PRINCIPAL PUCP
FUENTE:ECONOMIA POLITICA PERUANA.
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miércoles, 22 de octubre de 2008
“La realidad jamás estuvo a la altura del sueño americano”
"Es necesario suprimir los bajos impuestos establecidos por Bush porque sabemos que son inútiles. Tuvimos una economía muy próspera bajo el gobierno de Clinton con una tasa de impuestos sobre las rentas superiores al 39,6 por ciento, y una economía menos próspera con Bush a pesar de una tasa del 35 por ciento. No hay un solo argumento racional para seguir en la misma vía. Por otro lado, no hay razón para aceptar los paraísos fiscales y desvíos que ellos permiten. Finalmente, hay un margen para aumentar las cargas fiscales sobre los más ricos. El objetivo no es penalizar a la gente rica, consiste solamente en hacerles pagar su parte del financiamiento de las políticas públicas que el resto de la población necesita."
-Los Estados Unidos han conocido recientemente un ciclo de expansión económica importante, sin embargo las desigualdades y la pobreza se acrecentaron. ¿Cómo lo explica?
Esto responde, en gran parte, a un cambio en las relaciones de fuerza políticas. La masa de los asalariados perdió mucho poder de negociación y como lo explico en mi último libro (1), las condiciones políticas tienen una influencia esencial en la distribución de la renta.
-¿Cuál ha sido el papel de las políticas seguidas por el gobierno de Bush?
Bush hizo dos cosas. Modificó el sistema fiscal en un sentido muy regresivo, con fuertes bajas en los impuestos sobre las rentas más elevadas, los dividendos y las ganancias de capital. Ello benefició a los más ricos y al mismo tiempo redujo los fondos disponibles para las políticas públicas y la ayuda a los más necesitados. Podemos estimar que entre el 35 y el 40 por ciento de las reducciones de impuestos de Bush han beneficiado a las personas que ganan más de 300.000 dólares por año (alrededor de 210.000 euros), lo que representa una redistribución importante a favor de aquellos que son justamente los que mejor están en condiciones de pagar impuestos. El gobierno de Bush, por otro lado, aceleró la perdida de poder de negociación de los asalariados, reduciendo muy fuerte toda posibilidad de organización sindical.
-¿Cuál es el papel de la mundialización en el aumento de las desigualdades?
Debería, en principio, contribuir, pero mientras que las fuerzas de la mundialización afectan a todos los países desarrollados de la misma forma, la distribución de la renta es diferente según el país. Los Estados Unidos forman parte de aquellos en que las desigualdades se acrecentaron mucho. Es menos cierto en Canadá, que está tan abierto como nosotros, y es menos cierto en Europa continental. Las desigualdades aumentaron mucho en el Reino Unido, aunque ello se produjo esencialmente durante los años de Thatcher. Las condiciones políticas nacionales predominan, pues, sobre la mundialización, y es en los Estados Unidos dónde crearon un avance masivo de las desigualdades
-¿Los norteamericanos pueden contar con una fuerte movilidad social para combatir las desigualdades?
No. Algunos individuos logran trepar en la escala social, pero no tanto como nos gusta imaginarlo. Las historias de personas que salen de la pobreza y se vuelven ricas son muy, muy raras. Hay sólo el 3 por ciento de personas nacidas entre el 20 por ciento de los más pobres que acaba su vida entre el 20 por ciento de los más ricos. Los Estados Unidos hasta parecen, en la medida en que se puede medir estas cosas, registrar el grado más débil de movilidad social entre los países avanzados.
-¿El sueño americano está entonces muerto?
No. De todas maneras, la realidad jamás estuvo a la altura de lo que el sueño americano dejaba esperar. ¡Pero nosotros comenzamos a despertarnos!
-¿Qué políticas tendrían que aplicarse para luchar contra esta situación social degradada?
En principio poner en marcha un sistema de seguro sanitario que cubra a toda la población. Todos los países avanzados lo tienen. Y la ausencia de cobertura social representa una de las primeras causas de la desigualdad y de la pérdida de movilidad social. Luego, es preciso establecer un mejor sistema educativo, lo que pasa por reformas, pero exige igualmente de nuevos recursos. En fin, es necesario acrecentar el poder de negociación de los asalariados, facilitando la formación de sindicatos. La declinación del movimiento sindical no resulta de una tendencia inevitable a largo plazo: más de la mitad de la pérdida de poder de los sindicatos tuvo lugar durante la era de Reagan. Todo esto permitiría aumentar el número de empleos y las rentas destinadas a la clase media. Podríamos hacer una larga lista de medidas, sin embargo, pienso que poner en marcha una cobertura universal de salud, que es algo que se puede hacer, es una prioridad y representaría un gran paso adelante.
-¿Cómo se financia todo esto?
No es tan costoso como generalmente se piensa. Nosotros tenemos actualmente un sistema un poco particular: decimos no tener una cobertura médica pública, pero todas las personas mayores de 65 años reciben una asistencia financiera pública, también los más pobres. Si tomamos el total de las ayudas disponibles, más de la mitad de la cobertura en salud está ya asegurada por el Estado. Las personas no aseguradas hoy son los jóvenes o las familias jóvenes, las que por la precaria calidad de los empleos y sus ingresos insuficientes no pueden tener los beneficios de un seguro de salud privado. Estas personas no cuestan muy caro en términos de una cobertura de salud. Asegurar una visita médica regular, un control dental, etc. No es muy oneroso. En total, representará menos del 1 por ciento del PIB.
-Usted reclama en su libro una nueva política fiscal…
En un plano general, necesitamos más ingresos. Es necesario suprimir los bajos impuestos establecidos por Bush porque sabemos que son inútiles. Tuvimos una economía muy próspera bajo el gobierno de Clinton con una tasa de impuestos sobre las rentas superiores al 39,6 por ciento, y una economía menos próspera con Bush a pesar de una tasa del 35 por ciento. No hay un solo argumento racional para seguir en la misma vía. Por otro lado, no hay razón para aceptar los paraísos fiscales y desvíos que ellos permiten. Finalmente, hay un margen para aumentar las cargas fiscales sobre los más ricos. El objetivo no es penalizar a la gente rica, consiste solamente en hacerles pagar su parte del financiamiento de las políticas públicas que el resto de la población necesita.
-A pesar de esta morosidad social, los Estados Unidos continúan siendo la primera potencia económica mundial ¿Cómo lo explica?
Los Estados Unidos continúan siendo un lugar privilegiado para el 5 por ciento de los más ricos. Las rentas de los dirigentes son elevadas. Es una sociedad abierta. Nosotros tratamos muy bien a nuestras elites. Como académico, siempre me ha sorprendido la apertura y la competitividad del mundo intelectual norteamericano en relación al relativamente más cerrado de Europa, aunque últimamente ha mejorado. Pero vivimos también de nuestros laureles. Los Estados Unidos han sido, de lejos, los primeros en adaptar las nuevas tecnologías. Esto ya no es verdad. Nosotros registramos ahora un cierto retraso en relación a otros países. Una buena parte de la fuerza económica actual de Estados Unidos no es más que el eco del avance que nosotros tuvimos en los años 90.
AUTOR: CHRISTIAN CHAVAGNEUX
ENTREVISTA A PAUL KRUGMAN, PREMIO NOBEL DE ECONOMIA 2008
FUENTE: SIN PERMISO.
-Los Estados Unidos han conocido recientemente un ciclo de expansión económica importante, sin embargo las desigualdades y la pobreza se acrecentaron. ¿Cómo lo explica?
Esto responde, en gran parte, a un cambio en las relaciones de fuerza políticas. La masa de los asalariados perdió mucho poder de negociación y como lo explico en mi último libro (1), las condiciones políticas tienen una influencia esencial en la distribución de la renta.
-¿Cuál ha sido el papel de las políticas seguidas por el gobierno de Bush?
Bush hizo dos cosas. Modificó el sistema fiscal en un sentido muy regresivo, con fuertes bajas en los impuestos sobre las rentas más elevadas, los dividendos y las ganancias de capital. Ello benefició a los más ricos y al mismo tiempo redujo los fondos disponibles para las políticas públicas y la ayuda a los más necesitados. Podemos estimar que entre el 35 y el 40 por ciento de las reducciones de impuestos de Bush han beneficiado a las personas que ganan más de 300.000 dólares por año (alrededor de 210.000 euros), lo que representa una redistribución importante a favor de aquellos que son justamente los que mejor están en condiciones de pagar impuestos. El gobierno de Bush, por otro lado, aceleró la perdida de poder de negociación de los asalariados, reduciendo muy fuerte toda posibilidad de organización sindical.
-¿Cuál es el papel de la mundialización en el aumento de las desigualdades?
Debería, en principio, contribuir, pero mientras que las fuerzas de la mundialización afectan a todos los países desarrollados de la misma forma, la distribución de la renta es diferente según el país. Los Estados Unidos forman parte de aquellos en que las desigualdades se acrecentaron mucho. Es menos cierto en Canadá, que está tan abierto como nosotros, y es menos cierto en Europa continental. Las desigualdades aumentaron mucho en el Reino Unido, aunque ello se produjo esencialmente durante los años de Thatcher. Las condiciones políticas nacionales predominan, pues, sobre la mundialización, y es en los Estados Unidos dónde crearon un avance masivo de las desigualdades
-¿Los norteamericanos pueden contar con una fuerte movilidad social para combatir las desigualdades?
No. Algunos individuos logran trepar en la escala social, pero no tanto como nos gusta imaginarlo. Las historias de personas que salen de la pobreza y se vuelven ricas son muy, muy raras. Hay sólo el 3 por ciento de personas nacidas entre el 20 por ciento de los más pobres que acaba su vida entre el 20 por ciento de los más ricos. Los Estados Unidos hasta parecen, en la medida en que se puede medir estas cosas, registrar el grado más débil de movilidad social entre los países avanzados.
-¿El sueño americano está entonces muerto?
No. De todas maneras, la realidad jamás estuvo a la altura de lo que el sueño americano dejaba esperar. ¡Pero nosotros comenzamos a despertarnos!
-¿Qué políticas tendrían que aplicarse para luchar contra esta situación social degradada?
En principio poner en marcha un sistema de seguro sanitario que cubra a toda la población. Todos los países avanzados lo tienen. Y la ausencia de cobertura social representa una de las primeras causas de la desigualdad y de la pérdida de movilidad social. Luego, es preciso establecer un mejor sistema educativo, lo que pasa por reformas, pero exige igualmente de nuevos recursos. En fin, es necesario acrecentar el poder de negociación de los asalariados, facilitando la formación de sindicatos. La declinación del movimiento sindical no resulta de una tendencia inevitable a largo plazo: más de la mitad de la pérdida de poder de los sindicatos tuvo lugar durante la era de Reagan. Todo esto permitiría aumentar el número de empleos y las rentas destinadas a la clase media. Podríamos hacer una larga lista de medidas, sin embargo, pienso que poner en marcha una cobertura universal de salud, que es algo que se puede hacer, es una prioridad y representaría un gran paso adelante.
-¿Cómo se financia todo esto?
No es tan costoso como generalmente se piensa. Nosotros tenemos actualmente un sistema un poco particular: decimos no tener una cobertura médica pública, pero todas las personas mayores de 65 años reciben una asistencia financiera pública, también los más pobres. Si tomamos el total de las ayudas disponibles, más de la mitad de la cobertura en salud está ya asegurada por el Estado. Las personas no aseguradas hoy son los jóvenes o las familias jóvenes, las que por la precaria calidad de los empleos y sus ingresos insuficientes no pueden tener los beneficios de un seguro de salud privado. Estas personas no cuestan muy caro en términos de una cobertura de salud. Asegurar una visita médica regular, un control dental, etc. No es muy oneroso. En total, representará menos del 1 por ciento del PIB.
-Usted reclama en su libro una nueva política fiscal…
En un plano general, necesitamos más ingresos. Es necesario suprimir los bajos impuestos establecidos por Bush porque sabemos que son inútiles. Tuvimos una economía muy próspera bajo el gobierno de Clinton con una tasa de impuestos sobre las rentas superiores al 39,6 por ciento, y una economía menos próspera con Bush a pesar de una tasa del 35 por ciento. No hay un solo argumento racional para seguir en la misma vía. Por otro lado, no hay razón para aceptar los paraísos fiscales y desvíos que ellos permiten. Finalmente, hay un margen para aumentar las cargas fiscales sobre los más ricos. El objetivo no es penalizar a la gente rica, consiste solamente en hacerles pagar su parte del financiamiento de las políticas públicas que el resto de la población necesita.
-A pesar de esta morosidad social, los Estados Unidos continúan siendo la primera potencia económica mundial ¿Cómo lo explica?
Los Estados Unidos continúan siendo un lugar privilegiado para el 5 por ciento de los más ricos. Las rentas de los dirigentes son elevadas. Es una sociedad abierta. Nosotros tratamos muy bien a nuestras elites. Como académico, siempre me ha sorprendido la apertura y la competitividad del mundo intelectual norteamericano en relación al relativamente más cerrado de Europa, aunque últimamente ha mejorado. Pero vivimos también de nuestros laureles. Los Estados Unidos han sido, de lejos, los primeros en adaptar las nuevas tecnologías. Esto ya no es verdad. Nosotros registramos ahora un cierto retraso en relación a otros países. Una buena parte de la fuerza económica actual de Estados Unidos no es más que el eco del avance que nosotros tuvimos en los años 90.
AUTOR: CHRISTIAN CHAVAGNEUX
ENTREVISTA A PAUL KRUGMAN, PREMIO NOBEL DE ECONOMIA 2008
FUENTE: SIN PERMISO.
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