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miércoles, 2 de diciembre de 2009

El Congreso de Estados Unidos pone en peligro la independencia de la Reserva Federal




Timothy Geithner ya tiene colgado el cartel de "Mr. Recesión". Toda la frustración que genera un paro en el 10,2%, el rescate de los bancos y las multimillonarias primas en Wall Street se concentran en el secretario del Tesoro y su antigua casa, la Reserva Federal. Demócratas y republicanos en el Capitolio le piden cuentas en un debate en plena ebullición que amenaza con estancar una reforma financiera necesaria para evitar otro Lehman Brothers.

Las emociones están a flor de piel a un año de que se celebren las elecciones de medio mandato que pueden trastocar el delicado equilibrio de poder, decantado ahora en el Congreso hacia los liberales. Y los electores hacen escuchar su rabia inundando a sus representantes de cartas. Así, lo que tenía que ser una audiencia de rutina sobre los cambios regulatorios, se convirtió en una bronca al secretario del Tesoro.

Kevin Brady, representante republicano por Tejas, fue directo al cuello de Geithner al preguntarle si no creía que debía dimitir a la vista del pobre impacto que tiene su paquete de estímulos en la recuperación del empleo. "Es un gran privilegio para mí servir a este presidente", le respondió, recordando que cuando Obama llegó en enero a la Casa Blanca la economía estaba "al borde del colapso".

El enfrentamiento también surgió desde las filas demócratas. Peter DeFazio le pidió directamente la dimisión. "Es embarazoso para una Administración y un Congreso demócratas ser identificados por prestar plena atención a Wall Street. Necesitamos un equipo económico nuevo, que se preocupe más de la gente", dijo a la MSNBC, la cadena que más apoyaba al equipo de Obama. "No creo que tenga que ser despedido, creo que nunca debería haber sido contratado", remachó el republicano Michael Burgers.

Geithner volvió a defenderse diciendo que la crisis se gestó durante los años del ex presidente George Bush. Kevin Brady le pidió que le recordara el puesto que ocupaba entonces. "Presidente de la Reserva Federal de Nueva York", dijo, el brazo ejecutor del rescate de Wall Street.

Nunca antes su posición al frente del Tesoro pareció tan vulnerable, ni siquiera al calor de la polémica surgida en su designación por no haber pagado algunos impuestos. Barack Obama, a su regreso de Asia, reiteró su confianza en su escudero y urgió al Congreso a avanzar en la reforma financiera para prevenir el caos. Su iniciativa empieza a cobrar forma, aunque con modificaciones importantes en su pilar principal: el poder de la supervisión.

El Congreso, a diferencia de la Casa Blanca, quiere limitar el papel que la Reserva Federal (Fed)desempeñará en la futura estructura. Quiere que, en lugar de convertirla en un superregulador, se concentre en la gestión de la política monetaria y reducir su margen de acción en operaciones de rescates de grandes instituciones financieras en apuros, como AIG, Citigroup o Bank of America.

El demócrata Christopher Dodd, presidente del comité bancario del Senado, dijo que "no se trata de castigar" a la Fed por no poner freno a los abusos que llevaron al colapso financiero. "Es más un reconocimiento de la realidad", dijo. "Se trata de que el banco central vuelva a sus funciones básicas: preservar la estabilidad de precios y la creación de empleo", explicó.

Desde el comité financiero de la Cámara de Representantes, Barney Frank cree que la Fed no puede tener tanta responsabilidad, un rechazo frontal a la idea de Geithner. Según los analistas, así se despojaría virtualmente a la Reserva Federal de todos los poderes de supervisión. Y muchos temen que este desafío a la autoridad del banco central más poderoso del mundo afecte a otros bancos centrales.

De momento, el ganador en este tira y afloja es el republicano Ron Paul. Horas después de que Geithner fuera acribillado a críticas, el ex candidato presidencial aprovechó la rabia popular para sacar adelante su iniciativa para auditar las cuentas de la Reserva Federal. "Es la fuente de nuestros problemas", sugería el también autor de Acabar con la Fed.

La medida pone en peligro la independencia del banco central y su capacidad de hacer dinero prácticamente de la nada. "Es el más serio ataque contra la Fed en décadas y pone en cuestión el trabajo hecho en esta crisis", alerta el profesor Frederic Mishkin, mientras recuerda que la autoridad monetaria ya está sometida al control del Congreso y a requisitos de transparencia.

A Ron Paul le apoya el demócrata por Florida Alan Grayson. Y a la vista del abrumador resultado de la votación, está claro que no están solos. "El 75% quiere una auditoría", decía el tejano, mientras desde Wall Street le recuerdan que la Fed fue creada para estar libre de cualquier interferencia política. Warren Buffett, el inversor con más éxito de EE UU, insiste en que "no hay nada más importante para la economía que la independencia de la Fed".

Lo que temen los observadores es que todo esto interfiera en la habilidad del banco central de guiar la recuperación de una economía frágil. Y auguran un aumento de la confrontación cuando el banco central empiece a indicar que sube los tipos de interés cerca de las elecciones. Como dijo el ex presidente William McChesney, "el trabajo de la Fed es retirar el ponche justo cuando todo el mundo empieza a disfrutar de la fiesta". -
Nueva forma a las ayudas

El Tesoro debe decidir en breve qué hacer con el fondo de estabilidad financiera (TARP, por sus siglas en inglés), el mecanismo que utilizó en plena crisis para inyectar liquidez a las entidades en apuros. La vida de este instrumento, dotado con 700.000 millones de dólares, acaba sobre papel el 31 de diciembre. La cuestión ahora está en saber si se deja morir

o se prorroga mirando más al consumidor, a la conocida Main Street.

"Nadie estará más feliz que yo cuando esté desmantelado", decía Timothy Geithner, mientras explicaba que su equipo tiene intención de poner cerrojazo "tan pronto como sea posible" a los programas que ya no son de utilidad, porque el dinero puede conseguirse por la vía privada. Sin embargo, se dejó la puerta abierta, al decir que este proceso no debe hacerse de forma prematura.

Y es que cuando han pasado 14 meses del derrumbe de Lehman Brothers, el fondo de garantía de depósitos (FDIC) cifra 552 entidades en apuros. "Hay demasiado daño aún por reparar", admite Geithner. A esto se le añade el riesgo para el sector financiero por el alza del paro y un mercado inmobiliario renqueante, lo que se traduce en pérdidas potenciales en balance.

Aún quedan 200.000 millones por utilizar en el TARP. El Tesoro ya recuperó 70.000 millones devueltos por 42 bancos y otros 10.000 millones en dividendos. La Casa Blanca espera poder reconfigurar el mecanismo para usar ese dinero de forma que ayude más a la economía real, poniendo capital a disposición de las pymes o reduciendo una deuda pública que toca ya los 12 billones. -

AUTOR : SANDRO POZZI
FUENTE : EL PAIS

¿Hasta cuándo podrá manejar la crisis el sistema?



Socialmente en decadencia, políticamente vaciado de pensamiento estratégico, económicamente agotado y en crisis, el sistema capitalista (léase el "mundo único") continúa pateando sus conflictos para adelante en total control de los procesos mundiales y sin un enemigo estratégico que le ponga piedras en el camino.


Ese es el punto inicial para comprender porqué la profunda crisis que hoy afecta a la economía global capitalista (que ya tocó el estadio social con la desocupación) viene siendo "manejada" desde los bancos centrales y los grandes centros de decisión de EEUU y las metrópolis imperiales de Europa.

La receta: Inyectar enormes masas de dinero público (billonarios fondos estatales) para rescatar de la quiebra al sistema capitalista privado (dueño del Estado) y recrear nuevas "burbujas" (negocios en la crisis) mediante emisiones de endeudamiento público que ponen a funcionar a full la maquinaria de especulación financiera en los mercados internacionales (la tajada mayor de rentabilidad del capitalismo transnacionalizado).

La contradicción: Si bien los "rescates estatales" reactivaron la capitalización y las ganancias de los grandes bancos y empresas (los pulpos del capitalismo trasnacional) cotizantes en Wall Street y en los centros financieros mundiales, se mostraron impotentes para recuperar las dos piedras fundamentales de la economía real capitalista: El consumo y el empleo.

El resumen: El sistema (los centros de decisión imperial) recuperó la dinámica rentable de la "economía de papel" (el modelo financiero que estalló con la crisis subprime), pero los subsidios y rescates estatales (así lo demuestran claramente EEUU y la UE, las dos economías centrales) no pudieron restablecer el funcionamiento pleno de la "economía real" que ha transitado (desde el año pasado) de la crisis financiera, la crisis recesiva a la crisis social, cuyo primer estadio se verifica con el desempleo y la suba de las estadísticas de la pobreza y el hambre (que hoy ya se registran claramente en EEUU y las potencias europeas).

El dictamen (de los expertos y organismos del sistema como Krugman, Stiglitz, FMI, BCE, G-7, etc): Si los bancos centrales y la Reserva Federal levantan los subsidios estatales no solamente se puede desplomar el crecimiento récord de los mercados bursátiles (bolsas), sino que también se puede revertir el "crecimiento débil" que los gobiernos esgrimen para fundamentar que la economía global está "saliendo de la recesión".

El dilema: A) Si los bancos terminan con los "rescates estatales" (la piedra basal de la nueva "burbuja") se corre el riesgo (casi seguro) de una recaída de la crisis financiera con un impacto negativo en el proceso de recuperación de la economía real. B) Si, por el contrario, continúan con el drenaje de fondos públicos para salvar al capitalismo privado, se corre el riesgo (casi seguro) del estallido de una crisis de endeudamiento de los gobiernos (tanto centrales como emergentes y subdesarrollados) que puede convertir a los bonos públicos en sucedáneos de las hipotecas subprime y de los bonos "tóxicos" (que encendieron la mecha de la crisis).

Dicho de otra manera: La crisis financiera-recesiva (con epicentro USA-UE) hundió a las empresas y bancos capitalistas privados, pero un potencial colapso con el endeudamiento público (insolvencia de pago) puede hundir a los Estados capitalistas en una quiebra generalizada a nivel planetario.

Ambas alternativas (sostener o levantar los "estímulos" estatales): Potencian la posibilidad de un rebrote de la crisis financiera (por endeudamiento estatal sin respaldo), una recaída de la crisis recesiva, (por impacto desacelerador en el consumo y en la producción) y una profundización de la crisis social (por impacto de una mayor desocupación y baja del consumo).

El emergente: Huelgas y conflictos sociales (con epicentro exportado desde las potencias centrales) estallando por los cuatro puntos cardinales del planeta y poniendo en riesgo la "gobernabilidad" del sistema capitalista, no ya por medio de una crisis controlable por medios políticos y económicos, sino por medio de una crisis solamente controlable por la represión militar. O sea, la antesala del Apocalipsis social.

La receta intermedia: Una "tercera opción" que distienda la crisis social y prolongue el desenlace, la propuesta de cobrar impuesto a la "renta financiera" (por la que el Estado haga pagar la "burbuja" y la reactivación de la economía real al capitalismo privado) es un mito que ya fue prácticamente cajoneado y desestimado en la última cumbre del G-20. ¿Cómo puede pensarse que el capitalismo se va a boicotear a sí mismo cobrando impuesto a la especulación financiera, su principal tasa de rentabilidad?.

En síntesis: Fuera de la discusión de mantener o levantar los estímulos estatales (pagados por el conjunto de la sociedad) en los grandes centros del poder imperial no se barajan otras alternativas para manejar y controlar la crisis que avanza aceleradamente hacia lo social.

En el tablero estratégico: Es como jugar a la ruleta rusa con tres balas en el tambor. La combinación del cóctel guerra (intercapitalista) energética -crisis económica-crisis social va hacia un desenlace inevitable que el sistema -sin enemigo estratégico- pudo hasta ahora retrasar y patear para adelante.

¿Se suicida esta vez el capitalismo?

Apueste y pierda.

AUTOR : MANUEL FREYTAS
FUENTE : IAR