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domingo, 6 de diciembre de 2009
La recesión no ha acabado en EU: Moody’s
La agencia Moody's dijo el miércoles que la recesión no ha terminado en los estados de Estados Unidos y que el panorama negativo se mantendría durante el 2010.
"No hemos superado la recesión en los estados" y habrá más rebajas en las calificaciones, sostuvo el director gerente de Moody's, Robert Kurtter, en un encuentro de la Asociación Nacional de Tesoreros Estatales.
La agencia calificadora está preocupada por el impacto que tendría sobre las finanzas de los estados el retiro de los fondos de estímulo, los cuales han ayudado a cerrar muchas brechas este año.
La reforma del sistema de salud generaría además cierta tensión sobre las finanzas, ya que se incorporaría más gente al programa Medicare, que es compartido tanto por el Gobierno nacional como por las administraciones estatales.
Eso será un "gran disparador de gastos", advirtió Kurtter.
La caída en los bienes raíces comerciales y la probabilidad de que la economía sufra una recaída de la recesión también son preocupaciones, dijo.
El 24 de noviembre pasado se informó que la economía de Estados Unidos creció menos de lo estimado inicialmente en el tercer trimestre, contenida por las fuertes importaciones y una débil inversión en estructuras no residenciales, según datos difundidos el martes que mostraron una recuperación sin mayor brillo.
En su segunda lectura sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto de Estados Unidos, el Departamento de Comercio dijo que la economía se expandió a un ritmo anual del 2.8%, en lugar del 3.5% reportado en la estimación avanzada del mes pasado.
Sin embargo, fue el crecimiento más rápido desde el tercer trimestre del 2007.
La crisis inmobiliaria continúa
La crisis del mercado inmobiliario estadounidense no ha terminado aún y los precios de las casas pronto volverán a bajar por el predominio de los remates, dijo un reconocido economista el miércoles.
Mark Zandi, economista jefe de Moody's Economy en West Chester, Pennsylvania, dijo en una entrevista con Reuters que los precios de las casas reanudarían su declive para comienzos del año próximo por un nuevo repunte en las ventas de viviendas que pasaron por una ejecución hipotecaria.
"La crisis inmobiliaria no ha terminado", sostuvo.
El mercado de bienes raíces estadounidense ha sufrido la peor turbulencia desde la Gran Depresión y su impacto se ha propagado a través de la economía, duramente golpeada por la recesión, además de al resto del mundo.
Un retroceso en el mercado podría presentar problemas para la economía del país.
Los precios de las casas en la medición del Indice Nacional de Precios de Viviendas Estadounidenses de Standard & Poor's/Case-Shiller tocarán un mínimo durante el tercer trimestre del 2010 tras perder un 38%, dijo Zandi.
El índice legó a su punto máximo durante el segundo trimestre del 2006 y tocó su mínimo en el primer trimestre del 2009, perdiendo cerca de un 32%.
Los precios de las casas en muchas regiones han estado subiendo debido a que las ventas por remates disminuyeron este verano boreal porque las firmas hipotecarias trataron de derivar a los deudores al programa de modificación de hipotecas (HAMP, por sus siglas inglés) y a otros esquemas de modificación, dijo Zandi.
"Esta tregua en las ventas de casas rematadas ha resultado en aumentos en los precios durante los últimos meses", dijo.
"Las ventas de casas de ejecuciones hipotecarias aumentarán y los precios de las casas reanudarán su caída para comienzos del 2010 mientras las firmas hipotecarias deducen quiénes no calificarán para una modificación", agregó.
Zandi dijo que entre el verano boreal del 2006 y el verano del 2011 se realizarán 7.5 millones de ventas de casas rematadas.
El economista agregó que otro obstáculo significativo para la recuperación del sector era la cantidad de deudores que actualmente deben más del precio actual de la vivienda, por ser más propensos a incumplimientos y a sufrir de ejecuciones hipotecarias.
"Y con el desempleo muy alto y subiendo, la crisis de las ejecuciones hipotecarias seguirá poniendo presión en los precios de las casas", afirmó.
La tasa de desempleo tocó máximos de 26 años y medio de un 10.2% en octubre. La tasa de noviembre será anunciada el viernes.
"Nuestro panorama de precios de las casas depende de otras dos presunciones claves, incluyendo un mercado laboral más estable para comienzos del 2010 y que las tasas de interés en hipotecas a tasa fija sigan por debajo del 6% durante el año", dijo Zandi.
La tasa de desempleo llegará a un 10.7% durante el tercer trimestre del 2010, estimó el economista.
AUTOR : REUTERS
FUENTE : EL ECONOMISTA
Cobrar impuestos a los especuladores
Es hora de echar arena a las ruedas de las finanzas. ¿Deberíamos usar los impuestos para frenar la especulación financiera? Sí, dicen las autoridades británicas, que supervisan la City de Londres, uno de los dos grandes centros bancarios del mundo. Otros Gobiernos europeos se muestran de acuerdo, y tienen razón.
Por desgracia, las autoridades estadounidenses -en especial el secretario del Tesoro Timothy Geithner- se oponen rotundamente a la propuesta. Esperemos que recapaciten: gravar las transacciones financieras es una idea de lo más oportuna en este momento.
El debate se inició en agosto, cuando Adair Turner, máximo regulador financiero británico, propuso un impuesto sobre las transacciones financieras como forma de disuadir actividades "socialmente inútiles". La propuesta atrajo a Gordon Brown, el primer ministro británico, que decidió presentarla este mes en la reunión del Grupo de las 20 economías más importantes.
¿Por qué es ésta una buena idea? La propuesta de Turner-Brown es la versión moderna de una idea lanzada en 1972 por el fallecido James Tobin, economista de Yale y ganador del Premio Nobel. Tobin sostenía que la especulación monetaria -dinero que se mueve a escala internacional para apostar por las fluctuaciones de los tipos de cambio- tenía un efecto perturbador en la economía mundial. Para reducir estas perturbaciones, proponía cobrar un pequeño impuesto cada vez que se cambiase moneda.
Dicho impuesto representaría un gasto sin importancia para quienes se dedicasen al comercio internacional o realizasen inversiones a largo plazo; pero supondría una importante traba para quienes intentasen ganar dólares (o euros o yenes) rápidamente prediciendo la evolución de los mercados en unos días o unas semanas. Como decía Tobin, "arrojaría un poco de arena a las ruedas bien engrasadas" de la especulación.
La idea de Tobin no cuajó en su día. Más tarde, para gran disgusto suyo, se convirtió en el caballo de batalla preferido de la izquierda antiglobalización. Pero la propuesta de Turner y Brown, según la cual se aplicaría la tasa Tobin a todas las transacciones financieras -no sólo a las que impliquen divisas extranjeras-, sigue en gran medida la estela de Tobin. Sería un gasto sin importancia para los inversores a largo plazo, pero frenaría gran parte de las compras y ventas para generar comisiones que ahora tienen lugar en nuestros hiperactivos mercados financieros.
Esto sería malo si la hiperactividad financiera fuese productiva. Pero, tras el desastre de los dos últimos años, son muchos -casi todos los que no reciben su paga del sector financiero, me siento tentado a decir- los que están de acuerdo con la afirmación de Turner de que buena parte de lo que hacen Wall Street y la City es "socialmente inútil".
Y el impuesto sobre las transacciones podría generar ingresos considerables, y de ese modo, calmar los temores que suscita el déficit público. ¿Qué objeciones se le puede poner?
El principal argumento que esgrimen quienes se oponen al impuesto sobre las transacciones financieras es que sería inviable porque los agentes encontrarían formas de evitarlo. También hay quien sostiene que no haría nada para frenar la conducta socialmente perjudicial que provocó la actual crisis. Pero ninguna de esas afirmaciones resiste un examen a fondo.
Respecto a la aserción de que no se pueden gravar las transacciones financieras: la contratación actual es un asunto muy centralizado. Consideremos, por ejemplo, la propuesta original de Tobin de gravar las operaciones de cambio. ¿Cómo se podría hacer, cuando hay operadores de divisas en todo el mundo? La respuesta es que, aunque hay operadores por todas partes, la mayoría de sus transacciones se realizan -es decir, se pagan- en una única institución con sede en Londres. Esta centralización mantiene bajo el coste de las transacciones, y eso es lo que hace posible la enorme cantidad de tejemanejes. Sin embargo, también hace que estas transacciones sean relativamente fáciles de identificar y gravar.
¿Y respecto a la aseveración de que un impuesto sobre operaciones financieras no resuelve el verdadero problema? Es cierto que un impuesto sobre las operaciones no habría impedido que los prestamistas concedieran préstamos malos, ni que los crédulos inversores compraran los residuos tóxicos respaldados por dichos préstamos.
Pero las malas inversiones no son toda la historia de esta crisis. Lo que convirtió esas malas inversiones en catástrofe fue la excesiva dependencia que el sistema tiene del dinero a corto plazo.
Como han demostrado Gary Gorton y Andrew Metrick, de la Universidad de Yale, en 2007 el sistema bancario estadounidense dependía esencialmente de las transacciones "repo", en las que las instituciones financieras venden activos a los inversores prometiéndoles recomprarlos al cabo de poco tiempo (a menudo, un solo día). Las pérdidas en los activos subpreferenciales y en otros activos desencadenaron una crisis bancaria porque socavaron este sistema: se produjo una "retirada masiva de repos".
Y un impuesto sobre las transacciones financieras, al desincentivar la dependencia de la financiación a plazo ultracorto, habría hecho mucho menos probable esa retirada masiva. Por consiguiente, en contra de lo que afirman los escépticos, dicho impuesto habría ayudado a prevenir la crisis actual, y podría ayudarnos a evitar que se repita en el futuro.
¿Resolvería una tasa Tobin todos nuestros problemas? Por supuesto que no. Pero podría formar parte del proceso para deshinchar nuestro inflado sector financiero. En esto, como en otras cuestiones, el Gobierno de Obama necesita liberar su mente del yugo de Wall Street.
AUTOR : PAUL KRUGMAN; profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.
FUENTE : EL PAIS
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