Ya hay cifras concretas. De acuerdo a los cálculos de los técnicos del Fondo Monetario Internacional, el costo total de esta turbulencia puede ascender a US$1,3 billones.
Es decir, para seguir con el símil meteorológico, 10 veces los daños económicos dejados por el Huracán Katrina en Estados Unidos.
La debacle financiera, o crisis crediticia como es comúnmente tipificada, comenzó en el sector hipotecario estadounidense cuando miles de deudores empezaron a tener problemas para pagar los financiamientos de alto riesgo que habían recibido.
Pero ya para ese momento muchas instituciones habían convertido dichos préstamos (llamados subprime ) en papeles comerciales para luego venderlos a terceras partes, como -por ejemplo- la banca de inversión.
Y cuando el dueño de una vivienda en California no pudo pagar el crédito recibido, empezó una reacción en cadena que hizo colapsar a bancos con más de 100 años de existencia y que ahora tiene a las principales economías del mundo en recesión o cerca de ella.
La responsabilidad, según los especialistas, no necesariamente parte del propietario de California que no pudo pagar, sino del banco que le prestó sin estar seguro de su capacidad de pago.
"No se calculó bien el riesgo", dice el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, en su libro "La edad de la turbulencia".
¿Tenía razón Marx?
El salvavidas lanzado para detener la caída libre en los mercados de valores - y el posible colapso sistémico de la banca- llegó de la mano de los gobiernos.
Estados Unidos, Alemania, Francia, España y el Reino Unido, por mencionar algunos, anunciaron paquetes de ayuda que suman un total de US$2,26 billones.
Esto es más del triple de la deuda externa de toda América Latina, de acuerdo a las cifras de este indicador que registra la CEPAL, la comisión económica de Naciones Unidas en la región.
¿Y que lección quedó tras semejante aluvión?
Quizás fue el concepto de libre mercado uno de los que salió más perjudicado por al crisis.
La desregulación de los mercados, para que se supervisen y ajusten ellos mismos, probó ser falible.
Incluso los gobiernos capitalistas, empezando por Estados Unidos, no dudaron en usar el músculo estatal para tratar de arreglar el desajuste.
Por ejemplo, en los días más álgidos de la crisis varios países suspendieron las operaciones de short selling (operaciones especulativas de corto plazo) en vez de dejar que el sector privado se regulase a si mismo. Una intervención poco vista desde la llamada "Depresión" de los años treinta y cuarenta.
Esto llevó a defensores a ultranza del libre mercado, como el propio Greenspan a mostrar su decepción.
"Las intervenciones de los gobiernos me mostraron que muchos creen en esta teoría de manera pragmática, cuando les conviene, pero no necesariamente están convencidos de ella", escribe.
De acuerdo a un estudio de la publicación británica The Economist, todo esto puede tener consecuencias en el proceso de globalización: "La integración, en buena medida, ha tratado del triunfo de los mercados sobre los gobiernos. Un proceso que ahora se está revirtiendo".
La revista británica además asegura que "Estados Unidos está perdiendo su autoridad e influencia intelectual en el ámbito económico". Es decir, cómo vender el capitalismo y el libre mercado como solución a la pobreza y el subdesarrollo si éste no funciona en tu casa.
¿Y la región?
Los efectos de la crisis financiera no han golpeado América Latina como a las principales economías del planeta, pero tampoco significa que la región ha estado exenta por completo.
"Lo que parecía ser un tema exclusivamente del sector hipotecario en Estados Unidos, hoy tiene efectos en el crecimiento, el empleo y, por consiguiente, genera condiciones adversas para todos los países del mundo", señaló a BBC Mundo Enrique García, presidente de la Corporación Andina de Fomento.
Algunos cálculos indican que los países latinoamericanos crecerán menos de lo esperado. Quizás una de las principales amenazas que enfrentan es la caída de las remesas que llegan desde Estados Unidos.
México, por ejemplo, ya ha registrado la peor caída en estos flujos de capital en más de una década. Centroamérica tampoco ha estado ajena a la situación.
"Esto nos preocupa profundamente por que tradicionalmente las remesas han sido en los países más pobres de América Central un sustituto organizado individualmente para paliar la falta de redes de protección social adecuadas", señaló a BBC Mundo Alejandro Chicheri, del Programa Mundial de Alimentación (PMA) de las Naciones Unidas.
Los habitantes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua son algunos de los más vulnerables de enfrentar problemas de hambre, por la caída de las remesas, según el PMA.
"Si éstas se ven afectadas, creemos que vamos a ser testigos de cómo muchas familias pasan la delgada línea roja que separa la mera supervivencia de la tragedia de ver que sus hijos hoy otra vez se van a la cama con hambre", aseguró Chicheri.
Pero en general, la mayoría de los gobiernos de la región ha buscado protegerse. Brasil, Argentina, México y Perú, para mencionar algunos, han anunciado medidas de emergencia -como estímulos fiscales- para evitar la desaceleración económica y ser golpeadas por una recesión.
¿Funcionarán? El tiempo lo dirá. Sólo que lo que está en juego puede ser fundamental.
"Hay un importante riesgo de reversión de los avances sociales, alcanzados hasta el momento", advierte García.
Algo que no necesita América Latina.
AUTOR : VLADIMIR HERNANDEZ
FUENTE : BBC-MUNDO