Por Oscar Ugarteche - Leonel Carranco
Cuando
se inició el proceso de desregulación financiera se argumentó que
traería mayor inversión y crecimiento económico en el mundo. Lo que se
ha podido ver es que desde los años 80 hay más volatilidad en los
mercados financieros y que hasta el año 2003 no había señales de que el
crecimiento económico estuviera en proceso de recuperación estable.
Otros dirán que esto sigue sin ocurrir por la evidencia del G7. Fue en
marzo del 2003, cuando se observó el alza brusca de los precios de los commodities
y de los índices de bolsa mientras las tasas de interés administradas
por el FED iniciaban su viaje de descenso conllevando auges de precios
de commodities y crecimiento exportador en las economías
emergentes mientras crecían las burbujas de bienes raíces y de bolsas de
valores en los países desarrollados. Las inversiones de corto plazo
por diferenciales en las tasa de interés entre Estados Unidos, Europa y
América latina inyectaron un auge de los mercados de valores de América
latina y con ello el abultamiento en los niveles de reservas
internacionales y la apreciación cambiaria. Todo esto vino aparejado de
contracción del crédito interno para frenar la inflación potencial y
plagó de enfermedad holandesa a la región.
En
el año 2001, según el FMI, los flujos de capital a corto plazo a los
países del Mercosur y de la Alianza del Pacifico desde el resto del
mundo sumaba 222,718 millones de dólares. En orden, los fondos estaban
invertidos en las plazas de México, Brasil, Argentina y Venezuela que
representaban el 90% de los flujos a la región. Dos años más tarde, los
flujos crecieron a 272 mil millones y el orden cambió: Brasil, México,
Argentina y Chile concentraron el 90% de los mismos en el 2003. El
común denominador son los instrumentos de deuda pública en moneda
nacional. Al 2011, la cifra se cuadriplicó y sumó 844,867 millones de
dólares concentrados en Brasil y México, Chile y Colombia. Los flujos
hacia Brasil crecieron más de seis veces de 81,399 millones de dólares a
493,229 entre 2001 y 2011. Los flujos a México poco más que doblaron
de 86,000 a 209,000 millones en el mismo periodo. Los flujos a la
Argentina se redujeron de 25,000 millones a 23,000 y los flujos a Chile
se quintuplicaron de 8,000 a 39,000 millones. Quizás el más
sorprendente sea Venezuela que dobló de casi 11,000 millones en 2001 a
más de 22,000 millones, diferenciándose de este modo de la tendencia
contractiva de Argentina y con una tendencia similar a la mexicana.
Hipotéticamente esto ocurre porque los intereses sobre la deuda pública
de corto plazo en moneda nacional son más altos en Brasil que en ningún
otro país, seguido respectivamente de México, etc.
Esta
deuda pública y privada –para la balanza de pagos estos flujos son una
deuda de corto plazo- trae consigo el fantasma de los años 70. Solo
que esta vez se dice que no hay riesgo cambiario. Salvo que los
inversionistas sean extranjeros, y entonces si lo hay. Según El Financiero
de México, la mitad de los tenedores de bonos de corto plazo son
extranjeros en este país. Esto quiere decir que del total invertido en
México en bonos de corto plazo en moneda nacional, la mitad es sujeta de
retiro en divisas y esto suma más que el total de reservas
internacionales del país. En Brasil debe de ser más acentuado todavía.
El impacto de las bajas tasas de interés en los países del G7 sobre los
precios de los commodities es análogo a los 70, pero esta vez
además hay un proceso de sobre apreciación cambiario, y de auge en las
bolsas de valores y los mercados de bienes raíces en las economías
emergentes derivado de la desregulación. Que los mercados no teman no
es de sorprender. Tampoco temían cuando estaban prestando en exceso en
los años 70. Cuando irrumpe la crisis recién temen y salen en estampida
como horda. Los que deben de temer son los bancos centrales
latinoamericanos y los ciudadanos.
Según
la misma fuente, el Perú se benefició con 3,071 millones de dólares de
corto plazo en el 2001 y la cifra se multiplicó por siete para llegar a
20,318 millones de dólares en el 2011, casi igual que Venezuela. Esto
lo hace el mercado más dinámico y el más pequeño también, con
Venezuela. Dichos capitales al país son una combinación de créditos
interbancarios, con flujos a la bolsa de valores y apuestas al tipo de
cambio. La gravitación de estos flujos en el 2011 en las reservas
internacionales totales peruanas de 48, 858 millones de dólares es de
42% del total. Esto explica las altas tasas de interés peruanas fruto
de la contracción del crédito interno para evitar la inflación que esos
flujos causarían. A esto hay que sumar el peso del oligopolio bancario
concentrado. En las semanas pasadas, el presidente del Banco de México
ha mostrado preocupación por el tema de las tasas de interés
estadounidenses, lo que debería indicarnos que puede haber nubarrones.
Del
tema de la desregulación financiera es preciso señalar los movimientos
de capitales por medio de paraísos fiscales a las economías que integran
el Mercosur (MS) y la Alianza del Pacífico (AP). En el 2008 hay una
caída de estos flujos (ver gráfica de abajo) a causa de la crisis
financiera y en el año siguiente continuo con su tendencia anterior a la
crisis, impulsada en gran parte por las políticas monetarias de
flexibilización cuantitativas a nivel mundial y en gran particular la
Fed.
Existe
una importante participación de los flujos de capitales en los países
integrantes de MS y AP, (ver el caso de Brasil), y dado los niveles de
pasivos (ver cuadro de abajo), nuestra región se vuelve muy vulnerable
financieramente y mas en una situación como la actual de “guerra de
divisas”. Es por eso que se necesita un Comité de Vigilancia de Flujo
de Capitales en el Mercosur y en el sistema de UNASUR o de la CELAC que
emita recomendaciones de política cambiaria, monetaria y fiscal para
garantizar la estabilidad y poder enfrentar mejor los shocks financieros externos en la región.
Para
los países que integran la AP y el MS, Luxemburgo es el mayor paraíso
fiscal ya que este en el 2011 representaba el 62% y 44% respectivamente,
del total del movimiento de flujos de capitales por medio de paraísos
fiscales.
Oscar Ugarteche,
Economista peruano. Investigador titular del Instituto de
Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt.
Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org
Leonel Carranco, Obela.org. IIEC UNAM, 27 de febrero de 2013