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domingo, 1 de abril de 2012

La soberanía monetaria, el monopolio público de la moneda y su significado para la democracia. Parte II

  


Por Dan Kervick*


En la primera parte de este ensayo, defendí la tesis de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), según la cual el Estado nacional es el emisor en régimen de monopolio de la moneda de los EEUU, y traté de aclarar el actual estatus de esa moneda estatal respecto del balance contable convencional de la Fed. En esta segunda parte del ensayo desarrollo ulteriormente la diferencia entre el papel del Estado como emisor de moneda y el papel de los hogares y las empresas del sector privado –incluidos los bancos comerciales— como usuarios de moneda. Luego haré unas cuantas consideraciones sobre el modo en que el Estado suministra dinero a los sectores no-públicos de la economía, y terminaré discutiendo varios tópicos que tienden a generar resistencia a la idea misma de que exista ese monopolio público.

El papel de los bancos

El gobierno nacional de los Estados Unidos es un productor de dinero fiduciario. Crea dinero gastando, y el dinero que crea no es, realmente, un pasivo o una deuda de alguna otra cosa. Pero la tesis de que el Estado es el productor de la moneda en régimen de monopolio significa más que eso. Si el Estado es el productor de la moneda en régimen de monopolio, eso quiere decir que el Estado es el único agente económico que produce unidades adicionales de la moneda.
La tesis resulta implausible para mucha gente. ¿Acaso no producen dinero los bancos cuando emiten préstamos, y al hacerlo, crean depósitos a la vista? ¿Acaso no se incluye normalmente este tipo de dinero en distintas métricas de la oferta de dinero?
Cuando los partidarios de la TMM sostienen que el Estado es el productor de moneda y de activos financieros netos en régimen de monopolio, yo interpreto que lo que quieren decir son dos cosas: i) el Estado es incuestionablemente el único productor de la base monetaria o “dinero de alta potencia”, que incluye tanto la moneda física como los saldos de reservas bancarias en la Fed; y ii) el Estado es el responsable último de toda adición neta a los activos financieros totales del sector no-público, dado que esa cantidad sólo puede incrementarse si el Estado genera una adición neta a la base monetaria.