Por Dan Kervick*
En la primera parte de
este ensayo, defendí la tesis de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), según
la cual el Estado nacional es el emisor en régimen de monopolio de la moneda de
los EEUU, y traté de aclarar el actual estatus de esa moneda estatal respecto
del balance contable convencional de la Fed. En esta segunda parte del ensayo
desarrollo ulteriormente la diferencia entre el papel del Estado como emisor de moneda y el papel de los
hogares y las empresas del sector privado –incluidos los bancos comerciales—
como usuarios de moneda. Luego haré unas cuantas
consideraciones sobre el modo en que
el Estado suministra dinero a los sectores no-públicos de la economía, y
terminaré discutiendo varios tópicos que tienden a generar resistencia a la
idea misma de que exista ese monopolio público.
El papel de los bancos
El gobierno
nacional de los Estados Unidos es un productor de dinero fiduciario. Crea
dinero gastando, y el dinero que crea no es, realmente, un pasivo o una deuda de
alguna otra cosa. Pero la tesis de que el Estado es el productor de la moneda
en régimen de monopolio significa más que eso. Si el Estado es el productor de
la moneda en régimen de monopolio, eso quiere decir que el Estado es el único agente económico que produce
unidades adicionales de la moneda.
La tesis resulta
implausible para mucha gente. ¿Acaso no producen dinero los bancos cuando
emiten préstamos, y al hacerlo, crean depósitos a la vista? ¿Acaso no se
incluye normalmente este tipo de dinero en distintas métricas de la oferta de
dinero?
Cuando los
partidarios de la TMM sostienen que el Estado es el productor de moneda y de
activos financieros netos en régimen de monopolio, yo interpreto que lo que
quieren decir son dos cosas: i) el Estado es incuestionablemente el único
productor de la base monetaria o “dinero de alta potencia”, que incluye tanto
la moneda física como los saldos de reservas bancarias en la Fed; y ii) el
Estado es el responsable último de toda adición neta a los activos financieros
totales del sector no-público, dado que esa cantidad sólo puede incrementarse
si el Estado genera una adición neta a la base monetaria.