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lunes, 26 de agosto de 2013

El SISTEMA DÓLAR SU INVENCIÓN Y DESPLOME








Desde finales del siglo XIX, los bancos que se hallaban bajo el control del imperio Rotschild emprendieron una gran campaña para apoderarse de la economía estadounidense. Los Rotschild, provenientes de Europa, financiaron los bancos J.P. Morgan, Kuhn Loeb y John D. Rockefellers y a sus empresas asociadas Standard Oil Co., los ferrocarriles de Edward Harriman y las fábricas de acero de Andrew Carnegie.
Alrededor del año 1900, los Rotschild enviaron a Estados Unidos a uno de sus agentes, Paul Warburg, quien debía cooperar con el Banco Kuhn Loeb & Co para instaurar varios «Federal Reserve Banks» (FED), instituciones privadas de emisión de moneda. Con el apoyo de los dos grandes grupos financieros Rotschild y Rockefeller, lograron fundar un banco central privado con derecho a emitir su propia moneda, medio legal de pago garantizado al principio por el Estado. La instauración de la FED, en 1913, permitió que los banqueros internacionales pudieran consolidar su poderío financiero en Estados Unidos. Paul Warburg fue el primer presidente de la FED.
Después de la fundación de la FED se produjo la adopción de la 6ª enmienda de la Constitución estadounidense, que permitió que el gobierno cobrara un impuesto sobre los ingresos. Era consecuencia del hecho que el gobierno no pudiera ya emitir su propia moneda. De esa manera, los banqueros internacionales se apropiaban indirectamente del patrimonio privado del ciudadano estadounidense.
Durante la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos llegó a exigir que los países en guerra le pagaran con oro las armas que compraban. Al terminar la guerra, el oro de Alemania se convirtió en botín de guerra. Más de 30.000 toneladas del oro mundial se acumularon en Estados Unidos.
Tras la Primera Guerra Mundial, las reservas mundiales de oro se acumularon en aquel banco privado que en realidad era la FED, de manera que numerosos bancos centrales no pudieron seguir manteniendo el patrón oro y sus países se vieron inmersos en la deflación, produciéndose así la primera crisis económica mundial.
Ese oro sirvió de cobertura al dólar. Pero, como gran parte de esos dólares estaba haciendo el papel de reserva monetaria en las cajas de los bancos centrales extranjeros, Estados Unidos pudo seguir imprimiendo más dólares, en cantidades que ya no correspondían con sus reservas en oro. Los demás países necesitaban dólares para poder comprar materias primas. Así, el dólar se convirtió en una de las principales reservas monetarias de los bancos centrales extranjeros.
En 1971, Richard Nixon anuló la convertibilidad del dólar en oro y, al mismo tiempo, la garantía del Estado sobre el valor del dólar. Desde entonces, el valor del billete verde no está en correspondencia con las reservas de oro ni está garantizado por el Estado. Se trata por tanto de la moneda privada libre de la FED. Pero la masa monetaria de dólares que la FED pone en circulación (desde marzo de 2006, la FED no ha publicado más la cifra de la masa monetaria M3) se ha convertido en un problema sin solución: la masa mundial de bienes se cuadriplicó durante los últimos 30 años, pero la masa monetaria se multiplicó por 40, es decir hay diez veces más dólares que bienes.
Ya en 1992, las obligaciones en poder de la FED alcanzaban un valor de 5 trillones de dólares, y los intereses que paga el resto del mundo siguen aumentando constantemente. La FED se apoderó de ese increíble patrimonio prestándole dinero al gobierno de Estados Unidos y cobrándole después intereses.
No es el gobierno de Estados Unidos el que emite los dólares, sino la FED, que a su vez se encuentra bajo el control de bancos privados y que pone a disposición del gobierno cantidades de dinero, le cobra intereses y recoge impuestos. Los dueños de ese país son los imperios Rotschild y Rockefeller quienes, por cierto han vivido durante un siglo entero del beneficio de usar los dólares. Por ello que los países que buscan establecer sus relaciones comerciales con otra moneda, como Irán, Irak o Venezuela que han optado por el Euro, son tildados de terroristas. Durante medio siglo al mundo se le obligó a acumular y usar dólares, y hoy su rechazo es lo que está inundando al mercado desplomándolo en una caída sin fondo.

martes, 4 de junio de 2013

Dinero endógeno, ¿por qué es importante?

  



Por Alejandro Nadal



Entre las explicaciones de la crisis global hay una que es particularmente favorecida por la teoría convencional o neoclásica. Según esta escuela la crisis se gestó por el mal manejo de la política monetaria y por fallas de mercado. Es una visión basada en una teoría arcaica sobre el dinero y su papel en una economía capitalista.
Para la teoría neoclásica la oferta de dinero en la economía está determinada desde afuera del sistema económico. Los bancos centrales tienen el monopolio de la emisión de billetes y monedas y cuidan que la oferta monetaria guarde una relación estable con la actividad económica. Por eso el neoliberalismo empujó la ideología de la autonomía de los bancos centrales frente a las instancias políticas. Se suponía que así se podría garantizar un manejo responsable de la oferta monetaria. Eso es lo que se denomina la teoría del dinero exógeno (porque es creado por el banco central, desde el exterior del sistema económico). Pero esta visión no tiene casi nada que ver con la realidad. Para decirlo claramente: si realmente la oferta monetaria estuviera a cargo de los bancos centrales, las economías capitalistas habrían dejado de funcionar hace mucho tiempo.
Existe una visión diferente: la teoría de dinero endógeno. En una economía monetaria de tipo capitalista la oferta de dinero está determinada por la demanda: el sistema económico en su conjunto necesita del crédito para reproducirse y crecer. Si se compara el ahorro total con las necesidades de crédito de una economía se puede comprobar fácilmente que el segundo es mucho mayor que el primero.
Las necesidades de recursos para la reproducción del sistema se satisfacen con el crédito que inyectan los bancos al sistema económico. Cuando un banco otorga un préstamo a una empresa, ésta puede pagar sueldos y salarios contra su saldo en la cuenta que le abrió el banco. Ese proceso de creación monetaria corre en paralelo con la creación de ingreso. La oferta monetaria crece y se contrae de acuerdo a las necesidades de la producción y en relación a las expectativas de la demanda agregada.
La competencia inter-capitalista obliga a las empresas a crecer. Si no lo hacen, desaparecen. Para seguir sus planes de expansión utilizan el crédito que les proporciona el sistema bancario. Al final de cuentas, los bancos otorgan crédito cuando consideran que los proyectos son rentables y cuando el deudor ofrece garantías suficientes. Esas expectativas cambian a lo largo del tiempo y con las diferentes fases de los ciclos económicos. Cuando la economía se encuentra en la fase ascendente de un ciclo, los bancos tienen más inclinación para otorgar préstamos. Cuando nos encontramos en la fase descendente del ciclo, los bancos comparten las expectativas negativas sobre el futuro de la economía, cierran la válvula y dejan de proporcionar crédito. Es decir, la actividad de los bancos es pro-cíclica y aumenta la inestabilidad de la economía.
Lo importante es que los bancos pueden emitir unidades monetarias (es decir, unidades que sirven de medio de pago y de reserva de valor). Los bancos comerciales privados no están constreñidos por el monto de depósitos que han podido captar del público. Este es un punto muy importante que causa gran confusión. La causalidad está invertida: cuando se otorga un préstamo, el banco abre una cuenta con un saldo positivo (por el monto del crédito). Por eso se dice que los préstamos crean los depósitos y no al revés. El prestatario deberá retornar al banco el principal y los intereses en dinero de alto poder o títulos con gran liquidez.
Esto nos regresa al tema de los bancos centrales. Estas entidades emiten lo que constituye la base monetaria: billetes y monedas en circulación (en manos del público o en reservas en los bancos privados). Los títulos monetarios que emiten los bancos comerciales son deuda y representan un derecho sobre otro tipo de dinero (en general, sobre una suma de dinero base). Los billetes que emite el banco central son diferentes: son algo así como ‘dinero en última instancia’.
La mayor parte de las transacciones en una economía utiliza unidades monetarias emitidas por los bancos privados. Pero para algunas operaciones se requieren billetes o dinero de alto poder. Por eso se llegaron a imponer requerimientos de reservas prudenciales para evitar situaciones en las que el banco no pudiera hacer frente a una demanda de monedas y billetes de la base monetaria. Pero las reservas son dinero ocioso, los bancos inventaron métodos para minimizarlas. En la actualidad, las reservas han dejado de jugar un papel importante en los esquemas de regulación bancaria.
El poder de creación monetaria no debe estar en manos de entidades preocupadas por su tasa de rentabilidad. La regulación bancaria basada en un diagnóstico equivocado sobre el funcionamiento de los bancos no sirve, como lo demuestra la explosión de la crisis financiera global. Se necesita establecer un verdadero control democrático sobre la creación monetaria.

Macroeconomía y teoría monetaria

Hemos recibido muchas solicitudes de explicaciones más detalladas sobre el tema de las operaciones de los bancos. Esta expresión de interés es buena: un pensamiento político de oposición al neoliberalismo no podrá ofrecer alternativas sin una comprensión cabal del funcionamiento de una economía monetaria en el capitalismo contemporáneo.
La teoría económica convencional sostiene que los bancos desempeñan una simple función de intermediación. Reciben depósitos de los ahorradores y les pagan una tasa de interés. Prestan esos mismos recursos a los agentes que quieren invertir en una empresa productiva o adelantar una decisión de consumo. Del diferencial de tasas de interés provienen las ganancias de los bancos. Según esta narrativa, para evitar abusos las autoridades monetarias imponen requisitos a los bancos, como el mantenimiento de reservas prudenciales e índices de capitalización elevados.
Según la macroeconomía estándar el banco central emite billetes y monedas: es la base monetaria o ‘dinero de alto poder’. ¿Cómo se explica que la base monetaria sea un porcentaje muy pequeño (normalmente no mayor a 7 por ciento) de la oferta monetaria total? Se dice que la oferta monetaria total es un múltiplo de la base monetaria porque los bancos prestan una parte de los depósitos recibidos, guardando como reserva una parte de los depósitos. Y normalmente los préstamos otorgados por un banco son depositados en otros bancos que, a su vez, proceden a realizar nuevos préstamos manteniendo una parte de los depósitos en reserva. En esta serie de operaciones actúa un multiplicador de la suma inicialmente depositada (en términos técnicos, el multiplicador monetario es el inverso de la razón entre la base monetaria y la oferta monetaria total). Por eso la base monetaria es una muy pequeña parte de la oferta monetaria total.
Todo lo anterior es un cuento de hadas que poco tiene que ver con la realidad. Afortunadamente hoy contamos con una radiografía nítida de lo que realmente acontece en el sistema bancario.
Lo primero que hay que tomar en cuenta es que los bancos no necesitan depósitos para realizar préstamos. La causalidad está invertida: cuando el banco otorga un crédito, establece un saldo positivo en la cuenta del prestatario tal y como si éste hubiese realizado un depósito por el monto del crédito. Por eso los autores post-Keynesianos señalan que “los préstamos hacen los depósitos”.
Al crecer el sistema bancario, los títulos emitidos por los bancos comerciales privados ganaron aceptación como medios de pago. Hoy la mayor parte de las transacciones en una economía capitalista se realiza a través de cheques y saldos electrónicos en las cuentas de los bancos privados. Así, los retiros y depósitos constituyen un flujo constante de operaciones interbancarias y por ello, la posición de liquidez de un banco no depende de los ahorros recibidos en su actividad de captación bancaria. Los retiros de sus clientes son compensados con pagos de los clientes de otros bancos. Las operaciones de los bancos no están constreñidas por los depósitos.
Para decirlo de otro modo, un préstamo comienza su vida presentándose como un depósito a los ojos del prestatario. Decir que los bancos ofrecen préstamos es sinónimo de decir que los bancos ofrecen depósitos. Y cuando los documentos que respaldan esos depósitos son aceptados en todas las transacciones monetarias, los bancos están efectivamente creando dinero.
¿Por qué no crece el dinero así creado hasta el infinito? Porque el dinero creado por un banco al otorgar un crédito se extingue cuando el crédito es pagado. Así funciona el circuito monetario. El dinero que crean los bancos es una promesa de pago aceptada como dinero para todo tipo de transacciones. Pero los que reciben un crédito están obligados a repagar y por ello deben operar en la economía no bancaria (el sector real) para reunir los medios de pago necesarios (dinero base o títulos bancarios aceptables por el banco que le otorgó el crédito).
¿Cuál es el papel del banco central? El banco central tiene como prioridad mantener la liquidez del sistema bancario y guardar la estabilidad financiera. Por eso se adapta a la demanda de reservas que le hace el sistema bancario. Así, las variaciones en la base monetaria no son lo que determina la oferta monetaria. Al contrario, las variaciones en la oferta monetaria imponen cambios en la base monetaria. Los bancos centrales no controlan la oferta monetaria.
Esto quiere decir que los cambios en la oferta monetaria no están determinados de manera exógena por las operaciones del banco central (a través de sus operaciones de mercado abierto). No importa que tan estrictas sean las reglas sobre reservas, los bancos privados otorgarán todos los préstamos que necesite la economía siempre y cuando encuentren un proyecto rentable con garantías adecuadas. Después pedirán reservas al banco central y éste organismo no podrá negárselas.
De este análisis cuyos orígenes se encuentran en la obra de Keynes y muchos otros economistas se desprenden serias implicaciones políticas.

Alejandro Nadal economista Mexicano

lunes, 13 de mayo de 2013

Teoría económica estándar


  




Por  Daniel Raventós



En el mundo rico, aunque cada vez esté menos claro si pertenecen a este selecto grupo algunas economías que antes sin duda sí resultaban incluidas, estamos unas 4 ó 5 veces mejor, si tomamos en cuenta algunos indicadores habituales como el PIB per cápita, de lo que estábamos en 1930. Pero en el mismo lugar y para el mismo intervalo de tiempo, la jornada de trabajo solamente se ha reducido en un quinto. Esto por una parte.

Por la otra: más conocidos son los datos crecientes de desempleo y pobreza en el mismo mundo rico, para no apartarnos del mismo lugar. ¿Y cuáles son las medidas más reiteradas en los últimos años para intentar contener tanto el desempleo creciente y la pobreza? También son conocidas: aumento de la edad de jubilación, alargamiento de la jornada laboral, mayores facilidades para el despido.

Se tiene que ser economista de una pasta muy especial para no ya no digamos constatar, sino intuir, recelar, sospechar… que algo no cuadra.

En fecha tan temprana como 1732, Sir William Pulteney había declarado en la Cámara de los Comunes británica: "Es ahora mismo una queja universal en el País que los salarios ofrecidos a los trabajadores son la causa principal de la decadencia de nuestros comercio y de nuestras manufacturas; nuestra tarea, así pues, consiste en tomar todas las medidas imaginables para hacer que nuestros trabajadores trabajen por salarios más bajos que los actuales." Casi tres siglos después, el año pasado de 2012, Eric Green, jefe del gabinete de investigación de tasas de cambio exterior en TD Securities, llegó a sostener, en plena crisis, que las grandes empresas estadounidenses estaban amenazadas por una "contracción en sus márgenes de beneficios causada por los costes laborales". La continuidad es hasta sorprendente.

La afirmación de Green no es ninguna flor de verano, como cualquiera que esté acostumbrado a leer, no ya publicaciones académicas sino revistas y periódicos económicos. Forma parte de la miseria de la teoría económica. Ya hace un buen número de años que más que teoría debería llamarse en propiedad dogma de la peor especie. En todo caso, un cuerpo doctrinario completamente inútil para entender el mundo, aunque sea el mundo más estrictamente económico. Ya en el año 2000 un grupo de estudiantes parisinos realizó una sonada protesta contra la teoría económica que les enseñaban y pedían "romper con el paradigma de los mundos imaginarios". Los mismos estudiantes se denominaban con toda la retranca del mundo "economistas post-autistas".

Han pasado 13 años, estamos inmersos desde hace un lustro en la mayor crisis económica desde los años 30, y seguimos de forma académicamente predominante con la prevalencia de esta economía autista. Si solamente su influencia fuera académica, la verdad es que no tendría mucha importancia. En el mundo académico de la economía, de la sociología, de la politología… se escriben y se idean, junto a algunas investigaciones de indudable interés, muchas necedades y despropósitos. Y lo mejor que pueda pasar es que queden confinados en el pequeño mundo de sus cuidadores. Pero la cosa cambia sobremanera cuando su influencia se extiende entre los gobernantes de los países ricos, aunque sea con muchos matices, por supuesto, entre ellos. La teoría económica estándar no pudo prever la crisis porque el capitalismo no puede ser intrínsecamente inestable para dicha teoría. Con las consecuencias de la crisis bien a la vista, desempleo y pobreza crecientes, la teoría económica estándar seguía apuntando a los sindicatos y las distintas "rigideces" del mercado laboral y, por supuesto, de todas las formas de protección laboral que en muchos lugares la clase trabajadora había logrado después de duras luchas. Una vez que los primeros instantes de la crisis hubieron pasado y con ellos la inicial sorpresa (¿se acuerdan de las "refundaciones del capitalismo" que iban a emprender en el 2008?) se prosiguió con mayor altanería si cabe la ofensiva contra el déficit público y por la necesidad de "reformas" (contrareformas, en pura ley) estructurales. Bajo la palabra austeridad, la teoría económica estándar dejó claro que el objetivo era una ofensiva contra el estado de bienestar. Se llamó durante muchos años lucha de clases. Este término se eclipsó durante unas décadas a lo largo del siglo XX por alguna de las modas académicas de turno. Fue el multimillonario estadounidense Warren Buffet que, lejos de estar afectado por estas modas, realizó unas declaraciones recogidas por Ben Stein en el New York Times  del 26 de noviembre de 2006 que dejó sorprendidos a mucha gente: "Claro que hay lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está haciendo esta guerra, y estamos ganando". Es una frase muy reiterada y por ello muy conocida en estos últimos siete años, sí, pero que difícilmente puede resumir mejor la situación aún desde que fue dicha hasta ahora. Entonces, muchos incautos inteligentes cayeron en la cuenta de que la lucha de clases se puede hacer desde arriba de forma muy agresiva. Otros incautos no inteligentes no se enteraron de nada. Y siguen aún sin hacerlo. En todo caso, la clase del señor Buffet, después de 2006, no solamente va ganando la lucha, sino que va arrasando. 



 
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona