domingo, 12 de marzo de 2017

Entrevista a Michael Hudson

La economía ficticia: escondiendo como funciona realmente la economía.









Michael Hudson, autor del recientemente publicado J is for Junk Economics, afirma que los medios de comunicación y la academia utilizan eufemismos bien elaborados para ocultar como funciona realmente la economía


SHARMINI PERIES: Michael Hudson es un distinguido profesor e investigador de Economía en la Universidad de Missouri, en la ciudad de Kansas. Es autor de numerosos libros, incluidos, “The Bubble and Beyond” y “Finance Capitalism and Its Discontents”, “Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Destroy the Global Economy”, y más recientemente, por supuesto, “J is for Junk Economics”.

Michael, tu libro me recuerda unas palabras clave de Raymond Williams. Aquella fue una contribución increíble a la crítica cultural, una crítica de los estudios sociales y culturales como disciplina. Y pienso que tu libro va a realizar una contribución fenomenal al campo de la economía. Sería una referencia para la gente para volver atrás, especialmente para que los estudiantes regresen, y miren hacia tu versión de la definición de esos términos y observen la economía desde un prisma crítico. Así que mi primera pregunta para ti es realmente sobre este libro. ¿Por qué lo escribiste?


MICHAEL HUDSON: Originalmente lo escribí como apéndice a un libro que se habría llamado, “The Fictitious Economy”. El borrador fue escrito antes de la crisis de 2008. Mi tesis era que la forma en la que la economía es descrita en la prensa y en los cursos de la Universidad tiene muy poco que ver con cómo funciona realmente la economía. La prensa y las informaciones periodísticas utilizan una terminología hecha de eufemismos bien elaborados para confundir el entendimiento de cómo funciona la economía.
Además de ofrecer palabras clave para explicar qué es positivo y cómo entender la economía, discuto el vocabulario engañoso, el doblepensar orwelliano utilizado por los medios, lobistas financieros y empresariales para persuadir a la gente de que la austeridad y toparse con la deuda es la clave del crecimiento, no su antítesis. El motivo es hacerles actuar contra sus propios intereses, dibujando una imagen ficticia de la economía como si fuese un universo paralelo.
Si puedes hacer que la gente use un vocabulario y conceptos que hacen parecer que cuando el 1% se hace más rico, el conjunto de la economía se está enriqueciendo –o que cuando el PIB sube, todo el mundo está mejorando– entonces a la gente, al 95% que no mejoró su posición desde 2008 a 2016, se le puede hacer sufrir de alguna manera de síndrome de Estocolmo. Pensarán, “Mierda, debe ser culpa mía. Si el conjunto de la economía está creciendo, ¿por qué yo soy más pobre? Con solo dar más dinero al 5% o al 1% más ricos, algo nos caerá. Tenemos que recortar impuestos y ayudarles para que así me puedan dar un trabajo porque como Trump y otros dicen, bueno, nunca conocí a un pobre que me diera un trabajo.”
He conocido a un montón de gente rica, y en lugar de dar trabajo a la gente cuando compran una empresa, habitualmente hacen dinero para ellos despidiéndola, empequeñeciendo y externalizando el trabajo. Así que no vas a conseguir hacer que los ricos necesariamente te den trabajo. Pero si la gente puede de alguna manera pensar que hay una asociación entre la riqueza en la cima y más empleo, y que tienes que recortar los impuestos a los ricos porque acabará filtrándose hacia abajo, entonces tienen una visión del revés de cómo funciona la economía.



Yo había escrito un apéndice al libro y aquello tomó vida propia.
Si tienes un vocabulario que describe cómo funcionan realmente el mundo y la economía, entonces una palabra llevará a otra y pronto habrás levantado una imagen más realista de la economía. Así que, no solo discuto sobre las palabras y el vocabulario, discuto con algunos de los individuos y economistas clave que han hecho contribuciones que no aparecen en el currículum académico neoliberal.
Hay una razón por la que la historia del pensamiento económico ya no se enseña más en las universidades. Si la gente leyera realmente lo que escribió Adam Smith, lo que escribió John Stuart Mill, verían que Smith criticaba a los terratenientes. Decía que tenías que gravar sus rentas, porque nada es gratis en este mundo. Mill definía la renta como aquello que los terratenientes hacen mientras duermen, sin trabajar. Adam Smith decía que siempre que los hombres de negocios se reúnen, van a conspirar sobre cómo sacar dinero del público en su conjunto –como hacer un acuerdo y engañar a la gente de que todo es por el bien de la sociedad–.
Este no es el tipo de libre empresa que gente que habla sobre Adam Smith explica cuando le describen como si fuese un recortador de impuestos, un economista austriaco o un neoliberal. No quieren escuchar lo que realmente escribió. Así que mi libro es realmente sobre economía de la realidad. Encontré que para discutir economía real, tenemos que tomar de nuevo el control del lenguaje o la metodología económica, no usar la lógica que ellos usan.
Los economistas convencionales hablan como si cualquier status quo estuviese en equilibrio. El truco subliminal aquí es que si piensas en la economía como algo que está siempre en equilibrio, eso implica que si tú eres pobre o no puedes pagar tus deudas, o tienes problemas para mandar a tus hijos al colegio, eso es solo parte de lo natural. Como si no hubiese una alternativa. Es lo que Margaret Thatcher decía: “No hay alternativa.” Mi libro es sobre cómo por supuesto que hay una alternativa. Pero para hacer una alternativa, necesitas una forma alternativa de mirar el mundo. Y para hacer eso, como dijo George Orwell, necesitas un vocabulario diferente.



SHARMINI PERIES: Hablar de vocabulario y conceptos económicos eufemísticos, es lo que es tan único en este libro. No son solo las palabras, como en el de Raymond Williams, sino también la teoría y los conceptos lo que estamos abordando. También hablabas sobre los hombres de negocios y como usan esas terminologías para confundirnos. Pues aquí tenemos a un hombre de negocios en el cargo, como Presidente de los Estados Unidos, quien está proponiendo todo tipo de reformas económicas supuestamente en nuestro favor, en términos de trabajadores. Y como sabes, los grandes proyectos de infraestructuras que está proponiendo supuestamente para sacar a la gente de la pobreza y darles empleos y todo eso. ¿Cuál es la mitología ahí?




MICHAEL HUDSON: Bueno, tú solo usaste la palabra “reforma.” Cuando yo crecí, y durante el siglo pasado, “reforma” significaba sindicalizar el trabajo, proteger a los consumidores, regular la economía para que hubiese menos fraude contra los consumidores. Pero la palabra “reforma” hoy, tal y como es usada por el Fondo Monetario Internacional en Grecia cuando insiste sobre las reformas griegas, significa justo lo contrario: se supone que hay que bajar los salarios en un 10% o un 20%. Recortar las pensiones sobre un 50%. Idealmente, dejas de pagar pensiones para pagar al FMI y a otros acreedores extranjeros. Detienes el gasto social. Así que, lo que tienes una inversión del vocabulario tradicional. Reforma ahora significa lo contrario de lo que significaba a comienzos del Siglo XX. Ya no es socialdemócrata. Es “reforma” de derechas, antisindical, pro-financiera, para recortar el gasto social y dejar todo en una forma privatizada para los ricos y el sector de las corporaciones.
Así que reforma es la primera palabra que usaría para ilustrar como el significado ha cambiado y es usado por la prensa convencional. Básicamente, lo que ha hecho la derecha en este país es secuestrar el vocabulario que fue desarrollado por el movimiento obrero y los economistas socialistas durante un siglo. Se lo han apropiado y le han dado la vuelta para que signifique lo contrario.
Hay 400 palabras con las que me enfrento. Muchas de estas palabras muestran como el significado ha sido puesto del revés, para conseguir que la gente tenga una visión al revés de cómo funciona la economía.


MICHAEL  HUDSON es un antiguo economista de Wall Street. Distinguido profesor e investigador de la Universidad de Missouri, en la ciudad de Kansas (UMKC), es autor de numerosos libros, incluidos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire (nueva edición en Pluto Press, 2002). Su nuevo libro es: Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage Destroy the Global Economy (edición digital de CounterPunch). Sharmini Peries es productor ejecutivo de The Real News Network. Esta es una transcripción de la entrevista de Michael Hudson con Sharmini Peries en Real News Network.


FUENTE: SIN PERMISO
AUTOR : SHARMINI PERIES

jueves, 2 de marzo de 2017

Globalización, Desglobalización, Capital y Crisis Global

Walter Formento, Wim Dierckxsens







Sumando al debate propuesto por el compañero García Linera.

1. Introducción

Se ha abierto el debate acerca de si la Globalización ha muerto, si está viva, moribunda, incluso si es o no es. Consideramos importante e imprescindible participar de este debate iniciado por el compañero García Linera porque nos permite y obliga a tratar uno de los temas de mayor centralidad y actualidad, y de alto impacto político estratégico su comprensión y resolución. En este sentido haremos nuestras reflexiones y consideraciones siempre desde el lugar del más profundo respeto reconociendo en él no sólo su capacidad científico-académica para tratar el tema sino, fundamentalmente su legitimidad política para llevarlo a cabo.

Este debate se abre justamente en un momento en que la crisis estructural del capitalismo (que se manifiesta en un avance lento, freno e incluso retroceso de las diferentes áreas del mundo en términos de crecimiento de PBI y por ende, cierres de fábricas, crisis bursátiles, disminución de los flujos de comercio, corridas cambiarias, fuga al oro, aumentos flagrante de la pobreza y la indigencia, coeficiente de Gini creciendo, aumento de la dinámica de las migraciones, pérdidas de calidad en el empleo y desempleo crecientes) se profundiza hasta llegar a hacer visibles opciones alternativas al sistema capitalista.

Estamos, en otras palabras, en una fase de transición hacia otras formas de poder, valor y estado, que incluye incluso el escenario de un post-capitalismo, cuyo tiempo de duración es difícil de estimar y cuya alternativa aún está abierta. Una batalla entre las fracciones más poderosas del capital financiero transnacional justo en el centro de poder del capitalismo, EUA (Estados Unido de América –EUA-), que luego de la batalla de Alepo pierde posibilidad de poder hacerlo escalar y exportarlo a escenarios más complejos (China, Rusia, India, etc.), lo cual deja entrever que el escenario real del conflicto puede situarse en los EUA, manifestándose primero como una gran profundización de la crisis, como crisis político institucional e incluso de enfrentamientos entre facciones armadas.

Los hechos político institucionales que abren este debate son la victoria de Trump y del Brexit. Hechos que suceden en EUA y en Gran Bretaña justamente y que irradian la desesperanza globalista y con ello la esperanza en la “desglobalización”. Hechos que nos muestran triunfos electorales de nacionalismos que claman por una reindustrialización nacional (y/o trabajo nacional) de potencias imperiales que parecen ya no ser. Nacionalismos que son observados y propagados como fascismo-nazismo por los comunicadores pro-globalistas.

2. Crisis Global, Guerra Financiera y “Fascismo”.

El intento del capital financiero globalizante y sus medios de comunicación dominantes (CNN/BBC/Euronews/Al Jazzera/Bloomberg, etc) es estigmatizar a la alternativa industrialista nacionalista de Trump como nacionalismo-fascista, para reivindicar el lugar de antifascistas para sí, cuando “jueguen” a la corrida o crisis financiera. Crisis que ellos mismos crearan y que presentarán como el resultado de tal nacionalismo fascista y nos propondrán la opción que sólo un Estado Global podrá evitarla o corregirla. Los globalistas aún están en posición de provocar la crisis financiera, con un fuerte aumento en las tasas de interés a través de la Reserva Federal, que hasta febrero de 2018 estará bajo su control.

En la crisis de los años treinta, con la lucha también entre facciones imperialistas que llevan el crac de la bolsa de valores de Nueva York y a la quiebra de muchas empresas, el liberalismo tocó fondo, pues ya no servía más a la burguesía “expansionista”. Al fracasar, el liberalismo fue sustituido por un proteccionismo de corte nacionalista en los países centrales que se retrasaban en sus condiciones para dar el salto a la nueva situación, escala y composición orgánica. Los que avanzaban se llamarón el bando de los “Aliados”, “Democráticos”, y los que se retrasaban fueron llamados “el Eje”, “Fascistas”. Crisis, división y lucha de poder que recorría y fragmentaba a todos y cada uno de los países. No hay un solo país central o metrópolis en la cual no encontremos la fractura del capital financiero imperialista en estos dos “bandos”. La diferencia de a qué “bando” pertenecía cada país se definió por la fracción de capital financiero que fue hegemónico.

Quedan por fuera de estos “bandos” de capital financiero y su caracterización, los países dependientes, periféricos, semicoloniales, coloniales o subdesarrollados. Los cuales fueron solo parte auxiliar, subordinada y oscilante en estos “bandos” según las circunstancias centrales del capital financiero. Y según los momentos en los cuales su posición de estar alineado o neutral (lo cual implicaba un alineamiento) beneficiaba a cada nación dependiente en su desarrollo con proyecto estratégico propio, lo cual siempre se manifestó como un nacionalismo industrialista de país dependiente, un nacionalismo industrialista popular antimperialista. Lo cual siempre los enfrentó a ambos bandos del capital financiero.

En el “bando financiero del eje/fascista” formo parte: Alemania, Francia, Italia, Japón, España, Portugal, etc. En estas se construyó un poder estatal corporativo, burocratizado, militarizado, autoritario y antidemocrático, que rechazaba el parlamentarismo, basado en el mismo individualismo atomizador que caracterizaba al liberalismo económico y que también caracteriza al neoliberalismo de mercado. En el “bando financiero aliado/democrático” formó parte EUA, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, etc. Donde al igual que en los países del bando fascista se militarizo la sociedad civil, se clausuró todo parlamentarismo, medios de comunicación y movilizaciones sociales. Porque el enfrentamiento entre fracciones de burguesías financieras al pasar de la guerra económica-financiera a la guerra militar, conllevó la militarización de todas las sociedades civiles, la clausura de todo liberalismo político formal en función de la acumulación capitalista y en todas el Estado se centralizó en administrar esa acumulación.

El gran negocio capitalista, para los bandos en pugna, fue la guerra misma, como motor de acumulación acelerada y en la batalla militar solo se definió la fracción financiera ganadora. Esto permitió y obligó siempre al despliegue en todos los gobiernos financieros en los países centrales, de una política populista y corporativa. La burguesía financiera capitalizaba mediante el “populismo”, las demandas sociales de inclusión corporativa de la base social en un proyecto de Estado Corporativo (un estado burocratizado-militarizado). La no exclusión de los elegidos de la nación dependía de la no exclusión de la burguesía en la competencia internacional. Solo en las naciones periferias dependientes, etc. los gobiernos tuvieron espacios, aunque limitados, para desarrollar políticas populares que incluían como actores políticos centrales a los pueblos y como objetivo desarrollar soberanía política, económica, cultural, social y estratégica.
En el mundo actual, donde la crisis y una gran depresión se manifiestan cada día más, el enfrentamiento entre las dos mayores fracciones del capital financiero transnacional tiene lugar en un mismo país: los EUA. Este conflicto se da de modo principal dentro de EUA y no entre naciones. Aparece como un enfrentamiento entre EUA y China, lo que principalmente sucede en EUA. A partir del proceso de globalización, la fracción del capital financiero globalista en su avance procura crear e imponer el Estado global, su forma Estado, que subordina a todas las naciones incluso a los EUA. Para ese capital financiero global el mundo no solo ya dejó de tener fronteras nacionales, sino que tampoco cuenta con ciudadanos, como sí era aún el caso en los años treinta. El Estado global sin fronteras ni ciudadanos consiste en las llamadas redes financieras globales, con su red de empresas transnacionales (ETN´s) y cities financieras. Las fuerzas en pugna buscan hoy estar por encima de todos los pueblos y de todas las naciones y quien constituye un peligro real para el retorno del nazismo es el mismo capital financiero globalizante.

Para una economía de mercado a ultranza, como la globalización, sólo existimos y tenemos razón de existir en tanto que intercambiemos nuestro (fuerza de) trabajo por dinero. En la visión (neo)liberal, los derechos sociales y nuestra ciudadanía no se desprenden de una visión que parta de la totalidad, sino que parecen nacer a partir del intercambio y dentro de los límites de éste. En la visión neoliberal a ultranza, el desempleado crónico y los excluidos tienden a perder todos los derechos. Los derechos de ciudadano no se derivan del hecho de ser miembro de una sociedad que se define a priori como nación o pueblo. Somos miembros de la sociedad en tanto y en la medida en que participemos en el mercado (en tanto somos pro-veedores de bienes y servicios, piezas y partes para ser ensambladas por las ETN´s Globales).

A partir de esta visión, los derechos como ciudadanos se crean y perecen dentro de los límites del mercado, y no surgen o se pierden con base en el hecho de que seamos miembros de una nación, sociedad o comunidad humana. Sólo somos y tenemos realmente derecho de existir en tanto que intercambiemos nuestro (fuerza de) trabajo en el mercado. Aquella población excluida que no intercambia su (fuerza de) trabajo en el mercado y se ve privada de forma paulatina de todo derecho económico y social, pierde ciudadanía. En un mundo donde no haya lugar para ciudadanos, los excluidos constituyen una amenaza creciente para la totalidad y tienden a perder incluso el derecho a la vida, o sea, son tendencialmente eliminables-exterminables. De este modo la lógica neoliberal culmina, en su extremo, en una concepción nazi/fascista.

Un gran dilema para el capital financiero globalizado es que en un conflicto geopolítico entre intereses de fracciones de capital financiero a nivel mundial difícilmente podrá prescindir de la mediación política de estados con fronteras y primero que nada de la mediación con el Estado norteamericano. Esta batalla se está dando en este momento y podría conllevar a la profundización de la crisis no solo del proceso de globalización, sino del sistema capitalista como tal. Todo proceso de crisis estructural es un proceso complejo de luchas, confrontaciones y debates, en donde una heterogeneidad de actores capitalistas que avanzan y se retrasan, van dando el tono a la puja de intereses y que, además, en un momento generan espacios de insurgencia para actores no-capitalistas.

Lo alentador es que surge una discusión acerca de la sociedad en que vivimos y el lugar de los seres humanos en ella. Esta reflexión es fundamental para dar respuestas reivindicativas ante la progresiva exclusión. La exclusión significa pérdida de lugar y de identidad, y la crítica a la misma puede conducir a la reivindicación de una sociedad con lugar para todos. Ello implica cuestionar el sistema excluyente. Sin embargo, una crisis de identidad no significa, a priori, una crisis de legitimación del sistema. Puede también desarrollarse una posición crítica sobre la legitimidad de la exclusión, sin que implique poner en duda la legitimidad del sistema. Lo segundo suele anteceder a lo primero.
El peligro de reivindicar la legitimidad de la inclusión sin cuestionar al sistema es que conduce rápidamente a una "legitimación" de la exclusión del otro. Con ello no se enfrenta el problema de la exclusión en su raíz. Más bien ocurre lo contrario. Al sustituir una modalidad de exclusión vía el mecanismo del mercado, por otra vía, la pertenencia o no a determinada nacionalidad, condición social, religión, raza, género, cultura, etc., se deshumanizan aún más todavía las relaciones, sociales. Los seres humanos no se solidarizan para reivindicar una sociedad donde haya lugar para todos sino, por el contrario, se enfrentan los unos a los otros para acaparar los cada vez más escasos lugares. Ante el miedo de perder su lugar, pueden reclamar con fuerza creciente su inclusión, aunque sea a costa de ciudadanos de otros países (inmigrantes, refugiados) religiones (musulmanes), etc.

Al encaminarse hacia un mercado unificado con un Estado global se debilita la identificación de los ciudadanos con este nuevo espacio económico. La realidad para los ciudadanos es que el proceso de regionalización (Unión Europea, NAFTA) y mundialización ha dado lugar a una formidable concentración de capital y riqueza en pocas manos a costa de una exclusión progresiva. El resultado de ello no es el desarrollo de una mayor identificación con el mercado crecientemente abstracto (ser ciudadano se reduce a ser consumidor de productos, servicios, espectáculos electorales, noticias prefabricadas a menudo falsas, opiniones doctrinarias, etc.).

El resultado es más bien la identificación con una comunidad más concreta, y más antigua (la nación o incluso la localidad) donde en el pasado hubo más derechos económicos y sociales, y vida aparentemente más digna, aunque los espacios objetivos para que triunfe el capital sobre la base de ese retorno sean casi nulos. La regionalización y mundialización de la economía así como la integración de bloques económicos (UE y NAFTA) conducen así, de forma contradictoria, a tendencias nacionalistas y hasta separatistas basadas en razones extraeconómicas. He aquí el motivo del éxito de Brexit y de la victoria de Trump y la crisis consecuente para el capital financiero globalizante. He aquí la tarea difícil de la administración Trump.

3. La globalización es el proceso de desarrollo de una nueva forma de capital financiero (forma global o transnacional) que emerge y lucha por imponerse frente a la forma dominante anterior, el capital financiero multinacional. En un mundo donde el crecimiento y la tasa media de beneficio tendía a la baja, en los años ochenta se desarrolló una fuerte evolución de las IDE (Inversión Extranjera Directa) dentro de la Tríada (EUA, Japón y Europa), orientada a fortalecer las posiciones de competencia de las Multinacionales en el mundo. La guerra económica entre las Multinacionales se desarrollaba a partir de este esquema para mejorar posiciones en el mercado mundial restante, mediante IDE en el exterior.

El capital financiero multinacional entra en crisis entre 1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y deslocalización de empresas transnacionales que salen de los países centrales y se localizan en las economías emergentes; cuando va en profundidad la destrucción de estructuras de la administración pública de las naciones bajo la consigna del estado mínimo; cuando el poder en el gobierno cada vez más se desplaza de los presidentes de gobierno electos a los presidentes de los bancos centrales impuestos por las grandes bancas financieras globales en cada city financiera.

La globalización es un proceso que emerge como alternativa capitalista al capitalismo multinacional de país central y que en esa lucha abre una crisis estructural en el periodo de tiempo 1999-2001-2008. En la cual aún estamos inmersos. La globalización es también un proceso de luchas capitalistas financieras inter-imperialistas. La globalización es parte de la crisis, es parte de la lucha que se observa como crisis. Es la parte que avanza o sale hacia adelante en la lucha y crisis del capitalismo financiero.
3.1. Breve recorrido histórico del capital financiero

El mercantilismo recorre un largo camino desde el siglo XV, fines de 1400, hasta mediados del siglo XIX, 1850, cuando se transforma en dominante el capitalismo industrial, a partir del capital industrial, de la fábrica, de la gran industria mecanizada, y en estado-nacional en Inglaterra subordinando a la monarquía feudal, al estado-reino, a la producción feudal y mercantil. Habiendo transitado el momento de los talleres manufactureros.

El estado-nacional que nace es un Estado nacional de metrópolis enfrentado a las monarquías feudales y que desarrolla naciones coloniales o semicoloniales. Constituye el régimen específicamente capitalista de producción.

El capitalismo llega a ser dominante como modo de producción cuando desarrolla e impone una forma de capital industrial de gran industria mecanizada. De ahí en adelante es capital industrial pero en su recorrido subordinado a los modos feudales fue primero corporaciones artesanales feudales y talleres manufactureros antes de poder ser gran industria mecanizada. En este momento subordina al campo y lo redefine con el paso de los años como producción agraria industrial. El campo era el terreno del poder de la monarquía feudal y la ciudad industrial el del poder del capitalismo industrial y lo agrario su extensión, así como la city financiera es la del capital financiero global.

El capitalismo industrial se transforma en capital financiero entre 1880-1890, crisis económica y 1era guerra mundial mediante, cuando el capital industrial en su desarrollo absorbe al capital bancario y se transforma en capital financiero, y transforma también a la fábrica en grupo económico financiero (ggee). La transforma porque la unidad económica básica ya no es la fábrica de la gran industria sino un grupo económico de fábricas diversificadas en sectores de la actividad (producción para el consumo industrial-ciencia-tecnología y producción para el consumo personal) y diversificada en áreas dentro de cada sector. Esta centralización de la conducción estratégica del capital y descentralización del mando operativo caracteriza y define al capital financiero.

Porque por primera vez el capital, como capital financiero, desarrolla un aparato administrativo estratégico privado que disputa, confronta, provee y acuerda con la administración política pública de cuadros y como políticas de estado. Y lo desarrolla porque ahora su objetivo-terreno es el mundo y su política internacional de nación-estado metrópolis a naciones colonias o semicolonias. El instrumento central es el crédito y la relación de acreedor-a-deudor, donde el acreedor impone las condiciones y el producto a través del financiamiento para el desarrollo de industrias que van a producir en las colonias/ semicolonias lo que el acreedor necesita como materia prima o piezas/partes.

El capital financiero internacional entra en crisis a en el período 1929-1940, se manifiesta a partir de la guerra/crisis financiera de 1929 y posterior guerra militar (1936-44), porque emerge y se desarrolla la corporación financiera multinacional que da sustento al capitalismo financiero multinacional (como forma avanzada de la época), que se impone volviéndose hegemónico en el resultado de la segunda guerra mundial (1936-44). La corporación multinacional se expresa en el estado multinacional de país central, con su casa matriz central que hace al país central y sus empresas filiales en los países/naciones dependientes/ periféricos/subdesarrollados.

Las filiales de la casa matriz coinciden en la mayoría de los casos con las empresas más importantes y dinámicas en cada rama de producción, que se desarrollaron en las semicolonias a partir de la relación deudor/acreedor cuando era dominante el capital financiero internacional. Ahora, el capital financiero multinacional impone el capitalismo multinacional que tiene presencia directa y cuantitativa en cada nación, en las cámaras empresarias, en los partidos políticos, etc.
El capital financiero multinacional entra en crisis como vimos entre 1980-1991-2001, cuando emerge el proceso de flexibilización y deslocalización de empresas transnacionales. La banca financiera global de este modo inicia la subordinación real de lo nacional y continental por lo Global, re-denominándolo como Local. Donde el par Global-Local caracteriza al desarrollo del capital financiero global. Esto altera geográficamente la producción y realización de valor/riqueza capitalista y comienzan a mostrarse diferenciales de crecimientos de PBI y participaciones mundiales dando paso al llamado mundo emergente.

El capital financiero deslocaliza sus estructuras estratégicas de los países centrales hacia el mundo, globalmente lo llama, de modo que pone en crisis la escala del poder de las casas matrices en cada país central, porque eleva la escala umbral de poder de multinacional a global. Pero no solo deslocaliza su estructura económica, política y estratégica globalmente también deslocaliza su estructura de producción en lo nacional/local cuando hiper-especializa funciones-tareas laborales y de gerencia, cuando terceriza en proveedores de bienes y servicios los que antes eran trabajadores formales en áreas y secciones de la misma empresa.

El fenómeno de la deslocalización no debe opacar sin embargo el descomunal proceso de desarrollo de las fuerzas productiva de toda esta época. Pues aun observando el creciente peso de las denominadas economías emergentes en la generación de la riqueza global, también puede verse el crecimiento aunque relativamente menor de la riqueza en los llamados países desarrollados, principalmente EUA. La crisis ahí no parece tanta consecuencia de un proceso de destrucción de riqueza sino más bien de un importante deterioro en la participación de la misma.

Es que el proceso de lenta pero profunda inserción en de nuevas tecnologías, robótica, inteligencia artificial, etc., es decir automatización creciente y ya no sólo de lo manual sino de la función intelectual, (máquinas inteligentes) produce saltos enormes de productividad que no se trasladan a salarios ni ingresos de las clases medias. Es un proceso de rutinización extensa y profunda que precariza la condición de trabajo al punto que, mientras la productividad en los 80 daba cuenta de la necesidad de 25 obreros industriales para generar un millón de dólares en mercancías, en 2016 sólo se necesitan 5 para el mismo resultado. Sin dudas este resultado se explica en parte por la automatización creciente de la producción y en parte por la tercerización. Pero este proceso que tiende a mostrar una participación creciente en el PBI de las ex economías centrales de los “servicios” a la producción también sufre un proceso de automatización. Un ejemplo es la automatización de los servicios de transporte y logística. Es decir, ahí donde había peso del ingreso asalariado (servicios) también comienza a ser erosionado por el desarrollo tecnológico. Este aspecto estructural del funcionamiento de capitalismo (con independencia de sus fases) es el que explica en todo caso la tendencia a la caída de la tasa media de beneficio, la necesidad de los saltos de escala ahorrando costos y con ello la deslocalización como mecanismo auxiliar.

La empresa global se compone en un 10% de los trabajadores formales de la gerencia y ensamble de bienes y servicios. El otro 90% lo componen trabajadores proveedores de bienes y servicios, donde algunos tienen la función de gerenciar las unidades proveedoras y parecen pequeños empresarios. Este fenómeno fue caracterizado como la “postmodernidad”, donde los servicios pasan a explicar supuestamente en mayor proporción los PBI, hecho que antes se denominaba el sector industrial. En realidad solo deja de contabilizarse dentro de la unidad fábrica precisamente por la misma tercerización.
Esto asume la forma de redes flexibles de proveedores de bienes y servicios, informales para las plataformas capitalistas globales de ensamble de bienes y servicios para la plataforma global de producción y, de bienes y servicios para la plataforma global financiera (la cultura del outsourcing).

El capital financiero global lucha por imponerse y esta lucha se hace observable como crisis por primera vez en septiembre de 2001 con la caída (implosión) de las Torres Gemelas del Centro del Comercio Financiero Global (World Trade Center) de la City de Nueva York. La “caída” la producen los intereses financieros multinacionales continentales, expresados directamente en Washington en el poder político, en el poder judicial, en el poder financiero multinacional, en el complejo industrial militar y en la policía federal.

La caída de los edificios del centro financiero global es la respuesta militar-policial (durante el gobierno de Bush) al poder financiero global por imponer la derogación de la ley Glass Steagall en 1999 (durante el gobierno Clinton), ley que bloqueaba desde 1934 la integración de la banca comercial (legal) y la banca de inversión (ilegal, según la Ley Glass Steagal) cuya conjunción constituye el capital financiero global. La derogación de la Glass Steagal es el hecho central instituyente del capital financiero global y sus fondos financieros de inversión global, paraísos financieros fiscales y su red de cities financieras globales.

La segunda acción en contra del capital financiero global vendrá en septiembre de 2008, cuando la suba de tasas de interés de la Fed en manos de los Bush, abra paso a la crisis financiera de la hipotecas basura y a la “caída” de la banca de inversión Lehman Brothers, que supone un gran golpe al Citigroup (la primera gran banca global), y el ingreso a la gran crisis financiera global en la cual aún nos encontramos.

En este camino histórico hemos tratado de recorrer la crisis final del feudalismo en el siglo 15 (1400) y como en ello se desarrollaban y fortalecían las primeras formas del mercantilismo o del capitalismo mercantil. Desde aquellos momentos donde los mercaderes daban a los trabajadores, en relación de dependencia servil personal (con sus señores de la tierra), las materias primas para que estos elaboraban en sus casas (en el tiempo que no trabajaban para el señor) que luego serían pagadas para poder venderlas en sus rutas de mercadeo. Pasando por los talleres manufactureros donde se concentraron por primera vez grandes masas de trabajadores manuales en las ciudades que hizo la gran mediación y crisis del feudalismo que solo pudo subordinar, sepultar la fábrica de la gran industria y con esto ahora si imponer al capital industrial de la gran industria como modo y relación social de producción dominante.

No hay capitalismo dominante hasta el capitalismo industrial basado en la gran industria mecanizada como relación social de producción y en la fábrica como unidad económica básica, categoría económica y espacio específico donde modo, relación social y unidad económica básica se constituyen y constituyen a los seres humanos como sujetos/actores de este modo de ser.

La emergencia-insurgencia de un modo de producción: el capitalismo industrial nacional, el nacionalismo industrial, el capital industrial y el movimiento obrero industrial organizado presupone la fábrica como unidad básica, la gran industria mecanizada como relación social del capital y el capitalismo industrial como modo y estado.

La crisis del estado nación, del nacionalismo industrialista, del capital industrial siempre impone un proceso de luchas y negociaciones hasta que se impone un nuevo modo, relación y unidad económica. Esto es válido también para el globalismo, para el capital financiero global y su red de cities financieras.
El camino histórico recorrido por el capital financiero tiene tres grandes etapas con sus crisis desde 1880: de 1880/90 a 1929/39; de 1945/1950 a 1990/2001; de 2006/08 a >>>. El Estado nación metrópolis de los grupos económicos financieros, el estado nacional de país central de la corporación financiera multinacional; el estado global de la red financiera global en proceso de crisis financiera, económica, militar e institucional. El globalismo financiero ha constituido su unidad económica: la red financiera global, su relación social de producción: el capital financiero global y su modo de producción: capitalismo financiero global. Pero no lo ha instituido política y estratégicamente. No lo ha vuelto hegemónico aun. La crisis global, el proceso de la crisis y su profundidad estructural expresan eso.

¿La conducción del proceso de la crisis/lucha en el proceso de la revolución política por parte del globalismo financiero se ha debilitado a partir de que insurge el universalismo multipolar Brics/Humanismo ecuménico-interreligioso en 2013-2014 y, de la reacción anti-globalista de los elites nacionales del Brexit y de Trump? Sí es así, es claro. ¿El globalismo pasa por una crisis de conducción del proceso general? Sí también es así. ¿Qué aparece como alternativa? El Nacionalismo industrialista de EUA, el Continentalismo financiero de país central y los Universalismos multipolares no financieros.

3.2. ¿Hacia los universalismos multipolares no financieros?

En lo que concierne a Pekín, Trump asesto un duro golpe al globalista Acuerdo Transpacífico al ponerle fin a la participación estadounidense, el cual había sido concebido en contra el contra del proyecto de la China multipolar, pero incluía a las Transnacionales Globales localizadas en la China Globalista. Además, Trump tuvo conversaciones con Xi Jimping acerca de la posible adhesión de Washington al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infraestructure Investment Bank o AIIB). Si Estados Unidos se suma a esa institución, estaría aceptando no solo cooperar con la China multipolar –en vez de oponerse a ella– y ambos países podrían participar en el establecimiento de dos «rutas de la seda». Lo anterior es señal clara hacia los universalismos no financieros lo cual haría contraproducentes las guerras del Donbass y de Siria.

En el mismo camino resolver el conflicto ucraniano, pieza clave y cuña del globalismo contra la Rusia multipolar, es un dato central la movida de Trump para debilitar la posición del presidente Petro Porochenko, cuando recibió en la Casa Blanca a la jefa de la oposición, Yulia Tymochenko, antes de aceptar una llamada telefónica del presidente Porochenko. Se suma a esto, el inició de acciones comunes con Rusia en Siria e Irak.

En el plano financiero, en EUA Trump profundiza la confrotación contra el globalismo financiero a iniciar ya el desmantelamiento de la ley Dodd-Frank, que a partir la crisis de 2008 evito la quiebra abrupta de los grandes bancos estadounidenses –en aplicación de la línea política llamada «too big to fail» y los fortaleció por todos los medios, a partir de la política de la reserva federal de emisión sin respaldo, denominada “Flexibilización Cuantitativa” que les presto blones de dólares, a una tasa del 0% y estatizo sus deudas, creando la gran burbuja financiera que supera a la que estallo en 2008 en más del 500%.

A pesar de algunos aspectos positivos –su texto consta de 2 300 páginas–, la ley Dodd-Frank instituye un tutelaje del Departamento del Tesoro sobre los bancos, lo cual evidentemente frena el desarrollo de proceso por el cual la confrontación entre bancas financieras producen ganadores y perderos, vencedores y vencidos. Profundizando esta línea Trump parece disponerse también a reinstaurar la separación entre los bancos de depósitos, comerciales, y los bancos de inversiones, instrumento esencial de la gran banca global en las sombras, mediante el restablecimiento de la Glass-Steagall Act (Ibid).
Hecho que significaría un serio golpe al globalismo financiero y por expresa que se profundiza la lucha entre capitales financieros en distintos planos. A esto se suma los cambios ya producidos en los departamentos de defensa y seguridad, y particularmente los cambios en los organismos internacionales relevando a piezas claves del globalismo financiero. Esto da a entender que en Washington ha comenzado una “guerra a muerte” con el capital financiero globalizado.

4. Nacionalismo, Continentalismo y Globalismo/Universalismo

La llamada “crisis del globalismo” o “desglobalización” se observa y plantea por muchos intelectuales a partir de que los actores e intereses globalistas pierden el control de Gran Bretaña y la City de Londres y por lo tanto, de la capacidad de influencia sobre la Unión Europea (UE). Este proceso se inicia con la pérdida del referéndum por la permanencia o no en la UE de Gran Bretaña, donde gana el Brexit, la salida de la UE. Hecho que se expresa en una diferencia de menos del 2% y que se explica por el voto de los obreros blancos industriales del norte de Inglaterra y la decisión de la Corona Británica de apoyar el Brexit.

El otro hecho es la perdida por parte del Globalismo Financiero de la city financiera de Nueva York (Wall Street), del control e influencia sobre el gobierno de los EUA con el triunfo de Donald Trump, aunque momentáneamente mantiene el control de la política monetaria de la Reserva Federal.

Estos dos hechos marcan y delimitan el inicio del debate acerca de la globalización/desglobalización. Pero la llegada de Trump al gobierno de EEUU, observado por sus decisiones de gobierno, muestran una política que expresa una orientación hacia un nacionalismo industrialista anti-oligarquía financiera global (contra China y salida de los TPP) y anti-oligarquía financiera Continentalista (contra México y salida del TLCAN). Un nacionalismo industrialista que plantea la relocalización de las inversiones industriales en EUA y salida de los países emergentes. La reversión del proceso iniciado en 1991-94.

Una política industrialista que rememora a aquella que se desarrolló durante la segunda guerra mundial, en la cual EUA participó como gran proveedor de bienes industriales haciendo saltar en escala su proceso de industrialización hasta diciembre de 1942 y que solo ingreso a la guerra directa cuando esta estaba definida por el agotamiento de ambos bandos, que dejo a EUA como el gran vencedor de Occidente, que le permitió subordinar a Gran Bretaña e imponer el dólar como moneda dominante en su órbita. EUA sale de la segunda guerra mundial, que fue el modo de resolver la crisis/guerra financiera de 1929, como la gran potencia capitalista imperialista y se planta como un nacionalismo industrialista expansivo imperialista. Que era, como fue planteado en su tiempo, un Continentalismo imperialista enfrentado al Continentalismo soviético.

Los EE.UU de Trump tienen muy grandes obstáculos para que pueda hacer realidad su plan de nacionalismo industrialista antioligárquico financiero, lo cual plantea la realidad de la profundización de la lucha y crisis económica como lucha y crisis institucional política.
Incluso cuando el presidente de China, Xi Jinping, en Davos se yergue como la personificación del globalismo, es decir, de todos los globalismos en general y del globalismo multipolar no financiero en particular, porque en las economías emergentes conviven en 2017, en especial en el Asia-pacifico, las transnacionales financieras globales y las grannacionales universales. Todo lo cual marca que la escala del umbral de poder mundial es el Universalismo/Globalismo. La escala nos muestra cual es la magnitud de poder en la cual se produce/realiza poder/valor. Es el espacio más probable que triunfe a partir del conflicto interno entre las dos fracciones de capital financiero que se agudiza con el proyecto de un nacionalismo industrialista de Trump.

Hoy parece no haber margen para el poder de un nacionalismo industrialista, en el límite sí podría haberlo para un continentalismo militarista norteamericano, solo por el poder militar del complejo industrial militar y su amenaza de guerra termonuclear. Depender de este único instrumento de poder no le da status de muy probable. El nacionalismo industrialista tampoco podría ser contenido/subsumido por el continentalismo financiero militarista porque el primero necesita negar toda posibilidad de su despliegue como tal, pues lo fragmentaria.

El nacionalismo industrialista antioligárquico solo podría ser contenido/subsumido por el universalismo multipolar industrialista de los BRICS y del Humanismo ecuménico-interreligioso. Porque su desarrollo es necesario para este, lo que no podría desarrollar es ser su motor y país central. En la misma situación se encuentra Alemania, Francia y la UE. Esta posición tiene historia y base social en EUA en aquellos que siguen a Thomas Jefferson, y su lucha contra el imperialismo británico, y a F.D.Roosevelt, y su ley Glass Steagall contra la banca financiera angloamericana en la Reserva Federal.

4. Estamos ante un momento crucial en la historia.

Nos encontramos en una situación donde las fisuras del globalismo neoliberal se hacen cada vez más evidentes y la “inseguridad” acerca de la estabilidad del sistema capitalista como tal crece. En un mundo donde no solo caben cada vez menos ciudadanos, sino también importantes fracciones de capital financiero dentro de los propios EUA como nación hegemónica quedan excluidas, pueden desembocar en un proceso de desgaste del propio proceso de globalización e incluso del capitalismo como sistema. Tarde o temprano el rumbo de la economía tiende a reorientarse hacia una re-regulación económica a nivel mundial.

En el marco de un mundo multipolar no hay subordinación de unas naciones por otras ni la subsunción de todas a un Estado global. Si Rusia y China reivindican a ultranza algo para un mundo multipolar, es precisamente la soberanía nacional. El papa Francisco reivindica a nivel espiritual el respeto de cada religión por la otra y la convivencia ecuménica entre las mismas. Las dos concepciones se refuerzan. No vemos que el proceso de acumulación de capital tenga larga vida a partir del mundo multipolar cuando apuestan con la ´Nueva Ruta de Seda´, a una especie de proyecto desarrollista productivo a escala mundial desde las periferias. Es una salida al menos temporal donde hay lugar para todos los capitales, hasta el capital de los EUA y con Trump podrían entrar.
La gran pregunta que nos hacemos es si una vez concluidas las grandes obras de infraestructura en EUA y con la Ruta de Seda, si estas inversiones encadenan o no un próximo ciclo de reproducción del capital. Nosotros creemos que el escenario más probable es que no-encadenarán, como hemos señalado en nuestro libro “Geopolítica de la Crisis Económica Mundial”. De ser así la transición hacia el post-capitalismo estaría en proceso.

Los cambios de fondo nunca se procesan en períodos de calma sino en medio de tempestades que ponen todo patas arriba. La elección de Donald Trump es una de las insubordinaciones políticas más espectaculares que, en conjunto con el Brexit y otros menos llamativos, expresan la profundización de la crisis e impulsan al colapso de la hegemonía neoliberal. Aun cuando difieren en ideología y objetivos, esos motines populares electorales comparten un blanco común: rechazan la globalización de las grandes corporaciones globales, el neoliberalismo y el establishment político que los respalda. Sus votos son una respuesta a la crisis estructural de esta forma de capitalismo, crisis que quedó expuesta por primera vez con el cuasi colapso del orden financiero global en 2008. Sin embargo, uno de los más importantes problemas que enfrenta la lucha emancipadora en las últimas décadas es la subordinación de los movimientos anti-sistémicos al capital financiero globalista.

La victoria de Trump no es solamente una revuelta contra las finanzas globales. Lo que sus votantes rechazaron no fue el neoliberalismo sin más, sino también el neoliberalismo progresista (o progresismo neoliberal). En palabras de la feminista Nancy Fraser “el neoliberalismo progresista es una alianza de las corrientes dominantes de los nuevos movimientos sociales (feminismo, antirracismo, multiculturalismo y derechos LGBTQ) por un lado y, por el otro, el más alto nivel de sectores de negocios “simbólicos” y de servicios globales (Wall Street, Silicon Valley y Hollywood)”. En esta alianza, las fuerzas progresistas se han unido efectivamente con las fuerzas del capital financiero globalizado. Ideales como la diversidad y el “empoderamiento”, que en principio podrían servir a diferentes propósitos, ahora dan lustre a políticas que han resultado devastadoras para la industria manufacturera y para lo que antes era la clase media (Nancy Fraser, Trump o el fin del neoliberalismo progresista, Rebelión, 23 de enero de 2017).

El neoliberalismo progresista se desarrolló en los EEUU durante estas tres últimas décadas y fue ratificado por el triunfo electoral de Bill Clinton en 1992. Clinton fue el principal organizador y abanderado de los “Nuevos Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair. Clinton y los Nuevos Demócratas tienen una pesada responsabilidad en el debilitamiento de las organizaciones sindicales, en el declive de los salarios reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el auge de las familias con dos ingresos, que vino a substituir al difunto salario familiar. Cubrieron el asalto a la seguridad social con un barniz de carisma emancipatorio, tomado prestado de los nuevos movimientos sociales.

Clinton fue el principal organizador y abanderado de los “Nuevos Demócratas”, el equivalente estadounidense del “Nuevo Laborismo” de Tony Blair. Clinton tiene una pesada responsabilidad en el debilitamiento de las organizaciones sindicales y sus dirigentes, en el declive de los salarios reales, en el aumento de la precariedad laboral y en el auge de las familias con dos ingresos que vino a substituir al difunto salario familiar. Cubrieron el asalto a la seguridad social con un barniz de carisma emancipatorio, tomado prestado de los “nuevos movimientos sociales”.
Al identificar “progreso” con meritocracia -en lugar de igualdad-, se equiparaba la “emancipación” con el ascenso de una pequeña elite de mujeres, minorías y gays “con talento” en la jerarquía empresarial basada en la noción de "quien-gana-se-queda-con-todo" (validando la jerarquía en lugar de abolirla). Esa noción liberal e individualista del ´ser progresivo´ (´homo oeconómicus´ del siglo XXI) fue reemplazando gradualmente a la noción emancipadora, anticapitalista, abarcadora, anti-jerárquica, igualitaria y sensible al concepto de clase social que había florecido en los años 60 y 70. El resultado fue un “neoliberalismo progresista”, amalgama de truncados ideales de emancipación y formas letales de financiarización. Ante sus ojos, las feministas y Wall Street eran aves de un mismo plumaje, perfectamente unidas en la persona de Hillary Clinton (Ibid). Quienes necesitan la estabilidad son precisamente las elites de los movimientos, incrustadas en el poder, desde donde pretenden evitar que la opresión las afecte en un camino de salvación individualista.

La rabia de Wall Street y de las plataformas de comunicación del sistema es que la victoria de Trump deja a la ´alianza entre emancipación y financierización´ en estado de máxima debilidad, por eso su empeño en movilizar a los jóvenes para evitar fracturas. Para los de abajo, la llegada de Trump al gobierno de la mayor potencia del mundo, es síntoma de descomposición del sistema que nos afecta como los latigazos de una tormenta. Es en medio del caos sistémico que nos planteamos cómo nos empeñamos en construir lo nuevo, con todos los riesgos que eso implica, pero con la voluntad intacta (Raúl Zibechi, La oportunidad Trump, Rebelión, 10 de febrero de 2017).

Concluyendo, el globalismo financiero imperial está en un momento de crisis, que es lucha y confrontación estructural. No ha muerto y la lucha interimperialista que forjó y desarrolla contra el continentalismo financiero con base en EUA y el TLCAN, sigue su curso bajo otras condiciones, formas y modos. El relato ideológico del neoliberalismo y el neoprogresismo globalista ha sufrido un duro golpe, al haberse mellado su halo determinista de neo-destino manifiesto global. No ha muerto, pero ha perdido toda su potencia discursiva virginal de “tercera vía”. Seguramente hará todo un gran intento por retornar con aureolas remozadas. La historia no se repite, salvo como farsa, la crisis actual debate su superación a veces bajo la forma de reacción.


FUENTE: Alinet

La globalización no ha muerto: respuesta a Álvaro García Linera

Miguel Angel Barrios*






En los últimos días ha proliferado en numerosos sitios de Internet una nota de opinión sobre un diagnóstico de la situación mundial del actual Vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera titulada "La globalización ha muerto" (1)

Teniendo en cuenta la personalidad internacional de Linera y su profundidad intelectual, la nota nos parece sirve como disparador del debate para la acción que necesita Nuestra América en un momento crucial de su historia y del destino que nos toca en la globalización.

Nos tomaremos la humilde licencia de disentir con Linera en algunos puntos de sus planteos porque consideramos que el tiempo estratégico que nos toca vivir y actuar, nos obliga al coraje de discutir y debatir sin medias tintas, ya que nos une el mismo objetivo y los idénticos anhelos: la independencia de América Latina. Por eso realizamos esta nota, no con el afán de ponernos a la altura de Linera, pero con el convencimiento que a la independencia la haremos -si la realizamos- entre todos, que no estamos en la época del Rey Filósofo de Platón.

Por lo tanto, no entraremos a analizar desde que paradigma reflexiona Linera, sino señalar errores que nos parecen nodos estratégicos de la situación mundial y regional que Linera soslaya. Demás está decir que es un planteo distinto, pero no pretende ser monopólico, sino que sirva como disparador de un debate de ideas para la acción.

No escribimos desde una "neutralidad cientificista" sino embarrados en la militancia político académica por la Patria Grande de Manuel Ugarte y del continentalismo de Juan Domingo Perón. Aclarado este punto, pasamos a enumerar en general lo que consideramos errores o verdades parciales que pueden conducirnos a falsos diagnósticos, para lograr una hoja de ruta que nos ubiquen en el horizonte de la autonomía.

Álvaro García Linera realiza en la nota citada un muy importante bosquejo del estado de la situación mundial bajo el título "La globalización ha muerto".

En verdad la llamada globalización , mundialización, sistema-mundo o universalismo-como lo denominó Juan Perón de manera anticipatoria -es un proceso histórico multidimensional- de interconexión mundial no de integración ni de homogeneización que abarca y atraviesa todas las dimensiones, desde lo político, lo económico, lo científico-tecnológico, lo social, lo cultural , lo demográfico. Lo que queremos decir que independientemente del nombre, este sistema de interconexión mundial que se inició en el siglo XV en Europa con la emergencia del capitalismo y las grandes expansiones geográficas que dan origen a la política mundial y a la generación de centros y periferias y viceversa, no puede ser reducido a un fenómeno exclusivamente capitalista, porque caeríamos en una interpretación dogmática del proceso histórico y no estratégica.

La globalización puede ser parcialmente entendida, si se lo asocia exclusivamente con el neoliberalismo , en verdad la última sub etapa de la globalización, que se inicia hace unos 40 años cuando se rompe el consenso keynesiano .El neoliberalismo entiende a la globalización desde una visión ideológica donde el mercado gobierna y la política administra, y el mercado se unifica a través del gobierno de las finanzas y nos hallamos ante el "fin de la historia", de la "geografía" y hasta del mismísimo Estado, sin precisar qué Tipo de Estado entra en crisis y que tipo de Estado surge.

Lo que está en crisis -punto de inflexión desde su origen etimológico griego krisis- es un capitalismo monopólico corporativo transnacional con ramificaciones en los ejes financieros-económicos-comunicacionales-militares de carácter global con epicentro en los EEUU.

Pero no debemos asociar mecánicamente y confundir neoliberalismo con sistema mundo. El neoliberalismo como dijimos, es una sube tapa del sistema mundo que empezó en el siglo XV en Europa occidental.

El primero que utilizó la categoría de sistema mundo como política global, ha sido el gran geopolítico inglés Halford Mackinder cuando en su famosa conferencia de 1904 "El pivot geográfico en la historia”, afirma que la etapa de los grandes descubrimientos había llegado a su fin y que el mundo se había transformado en un único sistema.

La crisis de la globalización en el subperíodo del sistema mundo ha sido, entre otras, las causas del triunfo de Trump en los Estados Unidos, la derrota del Brexit , la crisis europea con la consecuente aparición de partidos "anti sistema" -mal llamados populismos- sino que en el fondo representan la vieja xenofobia que condujo a los totalitarismos.

La Unión Europea, a diferencia de lo que afirma Linera, no fue nunca "la mayor y mas exitosa ilusión liberal de nuestros tiempos". Y que "provenga de dos naciones que hace 35 años atrás, enfundadas en sus corazas, anunciaron el advenimiento del libre comercio y la globalización como la inevitable redención de la humanidad".

Esto en verdad, es un concepto abstracto y hasta un poco confuso. Europa fracasó porque no pudo llevar a cabo el ideal fundacional de un Estado europeo con los fundadores Schumann, Adenauer, Monnet, etc. Prevalecieron sus fracturas religiosas, culturales, lingüísticas y políticas y Europa no pudo armonizar o sincronizar la identidad entre la Unión Europea, la Eurozona y la OTAN. Más aun, al carecer de un brazo militar propiamente europeo y con Inglaterra erosionando o jaqueando como punta de lanza norteamericana .En síntesis, es la vieja pero siempre vigente política que aconsejo el gran geopolítico norteamericano del poder marítimo, el Almirante Alfred Mahan a los ingleses en 1904, que se acoplasen a la política norteamericana.

La globalización como "horizonte político" ideológico capaz de encausar las esperanzas colectivas hacia un único destino que permitiera realizar todas las posibles expectativas de bienestar, ha estallado en mil pedazos".

Aquí nos parece, un error clave de Linera, porque lo que estalló fue la dictadura del pensamiento único del neoliberalismo y de su falsa opción, de que el mercado gobierna y el Estado administra. Sin embargo, el sistema mundo -nosotros utilizamos esta categoría analítica desde la visión Geopolítica de Mackinder- avanza con una velocidad inédita .Y esta falsedad ideológica, tiene tanta potencialidad en Occidente que terminó colonizando culturalmente al pensamiento político occidental en todo su espectro, desde el arco ideológico del liberalismo al socia-liberalismo en lo político y en las ciencias sociales, la tercera vía de Antonny Giddens fue una caricatura del liberalismo.

Esto no quiere decir, como sostiene Linera, que "hoy no existe en su lugar nada mundial que articule esas expectativas comunes; lo que se tiene es un repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el retorno a un tribalismo político, alimentado por la ira xenofóbica , ante un mundo que ya no es el mundo de nadie".

Está fuera de discusión el aporte de Marx como uno de "los primeros y más acucioso investigador de los procesos de globalización del régimen capitalista”. Tampoco "los esquemas de Giovanni Arrighi en su propuesta de ciclos sistémicos de acumulación capitalista a la cabeza de un Estado hegemónico: Génova-siglos XV-XVI-, los Países Bajos -siglo XVIII-, Inglaterra-siglo XIX- y Estados Unidos-siglo XX-."

Linera, se queda en la cita de Marx y de Arrighi pero no precisa, y esto se torna medular, los tipos y capacidades estatales en cada ciclo sistémico del capitalismo. El recorrido histórico seria: ciudad-estado burguesa, Estado-monárquico, Estado-Nación industrial -este actor dejó de ser exclusivamente europeo y llegaron a poseer esa capacidad Inglaterra, Francia, Alemania e Italia -en esa secuencia-, Japón, el primero extra europeo- y el Estado continental industrial- EEUU, luego de la guerra de la secesión y la URSS. En el fondo un Estado continental industrial reúne, en un espacio de dimensiones geográficas continentales, un poder que reúna la dimensión científica-tecnológica, industrial, militar, cultural y por lo tanto la renta geoestratégica de sumar un poder estatal continental industrial. En verdad, la guerra fría más que una confrontación ideológica fue la bipolaridad de dos Estados continentales industriales. Cuando implosiona la URSS se inicia una nueva lógica mundial. Aquí se hace altamente necesario dos puntualizaciones:

A-En la historia habían existido Estados continentales, pero agrarios multiétnicos. Como el romano, el imperio mongol, etc.  Pero, el primero industrial fueron los EEUU, superadores de toda unidad política previa.

 B-Linera ha expresado en muchas ocasiones la necesidad de concretar en Nuestra América un "Estado continental plurinacional". Se vuelve difícil de entender esta categoría porque en verdad somos una Nación fragmentada en múltiples Estados. Una Nación en la diversidad, donde lo común es lo ibérico y la diversidad reside en la riqueza de nuestras etnias originarias y las diferentes formas que tomó el mestizaje con sus choques y confluencia.

Es decir, la única respuesta al desafío que nos somete el sistema mundo es la Nación de Repúblicas de Bolívar, la Patria Grande de Ugarte, el continentalismo de Perón. Allí se encuentra el núcleo de nuestra razón de SER o NO SER.

Es la Patria Grande o la nada. Así de simple. Así de complejo. Así de difícil. Así de apasionante.

La caída de la URSS significó para George Bush-padre- el comienzo de un "nuevo orden mundial" en correlato con el japonés norteamericano Francis Fukuyama que afirma "El fin de la historia". Esta fue la interpretación oficial que irradia al mundo la República Imperial, al decir de Aron. Linera cae en esta conceptualización al decir: “Hoy, cuando retumban los últimos petardos de la Larga fiesta del fin de la historia, resulta que quien salió vencedor, ha fallecido dejando al mundo sin final ni horizonte victorioso".

No estamos de acuerdo para nada de esta afirmación incluso riesgosa, porque en verdad desde nuestra óptica, la caída de un polo -URSS- no se reflejó en la victoria del otro polo -EEUU-, sino que se iniciaba una nueva lógica mundial donde las incertezas predominan por sobre las certezas. Uno de los que advirtió de esta nueva lógica mundial, es justo reconocerlo, fue el Papa Juan Pablo II en 1991 en la Encíclica Centésimas Annus -a cien años de la República Novarum-.

-"Entonces con el socialismo de Estado derrotado y el neoliberalismo fallecido por suicidio, el mundo se queda sin horizonte, sin futuro, sin esperanza movilizadora".

Repetimos, Linera expresa un pesimismo que opaca su relativo optimismo -nos atenemos a su nota-, por la crisis de Occidente.

Sin embargo, esta crisis de Occidente para nada debe eclipsar para Nuestra América en categoría de José Martí, dos sucesos centrales del actual sistema mundo:

 -la emergencia definitiva de un "orden” multipolar de carácter global desoccidental -por primera vez en la historia- y multicivilizacional de círculos culturales que convergen geoculturalmente con los Estados continentales (EEUU, China, Rusia, India, Irán, etc.).

-la irrupción de un Papa Latinoamericano por primera vez en la historia, como el Papa Francisco, hijo de la Teología de la Cultura que rescata la religiosidad popular, la opción por los pobres y la Patria Grande. Partidario de un Estado Continental en América Latina, de gran influencia en su formación, el pensador uruguayo Alberto Methol Ferré

-un "orden" multipolar nos brinda a los latinoamericanos un mayor margen de viabilidad, si nos ponemos en la altura de las exigencias de la época

El final o conclusión de Linera nos parece interesante. Apela a la esperanza: “No existe ser humano que pueda prescindir de un horizonte y hoy estamos compelidos a construir uno. Eso es lo común de los humanos y ese común es el que puede llevarnos a diseñar un nuevo camino distinto a este emergente capitalismo que acaba de perder la fe en sí mismo”.

Nadie puede prescindir de la esperanza. Pero en esta conclusión de Linera, dejamos esta observación. En primer lugar, no se trata de un capitalismo emergente sino de una economía casino que está llenando al sistema mundo de lo que el Papa Francisco llamó "la globalización de la indiferencia". Y refugiarnos solo en la esperanza es un camino de derrota anunciada. Aquí también volvemos al último libertador José Martí, cuando decía: "Para crear hay que creer".

Desbordaría esta nota y caeríamos en el intelectualismo inútil y dañino, creer que se puede elaborar un plan de gobierno como hoja de ruta de compromiso con el futuro a partir de nuestras raíces y no de evasión y de refugio pasivo con la esperanza.

Este enorme desafío nos conduce al Maestro del Libertador Simón Bolívar, Don Simón Rodríguez y su apotegma: “O inventamos o erramos".

En este sentido, rescatamos la oleada integracionista postconsenso de Washington que integró los peldaños del Mercosur, la Unasur y la CELAC. Pero, como dijo el ex presidente de Uruguay José Mujica, quedamos rehenes de los discursos.

Una hoja de ruta constituye puntos concretos transformados en metas estratégicas a realizarse en no más de dos años. Es decir las metas relegan a los discursos. Metas que deben ser conducente al Estado continental. En forma de ejemplo me permitiré enumerar algunas a realizar dije en dos años como máximo:

-Ciudadanía común suramericana y latinoamericana.

-Reconocimiento de estudios en todos sus niveles

-Tierra, techo y trabajo sea los acuerdos programáticos de todas las fuerzas políticas y movimientos sociales

-Integración de infraestructura y energética del subcontinente con el paradigma de la Casa Común del Desarrollo Sustentable y Sostenible

-Armonización de códigos penales y criminalidad económica para una lucha frontal contra la criminalidad organizada

-Ley común regional para el financiamiento de las campañas políticas con el fin de evitar el financiamiento de la política y transparentarla al máximo

-Recuperar una Pedagogía Latinoamericana que incluya las nuevas tecnologías y nuevas redes en la globalización. Debemos generar el humanismo que reconcilie a la Ética con la Ciencia. La educación inclusiva sólo es, si es de calidad. Esto es imposible sin una política que devuelva la alianza entre el estado, la familia y la escuela

-Fortalecer y potenciar medios de comunicación desde y para la comunidad. Con decisión y respetando la libertad.

-Impulsar cadenas de complementariedad económica industrial que tenga como base las pymes y el cooperativismo.

Estas son simples enunciados concretas a manera de ejemplo. Pero todas ellas resultan imposible sin el primer punto que ahora enunciamos y todo sería una mentira

-Solo es posible llevar a cabo estas medidas con una reconstrucción de un poder ético político impenetrable a la corrupción. El cáncer más difícil que nos ha tocado vivir. No, porque sea nuevo, sino empieza a ser sistémico. Por lo que esta epopeya nos involucra a todos.

Agradezco enormemente a Álvaro García Linera que me hizo pensar. Y esta es una tarea de todos, porque el pensar con muchos es mejor que con uno.



Miguel Ángel Barrios -Argentina- es doctor en educación y en ciencia política. Autor de reconocidas obras sobre América Latina.

FUENTE: ALINET