viernes, 29 de enero de 2010

Planea "congelar" todo, menos el presupuesto militar



Del mismo modo que la crisis financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado en el salvataje del capital privado), el colapso recesivo (todavía no superado) y el estallido del déficit fiscal obliga a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto público de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social del derrumbe de la economía.



Curiosamente, y forzado por la debacle económica y un déficit fiscal histórico, el Imperio ahora se ve obligado a aplicar sus propias recetas en casa para afrontar una crisis que ya ha derivado en crisis social, de la mano de la desocupación y de los despidos laborales que se suceden por todo el territorio estadounidense.

En nombre del "combate contra el déficit" (producido principalmente por la desaceleración económica y el costo de los "salvatajes" de bancos y empresas con dinero público), el presidente USA, Barack Obama, presentará el miércoles un plan de recorte del gasto público del cual sólo quedarán exceptuados los gastos de Defensa (el presupuesto militar que ya supera los US$ 700.000 millones).

Salvando a las Fuerzas Armadas del ajuste, el Estado norteamericano gerenciado por Obama busca bajar el "costo social" por medio de una reducción del gasto público (que incluye salud, vivienda, educación, etc) para compensar la merma de la recaudación durante la crisis.

Se estima que la medida tendrá un fuerte impacto en el proceso de crisis social que ya empieza desarrollarse por todos los Estados de la Unión, de la mano del desempleo creciente y la no reactivación plena del consumo.

Según adelanta la prensa estadounidense, el miércoles el presidente de EEUU presentará su "plan de lucha contra el déficit fiscal" en su primer discurso oficial sobre el estado de la Unión.

De acuerdo con los detalles que se filtraron, el plato fuerte del discurso será su propuesta de congelar parte del gasto público durante tres años para reducir el elevado déficit fiscal.

De acuerdo con los trascendidos, sólo quedarán exentos de la revisión presupuestaria los departamentos de Defensa, Seguridad Interior y el de Asuntos de los Veteranos, así como algunas áreas consideradas estratégicas de la política exterior estadounidense (Departamento de Estado).

Exceptuados el Departamento de Estado y el Pentágono (los resortes claves de la política imperial), todas las áreas estatales son pasibles de "ajuste" para achicar el gasto público, coinciden medios y analistas estadounidenses.

"Estamos en guerra y debemos asegurarnos de que nuestras tropas están financiadas adecuadamente", señaló una fuente de la Casa Blanca citada por la cadena CNN, justificando la medida de no tocar el presupuesto militar de EEUU que insume alrededor de un 65% del gasto total armamentista mundial.

El plan en carpeta necesita la aprobación de la Cámara de Representantes y del Senado, donde se encontrará (en un año electoral con elecciones parlamentarias en noviembre) con la tenaz oposición de los republicanos.

El portavoz del líder del partido opositor en la Cámara de Representantes John Boehner, Michael Stell, ironizó con la política presupuestaria de Obama señalando que el recorte del gasto público "es como anunciar una dieta tras ganar un concurso de comer pasteles", en alusión al derroche financiero realizado con los mega-rescates bancarios de los últimos meses.

El propio Obama (abrumado por sus fracasos y la baja en las encuestas) dijo durante una entrevista en la cadena ABC, que no existen "soluciones mágicas" para reducir el déficit público y que, en cualquier caso, requerirá esfuerzos tanto por parte del Partido Demócrata como del Republicano.

El impacto social


En realidad, y con la futura implementación de la medida de recorte del gasto, la administración de Obama sólo realiza un blanqueo a nivel nacional del proceso de ajuste del gasto público que ya se viene realizando desde el año pasado en un conjunto de Estados de la Unión.

Según The Wall Street Journal, el vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y baja de recaudación) de los estados agrava el desempleo (desocupación y recortes salariales) y ya extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a todo el territorio de EEUU.

Pese a los anuncios de "recuperación" de la economía, empresas y bancos todavía están recortando empleos y obteniendo ganancias a través de reducciones de costos (incluido reducción de salarios) en lugar de potenciar un alza en la producción y en las ventas por medio de la reocupación laboral.

Por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de más desempleo y depresión de la economía real.

Y lo que parecía impensable hasta ahora, ya está sucediendo: Los "ajustes salvajes", que históricamente fueron exportados por el FMI (el gendarme financiero global) a los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, llegaron, como una extraña paradoja de la historia, al Estado de la primera potencia imperial.

Del mismo modo que la crisis financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado en el salvataje del capital privado), el colapso recesivo y el estallido del déficit fiscal obliga a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto estatal de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social del derrumbe de la economía.

Mientras la administración de Obama y las usinas financieras USA derraman todo tipo de teorías y de pronósticos "esperanzadores" sobre una hipotética "recuperación", los números reales indican que (y mientras florece la especulación financiera en Wall Street) la primera economía imperial no consigue despegar.

La crisis laboral con desempleo masivo que se expande por la mayoría de las regiones estadounidenses, azota con particular dureza extrema a California (que ya implementó un fuerte ajuste en julio de 2009), el mayor Estado de la Unión, equivalente a la séptima economía mundial, y que afronta un cuadro potencial (todavía larvado) de huelgas y protestas sociales.

En este escenario, la nacionalización de la crisis social por medio de los ajustes y los despidos laborales habilita un pasaporte hacia las huelgas y los conflictos sociales que hasta ahora aparecían como fenómenos inéditos en la primera potencia imperial.

California (por la importancia estratégica de su economía) conforma un primer módulo experimental de "ajuste salvaje" que amenaza con extenderse al resto de los Estados afectados por la desaceleración económica y con los números de sus economías en rojo por la baja de la recaudación fiscal.(Ver: California en emergencia: El polvorín que puede hacer estallar a EEUU ).

De acuerdo con The Wall Street Journal, la proyección anticipada del drástico recorte del gasto social (que ya rige en California) extendido a todos lo estados de la Unión, prevé despidos y recortes de salarios a los empleados públicos, suspensiones laborales, vacaciones sin paga, planes de retiro anticipado, reducción de fondos para los jubilados, la educación y la salud pública, y recortes en los programas para paliar el hambre.

La crisis, coinciden las encuestas, no se ensaña con las clases más pudientes sino con los sectores más débiles de la población estadounidense impactando principalmente en las ocupaciones y empleos de más baja calificación.

La masa asalariada (mayoritaria y peor paga) y los pobres, son a su vez los mayores perjudicados por la utilización fraudulenta (estafa con el Estado capitalista USA) de fondos de impuestos públicos para salvar a empresas privadas, ya que no cuentan con los recursos (ahorros y medios capitalistas de supervivencia) de las clases altas o medias altas.

En consecuencia, los ocupados pagan los "rescates capitalistas" con su salario y con lo que consumen, mientras que los desocupados y marginados sociales lo hacen a través de los pocos productos que puedan adquirir para su supervivencia inmediata.

En este escenario, Obama, con su nuevo plan de "combate contra el déficit", va por más.

AUTOR :MANUEL FREYTAS
FUENTE : IAR NOTICIAS

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