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viernes, 29 de enero de 2010

Estados Unidos, ¿cuentas alegres?




¿Podría la peor crisis financiera de la historia ser también una de las más baratas? El Programa de Alivio de Activos Problemáticos (TARP, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, creado en el punto máximo de la crisis en 2008, terminará costando a los contribuyentes menos de 1% del PIB, según creen ahora los funcionarios del Tesoro. En comparación, la solución a las crisis bancarias sistémicas anteriores ha costado en promedio 13% del PIB, según cálculos del Fondo Monetario Internacional. Es una muy buena recuperación de la inversión, declaró a Time Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal.

No sólo los estadunidenses presumen de sus planes de rescate. En todo el mundo hay funcionarios que creen que esta crisis será más barata. En EU, el TARP autorizó al gobierno federal aplicar 700 mil mdd para salvar el sistema financiero. Siempre se dio por sentado que la cuenta final sería más baja, pero no tanto. En agosto la oficina del presupuesto de Barack Obama calculó 341 mil mdd. En el siguiente presupuesto del gobierno, que se entregará dentro de unas semanas, la cifra se ajustará a 117 mil mdd. El gobierno cree que el saldo final se acercará a 90 mil mdd.

Casi todo ese monto se explicará por las inversiones perdidas en la industria automotriz –General Motors, Chrysler y sus brazos financieros– y AIG, y en subsidios a propietarios de casas para ayudarlos a reconfigurar sus hipotecas. El gobierno diseñó un gravamen especial para los bancos con el fin de recuperar los costos del TARP, pero en realidad acabará obteniendo ganancias de lo que invirtió en ellos, por dividendos y honorarios sobre garantías nunca utilizadas.

Sin embargo, este cuadro está incompleto. Gran parte del apoyo al sector financiero no se canalizó por conducto del TARP, sino de otras agencias. La Reserva Federal ha obtenido hasta ahora excelentes dividendos de sus préstamos de emergencia a los bancos; remitirá al Tesoro una utilidad sin precedente por el ejercicio 2009. La Corporación Federal de Seguro de Depósitos ganó dinero con sus garantías bancarias. Su fondo de depósitos se ha extinguido a causa de los deudores incumplidos, pero espera recuperar esos costos con honorarios futuros a los bancos.

El cuadro que rodea a Fannie Mae y Freddie Mac, dos empresas patrocinadas por el gobierno, es más nebuloso. El Tesoro les ha inyectado ya 111 mil mdd para mantenerlas solventes. Los funcionarios dicen que necesitarán más, pero no tanto como los 400 mil mdd autorizados originalmente.

La contabilidad del gobierno, como es típico en los rescates, también adopta un punto de vista estrecho sobre el costo final de una crisis. En primer lugar, excluye el impacto mucho mayor de la recesión sobre los ingresos del gobierno, así como el costo del estímulo fiscal. En segundo, no se lleva cuenta de subsidios que no son en metálico, como el valor de las garantías gubernamentales, que habrían costado mucho más en el mercado privado (y eso suponiendo que se hubieran adquirido).

El costo final también depende del momento en que se haga la reconciliación. Por lo regular, mientras más tiempo tenga el gobierno para deshacerse de los activos adquiridos durante una crisis, mejor será la tasa de recuperación. Aun así, la experiencia varía mucho. Cinco años después de sus crisis de 1991, Suecia había recuperado casi todos sus costos, mientras Finlandia había recobrado muy poco.

EU podría escapar con un costo modesto. No experimentó una crisis monetaria simultánea, que por lo regular ha contribuido mucho a los episodios más costosos del pasado. Los funcionarios sostienen que como EU se apoya más en los mercados de valores y menos en los bancos que otros países, su crisis tenía más raíces en la falta de liquidez que en la insolvencia. Los precios de las acciones bancarias se desplomaron y su acceso al financiamiento se secó, dicen, porque sus activos estaban envueltos en la incertidumbre, no porque fueran obviamente insolventes. “Si uno sigue la regla de Bagehot –es decir, ‘presta sin restricción contra una buena garantía colateral a una tasa de castigo’–, ganará dinero”, afirma Lewis Alexander, funcionario del Tesoro.

Además, los trazadores de políticas en EU y otras partes parecen haber aprendido de la historia. En general siguieron lo que el FMI y otros han identificado como la práctica más recomendable: rápida aplicación de garantías sobre préstamos para contener el pánico, recapitalización de ciertos bancos escogidos para restaurar la solvencia, y transparencia acerca de la salud bancaria, lo cual restablece la confianza de los inversionistas y permite a los bancos hacerse de capital privado.

Pese a todo, es posible que los funcionarios sean demasiado optimistas. Carmen Reinhart, de la Universidad de Maryland, quien ha estudiado con intensidad las crisis financieras, advierte que los trazadores de políticas subestiman crónicamente la extensión de los préstamos incobrables en el sistema financiero y, por tanto, la escala de los costos del rescate. La cantidad de ayuda que el sistema financiero necesita depende a final de cuentas del desempeño de la economía a largo plazo, el cual a su vez descansa en parte en el éxito que haya tenido el sistema en librarse de deudas incobrables.

EU escogió no comprar deudas incobrables a los bancos. Más bien los bancos salen del lío a base de sumar ganancias, ayudados en parte por las ultrabajas tasas de interés de la Fed. Si bien los trazadores de políticas merecen crédito por la rapidez y la magnitud de su respuesta a la crisis, es demasiado pronto para concluir que han roto con el pasado. En 1996 el costo del rescate bancario japonés se estimó en 3% del PIB; ahora está en 14%. Y, como dice la académica Reinhart: Todavía no sabemos si somos Japón o no.

Que una crisis tan enorme se haya resuelto a precio tan bajo sugiere tres cosas: los trazadores de políticas han sido más listos que sus predecesores; sus cifras son incompletas, o son demasiado optimistas. Las probabilidades son de que sea una mezcla de las tres cosas.

AUTOR : ECONOMIST INTELLIGENCE UNIT
FUENTE : LA JORNADA

Planea "congelar" todo, menos el presupuesto militar



Del mismo modo que la crisis financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado en el salvataje del capital privado), el colapso recesivo (todavía no superado) y el estallido del déficit fiscal obliga a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto público de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social del derrumbe de la economía.



Curiosamente, y forzado por la debacle económica y un déficit fiscal histórico, el Imperio ahora se ve obligado a aplicar sus propias recetas en casa para afrontar una crisis que ya ha derivado en crisis social, de la mano de la desocupación y de los despidos laborales que se suceden por todo el territorio estadounidense.

En nombre del "combate contra el déficit" (producido principalmente por la desaceleración económica y el costo de los "salvatajes" de bancos y empresas con dinero público), el presidente USA, Barack Obama, presentará el miércoles un plan de recorte del gasto público del cual sólo quedarán exceptuados los gastos de Defensa (el presupuesto militar que ya supera los US$ 700.000 millones).

Salvando a las Fuerzas Armadas del ajuste, el Estado norteamericano gerenciado por Obama busca bajar el "costo social" por medio de una reducción del gasto público (que incluye salud, vivienda, educación, etc) para compensar la merma de la recaudación durante la crisis.

Se estima que la medida tendrá un fuerte impacto en el proceso de crisis social que ya empieza desarrollarse por todos los Estados de la Unión, de la mano del desempleo creciente y la no reactivación plena del consumo.

Según adelanta la prensa estadounidense, el miércoles el presidente de EEUU presentará su "plan de lucha contra el déficit fiscal" en su primer discurso oficial sobre el estado de la Unión.

De acuerdo con los detalles que se filtraron, el plato fuerte del discurso será su propuesta de congelar parte del gasto público durante tres años para reducir el elevado déficit fiscal.

De acuerdo con los trascendidos, sólo quedarán exentos de la revisión presupuestaria los departamentos de Defensa, Seguridad Interior y el de Asuntos de los Veteranos, así como algunas áreas consideradas estratégicas de la política exterior estadounidense (Departamento de Estado).

Exceptuados el Departamento de Estado y el Pentágono (los resortes claves de la política imperial), todas las áreas estatales son pasibles de "ajuste" para achicar el gasto público, coinciden medios y analistas estadounidenses.

"Estamos en guerra y debemos asegurarnos de que nuestras tropas están financiadas adecuadamente", señaló una fuente de la Casa Blanca citada por la cadena CNN, justificando la medida de no tocar el presupuesto militar de EEUU que insume alrededor de un 65% del gasto total armamentista mundial.

El plan en carpeta necesita la aprobación de la Cámara de Representantes y del Senado, donde se encontrará (en un año electoral con elecciones parlamentarias en noviembre) con la tenaz oposición de los republicanos.

El portavoz del líder del partido opositor en la Cámara de Representantes John Boehner, Michael Stell, ironizó con la política presupuestaria de Obama señalando que el recorte del gasto público "es como anunciar una dieta tras ganar un concurso de comer pasteles", en alusión al derroche financiero realizado con los mega-rescates bancarios de los últimos meses.

El propio Obama (abrumado por sus fracasos y la baja en las encuestas) dijo durante una entrevista en la cadena ABC, que no existen "soluciones mágicas" para reducir el déficit público y que, en cualquier caso, requerirá esfuerzos tanto por parte del Partido Demócrata como del Republicano.

El impacto social


En realidad, y con la futura implementación de la medida de recorte del gasto, la administración de Obama sólo realiza un blanqueo a nivel nacional del proceso de ajuste del gasto público que ya se viene realizando desde el año pasado en un conjunto de Estados de la Unión.

Según The Wall Street Journal, el vocero más influyente del poder financiero de EEUU: La crisis (endeudamiento y baja de recaudación) de los estados agrava el desempleo (desocupación y recortes salariales) y ya extiende los ajustes (reducción de planes sociales) a todo el territorio de EEUU.

Pese a los anuncios de "recuperación" de la economía, empresas y bancos todavía están recortando empleos y obteniendo ganancias a través de reducciones de costos (incluido reducción de salarios) en lugar de potenciar un alza en la producción y en las ventas por medio de la reocupación laboral.

Por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de más desempleo y depresión de la economía real.

Y lo que parecía impensable hasta ahora, ya está sucediendo: Los "ajustes salvajes", que históricamente fueron exportados por el FMI (el gendarme financiero global) a los países subdesarrollados de Asia, África y América Latina, llegaron, como una extraña paradoja de la historia, al Estado de la primera potencia imperial.

Del mismo modo que la crisis financiera obligó a romper con el "libre mercado" (haciendo intervenir al Estado en el salvataje del capital privado), el colapso recesivo y el estallido del déficit fiscal obliga a la primera potencia a aplicar recortes en el gasto estatal de su propia población, que ya padece en carne propia el costo social del derrumbe de la economía.

Mientras la administración de Obama y las usinas financieras USA derraman todo tipo de teorías y de pronósticos "esperanzadores" sobre una hipotética "recuperación", los números reales indican que (y mientras florece la especulación financiera en Wall Street) la primera economía imperial no consigue despegar.

La crisis laboral con desempleo masivo que se expande por la mayoría de las regiones estadounidenses, azota con particular dureza extrema a California (que ya implementó un fuerte ajuste en julio de 2009), el mayor Estado de la Unión, equivalente a la séptima economía mundial, y que afronta un cuadro potencial (todavía larvado) de huelgas y protestas sociales.

En este escenario, la nacionalización de la crisis social por medio de los ajustes y los despidos laborales habilita un pasaporte hacia las huelgas y los conflictos sociales que hasta ahora aparecían como fenómenos inéditos en la primera potencia imperial.

California (por la importancia estratégica de su economía) conforma un primer módulo experimental de "ajuste salvaje" que amenaza con extenderse al resto de los Estados afectados por la desaceleración económica y con los números de sus economías en rojo por la baja de la recaudación fiscal.(Ver: California en emergencia: El polvorín que puede hacer estallar a EEUU ).

De acuerdo con The Wall Street Journal, la proyección anticipada del drástico recorte del gasto social (que ya rige en California) extendido a todos lo estados de la Unión, prevé despidos y recortes de salarios a los empleados públicos, suspensiones laborales, vacaciones sin paga, planes de retiro anticipado, reducción de fondos para los jubilados, la educación y la salud pública, y recortes en los programas para paliar el hambre.

La crisis, coinciden las encuestas, no se ensaña con las clases más pudientes sino con los sectores más débiles de la población estadounidense impactando principalmente en las ocupaciones y empleos de más baja calificación.

La masa asalariada (mayoritaria y peor paga) y los pobres, son a su vez los mayores perjudicados por la utilización fraudulenta (estafa con el Estado capitalista USA) de fondos de impuestos públicos para salvar a empresas privadas, ya que no cuentan con los recursos (ahorros y medios capitalistas de supervivencia) de las clases altas o medias altas.

En consecuencia, los ocupados pagan los "rescates capitalistas" con su salario y con lo que consumen, mientras que los desocupados y marginados sociales lo hacen a través de los pocos productos que puedan adquirir para su supervivencia inmediata.

En este escenario, Obama, con su nuevo plan de "combate contra el déficit", va por más.

AUTOR :MANUEL FREYTAS
FUENTE : IAR NOTICIAS