sábado, 3 de marzo de 2012

Reescribir la historia para redefinir la hipocresía

Por Paul Krugman.


George Washington era un hipócrita. Bueno, yo no lo creo así. Pero por lo visto, el senador Scott Brown sí lo cree.
Brown, en su campaña para la reelección, está tratando de sacar el máximo partido a la idea de que Elizabeth Warren es una hipócrita redomada.
Según Brian McGrory, un columnista de The Boston Globe, Brown, un republicano, "al parecer está que arde porque a su principal rival demócrata, Elizabeth Warren, le va bastante bien económicamente".
"Según la declaración que se dio a conocer la semana pasada, ha obtenido unos ingresos de 700.000 dólares (520.000 euros) en los últimos dos años, y es todavía más si tenemos en cuenta el salario del gobierno que recibió durante parte de ese tiempo", escribía McGrory en una reciente columna. "Independientemente de cuál sea la cifra, esta ha irritado sobremanera a Brown. Hasta el punto de que ha llevado a su director de campaña, un joven de Vermont aparentemente majo llamado Jim Barnett, a difundir la descripción de 'hipócrita elitista', como si fuera un crimen ascender por la escala del éxito en Estados Unidos e imposible recordar cómo es la vida en los escalones más bajos", afirmaba en el artículo.
Verán, el problema es que Warren ha estado haciendo campaña para ayudar a la clase media en peligro, pero ella es una catedrática de Harvard bien remunerada, que acabaría pagando impuestos más elevados como consecuencia de las políticas que defiende. ¿Ven la hipocresía?
Yo tampoco.

Ya he escrito antes sobre esto; por alguna razón, en nuestra política ha calado la idea de que apoyar una causa que no redunda en el beneficio económico personal de uno, le convierte en un hipócrita.
Es realmente curioso.
Como he señalado, piensen en lo que esto nos dice de George Washington. El hecho es que a él personalmente le iba muy bien con el régimen británico. Era un gran terrateniente, una persona importante en las colonias. Tenía una buena vida; y a pesar de ello, corrió muchos riesgos personales para encabezar una rebelión por la causa de la libertad.
Era un hipócrita.
O a lo mejor, era un hombre que poseía virtudes cívicas y que colocaba las necesidades de su nación por encima de su propia comodidad.
Parte de la razón por la que la derecha se aprovecha de esto es que su respuesta a cualquier intento de hablar sobre desigualdad y el sistema fiscal es afirmar que todo es una cuestión de envidia; supuestamente, cualquiera que crea que el impuesto de plusvalías debería ser más alto solo lo dice porque él o ella odia a la gente rica.
Entonces, ¿cómo pueden ser ellos ricos?
Sin embargo, por extraño que parezca, es posible no sentir una animosidad especial hacia las personas ricas como personas, y aun así creer que deberían pagar más impuestos, que sus empleados deberían tener más poder negociador, y en general, que la política que les haría no tan ricos convertiría Estados Unidos en un país mejor.
Claro que, como yo también soy un periodista/catedrático liberal y bien pagado, es lógico que diga eso, ¿no?

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