viernes, 13 de julio de 2012

¿Qué crecimiento?


 Por Vicenc Navarro.


La evidencia de que las políticas neoliberales que se están imponiendo a la población de los países de la Eurozona (digo imponiendo porque ninguna de tales políticas estaban en el programa electoral de los partidos gobernantes) por parte de sus Gobiernos y de las Instituciones que gobiernan tal zona monetaria (a saber el Consejo de Europa, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) son unas políticas que están dificultando la recuperación económica de tales países es abrumadora. Aunque la situación con la economía griega es el caso más extremo, no es el único. Antes al contrario, todos ellos, y muy en particular los países intervenidos (Grecia, Portugal, Irlanda y ahora España), han experimentado las políticas de recortes de gasto público, de descenso de los salarios, de reducción de la protección social y de las transferencias y de los servicios públicos de sus Estados del Bienestar que caracterizan tales políticas neoliberales, sin que hayan mejorado sus economías. Antes al contrario, han empeorado. Para amplios sectores de la población, la Gran Recesión ha alcanzado niveles de Gran Depresión.

Que la recesión se esté profundizando es fácil de entender (a no ser que uno esté estancado en el dogma neoliberal, impermeable a los datos): la economía está en un bajón, porque las familias y las medianas y pequeñas empresas están endeudadas, consecuencia en parte por la disminución de las rentas del trabajo (que ha ido ocurriendo como consecuencia de la aplicación de aquellas políticas neoliberales) y en parte por la fácil disponibilidad del crédito existente antes de la crisis. La disminución de los salarios y del gasto público, así como el aumento del desempleo empeoran todavía más este endeudamiento.
La experiencia histórica señala que en estos casos de profunda recesión y depresión lo que el Estado debe hacer es intervenir activamente en la economía mediante el aumento del gasto público y la creación de empleo (invirtiendo en la infraestructura social y física del país), estimulando así la demanda y la economía (además de garantizar la existencia de crédito, mediante el establecimiento de bancas públicas que tengan este objetivo). Así es como se resolvió la Gran Depresión de principios de siglo y la Gran Recesión en Europa, al final de la II Guerra Mundial (estimulada en parte por el plan Marshall).
Pues bien, lo que los Gobiernos están haciendo es precisamente lo opuesto. Es decir, están recortando el gasto público, asumiendo erróneamente que la recesión la ha causado el crecimiento del gasto público. El pilar sobre el cual se basa tal teoría es el Pacto de Estabilidad que fuerza a los Estados a tener un déficit público por debajo de un 3% del PIB y una deuda pública inferior al 60%. Según los defensores de tal teoría, éste es el objetivo que hay que alcanzar, pues el problema surge al no respetarse estos objetivos del Pacto de Estabilidad.
Lo que no se dice es que este objetivo es imposible de alcanzar con estas políticas neoliberales por una razón muy sencilla. La tesis de que la crisis la causa el excesivo crecimiento del gasto público lleva como solución los recortes de gasto público, lo cual deprime todavía más la economía, y como consecuencia, los ingresos al Estado caen aún más. El caso de Grecia y ahora de España no puede ser más evidente. En nuestro país los recortes continúan haciéndose y el déficit apenas baja. Y a no ser que tal Pacto de Estabilidad se abandone cuando hay recesión, la situación irá de mal en peor.
Y como si ello no fuera suficiente, el dogma neoliberal que domina el establishment europeo liderado por el gobierno alemán y la señora Merkel, está imponiendo el llamado Pacto Fiscal, en el cual el déficit del Estado tiene que ser prácticamente cero (sí, lo leyó bien, casi cero). Esto es ya un ataque frontal al bienestar de la población, y a las transferencias y servicios públicos de su Estado del Bienestar.
La necesidad de este Pacto Fiscal se justifica porque en una Europa federal los Estados componentes tienen que tener un déficit cero como ocurre, por ejemplo, en EEUU. Pero tal tesis oculta que en EEUU antes de desarrollar tal regla, hubo un gobierno federal con un Banco Central (el Federal Reserve Board) que ayuda claramente a los Estados. Esto no ocurre en la Eurozona. Es construir la casa comenzando por el tejado. Absurdo.
En realidad, tal absurdidad comienza a percibirse como suicida. De ahí que, por fin (muy pocos de nosotros hemos estado denunciando esta situación desde el inicio de la crisis, sin apenas tener acceso a los altamente controlados medios de comunicación), un gobierno, el francés, ha indicado que esta estrategia debe cambiar. El hecho de que el partido gobernante sea socialista podría ser una buena señal de cambio, pues los Gobiernos socialistas en la Eurozona (y en la UE) han sido cómplices de tales políticas neoliberales. Pero, el mayor problema es que el gobierno socialista francés no ha cuestionado ninguna de las políticas que han forzado la aplicación de políticas de austeridad, tales como el Pacto de Estabilidad y ahora el Pacto Fiscal. Lo que ha dicho es que tales políticas son insuficientes y hay que complementarla con políticas de crecimiento (tal como la aprobada por el reciente Consejo Europeo), lo cual se limita a una inversión de 120.000 millones de euros, de los cuales correspondería a España unos 10.000 millones, una cantidad muy, muy menor comparada con los recortes que tales gobiernos están realizando bajo el mandato del establishment que gobierna la Eurozona, y que quiere mantener el Pacto de Estabilidad en momentos de recesión. Tal cantidad es minúscula y es la hoja de parra que cubre el cuerpo desnudo de la austeridad. Con esta estrategia, no vamos a salir del bajón.
El lector se preguntará: ¿Cómo pues se están siguiendo estas políticas? Y la respuesta es que benefician a poderes fácticos y clases sociales (sí, clases sociales, en contra de lo que se informa, continúan existiendo en España), cuyos instrumentos políticos están sirviendo sus intereses. Comencemos la lista. Los que se benefician de la crisis son: ‘la banca alemana’, que se beneficia del flujo de capitales de la periferia al centro que está ocurriendo ahora; ‘la clase empresarial exportadora alemana’, porque los países periféricos no pueden incrementar su competitividad devaluando su moneda; ‘el Estado alemán’, que tiene los bonos públicos más seguros de la Unión Europea; ‘la banca española’, que se beneficia del enorme endeudamiento de las familias y medianas y pequeñas empresas (los intereses para préstamos han alcanzado dimensiones prohibitivas); ‘la gran patronal española’, que está consiguiendo lo que siempre han soñado, la eliminación de la protección social y debilitamiento de los empleados y trabajadores y sus instrumentos como los sindicatos y ‘las rentas superiores’, que derivan sus ingresos de las rentas del capital cuyo tratamiento fiscal (altamente regresivo) les está beneficiando enormemente, reduciendo su carga impositiva y reduciendo el tamaño del Estado y la garantía de derechos sociales y laborales. Los que salimos perjudicados somos todos los demás. Pero, por raro que parezca en un sistema al que llaman democrático, los primeros tienen mucho más poder que los segundos. Y ésta es la razón de que las políticas de austeridad y recortes sean las dominantes y las de crecimiento sean minúsculas.

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