jueves, 23 de agosto de 2012

Alarma en la isla de los benditos



 Por Michael R. Krätke                                                                                                                       



Decir las cosas tal y como son. Caer en este atrevimiento es llamar al ostracismo social en Alemania, el país de los ilusionistas. [1] “¿Crisis? ¿Qué crisis?”, se preguntan los ciudadanos de la República Federal Alemana mientras señalan con el dedo al resto de Europa. La crisis es cosa más bien de los demás, no nuestra. A nosotros nos va estupendamente. 2011 fue un año récord. Por vez primera el volumen de las exportaciones alemanas a todas las regiones del mundo rompió todos los récords y alcanzó cifras billonarias. Alemania es una isla en auge económico rodeada por la miseria de los países vecinos, que uno tras otro caen en la crisis.

Alemania logró escapar de la crisis económica mundial de 2008-2009, pero se dejó la piel en el proceso. La canciller de hierro rescató bancos en quiebra y autorizó inyecciones económicas a la industria alemana como el llamado Abwrackprämie, que facilitaba la adquisición de nuevos automóviles. Gracias a estas medidas el país de las virtudes incrementó su deuda estatal a la considerable suma de 2'1 billones de euros. A pesar del crecimiento económico actual muchos ciudadanos alemanes contemplan con ansiedad la llamada eurocrisis. La superioridad económica del “modelo Alemania” no parece ser inmune a la duda.

Los programas de austeridad impuestos por Alemania a los países de la Eurozona han conducido a ésta y más allá a una depresión económica. La economía de la mayoría de los países PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) está en dramático declive y el resto de la Unión Europea no sale del atolladero de la crisis. La consecuencia es que los países más endeudados de la Unión Europea pueden hacer cada vez menos lo que, según la lógica del modelo exportador alemán, de hecho deberían hacer: reducir la importación a crédito de las mercancias de calidad de la industria alemana y preocuparse por obtener crecientes ganancias y plusvalías en la exportación.


¡No temáis!

Ya el año pasado el ritmo de las exportaciones alemanas aflojó, aunque una fuerte caída de las exportaciones como la de Grecia (en torno al 13%) y Portugal (9'5%) sigue siendo una excepción y ambos casos apenas desequilibran la estrategia exportadora alemana. El 2012 está siendo mucho peor. Las exportaciones alemanas hacia los países europeos en crisis caen en picado, especialmente hacia España e Italia. Desde el mes de abril las exportaciones alemanas a todos los estados europeos retroceden sin excepción, de media del 3'6 al 4% con respecto a los meses anteriores. El mes de junio ha causado alarma porque la producción industrial alemana destinada a la exportación bajó hasta los niveles del estallido de la crisis en el 2009. El índice de gestores de compras manufacturero de Alemania se hundió en torno al 0'5% y el de toda la economía privada –incluyendo el sector servicios– en torno al 0'8%, alcanzando así sus niveles más bajos desde 2009. El motivo fue que los pedidos para la exportación retrocedieron tanto como en el mes de abril de 2009: un indicio de cómo la recesión y el estancamiento de los países del sur de Europa puede saltar las fronteras y llegar también a Alemania. En el 2009 todavía el 62'3% de las exportaciones alemanas se destinaban a países de la Unión Europea, en el 2010 esta cifra cayó hasta el 59'97%, y el año anterior lo hizo hasta el 59'1%.

Pero se nos repite: ¡no temáis! Aunque seguimos siendo, hoy como ayer, el estado industrial de todo el mundo más dependiente de sus exportaciones, nuestras oportunidades de futuro se encuentran en los países emergentes con sus imponentes índices de crecimiento. En China, en India, en Brasil, en Rusia o también en Turquía seguiremos teniendo a partir de ahora las ventas que necesitamos para mantener a pleno rendimiento la máquina exportadora alemana. La historia está a nuestro favor, sobre todo si lo vemos desde el punto de vista de la estrategia exportadora. Pero esto no es más que una vana ilusión si tenemos en cuenta el estado de la economía mundial actual.

Sin buenas noticias 

La industria alemana no sólo se abre paso en los mercados europeos, sino en todo el mundo. Mientras en algunos puntos del planeta la actividad comercial aún registra ganancias, se reduce el superávit de la balanza comercial en términos generales. Hasta un tercio de este superávit en sus exportaciones lo consigue Alemania con sus socios de la Unión Europea –de los cuales sólo el 12'3% con estados de la zona euro–, los dos tercios restantes con países de fuera de la UE, pero muy especialmente con el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que hace tiempo que no parece estar dispuesto a quedar relegado a un segundo plano.

Sólo unos cuantos ejemplos para mostrar cómo se extiende la depresión: Brasil vive de las exportaciones, especialmente de las exportaciones de materias primas, para las cuales China constituye su principal mercado. Al ralentizarse el crecimiento y bajar los precios de las materias primas, el crecimiento de Brasil se encogió también del 7'5% en 2010 al 2'7% en 2011. Aunque Brasil es para Alemania un socio comercial pequeño (el 1'1% de las exportaciones del año pasado se destinaron a allí), se trata del más importante de Sudamérica. La proporción del subcontinente en las exportaciones alemanas es del 2%, con tendencia a la baja. 

India, como socio comercial para la República Federal mucho más relevante que Brasil, crece desde comienzos de 2012 a un ritmo tan lento como el de hace nueve años. Su tasa de crecimiento ha caído al 5% este año en comparación con el mismo semestre del año anterior debido a que su industria de procesamiento de componentes se debilita con la crisis.

El enfriamiento de China puede observarse ya desde el 2010. Al país asiático se le pronostica este año un crecimiento del 7'6%, el valor más bajo desde 1999. El índice de gestores de compras para la industria china cayó en picado en mayo y alcanzó su valor más bajo en lo que va de año, a lo que el Banco Central chino respondió con una rebaja de la tasa de interés preferencial. Que bajo estas circunstancias también desciendan las importaciones chinas apenas sorprende a nadie. De ello se concluye que no hay buenas noticias para Alemania, pues la República Popular China, con un porcentaje de exportaciones del 6'1%, es el quinto mayor socio comercial de Alemania. Además, desde comienzos de año se estancan las importaciones de China en Alemania, causando irritación en el lado chino. En el comercio con China Alemania registra hasta la fecha un fuerte déficit. Al principio se trató de una ventaja para los chinos. Pero de irse al traste el intercambio de mercancías con Alemania, a China no le faltan alternativas: lo que ofrece la industria alemana también lo pueden ofrecer con muy pocas excepciones los proveedores japoneses o surcoreanos.

En abril y mayo una delegación del Fondo Monetario Internacional visitó Alemania y recomendó al gobierno alemán un paquete de “reformas estructurales”, del que, dicen, debería ayudar a los mercados internos alemán y europeo.

N.T.: [1] Posible referencia a la célebre cita de Rosa Luxemburg: “Wie Lasalle sagte, ist und bleibt die revolutionärste Tat, immer 'das laut zu sagen, was ist” (Como dijo Lasalle, decir en voz alta las cosas tal y como son es y seguirá siendo el acto más revolucionario)



Michael R. Krätke, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.

FUENTE:  SIN PERMISO

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